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apuntes para un eneagrama agustiniano - Revista Religión y Cultura

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APUNTES PARA UN ENEAGRAMA<br />

AGUSTINIANO<br />

Herminio de la Red Vega, OSA •<br />

La personalidad de San Agustín es tan singular y única, como complejos<br />

y polifacéticos sus perfiles. En él se conjuga el ardor de la genética<br />

africana con la sutileza intelectual y cultural grecorromana. Vital por<br />

temperamento y proclive a saborear con fruición cuanto las circ<strong>un</strong>stancias<br />

le ofrecían, proyecta <strong>un</strong>a peculiar dialéctica en todo su proceso<br />

existencial. Bien formado e ilustrado por sus estudios más tempranos<br />

en Tagaste y en Madaura (365-371), y por sus lecturas filosófico-literarias<br />

de juventud o los estudios de especialización como retórico en<br />

Cartago, consigue <strong>un</strong>a cosmovisión intelectual pagana en distensión<br />

con los gérmenes cristianos, en él n<strong>un</strong>ca agostados, y que desde niño le<br />

inculcó su madre, Santa Mónica. Diestro en el ejercicio de la docencia,<br />

por su profesión de literato-científico, no deja ser <strong>un</strong> autodidacta<br />

ecléctico de identidad afrorromana (371-383).<br />

Inmigrante en Roma y en Milán con ansias de tri<strong>un</strong>far y de integrarse<br />

en el m<strong>un</strong>do occidental, no ren<strong>un</strong>cia n<strong>un</strong>ca a su africanidad (383-<br />

385). Inquieto buscador del amor y de la verdad por todos los caminos<br />

del saber, de las artes y de las religiones, discierne con mirada introspectiva<br />

y contrasta sus pesquisas dialogando en la amistad. Desde que<br />

encuentra a San Ambrosio, la mente de Agustín evoluciona de <strong>un</strong>a lógica<br />

pura a la psicología concreta, pasa del razonamiento abstracto a <strong>un</strong>a<br />

• Herminio de la Red Vega es agustino, licenciado en Teología Dogmática, en Filosofía<br />

y en Filología Hispánica.<br />

RELIGIÓN Y CULTURA, L (2004), 869-908<br />

869


dialéctica histórica y se interesa, más que por las esencias, por las<br />

existencias mismas (385-387).<br />

Plantado en la coy<strong>un</strong>tura de los siglos IV-V, contempla el sucederse<br />

de la historia y vislumbra e intuye el declinar del primer gran poderío<br />

de Europa; debate y filosofa honradamente sobre el ser perdurable y<br />

transitorio, y afronta sin tregua las cuestiones más radicales de la persona<br />

humana con sus proclividades éticas, estéticas y eviternales.<br />

Agustín toma como p<strong>un</strong>to de partida el conocimiento de sí mismo, <strong>para</strong><br />

abordar los problemas de la verdad y de la felicidad, así como las cuestiones<br />

de la libertad y del mal, y analiza los impulsos del amor, del<br />

orden y la paz. El corazón inquieto de Agustín busca empatizar con<br />

Dios, y cómo esclarecer lo relativo al tiempo, a la providencia divina y<br />

a la eternidad (387-391).<br />

Su magisterio antropológico e introspectivo inspira a fenomenólogos<br />

y psicólogos; la configuración que diseña de la sociedad, por ejemplo,<br />

en su obra magna la Ciudad de Dios (426), interesa por igual a filósofos,<br />

juristas, teólogos e historiadores. Los sociólogos ven en San Agustín<br />

al reanimador de la humanidad cansada; los moralistas a <strong>un</strong> magnífico<br />

referente de los auténticos valores, y los escritores admiran el<br />

genio de su estilo cálido, preciso y rot<strong>un</strong>do, de frases bellas y giros sorprendentes.<br />

Siendo afín a los filósofos, se muestra <strong>un</strong> gran com<strong>un</strong>icador,<br />

sin que el catequista vaya a la zaga del polemista y del teólogo, y<br />

sin que el retórico y el poeta desmerezcan cuando se considera la palabra<br />

y la música entrañable en sus discursos de estilo que agrada, instruye,<br />

conmueve y contagia (†430).<br />

En torno a San Agustín ab<strong>un</strong>dan tantas aproximaciones, que se<br />

impone la modestia en cualquier ensayo nuevo. Su fec<strong>un</strong>da y genial<br />

bibliografía ha inspirado inagotables perspectivas 1 , y su biografía<br />

1 SCIACCA, M. F., San Agustín, Luis Miracles, Barelona 1955; MORROU, H. I., Sant<br />

Augustin et la fin de la culture antique, Boccard, Paris 1958 4 ; FLÓREZ, R., Las dos dimensiones<br />

del hombre <strong>agustiniano</strong>, <strong>Religión</strong> y <strong>Cultura</strong>, Madrid 1958; BOYER, CH.,<br />

Sant´Agostino filosofo, Pàtron, Bologna, 1964 4 ; PEGUEROLES, J. (I), El pensamiento filosófico<br />

de San Agustín, Labor, Barcelona 1972, ampliada en San Agustín. Un platonismo<br />

cristiano, PPU, Barcelona 1985; PRZYWARA, E., San Agustín. Perfil humano y religioso,<br />

Cristiandad, Madrid 1984; LANGA, P., San Agustín y la cultura, <strong>Revista</strong> Agustiniana,<br />

Madrid 1998; ALESANCO REINARES, T., Filosofía de San Agustín. Síntesis de su pensamiento,<br />

Augustinus, Madrid 2003.<br />

870<br />

APUNTES PARA UN ENEAGRAMA AGUSTINIANO


HERMINIO DE LA RED VEGA<br />

peculiar es tan de carne y hueso, como sugerente a lo divino 2 . Al respecto<br />

subrayamos, en estos <strong>ap<strong>un</strong>tes</strong> <strong>para</strong> <strong>un</strong> <strong>eneagrama</strong> <strong>agustiniano</strong>,<br />

que la palabra <strong>eneagrama</strong> procede del griego y hace referencia a <strong>un</strong>a<br />

figura circular con nueve p<strong>un</strong>tos en su circ<strong>un</strong>ferencia; e igualmente<br />

precisamos que la afinidad con la teoría de la filosofía sufí, respecto a<br />

los procedimientos ascéticos y aspectos creativos en sus nueve expresiones<br />

diferentes, es casi mera analogía nominal. Menos asumimos, en<br />

cuanto al <strong>eneagrama</strong>, las perspectivas de la psicología transpersonal o<br />

la espiritualidad relativista del New Age. Incluso, ante los entusiasmos<br />

que ha despertado el <strong>eneagrama</strong> en alg<strong>un</strong>os ambientes católicos, mostramos<br />

serios reparos 3 .<br />

Sin embargo, San Agustín, más conocido por filósofos y teólogos que<br />

por el gran público, ofrece desde su cosmovisión biográfica múltiples caudales.<br />

Su biografía está impregnada de tantas circ<strong>un</strong>stancialidades históricas<br />

que, a<strong>un</strong> poniendo entre paréntesis connotaciones de su santidad,<br />

induce a contemplar a la persona que realizó <strong>un</strong> proceso existencial con<br />

estrategia perdurable y enteramente actual, modélica y <strong>para</strong>digmática.<br />

Al arriesgar estos <strong>ap<strong>un</strong>tes</strong> en clave organicista estamos más persuadidos<br />

de su f<strong>un</strong>cionalidad que seguros de lograrlo. La autobiografía de<br />

Aurelio Agustín, tanto desde <strong>un</strong>a mirada retrospectiva como en prospectiva,<br />

describe <strong>un</strong>a fenomenología válida <strong>para</strong> ayer, hoy y mañana.<br />

Una biografía en proceso dialéctico en espiral, que conjuga interioridad,<br />

conversión y trascendencia; y que, en síntesis apretada, pudiera<br />

delinearse desde las tríadas eneagramáticas del siguiente esquema:<br />

INTERIORIDAD Soliloquio Inquietud Búsqueda<br />

CONVERSIÓN Diálogo Amistad Oración<br />

TRASCENDENCIA Compromiso Amor Evangelización<br />

2 CAPÁNAGA, V., Agustín de Hipona, BAC, Madrid 1974; NOS MURO, L., San Agustín<br />

de Hipona, Paulinas, Madrid 1986; HAMMAN, A. G., La vida cotidiana en África del norte<br />

en tiempos de San Agustín, CETA-FAE-OALA, Madrid 1989; ÁLVAREZ TURIENZO, A.,<br />

Regio media salutis. Imagen del hombre y su puesto en la creación. San Agustín, PUPS,<br />

Salamanca 1988; CAMPELO, M. M.ª., San Agustín: <strong>un</strong> maestro de espiritualidad, Estudio<br />

Agustiniano, Valladolid 1995; BROWUN, P., Agustín, Acento, Madrid 2000.<br />

3 RISO, R., Personality Types, Using the Enneagram for Self-Discovery, Houghton Mifflin,<br />

Boston 1987; PALMER, H., The Enneagram, Harper ad Row, San Francisco 1988;<br />

MELENDO, M., En tu centro: el <strong>eneagrama</strong>, Sal Terrae, Santander 1993; O´LEARY, P. H.,<br />

El <strong>eneagrama</strong>: Un camino hacia el autodescubrimiento, Narcea, Madrid 1995; ZUER-<br />

CHER, S., La espiritualidad del <strong>eneagrama</strong>. De la compulsión a la contemplación, Narcea,<br />

Madrid 1996.<br />

871


4 Cf. PRÓSPERO DE AQUITANIA, Sentencias tomadas de Agustín, BAC, Madrid 2002, pp.<br />

784-901; TISSOT, A., Saint Augustin, maitre de vie spirituelle, Le Puy 1960; RUBIO, F.,<br />

Habla Agustín. Mil pensamientos <strong>para</strong> revivir, Buen Consejo, Real Monasterio del Escorial<br />

1968; CAPÁNAGA, V., Pensamientos de San Agustín, BAC, Madrid 1978; RUBIO, P., A<br />

modo de refranero <strong>agustiniano</strong>, Monte Casino, Valladolid 1983; ROTELLE, J. E., Un Pensamiento<br />

Diario de Agustín de Hipona, San Pablo, Venezuela 1999.<br />

872<br />

APUNTES PARA UN ENEAGRAMA AGUSTINIANO<br />

Estimo que, desde esa perspectiva, puede dibujarse y configurarse<br />

la dinámica de la vida de Aurelio Agustín. Una trayectoria que, a nuestro<br />

parecer, muestra en la busca de la Verdad su peculiaridad más significativa<br />

y carismática. Y acaso ayude a evocar, en los no iniciados y<br />

<strong>para</strong> cuantos sus libros no resultan familiares, alg<strong>un</strong>as de las grandes<br />

intuiciones y principios del mensaje <strong>agustiniano</strong>.<br />

San Agustín es <strong>un</strong>o de los grandes maestros de sentencias. Sus principios<br />

y definiciones de esencias han sido luz y regocijo de las edades.<br />

Y a<strong>un</strong>que en la traducción pierdan muchos de sus encantos estilísticos,<br />

<strong>un</strong>a sola frase suya nos puebla de sabrosas sugerencias.<br />

Agustín instruye, enseña e ilumina conmoviendo y contagiando. En<br />

el taller de sus aforismos confluyen la imaginación, la reflexión, la<br />

memoria y la cordialidad. Desde la primera mitad del siglo V hasta la<br />

actualidad, ab<strong>un</strong>dan los autores que han espigado definiciones y máximas,<br />

frases, sentencias, aforismos, apotegmas y toda <strong>un</strong>a literatura<br />

paremiológica agustiniana 4 . Quizá fuera suficiente con intentar <strong>un</strong>a<br />

nueva muestra. Pero en el sentido en<strong>un</strong>ciado, alienta memorar su biografía<br />

<strong>para</strong> acercarse a su bibliografía integrada, a<strong>un</strong>que tan sólo sea<br />

de manera fragmentaria y aforística.<br />

1. INTERIORIDAD<br />

La Interioridad es la dimensión antropológica f<strong>un</strong>damental e incitativa<br />

que, desde la introspección y el soliloquio, invita a vivir con inquietud<br />

la multivocidad circ<strong>un</strong>stancial, mientras busca con tensión incontenida,<br />

entre las persecuciones del m<strong>un</strong>do y los consuelos de Dios, la verdad<br />

de la vida y la vida en la verdad.<br />

Ayer, como hoy y siempre, el conócete a ti mismo, ya de patrimonio<br />

<strong>un</strong>iversal, es obertura de toda sinfonía gnoseológica y cordial. Conocerse<br />

a sí mismo es p<strong>un</strong>to de partida <strong>para</strong> apreciar a los otros y a las<br />

cosas justamente. A quien se ignora le cuesta valorarse; y el que no se


HERMINIO DE LA RED VEGA<br />

aprecia, con dificultad acierta a amar debidamente a los demás. El<br />

conocimiento engendra aprecio, y la ignorancia desentendimiento.<br />

Hoy andamos convulsos y contagiados de velocidad y de precipitaciones.<br />

El sosiego y la reflexión son bienes escasos. Padecemos el mal<br />

endémico de la prisa. Contemplar el fulgor de las estrellas o escuchar el<br />

canto reconfortante de la naturaleza, son lujos y ejercicios en desuso.<br />

Recrearse en el diálogo peripatético cuenta con pocos seguidores, y las<br />

aulas del pensamiento están casi vacías. Reposar sin fastidio, disfrutar<br />

del sabroso arte de esperar sentado, parece anacrónico y <strong>un</strong> contrasentido.<br />

