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APROXIMACIÓN ANTROPOLÓGICA A EL CRITICÓN DE GRACIÁN
Pero, además, El C. anticipa la novela de sátira social y crítica
moral que se pondrá de moda en el siglo XVIII. Así se trata de salvar al
hombre por la razón y la voluntad. Este valor de la voluntad, que cautivó
a Schopenhauer, hacen del C. «una obra filosófica fundamental» en
la historia de la cultura. Según E. Moreno Báez: «si tuviéramos que
definir la obra de Gracián (El Criticón) diríamos que se trata de una
epopeya (...), en la que aprendemos a cautelarnos de los peligros del
trato humano, a convertirnos de hombres en personas mediante la
derrota de nuestras pasiones y el cultivo de la virtud y a salvar nuestro
nombre del olvido, alcanzando fama perdurable»: C 25.
En fin, en el C. el pensamiento y la erudición, la vida y la cultura, se
sumergen en «las cuatro edades del hombre en una unidad casi singular».
Por eso, como dice Guillermo de Torre, El Criticón es una de las
12 obras maestras de la literatura universal, comparable a las mejores
en cualquier idioma y época. Para Santos Alonso: «Concepto y forma
atrevida unidos hacen de El Criticón, junto con El Quijote, la mejor
novela española de todos los tiempos»: C 25. El Criticón condensa,
como Cervantes, toda el alma humana en dos personajes. Andrenio es
el espíritu vital, Critilo el reflexivo. Así Gracián crea un equilibro de
fuerzas que lleva al «hombre perfecto».
Gracián observa los contrastes de la vida humana, del pueblo y la
sociedad en todos sus estamentos. Como los caprichos de Goya, o la
pintura a lo valentón de Velázquez, Gracián retrata la vida misma y
anuncia el romanticismo y el nihilismo actual. La España negra y la
melancolía del Barroco inducen en Gracián «un pesimismo amargo»
que, frente al de Quevedo, opta por una filosofía trascendental de la
vida, que se basa en la razón, la voluntad y el sentido del misterio, que
nunca justifica el mal, como suele hacer el pícaro, sino que lo ataca en
su sátira. Ésta va hacia la vida misma, y nunca huye a una vana alegoría.
De ahí que todas las caídas, de Andrenio y Critilo, llevan arrepentimiento.
Y así, para Romera-Navarro, «El Criticón, como novela filosófica,
es “el más genial modelo de las letras europeas”»: C 35.
Eso explica también los defectos de Gracián, le falta de amor a la
acción y a lo espacial y temporal: todo ocurre en el presente y es
actual. Sus personajes son esquemáticos, arquetipos morales, para dar
una doctrina, como ocurre luego en Baroja, viven en su perspectiva, en
su papel cada uno, aunque siempre con un sentido sugerente. Andrenio
es la «ingenua ignorancia», que cae en todo, y Critilo el hombre