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aproximación antropológica a el criticón, de gracián - Revista ...

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61 Ibíd., 120.<br />

62 Ibíd., 129<br />

63 Ibíd., 133<br />

RAMÓN NATAL MARTÍNEZ Y DOMINGO NATAL ÁLVAREZ, OSA<br />

El Criticón es su «obra magna», «su autorretrato escondido», que es<br />

como <strong>de</strong>cir <strong>el</strong> yo más íntimo d<strong>el</strong> escritor. Aquí también todas las obras<br />

«se parecen a su autor», que está «todo entero» en <strong>el</strong>las. «En El Héroe<br />

está ya preformado su pensamiento.» Pero <strong>el</strong> conjunto <strong>de</strong> su obra da<br />

sentido a cada frase. Cuando llega a la 3.ª parte d<strong>el</strong> C., <strong>el</strong> autor está<br />

cansado y duda, pero sigue: «Confieso que hubiera sido mayor acierto<br />

<strong>el</strong> no empren<strong>de</strong>r esta obra, pero no lo fuera ya <strong>el</strong> no acabarla»: CIII,<br />

«Al que leyere.» 61 Gracián, un escritor valiente, se enfrenta a toda la<br />

verdad <strong>de</strong> la vida, <strong>de</strong> ahí que pueda parecer un poco «rudo y violento»<br />

o <strong>de</strong>masiado arrebatado o duro, pero es un conversador afable <strong>de</strong> «un<br />

gusto d<strong>el</strong>icado», que vive en la hirviente España d<strong>el</strong> barroco, en tiempos<br />

«recios y agrios», afirma Andreu C<strong>el</strong>ma, don<strong>de</strong> lo que <strong>de</strong>biera ser<br />

no es, la justicia falta, abunda <strong>el</strong> caos y la sinrazón, la soledad y <strong>el</strong><br />

<strong>de</strong>sengaño, como dice <strong>el</strong> buen aragonés M. Alvar.<br />

Gracián, hombre «d<strong>el</strong>icado y sensible», gran lector y erudito, se<br />

sintió también aislado en su Or<strong>de</strong>n y en su España. Así algunos <strong>de</strong> sus<br />

proyectos quedan en <strong>el</strong> camino. Pero, como diría Azorín, su estilo es<br />

«enérgico, apretado, jugoso», y, en <strong>de</strong>finitiva, «lacónico». Tiene cosas<br />

que <strong>de</strong>cir, y poco tiempo que per<strong>de</strong>r, y como sugiere su gran admirador<br />

Schopenhauer, la clave <strong>de</strong> todo estilo es: tener algo que <strong>de</strong>cir. Aquí<br />

vemos un artífice <strong>de</strong> la palabra que transmite la chispa <strong>de</strong> la vida:<br />

«Gracián es un pensador <strong>de</strong> la vida. El pensar que mana <strong>de</strong> una experiencia<br />

intuitiva y directa <strong>de</strong> la vida es un pensar simbólico. Los símbolos,<br />

rostros <strong>de</strong> la vida, expresan los ámbitos más originales <strong>de</strong> nuestra<br />

existencia. La verdad <strong>de</strong> la vida es una verdad figural.» 62<br />

Estamos ante un pensador plástico, <strong>de</strong> gran imaginación. Un filósofo-poeta<br />

<strong>de</strong> la vida en toda su complejidad y dramatismo. Es la época<br />

d<strong>el</strong> gran pensamiento español, con toda su gravedad y entusiasmo.<br />

Gracián, como buen hijo <strong>de</strong> médico, hace una filosofía terapéutica,<br />

como hoy propone Hadot, para un siglo español enfermo con síntomas<br />

<strong>de</strong> un mal incurable: «El Criticón es un documento vivo <strong>de</strong> la crisis <strong>de</strong><br />

la sociedad española d<strong>el</strong> siglo XVII.» 63 Hay una <strong>de</strong>sazón tremenda y se<br />

acumulan las preocupaciones y las monstruosida<strong>de</strong>s. Gracián ve «la<br />

verdad <strong>de</strong> la vida» más allá <strong>de</strong> la representación que se hace en <strong>el</strong> gran<br />

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