El silencio de la soledad sonora hiere y se evita. Leer, estudiar y<br />

meditar con detenimiento son deportes de los antiguos sabios griegos y<br />

romanos, o de los monjes medievales. Nos fustiga tal oleada de vehemencia<br />

cósmica y colectiva que, con frecuencia, degenera en furia, en<br />

entusiasmo frenético y hasta en ira no siempre contenida. Falta serenidad<br />

<strong>para</strong> discernir lo real y lo virtual, lo conveniente y lo necesario, lo<br />

sustantivo y lo meramente artificioso. La vida resulta apresurada y estresante.<br />

Intentamos ir a tantos sitios que ni disfrutamos de los lugares por<br />

donde pasamos ni los contemplamos cuando llegamos. Los tiempos se<br />

suceden y se superponen los días tan cargados de apremios y urgencias<br />

que no hay serenidad <strong>para</strong> saborearlos. Predomina la información sobre<br />

los análisis ponderados y la propaganda fabrica, dif<strong>un</strong>de y acosa con tantos<br />

reclamos, ofertas tentadoras y espejismos que nos arrastra y nos desborda<br />

con sus incitaciones a la codicia voraz y compulsiva, sobrepasando<br />

los umbrales de la asimilación y de la actitud sapiencial. Los sucesos<br />

y notificaciones que dif<strong>un</strong>den son tan estremecedores y tan horripilantes<br />

que apenas hay lugar <strong>para</strong> la reacción. Ab<strong>un</strong>da <strong>un</strong>a sofística de discursos<br />

escépticos y nihilistas que provoca actitudes estoicas y estrategias o<br />

huidas hacia ning<strong>un</strong>a parte. Se vagab<strong>un</strong>dea con sofoco y febril precipitación<br />

por los mercados de la aldea global, y se accede a consumir la vida<br />

y las cosas con la voracidad de lo f<strong>un</strong>cional e inmediato…<br />

Aceptemos que el corazón anda disperso, falto de interioridad e<br />

inquieto en búsquedas volubles. Reconozcamos que, desde esas perspectivas<br />

y circ<strong>un</strong>stancialidades, conviene volver a la recomendación<br />

sapiencial de los antiguos: se tú mismo. Y ap<strong>un</strong>temos que, <strong>para</strong> tal fin,<br />

resulta sugerente el proceso dialéctico de la interioridad agustiniana<br />

con sus jornadas clásicas: recogimiento en soliloquio, discernimiento<br />

entre inquietudes y búsqueda contemplativa. Tarea que reclama serenidad,<br />

sinceridad y valentía. Una dinámica tan necesaria como recon-<br />

873


fortante, tan fructífera como indispensable <strong>para</strong> retornar a la esencia<br />

del espíritu, <strong>para</strong> viajar y reconocerse en prof<strong>un</strong>didad, y <strong>para</strong> rescatar<br />

nuestra identidad más auténtica en todas sus reverberaciones.<br />

La interioridad enfila hacia la realidad f<strong>un</strong>dante y frontal, revelando<br />

analogías y a vueltas con el Ser y los demás seres, ya como parábola, ya<br />

como <strong>para</strong>doja. Sin interioridad no son posibles referencias ni relaciones<br />

auténticamente teológicas, ecológicas o antropológicas.<br />

La interioridad agustiniana camina por los paisajes de la introspección<br />

en soliloquio, por donde afloran las nociones eternas de las cosas<br />

y se reactivan los vestigios metafísicos divinos; los paisajes en los que<br />

surge la inquietud del corazón que experimenta insatisfecho el fragmento<br />

relativo y se ordenan los valores en su justa jerarquía, los paisajes<br />

en donde se busca el original del que procede la persona y al que<br />

tiende como a fin, nostalgiando paz en plenitud y lo absoluto.<br />

A modo de refranero<br />

– Poco importa cuánto tienes * Lo que importa es qué tal eres (Ser 23, 3).<br />

– Lo que yo soy de verdad * lo soy en mi intimidad (Con 10, 3).<br />

– Sé de mi mismo tan poco * que no sé ni lo que ignoro (Con 11, 25).<br />

– Para no andar por las ramas * ten raíz prof<strong>un</strong>da y sana (Ena 79, 2).<br />

– No vas a Dios caminando * sino amando (Car 155, 13).<br />

1.1. Soliloquio<br />

Cuando la interioridad actúa soplando sobre las propias ascuas, se inaugura<br />

<strong>un</strong> soliloquio que va más allá de la fonología. En el soliloquio reverberan<br />

evocaciones y gérmenes de realidades insospechadas. En el soliloquio<br />

vibra lo entrañable de la persona como en <strong>un</strong>a guitarra. El soliloquio<br />

auténtico y sincero es susurro, melodía y grito, método <strong>para</strong> descubrir las<br />

cosas y ordenar valores o estimaciones en armoniosa jerarquía. Por el soliloquio<br />

la persona reactiva la aventura de la consciencia atenta y se torna<br />

receptiva, discernidora, dinámica y trascendida. A través del soliloquio<br />

los vestigios metafísicos divinos subyacentes se desvelan multívocos; y<br />

cuando acompaña la sensibilidad y la nobleza, es posible oír la voz de la<br />

verdad entreverada: <strong>un</strong>as veces como fragmento, otras como sugerencia y<br />

siempre como incitación inacabada.<br />

874<br />

APUNTES PARA UN ENEAGRAMA AGUSTINIANO


HERMINIO DE LA RED VEGA<br />

El ritmo agitado de la vida, el ruido, el vértigo y el torbellino de preocupaciones<br />

e intereses enrarecen y dificultan la paz interior. Pero<br />

tácita o explícitamente se reclaman experiencias de interioridad. Las<br />

drogas y el éxtasis provocado, por ejemplo, son evasiones <strong>para</strong> ahogar<br />

el vacío que se siente; son ansias disfrazadas de fondear en las entrañas<br />

interiores. J<strong>un</strong>to a la libertad en fuga, la deserción y el escapismo<br />

examinarse y juzgarse a solas y sin testigos, en clima de recogimiento,<br />

de silencio y de reflexión, de autocrítica y en libertad favorece <strong>para</strong><br />

conquistar clarificaciones y sinceridad, respecto al bien y el mal, que<br />

se manifiestan en las propias tendencias y realizaciones abrazadas con<br />

responsable libertad.<br />

El soliloquio, la introspección del propio corazón, es el ámbito de<br />

los grandes interrogantes: ¿Qué soy yo, cuál es mi naturaleza, hacia<br />

dónde camino? Unas cuestiones tan ineludibles como <strong>un</strong>iversales, y<br />

que persisten sin tregua, desde los primeros escritos, en todas las reflexiones<br />

agustinianas, tanto filosóficas como teológicas. El tanteo de la<br />

interioridad agustiniana comienza escuchando la voz de la conciencia<br />

e invita a conseguir autoconciencia de la realidad primera y de la verdad<br />

radical, <strong>para</strong> f<strong>un</strong>damentar de manera inmediata <strong>un</strong> conocimiento,<br />

<strong>un</strong>a persuasión y <strong>un</strong>a visión que irradia luz y claridad en el espíritu. La<br />

interioridad agustiniana orienta a recibir la vida humana como regalo<br />

misterioso y a experimentarla con estremecedora responsabilidad y<br />

con agradecimiento reconocido.<br />

El soliloquio trascendido, que difiere del monólogo por el lirismo<br />

germinal que lo provoca y por la sinceridad que lo fec<strong>un</strong>da, aproxima<br />

de manera afectuosa y transparente a cuanto se conoce, se obra y espera;<br />

a cuanto se es y se anhela. Es como <strong>un</strong>a chispa que incendia hogueras<br />

en el propio hogar. Pero los desasosiegos que produce no son desesperantes;<br />

porque en él se toca a Dios, y Dios jamás acosa sin sentido ni<br />

defrauda a<strong>un</strong> en la inquietud imprevisible.<br />

Habla San Agustín 5<br />

– ¿Hasta cuándo darás vueltas en torno a la creación? Vuelve a ti, considérate,<br />

examínate a ti mismo (Ser 52, 17).<br />

5 Utilizamos la edición biblingüe Obras de San Agustín, BAC, Madrid. Con frecuencia<br />

modificamos la traducción. Las siglas que adoptamos en las citas responden a<br />

los títulos abreviados con los que suelen denominarse las obras de San Agustín. Lo<br />

especificamos a continuación: AO = Del alma y su origen; Con = Las Confesiones;<br />

875


– Aquí estoy, Señor, trabajando en mí mismo. Me he convertido en <strong>un</strong> terreno<br />

áspero que me hace sudar a raudales (Con 10, 16, 25).<br />

– ¡Cuántas riquezas atesora la persona humana en su interior! Pero ¿de qué<br />

le sirven si no se sondea, investiga y examina? (Ena 76, 9).<br />

– Me dirigí a mí mismo y me preg<strong>un</strong>té: ¿Tú quién eres? Y me contesté: Una<br />

persona humana (Con 10, 6, 9).<br />

– Tú, Señor, que eres siempre el mismo: conózcame a mí, conózcate a Ti. He<br />

aquí mi plegaria (Sol 2, 1, 1).<br />

– ¿Qué soy yo? ¿Cuál es mi naturaleza? Mi vida es variable, multiforme y<br />

llena de tensiones (Con 10, 17, 26).<br />

– Señor, Tú nos hiciste a tu imagen y semejanza, como lo reconocen quienes<br />

se conocen. Óyeme, escúchame, atiéndeme según tu estilo (Sol 1, 1, 4).<br />

– La naturaleza íntegra de la persona humana comprende espíritu, alma y<br />

cuerpo (AO 4, 2, 3).<br />

– Estoy equipado de <strong>un</strong> cuerpo y de <strong>un</strong> alma; el <strong>un</strong>o exterior, la otra interior<br />

(Con 10, 6, 9).<br />

– Nuestro Dios hizo el cuerpo y el espíritu; de <strong>un</strong>o y otro es el creador, de<br />

ambos el recreador (Ser 82, 13).<br />

– No desprecies el cuerpo. Es heno, pero será transformado en oro. Quien<br />

fue poderoso <strong>para</strong> convertir el agua en vino, también puede transformar<br />

el heno en oro y hacer de la carne <strong>un</strong> ángel (Ser 45, 10).<br />

– ¿En qué comportamientos del alma se realiza la clasificación de estos<br />

pesos de amores tan variopintos y contrapuestos?... Grande abismo es la<br />

persona humana, Señor (Con 4, 14, 22).<br />

– El reconocimiento de la propia ignorancia es la primera prueba de la inteligencia<br />

(Ser 301, 3).<br />

CA = Contra los académicos; CDi = La Ciudad de Dios; CPa = Contra las cartas de<br />

Parmeniano; DRu = La catequesis a principiantes; CIg = De las costumbres de la<br />

Iglesia católica; OTC = Sobre 83 cuestiones diferentes; DCR = Sobre la doctrina cristiana;<br />

Car = Epístolas; TESJ = Tratados sobre el Evangelio de San Juan; Ena =<br />

Enarraciones sobre los Salmos; LAi = Del libre albedrío; Ma = Del maestro; NGr =<br />

Sobre la naturaleza y la gracia; Ord = Sobre el orden; Reg = Regla; Ser = Sermones;<br />

Sol = Soliloquios; TCa = Tratado de la Carta a los Gálatas; Tri = Sobre la Santísima<br />

Trinidad; VR = Sobre la verdadera religión.<br />

876<br />

APUNTES PARA UN ENEAGRAMA AGUSTINIANO


– De tu corazón sólo puedes huir a tu corazón. Pero ¿adónde podrás huir<br />

de ti mismo? (Ena 45, 3).<br />

– Entra en ti mismo. Examínate, júzgate. Demuestra categoría… <strong>para</strong> no<br />

engañarte a ti mismo (Ser 13, 7).<br />

– Dejemos algo <strong>para</strong> el silencio. Retorna al interior y apártate de todo estrépito.<br />

Vuelve al apacible retiro de la conciencia y escucha la voz de la verdad<br />

<strong>para</strong> que puedas entenderla (Ser 52, 22).<br />

– La voz de la verdad no calla n<strong>un</strong>ca. No grita con los labios, pero susurra<br />

en el corazón. Aplica el oído (Ena 57, 2).<br />

– Advertido de que volviese a mí mismo, entré en lo íntimo de mi corazón.<br />

Tú fuisteis mi guía. Pude hacerlo porque tú me ayudaste (Con 7, 10, 16).<br />

– Conocerse a <strong>un</strong>o mismo de verdad no es otra cosa que oír de Dios lo que<br />

Él piensa de nosotros (Con 10, 3, 3).<br />

– Tal vez el silencio fuera el único homenaje digno del entendimiento a lo<br />

Inefable; pues si algo puede expresarse con palabras, ya no es inefable<br />

(Ser 117, 7).<br />

1.2. Inquietud<br />

HERMINIO DE LA RED VEGA<br />

Del silencio donde a Dios se toca surge la inquietud en la persona que<br />

experimenta insatisfecha el fragmento relativo de cuanto es y le rodea,<br />

al tiempo que nostalgia la plenitud y lo absoluto. A vueltas en soliloquio,<br />

y contemplando el misterio de las cosas, ve, mira, valora y vive la<br />

multivocidad circ<strong>un</strong>stancial. La vida se torna fe interrogativa entre las<br />

memorias que Dios alienta y las brumas del presente que sumergen en<br />

la niebla. Las sugerencias y llamadas que percibe las siente y resuenan<br />

en el alma como apremios y reclamos, como misteriosa invitación iluminada<br />

por <strong>un</strong>a verdad siempre presentida e inapresable, como sorbo provisional<br />

e itinerante sin que sacie n<strong>un</strong>ca por entero. Ahí se alumbra la<br />

vocación de cada cual y con libertad debate y discierne preferencias<br />

decidiendo entre posibilidades <strong>para</strong> optar entre disy<strong>un</strong>ciones y caminos<br />

hacia metas e ideales, en conformidad con las aspiraciones personales.<br />

La vida ofrece tantas disy<strong>un</strong>ciones y veredas, a la vez que presenta<br />

tal cúmulo de dificultades y horizontes, que, administrarla con libertad<br />

consciente y responsable, requiere lucidez ante la pasión de amores<br />

877


que enciende afectos con frecuencia muy enfrentados. El ser humano<br />

es inquietud. Oscila entre movimientos e interrelaciones encontrados.<br />

Frustraciones y esperanzas, carne y espíritu, oscuridad y luz, duda y fe,<br />

orgullo y vergüenza, autosuficiencia y depresiones son alg<strong>un</strong>os de los<br />

rasgos del dibujo que esboza San Agustín. Entre lo fugaz y la nada<br />

siente el clamor de la plenitud, de lo eterno y perdurable. La persona<br />

humana peregrina en tensión siempre creciente. Pero la esperanza de<br />

lograr el fruto cierto de la paz en orden y equilibrio es su alimento más<br />

preciado.<br />

En desasosiego y con inquietud esperanzada vive la interioridad<br />

agustiniana la realidad convulsa y las nostalgias de paz, orden y amor.<br />

Por eso exige esfuerzos de clarificación y muchos análisis que libere de<br />

adherencias, de calcomanías y posibles deformaciones de lo auténtico y<br />

verdadero encubierto en los fenómenos. En el propio corazón creado<br />

fulgura y se enciende el fuego de Dios creador. Volando sobre las cosas<br />

y tras ellas aparece la Verdad siempre antigua y siempre nueva. A impulso<br />

y ritmo del amor se llega a la felicidad, a la verdad y belleza eterna<br />

de Dios. Dios, <strong>para</strong> San Agustín, está lejos; pero también muy cerca. La<br />

malicia o la inconsciencia no le reconoce ni le aprecia. Por autosuficiencia<br />

se prescinde de Dios cuando está más cerca que <strong>un</strong>o mismo.<br />

Pero el amor de Dios sigue siempre en oferta, y crea, recrea y mantiene<br />

en la existencia, como milagro patente creacional y perdurable.<br />

Habla San Agustín<br />

– Vuelve a ti mismo, pero no te quedes en ti mismo. Regresa, primero, a ti<br />

mismo desde lo que está fuera de ti. Y dirígete, luego, al que te hizo (Ser<br />

330, 3).<br />

– Nos has hecho, Señor, <strong>para</strong> Ti; y nuestro corazón está inquieto, hasta que<br />

descanse en Ti (Con 1, 1, 1).<br />

– Quizás, porque condesciendes con todas las exigencias de la carne, no<br />

mantienes lucha alg<strong>un</strong>a (Ser 30, 4).<br />

– Dios no manda cosas imposibles. Al mandar, te amonesta que hagas lo<br />

que puedas y que pidas lo que no puedes (NGr 43, 50).<br />

878<br />

APUNTES PARA UN ENEAGRAMA AGUSTINIANO


HERMINIO DE LA RED VEGA<br />

– Observe cada <strong>un</strong>o su corazón y examínese sin adulación ni fáciles complacencias.<br />

La mayor tontería es tratar de halagarse y engañarse <strong>un</strong>o a sí<br />

mismo (Ena 85, 7-8).<br />

– Haz de tu corazón <strong>un</strong>a audiencia y constitúyete juez de ti mismo. Que tu<br />

memoria sea el fiscal; tu conciencia, el testigo, y el temor de Dios, la sanción.<br />

Confiesa allí tus faltas con toda honestidad y, tras declararte culpable,<br />

cumple la sentencia con lágrimas de dolor y penitencia (Ser 351, 7).<br />

– El hombre puede librarse de todo, menos de su conciencia (Ena 30, 2, 18).<br />

– El corazón humano es <strong>un</strong> campo de batalla. En él <strong>un</strong>o solo lucha contra<br />

<strong>un</strong>a turbamulta de enemigos. Tienta la avaricia, tienta la lujuria, tienta la<br />

gula, tienta la misma alegría del m<strong>un</strong>do; todas las cosas tientan. Difícil<br />

que no hiera alg<strong>un</strong>a. ¿Dónde habrá, pues, seguridad en esta vida? Únicamente<br />

en la esperanza de las promesas divinas (Ena 99, 11).<br />

– Lucha por la libertad, mas procura no ser vencido y caer de nuevo en la<br />

servidumbre. El combate es áspero y penoso; pero también será igualmente<br />

grande la alegría del tri<strong>un</strong>fo (Ser 152,3).<br />

– Dios consuela en la prosperidad y amonesta en la adversidad (Car 210, 1).<br />

– El que presume de sus propias fuerzas es derrotado antes del combate<br />

(Ser 174, 2).<br />

– La paciencia de Dios invita a los malos a penitencia, y las pruebas de Dios<br />

conducen a los buenos a la paciencia. La misericordia de Dios ama y<br />

favorece a los buenos, y corrige a los malos con severidad (CDi 1, 8, 1).<br />

– Todas las cosas que nos suceden en esta vida son avisos y estímulos <strong>para</strong><br />

nuestra corrección (Ser 22, 3).<br />

– La lucha es llevadera, si la acometes con decisión; es áspera, si la rehúsas<br />

con miedo (Ser 143, 4).<br />

– Tenga hambre y sed mi peregrinación, <strong>para</strong> quedar satisfecho cuando llegue<br />

el momento de estar j<strong>un</strong>to a la fuente (Ser 158, 7).<br />

– Bendigamos a Dios, que mezcla las amarguras con la dulzura de la vida<br />

temporal; no sea que cegados con placeres temporales olvidemos las delicias<br />

perdurables (Ena 138, 15).<br />

– Tú dices: vivimos tiempos difíciles de opresión y preocupantes. Vive<br />

correctamente y cambiarás los tiempos. Los tiempos n<strong>un</strong>ca hicieron mal a<br />

nadie (Ser 311, 8).<br />

879


– Cada edad, desde la infancia hasta la vejez, tiene en cada persona humana<br />

su propia hermosura (OTC 83, q. 44).<br />

– Somos caminantes, siempre en movimiento, y debemos ir hacia delante…<br />

Continúa el camino, continúa hacia delante, busca la meta. No te pares a<br />

medio camino, no vuelvas atrás ni te desvíes (Ser 169, 18).<br />

– Imita a la pequeña hormiga; sé <strong>un</strong>a hormiga de Dios. Escucha la palabra<br />

de Dios y escóndela en tu corazón. Recoge mucho alimento durante los<br />

días alegres de tus veranos espirituales. Serás capaz de soportar los días<br />

difíciles de la tentación durante los inviernos de tu alma (Ser 38, 6).<br />

1.3. Búsqueda<br />

La inquietud origina preg<strong>un</strong>tas, despierta y dinamiza búsquedas y respuestas.<br />

La busca supone ver, mirar y valorar. Pero lo discernido sólo<br />

satisface cuando provoca la opción mantenida con actitud contemplativa.<br />

Y quizá deba sugerirse que la estética, la ética y la contemplación<br />

se vertebran y conjugan. Toda búsqueda arranca del conocer, asciende<br />

al entender y se sumerge en los ámbitos del pensar. Ver los fenómenos<br />

a nivel de sensibilidad, circ<strong>un</strong>scritos al espacio y al tiempo, es información<br />

tan necesaria como superficial. Incluso entender cuanto acaece<br />

y establecer relaciones categoriales a fuer de hipótesis, leyes o axiomas<br />

más o menos congruentes, tampoco plenifica; pues no pasan de lo<br />

anecdótico, de la información apenas contrastada o de la científica.<br />

Sólo la búsqueda y la pesquisa que introduce en los ámbitos de la<br />

razón y del pensar; solamente la aproximación a la entraña de las<br />

cosas, a los últimos porqués de los entramados satisface a la persona<br />

humana. Y es así como surgen las cuestiones en torno a Dios, al m<strong>un</strong>do<br />

y a nosotros mismos marcando aspiraciones, ideales, horizontes<br />

trascendidos y trascendentales. Son en<strong>un</strong>ciaciones y preg<strong>un</strong>tas que<br />

aproximan al epicentro del ser, de Dios y de cuanto nos rodea.<br />

Y surgen de manera inaplazable cuando se aplica el oído a la caja<br />

de la interioridad y se escuchan las resonancias en los contextos en los<br />

que, inevitablemente, libramos nuestros soliloquios, inquietudes y<br />

búsquedas. Cierto es que nuestros entornos invitan poco al recogimiento;<br />

que el soliloquio resulta dificultoso y que las búsquedas suelen desplazarse<br />

a lo tangencial y retórico. Pero cabe preg<strong>un</strong>tarse si es posible<br />

vivir sin reflexión prof<strong>un</strong>da, navegar sin <strong>un</strong> epicentro bien f<strong>un</strong>dado y<br />

880<br />

APUNTES PARA UN ENEAGRAMA AGUSTINIANO


HERMINIO DE LA RED VEGA<br />

brujulear por las autopistas de la información sin criterios discernidos,<br />

sin bagajes conquistados con serenidad sapiencial. Alguien ha dicho<br />

que la humanidad subsistirá, si se potencia la actitud contemplativa en<br />

<strong>un</strong> m<strong>un</strong>do robotizado.<br />

En nuestros días c<strong>un</strong>de la apatía, la indiferencia o la autosuficiencia.<br />

Entre nieblas vaporosas y sentimientos indefinidos proliferan<br />

escépticos, agnósticos y posmodernos. La cita con Dios se aplaza y se<br />

recibe con insensibilidad e indiferencia. Las nostalgias se amortiguan<br />

con la arrogante venia del respeto. Se mitifican las sospechas en nombre<br />

del progreso, de la ciencia y del propio poder vol<strong>un</strong>tarioso. Los<br />

valores sacrosantos del pasado se reducen a patologías que alienan,<br />

que infantilizan, que roban señorío a las personas manteniéndolas en<br />

la tropa de anticuarios.<br />

Pero entre tantas huelgas y ay<strong>un</strong>os de Dios, el hambre de lo divino<br />

aumenta y las personas no desisten de buscar en Dios la fuente y<br />

manantial que sacie su sed de <strong>un</strong>a vez por todas. Resurgen dinámicas<br />

y rumores de ángeles. Hay latidos que reaniman e intentan recobrar a<br />

la mente y al corazón en medio de las multivocidades y tensiones de la<br />

vida. Y hay quienes aplican el oído interior donde susurran sugerencias<br />

oport<strong>un</strong>as y discernimientos ponderados, y conquistan iluminaciones<br />

y respuestas renovadas.<br />

Surge <strong>un</strong>a metafísica y <strong>un</strong>a teología donde la manifestación del<br />

espíritu y la voz del Verbo o de la Palabra divina resuena, se escucha<br />

en el fondo de la conciencia e incita a contemplar los valores del ser,<br />

del tener y del amor en su justa medida, orientación y sentido trascendido.<br />

La interioridad trascendida agustiniana, con Dios siempre a la<br />

vista, orienta el método y la meta de las búsquedas constantes <strong>para</strong><br />

reencontrarnos con nosotros mismos en Dios, y a los otros, a la cultura,<br />

al ambiente y a la naturaleza creada por su Creador.<br />

Habla San Agustín<br />

– Queremos ser felices. Y consista la felicidad ya en el hallazgo de la verdad,<br />

ya en la diligente investigación de la misma, es necesario dejar a <strong>un</strong><br />

lado todas las demás cosas y dedicarnos a buscarla si pretendemos ser<br />

dichosos (CA 1, 9, 25).<br />

– La verdad inconmutable no podrás decir que es propia y exclusivamente<br />

tuya, o mía, o de cualquier otro. La verdad es <strong>un</strong>a luz, privada y pública<br />

881


al mismo tiempo. Se ofrece y está al alcance de quienes la buscan (LAi 2,<br />

12, 33).<br />

– Hay que buscar la verdad con empeño <strong>para</strong> que su encuentro produzca<br />

mayor satisfacción. Y hay que disfrutarla sin hastío <strong>para</strong> seguir buscando<br />

con afán siempre nuevo (Tri 15, 2, 2).<br />

– Conforme progresa la persona interior, de tal modo se transforma, se<br />

renueva y mejora que toda ella vuelve a su integridad (VR 41, 77).<br />

– No es lo mismo tener ojos que mirar, ni mirar que ver. El alma necesita tres<br />

cosas: tener ojos, mirar, ver. No es lo mismo oír que escuchar, ni escuchar<br />

que entender (Sol 1, 6, 12).<br />

– Ama, busca, consigue, abraza y guarda no tal o cual escuela de sabiduría,<br />

sino la sabiduría sin aditivos, por sí misma y en sí misma (Con 3, 4, 8).<br />

– En la búsqueda de la verdad, el primer paso es la humildad. El seg<strong>un</strong>do,<br />

la humildad. El tercero, la humildad. Y el último, la humildad. Y cuantas<br />

veces me preg<strong>un</strong>tes, otras tantas te diré lo mismo (Car 118, 3, 22).<br />

– Apetecemos las cumbres. Para ser grandes aceptemos lo pequeño. Observad<br />

el árbol: crece hacia abajo <strong>para</strong> crecer luego hacia arriba. Primero<br />

clava su raíz en la humildad de la tierra, <strong>para</strong> lanzar luego al cielo su<br />

picota (Ser 117, 17).<br />

– Si quieres ser grande, comienza por ser humilde… Cuanto más alto se<br />

planifica <strong>un</strong> edificio, tanto más prof<strong>un</strong>dos han de ser los cimientos. Antes<br />

de subir los edificios los cimientos bajan; de forma que la grandeza se<br />

hace pequeña, y la pequeñez grande (Ser 69, 2).<br />

– No tratemos de <strong>para</strong>r en el camino, o de volvernos atrás, o de desviarnos de<br />

la ruta. El que se <strong>para</strong>, no avanza. El que añora el pasado, vuelve la espalda<br />

a la meta. El que se desvía, pierde la esperanza de llegar. Es mejor <strong>un</strong><br />

cojo en el camino, que <strong>un</strong> buen corredor fuera de él (Ser 169, 18).<br />

– No hagamos como la serpiente obstinada que se tapa los oídos con la<br />

cola. Que nada del pasado nos impida escuchar el presente, ni las cosas<br />

presentes nos impidan pensar las futuras. Movámonos con decisión hacia<br />

el porvenir (Ena 66, 10).<br />

– No seas indolente <strong>para</strong> escudriñar el ser de Dios, buscándole ya en su<br />

Escritura, ya en la criatura (Tri, 2, 1).<br />

882<br />

APUNTES PARA UN ENEAGRAMA AGUSTINIANO


HERMINIO DE LA RED VEGA<br />

– Da vueltas por los cielos hasta llegar a la tierra; nada dejes de observar,<br />

por todas partes las cosas te gritan y aclaman al Creador (Ena 26, 2, 12).<br />

– El amor del alma estudiosa y la mente ansiosa de saber lo que ignora no<br />

ama la cosa ignorada, sino la conocida. En razón de lo que ya conoce, el<br />

alma tiene curiosidad y deseo de seguir conociendo (Tri 10, 1, 3).<br />

– Estabas, Señor, delante de mí; pero yo había huido de mí mismo, y no me<br />

encontraba: ¡cuánto menos a Ti! (Con 5, 2, 2).<br />

– Es muy difícil a la persona atrapada por los negocios de las cosas que se<br />

tome a sí misma en serio (Or 2, 11, 30).<br />

– Debemos buscar a Dios y orar en esa cámara secreta del alma que se llama<br />

el hombre interior (Ma 1, 1, 2).<br />

– Dios satisface al que le busca en la medida de su capacidad; y da al que<br />

le encuentra más capacidad <strong>para</strong> que tenga que seguir buscándole (TESJ<br />

63, 1).<br />

– Las gentes viajan <strong>para</strong> admirar las crestas de los montes, el oleaje proceloso<br />

de los mares, el fácil y copioso curso de los ríos, las revoluciones y los<br />

giros de los astros. Y, sin embargo, pasan de largo delante de sí mismos.<br />

No hacen turismo interior (Con 10, 8, 15).<br />

– Es preferible el deseo de conocer la verdad que la necia pres<strong>un</strong>ción del<br />

que toma lo desconocido como cosa sabida. Busca, como buscan los que<br />

han de encontrar. Encuentra, como encuentran los que han de seguir buscando.<br />

Cuando se cree haber llegado, entonces se empieza (Tri 9, 1, 1).<br />

2. CONVERSIÓN<br />

La seg<strong>un</strong>da dimensión de la biografía agustiniana es ascética y de conversión.<br />

Una dinámica que reconduce el rumbo por donde la interioridad<br />

presiente y que emplaza en el diálogo amistoso oracional. Es tarea y<br />

transformación en camino. Una hoja de ruta que lleva siempre hacia tierra<br />

extranjera: Sal de tu tierra y de tu familia (Gén 12,24); sal de tu situación<br />

e ideologías, sal de tus espiritualidades y proyéctate hacia donde te<br />

mostraré. Y no mañana, sino ahora. La conversión es más as<strong>un</strong>ción que<br />

ascensión; más don e invitación que esfuerzo propio, y más proceso sin<br />

término que cambio definitivo. La conversión exige renacer de nuevo,<br />

como Jesús dijo a Nicodemo; liberarse de cuanto se tiene, a ejemplo de<br />

los discípulos de Jesús; bajar de árboles e ídolos, como lo realizó<br />

883


Zaqueo; descabalgarse de f<strong>un</strong>damentalismos, como lo hizo Pablo, y<br />

aceptar nuevos proyectos existenciales, como lo efectuó Agustín.<br />

La conversión es pasar del egoísmo al amor, es buscar el tesoro<br />

escondido (Mt 13,44), y optar por el camino verdadero <strong>para</strong> que la vida<br />

resulte <strong>un</strong> éxito. Sin dar vuelco a la vida, y sin decidirse a nacer a <strong>un</strong>a<br />

vida enteramente nueva, no hay conversión posible. El pan y el vino o<br />

se trasustancializan, trashistorizan y trasfinalizan, o el milagro y símbolo<br />

eucarístico carecen de realidad evocadora relevante. Los regateos<br />

de Zaqueo –daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres– es <strong>un</strong> inicio<br />

de la conversión, pero resulta insuficiente. No valen las componendas<br />

salomónicas: la mitad <strong>para</strong> ti, y la otra mitad <strong>para</strong> mí; <strong>un</strong>a vela a<br />

Dios y otra al diablo. La conversión a medias y cicatera, dar la mitad<br />

de la vida ni satisface ni plenifica. La excelencia de la virtud cristiana<br />

difiere del término medio aristotélico. La ascética evangélica no recala<br />

a mitad de camino –Sed perfectos como el Padre celestial–; igual que<br />

<strong>un</strong>a ética de mínimos, tanto la secular como la secularista, resulta alicorta<br />

e insatisfactoria si no proyecta hacia la ética de máximos.<br />

Entre amores dispersos, sin norte ni sentido de la vida, hay cansancio<br />

vital, hastío, desamparo y soledad prof<strong>un</strong>da. Dubitativos y atormentados<br />

como Hamlet; ávidos de placeres, encadenados y desesperanzados<br />

como Fausto, y aventureros esteparios como Don Quijote a lo que<br />

salga y hacia ning<strong>un</strong>a parte, renacen con nueva actualidad. Los desvaríos,<br />

el positivismo y la ausencia de cordialidad convierten casi en cursilería<br />

revindicar fe, esperanza y sensatez. Pero el Dios al que se mata,<br />

se niega, ignora o menosprecia continúa citando al ser humano e<br />

irrumpe en su vida <strong>para</strong> llenarle de sentido. Una cita y <strong>un</strong> encuentro<br />

cuya iniciativa parte siempre del Dios Padre que invita, espera y sugiere,<br />

arrastrando y conmoviendo con ternura y con misericordia paciente.<br />

Restaurar y ennoblecer la vida, humanizar los sentimientos y rescatar<br />

la ética, la estética y la moral suena a música de ángeles pintados.<br />

No obstante, conviene volver, sin ironías ni gestos despectivos, a<br />

romper la noche oscura y remontar el vuelo sin otra luz ni guía que la<br />

que en el corazón ardía. Dios llama desde los hechos cotidianos, desde<br />

el éxito o en el dolor. Y cita a <strong>un</strong> cambio de mente y corazón<br />

mediante el ejercicio de la introspección y la tarea mantenida que<br />

explora el m<strong>un</strong>do de los amores y opta por el centro de los intereses<br />

sustantivos. Un proceso permanente a abandonar los ídolos creados y<br />

volver al Creador manteniendo con <strong>un</strong>a insobornable pasión por la<br />

884<br />

APUNTES PARA UN ENEAGRAMA AGUSTINIANO


HERMINIO DE LA RED VEGA<br />

verdad y la fidelidad a Dios. Una conversión gradual que cambie la<br />

conducta, purifique actitudes y retorne de los bienes, verdades y<br />

amores al Bien, a la Verdad y al Amor. Retorno al interior del corazón<br />

con el propósito radical de remontarse hasta las cimas del amor primero;<br />

superación de tempestades sensoriales, de dudas y engreimientos<br />

fantasiosos <strong>para</strong> aceptar la fe que enciende ansias de Dios.<br />

Una conversión experimentada en las circ<strong>un</strong>stancias del ambiente,<br />

como lo describe la búsqueda intelectual y el retorno cordial de la<br />

odisea espiritual agustiniana. Una conversión vivida en diálogo amistoso<br />

en oración con Dios mismo: Aclárame, Señor, si es primero invocarte<br />

o alabarte. Qué es antes: conocerte o invocarte. Mas ¿quién<br />

podrá invocarte si no te conoce? Porque no conociéndote fácilmente<br />

podrá invocar <strong>un</strong>a cosa en vez de otra (Con 1,1,1).<br />

Ning<strong>un</strong>a conversión es <strong>un</strong> grito en el vacío, ni perdura si le falta discernimiento<br />

caluroso y decidido. La conversión es teórico-práctica,<br />

cambio de ideas y obrar en consecuencia. La persona agustiniana<br />

lucha entre dos abismos: el de su pecado y el del amor de Dios. El<br />

alma, desasosegada, siente que Dios está a la vista y lo busca insistentemente.<br />

Dios sobrepasa; pero en Jesús cada <strong>un</strong>o lo halla a su medida.<br />

A Dios se le busca con el corazón y el alma le acepta en la conversión<br />

y el sentimiento. La lírica de la conversión vibra en la entraña personal<br />

y se hace reclamo y canto mediante el diálogo, la amistad y la oración.<br />

Sin ecuanimidad, serenidad y afecto es imposible el diálogo; sin empatía<br />

y transparencia no nace ni se consolida la amistad; y la oración es<br />

más sugerencia y clamor que discurso, más vibración y anhelo del<br />

corazón que rezo p<strong>un</strong>tual y pedigüeño. En el diálogo amistoso y orante<br />

con Dios encuentra la persona humana la fuente de la felicidad, el<br />

impulso <strong>para</strong> la acción y la esperanza de lo eterno.<br />

En la biografía agustiniana, la ética civil de la ciudad de los hombres<br />

se ilumina con la moral sugerida y aceptada por los constructores de la<br />

Ciudad de Dios. Los discípulos de Jesús captaron bien la utopía de la<br />

conversión al dejarlo todo, como estrategia de <strong>un</strong> seguimiento coherente.<br />

Convertirse en verdad supone optar por Dios y amarlo más que a las<br />

redes y a las barcas. Convertirse supone bajar de muchos árboles y caballos<br />

en los que se cabalga a lomos del orgullo, o en los que se enreda la<br />

curiosidad. Convertirse supone renacer a <strong>un</strong>a vida enteramente nueva,<br />

dejar que el Espíritu se cierna sobre el caos personal, <strong>para</strong> que, al soplo<br />

de su Palabra, surjan actitudes y comportamientos inspirados que infla-<br />

885


men la vol<strong>un</strong>tad. Convertirse supone acoger el mensaje de Jesús y obrar<br />

conforme a sus indicaciones <strong>para</strong> hacer posible que el agua se convierta<br />

en vino como aconteció en las bodas de Caná. Convertirse supone humildad<br />

frente a autosuficiencia, dejarse ayudar y prestar colaboración, orar<br />

qué hacer y dejarse orar <strong>para</strong> saber cómo proceder.<br />

En la biografía agustiniana subyace la tríada onto-teo-lógica (ser,<br />

Dios y pensamiento) que articula mente y corazón generando paz armonizada<br />

en el amor bien ordenado. Y no en solitario, sino en solidaridad.<br />

No mañaneado, sino con p<strong>un</strong>tualidad decidida. No por los ámbitos y<br />

recintos solisípticos e individualistas, sino por los paisajes de los diálogos,<br />

de la amistad y de la oración compartida. Y no con cálculos<br />

mediocres ni especulaciones dubitantes, sino con la generosidad entregada<br />

y sin reservas al amor en el Amor.<br />

A modo de refranero<br />

– Por si mañana no puedes * hoy de vida cambiar debes (Ser 82, 12).<br />

– ¡No te olvides, Señor, * del que de Ti se olvidó! (Con 13, 1,1).<br />

– Sea como fuere la muerte * de haber nacido es la suerte (Ser 77, 14).<br />

– Dame, Señor, lo que pides * y pídeme lo que quieras (Con 10, 29).<br />

– Tu Dios, contigo, no es más –mas tú, sin Él, eres menos * Te rehaces, si te<br />

acercas, –te deshaces, si vas lejos (TESJ 11, 5).<br />

2.1. Diálogo<br />

La biografía de toda persona humana es dialógica. Quien se mantiene<br />

irrelato se suicida. La alteridad es consustancial al ser humano. El juego<br />

del tú, del yo y el nosotros, tanto biológica, psíquica como sociológicamente<br />

se desenvuelve en el mapa horizontal del diálogo. Pero el diálogo<br />

no es mera charla distendida, ni monólogo entrecortado ni cofrontación<br />

dialéctica. El diálogo es conversación, ejercicio de oír y escuchar,<br />

de dar y recibir, de transparencia y autenticidad, de sinceridad<br />

menesterosa y de generosidad compartida. El diálogo es intercambio<br />

vital en la humildad y en la pobreza. El primer diálogo fracasó por<br />

soberbia, y quien en el diálogo se cree superior, en poco se enriquece y<br />

delata autosuficiencia repelente.<br />

886<br />

APUNTES PARA UN ENEAGRAMA AGUSTINIANO


HERMINIO DE LA RED VEGA<br />

Si el Génesis describe la autosuficiencia como causa de cuantos<br />

males padece la humanidad, restaurar diálogos será legítimo recurso<br />

<strong>para</strong> rescatar la dignidad primera. Un diálogo horizontal y vertical. Un<br />

diálogo distendido entre lo que es y lo que se anhela, entre los reclamos<br />

de la carne y del espíritu. Un diálogo en movimiento pendular<br />

entre el Creador y la persona humana, su imagen malograda por causa<br />

del pecado, y que busca restaurar sus mitades antagónicas <strong>para</strong> hermanarlas<br />

a imagen del Creador. Pero las personas humanas no son islas.<br />

Tampoco mero producto de la colectividad. La persona peregrina debe<br />

cuestionarse en soledad solidaria. Está llamada a vivir y convivir. Crece<br />

cuando conjuga y armoniza lo com<strong>un</strong>itario con lo personal. Se agosta<br />

cuando no f<strong>un</strong>ciona a manera de vasos com<strong>un</strong>icantes. No la soberbia,<br />

sino la humildad; no la autosuficiencia, sino la indigencia y el<br />

compartir riquezas materiales y espirituales es lo que engrandece y<br />

regenera a los humanos. La com<strong>un</strong>icación de bienes, el intercambio de<br />

hallazgos y el apasionado entusiasmo por buscar la verdad, contemplarla,<br />

aceptarla y dif<strong>un</strong>dirla es tarea individual y compartida que enriquece<br />

sin perjudicar a nadie.<br />

La verdad <strong>un</strong>e. El egoísmo se<strong>para</strong> y divide. La soberbia sobreestima<br />

cuanto se posee, se dice y propone. La autosuficiencia descalifica y<br />

menosprecia las opiniones de los demás. Secuestra y tergiversa la verdad.<br />

Jesús se negó a salvar a los demás contra su vol<strong>un</strong>tad. Ren<strong>un</strong>ció a<br />

utilizar la fuerza <strong>para</strong> obligar a aceptar a Dios. Aprender a escuchar al<br />

otro sin obligarle a pensar del mismo modo, respetar y compartir las<br />

diferencias; permitir que los demás nos cambien y tratar que ellos<br />

mejoren a la vez que rectificamos. Dialogar dispone a transformarse.<br />

En el diálogo <strong>agustiniano</strong> la com<strong>un</strong>icación no es piramidal, sino en<br />

esfera. Todos dan y reciben, enseñan y aprenden. Las ideas no se asumen<br />

desde la verticalidad; se intercambian visiones y expresiones<br />

reconfortantes en clima familiar. Buscar la verdad y compartirla, como<br />

patrimonio de todos sin monopoliozarla nadie, quizá sea el rasgo más<br />

genuino y singular del carisma <strong>agustiniano</strong>. Amar y convivir en <strong>un</strong>idad<br />

de corazones hacia Dios, acaso sea la versión que mejor resume la<br />

bibliografía y autobiografía de San Agustín.<br />

Habla San Agustín<br />

– Si eres <strong>un</strong> cabezota, ten cuidado; puedes acabar en el precipicio. Una<br />

cabeza hinchada desequilibra todo el cuerpo (Ser 266, 8).<br />

887


– La verdad no es mía ni tuya, sino patrimonio de todos (Ena 75, 17).<br />

– La verdad no es mía, ni del otro, ni del de más allá; sino de todos nosotros<br />

a quienes llamas públicamente a participar de ella, amonestándonos a no<br />

pretender aprisionarla en exclusividad <strong>para</strong> no vernos privados de ella<br />

(Con 12, 25, 34).<br />

– Una es la verdad que ilustra a las almas santas; pero como son muchas las<br />

almas, puede decirse que en ellas hay muchas verdades, como de <strong>un</strong>a<br />

misma cara aparecen muchas imágenes en los espejos (TESJ 120, 3).<br />

– La verdad no es mía ni tuya, <strong>para</strong> que pueda ser tuya y mía (Ena 103, 2, 11).<br />

– Poned más empeño en ir de acuerdo que en reprocharos los <strong>un</strong>os a los<br />

otros. Porque, como el vinagre corroe el vaso si dura en él, así la cólera<br />

corroe el corazón si dura hasta el día siguiente (Car 210, 2).<br />

– Si estoy en el cuerpo de Cristo, en la Iglesia hablo todas las lenguas y<br />

estoy en las lenguas de todos; mi idioma es el griego, el sirio, el hebreo, el<br />

de todas las naciones, porque estoy en <strong>un</strong>ión con todas las naciones (Ena<br />

147, 19).<br />

– El amor cohesiona; la cohesión produce la <strong>un</strong>idad, la <strong>un</strong>idad mantiene el<br />

amor y el amor conduce a la transparencia (Ena 30, 2, 1).<br />

– Un coro lo forman <strong>un</strong>os cantores en armonía. Si la voz de cada <strong>un</strong>o de<br />

ellos no se fusiona con las de los otros, todo el coro se hace ofensivo <strong>para</strong><br />

la audiencia y el concierto se malogra (Ena 149, 7).<br />

– La verdad es común <strong>para</strong> todos. Y quizá se halla en medio <strong>para</strong> que, en<br />

torno suyo, estén todos los que la aman. Lo que es común se halla en<br />

medio; es decir, dista igualmente de todos y de todos está igualmente cerca<br />

(Ena 75, 17).<br />

– Si preg<strong>un</strong>tas qué es lo que agrada a los sentidos, comprobarás que lo que<br />

produce placer es la armonía, mientras que lo inarmónico produce dolor.<br />

Y si quieres reconocer cuál es la verdadera armonía, no huyas fuera; porque<br />

en tu interior reside la verdad. Incluso si te encuentras mudable, trasciéndete;<br />

mas no olvides que al salir de ti traspasas los lindes racionales.<br />

Dirígete, pues, adonde se enciende la misma luz de la razón. Así lograrás<br />

el centro al que tienden los pensadores y también la armonía que supera<br />

a toda dialéctica racional. Mírala como la armonía superior posible y vive<br />

en conformidad con ella (VR 39, 72).<br />

– Da de lo que tienes, <strong>para</strong> que merezcas recibir lo que no tienes (Ena 38, 5).<br />

888<br />

APUNTES PARA UN ENEAGRAMA AGUSTINIANO


HERMINIO DE LA RED VEGA<br />

– Si se buscan la sabiduría y la verdad como se debe, no se retiran ni se<br />

esconden a sus amantes (CIg 1, 17, 31).<br />

– Por amor se pide, por amor se busca, por amor se llama, por amor se descubre<br />

y por amor, en fin, se permanece en aquello que se ha descubierto<br />

(CIg 1, 17, 31).<br />

– Sólo conquista la verdad. La victoria de la verdad es el amor (Ser 358, 1).<br />

– Cuidado con la palabrería. No hay símbolo más expresivo de la vaciedad<br />

que el continuo canto de las ranas (Ena 77, 27).<br />

– Si levantas la voz, haya amor interiormente. Si exhortas, si acaricias, si<br />

corriges, si te muestras duro: ama y haz lo que quieras (Ser 163B, 3).<br />

– Alg<strong>un</strong>os estudian las leyes no <strong>para</strong> ser justos, sino <strong>para</strong> ser doctos; saben<br />

cómo se debe vivir, pero no tienen ánimo de vivir bien (Ena 118, 1, 2).<br />

– Toda persona es prójimo –próxima– de la persona. Y no debe pensarse en<br />

diferencias marginales, donde la naturaleza es común… Para amar al<br />

prójimo como a sí mismo se debe primeramente, amando a Dios, amarse<br />

a sí mismo (Ena 118, 8, 2).<br />

– Unámonos a nuestros oyentes con amor de hermano, con amor de padre, y<br />

hasta con amor de madre. En espíritu solidario se enseña y se aprende, se<br />

fomenta la amistad con amor y las cosas viejas resultan nuevas (DCR 12, 17).<br />

2.2. Amistad<br />

El diálogo contrasta verdades y errores, y conjuga luces y sombras en<br />

el discernimiento distendido de la amistad. Se ignora cómo nace la<br />

amistad, pero se sabe que crece en el concierto del compartir. Tiene<br />

etapas, pero es auténtica y de buena ley si no abandona en las dificultades<br />

ni condesciende con la frivolidad. La amistad es semilla, camino<br />

y abrazo. Requiere cuidados y atenciones <strong>para</strong> que crezca y fructifique.<br />

La amistad transforma la coexistencia en convivencia, el silencio en<br />

sinfonía discursiva y el diálogo en com<strong>un</strong>icación concorde. La amistad<br />

cincela y aquilata generosidades y amores, es solidaria, fiel y leal.<br />

Sentenciaron los antiguos: la amistad es el don más preciado de los<br />

dioses. Leemos en la Biblia: quien encuentra <strong>un</strong> amigo, encuentra <strong>un</strong><br />

tesoro (Eclo. 6,14). Alguien escribió de manera casi insuperable: la<br />

amistad es el vino de la vida. Tener en la vida fort<strong>un</strong>a y distinciones<br />

889


sociales sin amigos es como <strong>un</strong>a fiesta con música en solitario. Dijo<br />

Dios: No es bueno que el ser humano esté solo (Gén. 2,18). Y pensar que<br />

los amigos se compran y se coleccionan, es conf<strong>un</strong>dir el oro con la<br />

bisutería y la baratija mercantil.<br />

Cuando falta a la persona la amistad, el pentagrama de la vida se<br />

emborrona, el danzar en los quehaceres se torna insulso, y a<strong>un</strong> en<br />

medio de la popularidad tumultuosa golpea la soledad. En la amistad<br />

las personas cobran rostro y nombre. Es en la amistad en donde cada<br />

cual adquiere colorido: porque la persona amiga más que aceptar al<br />

otro como es lo ama por lo que es con todas sus virtudes y defectos,<br />

logros y potencialidades.<br />

En la biografía agustiniana la amistad proporciona aire, tono y<br />

música a la vida.<br />

El verdadero amigo acoge y reconforta, sí; pero el amigo no engaña,<br />

ni aprisiona, ni edulcora en exceso. El verdadero amigo no silencia los<br />

defectos, a<strong>un</strong>que acierta a estar próximo en los éxitos, y logra, aún en<br />

los fracasos, estimular con la palabra y el gesto oport<strong>un</strong>os <strong>para</strong> ayudar<br />

a mantenerse en actitud de superación constante. La amistad es dulce<br />

vínculo que <strong>un</strong>e simpatías y afectos en cuanto a la vol<strong>un</strong>tad y la acción<br />

sobre las cosas divinas y humanas. Facilita conocimiento de Dios y del<br />

alma en amistosa concordia: Nadie tiene amor más grande que el que<br />

da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos. No os he llamado<br />

ya siervos, pues el siervo no sabe lo que hace el amo. A vosotros os he llamado<br />

amigos, porque os com<strong>un</strong>iqué todas las cosas que escuché a mi<br />

Padre (Jn 15, 12-15).<br />

Habla San Agustín<br />

– La amistad armoniza opiniones en las cosas humanas y divinas con benevolencia<br />

y amor (Car 258, 1).<br />

– La verdadera amistad no nace de las ventajas calculadas, sino en el amor<br />

enteramente desinteresado. Nadie es amigo de <strong>un</strong>a persona si no es primero<br />

de la misma verdad; y si tal amistad no es gratuita, no existe en<br />

modo alg<strong>un</strong>o (Car 155, 1, 2).<br />

– No todo el que perdona es amigo, ni todo el que atormenta es enemigo.<br />

Preferibles son las heridas del amigo que los besos del enemigo. Mejor es<br />

amar con severidad que engañar con suavidad (Car 93, 4).<br />

890<br />

APUNTES PARA UN ENEAGRAMA AGUSTINIANO


HERMINIO DE LA RED VEGA<br />

– Dime quiénes son tus amigos y te diré quién eres. El semejante se adhiere<br />

al semejante y se aparta de su disimilitud (Ser 15, 2).<br />

– Ámese al amigo por sí mismo y gratuitamente, no por otros motivos (Ser<br />

385, 4).<br />

– En tanto eres amigo de tus amigos, en cuanto eres enemigo de sus defectos<br />

(Car 151, 12).<br />

– Dulce es la amistad entre las personas cuando las <strong>un</strong>e el lazo del amor,<br />

porque conjuga muchos afectos (Con 2, 5, 10).<br />

– Muchos presumieron de amigos más poderosos que ellos. Cuando cayeron<br />

aquellos de quienes presumieron, arrastraron consigo a los que confiaron<br />

en ellos (Ena 131, 25).<br />

– Feliz el que te ama a ti, Señor; y ama al amigo en ti, y al mismo enemigo<br />

por ti (Con 2, 9, 14).<br />

– Tanto mayor debe ser mi libertad cuanto lo es mi amistad; porque tanto<br />

más amigo seré cuanto más fiel (Car 155, 11).<br />

– Son más útiles los enemigos que nos increpan que los amigos que temen<br />

entristecernos (Car 73, 4).<br />

– Quien debiendo por oficio corregir no lo hace, es culpable no del pecado<br />

ajeno, sino del suyo propio. La negligencia en as<strong>un</strong>to tan importante es<br />

<strong>un</strong>a falta grave (CPa 3, 1, 2).<br />

– Entre los bienes que son apetecibles por sí mismos están el bienestar y la<br />

amistad (Car 130,14).<br />

– Amas al amigo en la medida en que odias lo que le perjudica (Ser 49, 6).<br />

– En toda clase de vida, lugar y tiempo se tengan amigos o se procure tenerlos<br />

(Ord 2, 8, 25).<br />

– La amistad es el afecto que se tiene a la persona que se ama por sus buenas<br />

calidades, y de la que se recibe también correspondencia (DTC 39).<br />

– Quien colecciona amistades circ<strong>un</strong>stanciales pierde las perdurables (Con<br />

4, 9, 14).<br />

– Mucho ayudan los buenos amigos <strong>para</strong> lo bueno; y los malos, <strong>para</strong> lo<br />

malo (Ser 87, 12).<br />

891


– Al que llamé amigo mío mientras fue rico y dejé de hacerlo cuando se<br />

empobreció; no fui amigo de él, sino del oro (Ser 49, 1).<br />

– Una com<strong>un</strong>idad es <strong>un</strong> grupo de amigos <strong>un</strong>idos por la armonía y la com<strong>un</strong>ión<br />

de las cosas que buscan y mana en santa compañía (TESJ 32, 7).<br />

2.3. Oración<br />

Diálogo con Dios en amistad es la oración. Si la tragedia de la humanidad<br />

comenzó rechazando el encuentro, el diálogo y la amistad con<br />

Dios, toda la historia de la salvación, es <strong>un</strong>a misiva reiterada <strong>para</strong> reanudar<br />

el diálogo interrumpido. El resto fiel a Yahvé adquiere rostro y<br />

encarnación al aceptar María el diálogo con Dios y cuando lo actualiza<br />

de manera inquebrantable Jesús de Nazaret.<br />

Se habla de ratos de oración. La oración que no hilvana toda la vida<br />

tiene bastante de charlatanería y mercadeo. Optar por Dios resulta<br />

incómodo. Decir sí a Dios en momentos de emoción, cuesta poco. Perseverar<br />

con todas las consecuencias expone a lo imprevisible, dispone<br />

<strong>para</strong> la resurrección que está precedida de la muerte, y aún muerte de<br />

cruz: porque si el grano de trigo no cae en tierra y muere, no produce<br />

fruto (Jn 12, 24).<br />

La oración como la conversión es tarea y proceso serio y nada fácil<br />

que, como aconteció a Jesús, puede producir sudor de sangre. No hay<br />

oración, diálogo, encuentro auténtico con Dios si no se produce <strong>un</strong>a<br />

conversión, <strong>un</strong>a transformación interior y exterior, <strong>un</strong>a purificación de<br />

actitudes y comportamientos. Resulta imposible que <strong>un</strong>a persona se<br />

encuentre con Dios sin quedar transfigurada, a<strong>un</strong>que ella lo ignore. Al<br />

bajar Moisés del Sinaí no sabía que su piel era radiante por haberle<br />

hablado Dios; pero Aarón y los hijos de Israel captaron cómo irradiaba<br />

su cara. Cuando Jesús dialogó con Dios en el Tabor, su rostro brilló<br />

como el sol y sus vestidos se volvieron blancos y todo él se transfiguró.<br />

Desde entonces todos los contemplativos han subido a tabores <strong>para</strong><br />

sumergirse en la luz de la oración e intentar transfigurarse. Pero la oración<br />

proyecta hacia la vida. Ni Moisés quedó en el Sinaí, ni Jesús en el<br />

Tabor tras el coloquio con el Padre. La transfiguración que se logra en<br />

la oración no es <strong>para</strong> el reposo ni <strong>para</strong> plantar tienda. Hay que ofrecerla<br />

a quien espera <strong>para</strong> comprobar lo sucedido, <strong>para</strong> compulsar la conversión,<br />

<strong>para</strong> verificar la oración.<br />

892<br />

APUNTES PARA UN ENEAGRAMA AGUSTINIANO


HERMINIO DE LA RED VEGA<br />

La oración no es traer a Dios al terreno propio, sino decidirse a<br />

entrar en su órbita, asumir sus proyectos, ponerse confiadamente en<br />

sus manos. Quien ora a Dios, más que decir cuento contigo, Señor;<br />

dice: Señor, que puedas contar conmigo. La única oración que no se<br />

escucha siempre no es la de la persona humana a Dios, sino la que<br />

Dios hace a la persona. Y mientras no haya <strong>un</strong>a disponibilidad resuelta<br />

<strong>para</strong> escuchar, buscar y aceptar la vol<strong>un</strong>tad de Dios la oración no<br />

comienza. La oración es <strong>un</strong> diálogo existencial. Un diálogo en el que<br />

Dios lleva la iniciativa y en donde la convocación precede a la invocación.<br />

Un diálogo y <strong>un</strong>a oración en los que más que hablar a Dios,<br />

expresándole deseos y pedirle cosas, se recibe lo que Él ofrece.<br />

Ante los avances y descubrimientos, mirar con asombro renovado la<br />

belleza de la naturaleza y de la vida. En la vorágine de los ruidos y<br />

superficialidades, conquistar espacios de recogimiento y de silencios<br />

fec<strong>un</strong>dos. Entre la desgana y sinsentido, frente a la eficacia técnicocientífica<br />

y ante las convulsiones y tantas autosuficiencias, urge y<br />

resulta necesario clamar: Señor, enséñanos a orar. Orar la vida y dejarse<br />

orar, sensibiliza e ilumina. La oración conforma y transforma la vida<br />

en <strong>un</strong>a oración. Si decae la oración, pierde fuerza la vida, no logra plenitud,<br />

y cuanto se emprende y rodea se torna trepidante convulsión.<br />

Desde la biografía agustiniana la amistad tiene poco que ver con la<br />

inútil o demagógica complacencia, y mucho con la actitud orante. Una<br />

actitud que incida en el proceso de conversión por el diálogo amistoso<br />

en oración. Para el orante toda su vida es <strong>un</strong>a oración, y la oración es su<br />

vida. Vivir la vida en la órbita de Dios, es descubrir su huella en toda<br />

la creación y su presencia en el que pasa al lado. Dios sugiere y propone<br />

sin imponerse ni anular. Su voz resuena en la intimidad. El Espíritu<br />

gime en el corazón con suspiros inenarrables y fortalece <strong>para</strong> optar por<br />

los caminos del mensaje de Jesús el Cristo. La oración es el sí en Jesucristo.<br />

Es la expresión de la vida por la fe. Orad sin desfallecer, apremiaba<br />

el Cristo. Orad sin cesar, insistió el Apóstol. El orante oye y<br />

escucha a Dios. Llama al Padre, pide que le perdone las ofensas cometidas<br />

y muestra disposición sincera de perdonar. El orante se deja orar<br />

por Dios que interpela de muchas formas y de diversas maneras, y siempre<br />

sensibiliza y proyecta la aspiración hacia Dios de por vida. El orante<br />

acepta lo que Dios le pide y lo efectúa con fidelidad, con esperanza<br />

y resolución decidida con amor, por amor y en el amor. El que vive la<br />

893


vida en onda de oración fomenta actitudes receptivas, de escucha y de<br />

solidaridad.<br />

Habla San Agustín<br />

– La oración es <strong>un</strong>a conversación con Dios. Cuando lees la Biblia, te habla<br />

Dios; cuando oras, hablas tú con Dios (Ena 85, 7).<br />

– Orar es amar en la alabanza, y alabar en el amor (Ena 147, 3).<br />

– Ora bien, quien vive bien (Ord 2, 19, 51).<br />

– Hay <strong>un</strong>a oración interior que no cesa n<strong>un</strong>ca: es el deseo. No interrumpas<br />

tu deseo y no interrumpirás tu oración. Mantén vivo tu deseo. Tu deseo<br />

mantenido es tu oración continua. Sólo calla quien deja de amar. El frío<br />

del amor es el silencio del corazón, y el fuego del amor, el clamor del<br />

corazón. Si tu amor está siempre encendido, siempre clamas. Si clamas<br />

siempre, siempre deseas. Y si deseas siempre, siempre oras (Ena 37, 14).<br />

– Vive de manera que tu vida sea <strong>un</strong>a oración. Canta a Dios con la boca,<br />

salmodia con las obras. No te contentes con recitar salmos e himnos. Pon<br />

en tus manos el salterio de las buenas obras (Ena 91, 3).<br />

– Vive bien, quien ora bien (Ena 85, 7).<br />

– Para arruinar la salud, te sobra tu esfuerzo. Para recuperarla, necesitas la<br />

ayuda del médico (Ser 156, 2).<br />

– Dios quiere dar, pero sólo da al que pide y quiere recibir. Quien no pide,<br />

tampoco quiere recibir (Ena 102, 10).<br />

– ¡Oh amor, que siempre ardes y n<strong>un</strong>ca te extingues! ¡Caridad, Dios mío,<br />

enciéndeme! Mandas la continencia, ¿no? Pues da lo que mandas y manda<br />

lo que quieras (Con 10, 29, 40).<br />

– Dos cosas hay que evitar en la oración: pedir lo que no debemos y pedir<br />

a quien no debemos (Ser 56, 2).<br />

– Clama a Dios en tu corazón. Allí te oye. Y, si pecas donde sus ojos te<br />

miran, clama donde sus oídos te escuchan (Ser 161, 7).<br />

– Cuando pides a Dios dinero, posición social o ventajas materiales, no<br />

invocas a Dios <strong>para</strong> que purifique tus deseos, sino <strong>para</strong> hacerle comparsa<br />

tus ambiciones (Ena 85, 8).<br />

894<br />

APUNTES PARA UN ENEAGRAMA AGUSTINIANO


HERMINIO DE LA RED VEGA<br />

– Si en la oración pides la muerte de los malos, te conviertes en malo por<br />

desear <strong>un</strong> homicidio… Quien dice a Dios: “Mata al malo”; Él podrá responder:<br />

¿a cuál de los dos?” (Ser 90, 9).<br />

– Alabad al Señor como <strong>un</strong> coro a <strong>un</strong>a sola voz. Armonizad vuestras voces<br />

con el amor fraterno. Si falta el amor a las voces, no habrá música, sino<br />

ruido (Ena 149, 7).<br />

– Lo que digas en la oración, dilo de corazón. La oración tiene siempre efecto<br />

cuando se hace con afecto (Ser 56, 5).<br />

– Una oración sin fe es <strong>un</strong>a fórmula vacía. Es pérdida de tiempo pedir algo en<br />

lo que no se cree. La fe es el manantial; la oración el arroyuelo. ¿Cómo<br />

correrá el arroyo si está seca la fuente? Cuanto más mana la fuente, más<br />

corre el arroyo; más firme está la fe (Ser 115, 1).<br />

– Los vanos pensamientos impiden con frecuencia la oración, pues apenas<br />

permiten elevar el corazón a Dios (Ena 85, 7).<br />

– Tras escuchar la Palabra de Dios, déjala anidar en tu alma. No la obligues<br />

a escapar de ti. No te contentes con tenerla contigo. Ayúdala a crecer y a<br />

dar fruto en ti (Ser 343, 1).<br />

– No dejes de vivir bien, y alabarás siempre al Señor. Dejas de alabar a<br />

Dios cuando te apartas de su justicia y de lo que a Él le agrada. Si no te<br />

apartas de la rectitud, a<strong>un</strong>que calle la lengua grita tu vida; y el oído de<br />

Dios está atento a tu corazón (Ena 148, 2).<br />

– El Señor, al enseñarnos a orar, redujo mucho las palabras <strong>para</strong> que no<br />

creyésemos que con las muchas palabras íbamos a informarle a Él. Cuando<br />

ores, lo que necesitas es fervor, no demasiados discursos (Ser 56, 4).<br />

3. TRASCENDENCIA<br />

La tercera dimensión agustiniana es la trascendencia y origina y dinamiza<br />

el compromiso con amor evangelizador. De las interiorizaciones<br />

antropológicas y las conversiones ascéticas deviene, en la biografía<br />

agustiniana, la estética trascendental-contemplativa.<br />

La persona agustiniana intuye la meta en el p<strong>un</strong>to partida. Pero<br />

siendo teleológica es también eudemonista. Sus pasos transitan por<br />

donde la luz de la razón se enciende y por donde el amor atrae y se<br />

dif<strong>un</strong>de. Vive de remembranzas, e intenta caminar y superar desáni-<br />

895


mos. El mal ontológico no existe, y el físico es consecuencia del moral<br />

causado por la vol<strong>un</strong>tad desorientada. La paz es el fin supremo al que<br />

tiende todo el cosmos, y también la persona humana. Dios creador<br />

penetra, rige y mueve todo. Con su providencia divina gobierna los<br />

acontecimientos prósperos y adversos de la historia. Cada época y cada<br />

momento se conectan y pre<strong>para</strong>n los siguientes. La concepción cíclica<br />

del tiempo, con sus eternas rotaciones, se rechaza como falsa e inhumana.<br />

La historia no vuelve sobre sí misma. Es camino con sentido,<br />

con dirección y significación. A través de tres etapas –espera del Salvador-Encarnación<br />

y tiempo de la Iglesia-Juicio final y venida del<br />

Señor– se instaura el Reino de Cristo inaugurando la eternidad a la que<br />

todo está orientado. El origen de las cosas y la trayectoria de las épocas<br />

son como notas, momentos, acordes con sus mordientes y disonancias<br />

p<strong>un</strong>tuales que pre<strong>para</strong>n y an<strong>un</strong>cian el acorde final perfecto. Desde esa<br />

concepción musical del tiempo, cuanto sucede son variaciones de la<br />

melodía querida por Dios.<br />

En La Ciudad de Dios San Agustín distingue dos grandes grupos:<br />

los que siguen sus propias apetencias y los que viven conforme a la<br />

vol<strong>un</strong>tad de Dios. Unos y otros están entremezclados dando origen a<br />

dos ciudades: La ciudad terrena, que construyen los que aman sus propios<br />

intereses, desprecian los planes divinos y fijan la felicidad únicamente<br />

en las cosas convirtiéndolas en su fin; y son como Caín y los<br />

ángeles rebeldes, son los que constituyen la Babilonia, que significa<br />

confusión. La Ciudad de Dios, que la integran los que aman a Dios,<br />

aceptan los planes divinos, se adhieren a la vol<strong>un</strong>tad de Dios y utilizan<br />

las cosas como medios <strong>para</strong> alcanzar el fin que es Dios; son como Abel,<br />

los santos, son los que construyen la futura Jerusalén, que significa<br />

visión de paz. La lucha entre estas dos ciudades describe el sentido<br />

prof<strong>un</strong>do de la historia.<br />

Hay pesimistas y superficiales que ven la vida humana como <strong>un</strong><br />

caos o <strong>un</strong>a serie de acontecimientos sin horizonte ni sentido, o como<br />

notas desarticuladas en el pentagrama de la humanidad histórica. Los<br />

días y las oport<strong>un</strong>idades se consumen como en <strong>un</strong> bacanal sin mañana.<br />

Se ignoran las estrellas y languidecen los candores de la vida. No así el<br />

creyente que la vislumbra y la contempla, entre gemidos y dolores de<br />

parto”, con rumbo, trayectoria y en avance progresivo. No así el contemplativo<br />

cristiano; pues desde la clave que da nombre a cada nota de<br />

la partitura existencial se mantiene en sintonía y fidelidad con la domi-<br />

896<br />

APUNTES PARA UN ENEAGRAMA AGUSTINIANO


HERMINIO DE LA RED VEGA<br />

nante, gustando los arpegios y las sorprendentes variaciones en espera<br />

del acorde perfecto del Cristo Total. Quedarse en el detalle de lo inmediato<br />

es como percibir <strong>un</strong> rasgo del mosaico, escuchar <strong>un</strong>a nota suelta<br />

de la melodía u oír <strong>un</strong>a palabra aislada del discurso. Y dejarse impresionar<br />

por lo oscuro y los contrap<strong>un</strong>tos tergiversa el cosmos en mostrenco<br />

enigma. Los fragmentos n<strong>un</strong>ca satisfacen, igual que los p<strong>un</strong>tos<br />

sin acordes y las palabras inconexas. La persona humana aspira siempre<br />

a perspectivas y horizontes de plenitud y perdurables. También<br />

rehuye tanto las estridencias como las visiones maniqueas. Y cuando<br />

se conf<strong>un</strong>den medios y metas se padece la desventura de absolutizar lo<br />

relativo. Pero cuando en la soledad sonora se distingue el centro de la<br />

periferia, se captan rumores y nostalgias trascendentes. En los paisajes<br />

interiores de la persona humana, j<strong>un</strong>to con la inquietud, brota <strong>un</strong>a<br />

constelación de valores palpitantes. Los intuye y los acoge el corazón<br />

antes que la mente. Primero los siente el corazón, los purifica y dinamiza.<br />

En el corazón se contemplan y se viven de manera sorprendente<br />

y ascendente. Una ascensión no espacial, sino afectiva; más sugerida<br />

que impuesta, y aceptada por amor y rubricada con la sangre del compromiso<br />

fiel de la propia existencia.<br />

Cierto que la filosofía y la teología han padecido, durante casi 70<br />

años, desganas metafísicas. Pero también es cierto, como premonitoriamente<br />

an<strong>un</strong>ciaron otros, que se está volviendo a redescubrir que el<br />

pensar las experiencias de la vida es tan imprescindible como sentir y<br />

buscar motivaciones. Y que el sentido práctico sin inteligencia arrastra<br />

al cinismo de las decisiones más irresponsables.<br />

En la biografía agustiniana Ser y yo aparecen siempre j<strong>un</strong>tos. Y dentro<br />

del yo, en la realidad prof<strong>un</strong>da e íntima, aflora y se manifiesta Dios atrayendo<br />

y moviendo la vol<strong>un</strong>tad. Pero a la persona agustiniana, biográficamente,<br />

le importa más la actitud que lo que logra; más la vol<strong>un</strong>tad que el<br />

hecho, más lo esperado que lo poseído. Por eso es pobre en espíritu, fiel y<br />

obediente en las urgencias. Desde la razón y la fe su vida se cohesiona:<br />

pensar y confiar, mente y corazón buscan la Verdad por amor. Una Verdad<br />

que está siempre adelante. Y también sabe y comprueba que los caminos<br />

están sembrados de ídolos arrumbados. Por eso ante las preg<strong>un</strong>tas más<br />

com<strong>un</strong>es la persona que se inspira en la biografía agustiniana busca sin<br />

quedarse en las respuestas retóricas de cualquier Fausto. Por eso, admitiendo<br />

la información, la erudición y la autoridad, ratifica con Platón que<br />

897


la experiencia, como tal, es enemiga del verdadero saber, y que el destino<br />

hay que pensarlo y sentirlo, intuirlo, conquistarlo y hasta compartirlo.<br />

No obstante, experimenta al mismo tiempo que, cuando ordena sus<br />

amores, la paz y la felicidad afloran y la trayectoria se contempla inequívocamente<br />

lineal, progresiva y optimista. Ve las cosas y las mira y, sin<br />

quedarse en la superficialidad de las mismas, descubre valores con querencia<br />

admirativa y trascendida. Lo exterior remite al interior, en donde<br />

lo superior ilumina hasta tornar la imagen en eficiente sacramento. Es en<br />

el sacramento del corazón inquieto –abismo, misterio y signo– donde se<br />

manifiesta como incitación constante y como tierra pregustada el camino<br />

verdadero <strong>para</strong> que todo el proyecto existencial resulte <strong>un</strong> éxito con los<br />

mínimos riesgos de fracaso. A eso se compromete la persona agustiniana<br />

con amor y lo proclama de manera existencial.<br />

A modo de refranero<br />

– Si el dolor es compartido * es dolor disminuido (Car 99, 2).<br />

– El amor como la hoguera *cuanto más arde, más quema (Ena 131, 2, 5).<br />

– La esperanza de llegar * ánimos da <strong>para</strong> andar (Ser 158, 8).<br />

– Si te sabes peregrino * pon tu vista en el destino (Ena 122, 2).<br />

– El amor se debe a todos – a<strong>un</strong>que no a todos igual * En correspondencia<br />

a <strong>un</strong>os – en condescendencia a más (Car 130, 6, 13).<br />

3.1. Compromiso<br />

El espiritualismo desencarnado y el secularismo rastrero deforman y<br />

empobrecen a la persona humana. Adán y Eva no hirieron a Dios; se<br />

apuñalaron a ellos mismos al perder contacto con su fuente de vida.<br />

Tampoco es humano ni cristiano hablar de las cosas del espíritu y mostrarse<br />

insensible ante los problemas temporales. Siendo diferentes los<br />

valores espirituales y los temporales, <strong>un</strong>os y otros son interdependientes;<br />

ambos se compenetran y están llamados a reconciliarse. Para que<br />

florezca el servicio solidario, generoso y sacrificado; <strong>para</strong> comprometerse<br />

con espontaneidad y <strong>para</strong> que el compromiso soporte las contrariedades<br />

y perdure, ha de estar la interioridad personal sosegada y bien<br />

clarificada. Sin paz y armonía interiores el compromiso es turbio y<br />

endeble. Cuanto más prof<strong>un</strong>da se hace la vivencia de Dios como Padre,<br />

898<br />

APUNTES PARA UN ENEAGRAMA AGUSTINIANO


HERMINIO DE LA RED VEGA<br />

más palmaria es la vivencia fraternal entre los humanos. Cuanto más<br />

auténtica es la solidaridad entre las personas, más se esclarece la<br />

vivencia de Dios Padre. Y cuanto más contemplamos el estilo de Jesús,<br />

más purificamos nuestra idea de Dios, mejor nos acercamos a todos los<br />

humanos como hijos del Padre común y mejor comprendemos también<br />

a la persona humana en todas sus posibilidades.<br />

Sólo entonces surge el compromiso. Un compromiso p<strong>un</strong>tual y concreto,<br />

de abajo arriba, encarnado en el quehacer diario y a pie de obra,<br />

a<strong>un</strong>que ap<strong>un</strong>tando hacia lo alto. Apropiarse revelaciones del Horeb,<br />

enterrar talentos, ocultar lám<strong>para</strong>s bajo el celemín, plantar tiendas<br />

prefabricadas emulando transfiguraciones en tabores cómodos, son<br />

sutilezas tan inútiles como reprobables.<br />

Lo recibido no es <strong>para</strong> la autocomplacencia narcisista. Las virtudes<br />

no son moneda de curso restringido ni <strong>para</strong> la especulación calculada,<br />

sino <strong>para</strong> el intercambio, la ayuda mutua y el convivir concorde; <strong>para</strong><br />

fomentar la paz y dif<strong>un</strong>dir el amor bien ordenado entre cuantos se comprometen<br />

sin mentira a construir la Ciudad de Dios.<br />

Habla San Agustín<br />

– Haz lo que debes hacer. Y hazlo bien. Ésta es la norma <strong>para</strong> alcanzar la<br />

perfección (Ena 34, 2, 16).<br />

– El que oye la Palabra de Dios y no la pone en práctica se parece al enfermo<br />

que come, pero no digiere. No asimila el jugo nutritivo, padece náuseas<br />

y, como consecuencia, vomita el alimento (Ser 28, 2).<br />

– No gritemos invocando ni enmudezcamos obrando (Ser 88, 12).<br />

– Dios no mira tu poder, sino tu querer. Conoce tus deseos, a<strong>un</strong>que hayas<br />

fracasado en el intento. Dios contabiliza en tu favor lo que trataste de<br />

hacer sin conseguirlo, como si lo hubieras hecho de verdad (Ser 18, 5).<br />

– La hermosura que del viejecito encorvado atrae es la de su santidad. Su<br />

figura, vacilante y frágil con la cachavita, no la envidia nadie. Sin embargo,<br />

le aman todos por lo que siente con los ojos del corazón (Ena 32, 2, 6).<br />

– Sea la vejez humilde como la infancia, y la niñez sabia como la ancianidad.<br />

La sabiduría no es soberbia, ni la humildad ignorancia. Conviene<br />

<strong>un</strong>a sabiduría humilde y <strong>un</strong>a humildad sabia (Ena 112, 2).<br />

899


– Son rectos de corazón, los que rectifican su vol<strong>un</strong>tad de acuerdo con la de<br />

Dios, sin maquinar curvar la de Dios a la suya. Si quieres tener <strong>un</strong> corazón<br />

recto haz lo que Dios quiere; no pretendas que Dios haga lo que tú<br />

quieres. No sentencies sobre lo que Dios hizo, enmendándole la plana;<br />

deja que sea Dios el que modele y corrija el rumbo de tu propia vol<strong>un</strong>tad<br />

(Ena 124, 2).<br />

– Tu alma ya no te pertenece por completo. Pertenece también a tus hermanos.<br />

Pero sus almas también te pertenecen a ti. Tu alma y sus almas son <strong>un</strong><br />

alma sola: el alma de Cristo (Car 243, 4).<br />

– Manda y ordena, Señor, lo que gustes. Pero limpia mis oídos <strong>para</strong> oír tu<br />

voz. Sana y abre mis ojos <strong>para</strong> ver tus signos. Aparta de mí toda ignorancia<br />

<strong>para</strong> que reconozca tus caminos. Dime a dónde debo dirigir la<br />

mirada <strong>para</strong> verte a Ti, y así poder cumplir tus mandatos (Sol 1, 1, 5-6).<br />

– Sólo tengo vol<strong>un</strong>tad; sé que lo caduco y transitorio debe superarse <strong>para</strong> ir<br />

tras lo seguro y eterno. Enséñamelo, muéstramelo, dame la fuerza <strong>para</strong> el<br />

viaje, Señor. Por tu bondad, aumenta en mí la fe, la esperanza y el amor<br />

(Sol 1, 1, 5).<br />

– Prometed y cumplid lo prometido… En ti está lo que debes prometer y<br />

cumplir. Saca del arca del corazón el incienso de la alabanza. Ofrece de<br />

la despensa de la conciencia el sacrificio de la fe, y enciende con el fuego<br />

del amor lo que ofrezcas (Ena 55, 19).<br />

– Observad vuestras reglas con agrado, como enamorados de la belleza<br />

espiritual, exhalando en vuestra convivencia el buen olor de Cristo; no<br />

como siervos bajo el peso de la ley, sino como personas libres ayudados<br />

por la gracia (Reg 8, 44).<br />

– Es ley de justicia devolver lo que se ha recibido. Y como Dios nos ha dado<br />

lo que somos, debemos devolverle todo nuestro ser (LAi 3, 15, 42).<br />

– Corrijamos razonablemente, consolemos con palabras y ofrezcamos el<br />

ejemplo de vivir bien (Ena 50, 1).<br />

– Cuando nosotros hacemos la vol<strong>un</strong>tad de Dios, se hace la vol<strong>un</strong>tad de<br />

Dios en nosotros (Ser 58, 4).<br />

– El que no cumple sus promesas es <strong>un</strong> perjuro (Car 126, 13).<br />

– Tu conciencia está ante Dios; pero tu conducta, también ante tu hermano<br />

(Ser 47, 11).<br />

900<br />

APUNTES PARA UN ENEAGRAMA AGUSTINIANO


HERMINIO DE LA RED VEGA<br />

– Haz lo que puedas. Dios no te pide más (Ser 128, 12).<br />

– Dios te creó sin ti, pero no te justificará sin ti (Ser 169, 13).<br />

– Dios no reprende al que no puede hacer lo que quiere, sino al que no<br />

quiere hacer lo que puede (Ser 54, 2).<br />

3.2. Amor<br />

El amor es vida generosa e irradia bondad y comprensión. Sólo Dios es<br />

Amor. Todo amor verdadero es don y participación de Dios Amor. Todo<br />

amor fluye de Dios y con referencia a Él se ordenan los amores que tienen<br />

las personas. Imposible definir con palabras el misterio, la fuerza y<br />

el motor del vivir humano del amor. Pero se expresa por <strong>un</strong> acto de la<br />

vol<strong>un</strong>tad e implica intención y acción, elección y decisión. El amor no<br />

es ciego ni indiscriminado. Tiene fuente, cauce, caudal y meta. Y también<br />

ritmo y proceso. Y quizá proceda incidir en que el amor se ejercita<br />

en la propia mismidad. Nadie ama sin amarse. El río sin agua es<br />

mero simulacro. Pero a<strong>un</strong>que el amor se colme a sí mismo, llena a la<br />

persona en lugar de vaciarla y genera el placer de amar. No obstante, el<br />

sentimiento de amar a todo el m<strong>un</strong>do sólo se hace realidad cuando se<br />

concreta, cuando se da a la caza alcance. Elegir a quiénes hemos de<br />

amar es harto difícil. Requiere autodisciplina y evitar romanticismos.<br />

Los sentimientos amorosos pueden ser ilimitados, pero la capacidad de<br />

amar es tan limitada como la atención. La ley más sublime brota del<br />

amor y al amor encarna y remite. San Agustín encuentra en el amor a<br />

Dios el espejo <strong>para</strong> amarse a sí mismo, a los demás y a la creación. Se<br />

ama lo que nos hace felices, y somos felices al amar y sentirnos amados.<br />

El amor bien ordenado produce paz, felicidad, libera e interrelaciona.<br />

Memorable es la consigna de inspiración agustiniana: En lo<br />

esencial, <strong>un</strong>idad; en lo cuestionable, libertad; y en todas las cosas, caridad.<br />

Por todo, el lenguaje común y propio en la biografía agustiniana es<br />

el Amor. Quien no ama carece de horizontes. Quien no se siente amado<br />

la soledad le desvitaliza. Los psicólogos afirman que el suicidio lo realiza<br />

tan sólo quien llega al convencimiento de que nadie le querrá<br />

jamás.<br />

Toda vida brota del amor que lo lleva en sus raíces y es lo que la<br />

expande y fructifica. El amor es la fuerza motriz de la humanidad. Él es<br />

901


su origen; y de él vive, en él se mueve y hacia él tiende. Cada persona<br />

es lo que ama. Su peso, valencia y estatura depende de su amor. El<br />

amor potencia, interrelaciona y estimula. El amor convierte al m<strong>un</strong>do<br />

en <strong>para</strong>íso que está siempre en oferta. El amor es Dios, y dioses hace a<br />

los que lo acogen, lo encarnan y lo dif<strong>un</strong>den.<br />

El amor anima la vol<strong>un</strong>tad a extender los límites del propio yo con<br />

el fin de impulsar el desarrollo individual o ajeno. Por eso es más<br />

vol<strong>un</strong>tad que sentimiento; libre pero disciplinado, y tan egoísta como<br />

altruista. Cuanto más se ama, más prof<strong>un</strong>do se hace y más se alimenta<br />

el amor a sí mismo: pues dando es como se recibe.<br />

Pero al igual que quien no se valora ni respeta tampoco aprende a<br />

respetar ni a valorar a los demás, así ocurre en el amor. Quien de verdad<br />

ama, aparte patologías narcisistas, es porque en su interioridad ha<br />

experimentado el don del amor que enriquece y evoluciona expandiendo<br />

los contornos. No obstante, toda relación amorosa y verdadera es<br />

<strong>un</strong>a relación disciplinada. El sentimiento amoroso requiere disciplina.<br />

Es cuestionable poder amar a todo el m<strong>un</strong>do. Como sentimiento vaporoso,<br />

sí; como vol<strong>un</strong>tad productiva y fértil, no. El amor verdadero hacia<br />

<strong>un</strong>os pocos, los próximos, es lo preceptuado, y cuanto está al alcance<br />

de la persona humana. En el amor, como en la evangelización, hay que<br />

comenzar por los hijos de la casa de Israel.<br />

Intentar amar a todo el m<strong>un</strong>do por igual alimenta utopías desencarnadas<br />

y fraudulentas que con nadie comprometen. Hay que elegir a<br />

quienes amar verdaderamente. La elección no es nada fácil, ya que<br />

puede recaer sobre quienes se niegan a beneficiarse del amor, lo que<br />

conlleva malgastar energías y sembrar en tierra árida.<br />

Habla San Agustín<br />

– El cumplimiento de todas nuestras obras es el amor. Éste es nuestro fin;<br />

<strong>para</strong> eso corremos, hacia esta meta tendemos; cuando lleguemos encontraremos<br />

nuestro descanso (TESJ 10, 4).<br />

– Dejar de amar es morir (Ena 54 ,9).<br />

– La verdadera felicidad no consiste en poseer lo que se ama, sino en amar<br />

lo que debe ser amado (Ena 26, 2, 7).<br />

902<br />

APUNTES PARA UN ENEAGRAMA AGUSTINIANO


HERMINIO DE LA RED VEGA<br />

– El amor es como la andadura del espíritu. Tus pies son tu amor. Ten dos<br />

pies; no seas cojo. ¿Cuáles son estos dos pies? Los dos preceptos del amor:<br />

el amor de Dios y el amor del prójimo (Ena 33, 2, 10).<br />

– Pon amor en las cosas, y las cosas tendrán sentido. Retírales el amor y se<br />

tornarán insulsas (Ser 138, 2).<br />

– En el m<strong>un</strong>do hay dos amores que edifican dos ciudades. El amor a Dios<br />

edifica la ciudad de Jerusalén, y el amor al m<strong>un</strong>do la de Babilonia. Pregúntese<br />

cada persona qué es lo que ama, y sabrá a qué ciudad pertenece<br />

(Ena 64, 2).<br />

– Los buenos y los malos amores hacen buenas o malas las costumbres (Car<br />

155, 4, 13).<br />

– El amor es como la mano del alma. Si tiene asida <strong>un</strong>a cosa, no puede<br />

coger otra distinta. Por eso, quien ama el siglo, no puede amar a Dios.<br />

Tiene ocupada la mano (Ser 125, 7).<br />

– De <strong>un</strong>o que ama se enciende otro amante (Con 4, 14, 21).<br />

– Sin amor, el rico es pobre; pero con amor, el pobre es rico (Ser 350, 3).<br />

– Las personas humanas son lo que son sus amores (Ser 96, 1).<br />

– El amor es <strong>un</strong>a llama inquieta. No puede estar <strong>para</strong>da (Ena 31, 2, 5).<br />

– Pon en orden tu amor (Ser 299 E, 5).<br />

– Todo lo que dijeres con ánimo herido es movimiento de quien castiga, no<br />

amor de quien corrige. Ama, y di lo que quieras (TCa 57, 6, 1).<br />

– Mi amor es mi peso. Por él soy llevado adondequiera que voy (Con 13, 9, 10).<br />

– La virtud en esta vida no es otra cosa que amar aquello que debe ser amado.<br />

Elegirlo es prudencia; sujetarse a él a pesar de las dificultades es fortaleza; la<br />

templanza conlleva resistir la seducción, y la justicia no dejar que se camufle<br />

so capa de orgullo (Car 155, 4, 13).<br />

– ¿Quieres saber cómo es tu amor? Averigua hacia dónde te conduce (Ena<br />

121, 1).<br />

– El amor de Dios es lo primero que hay que recomendar; pero el amor al<br />

prójimo es lo primero que hay que practicar (TESJ 17, 8).<br />

– No pienses en Dios como algo inmenso y disperso por todos los lugares ni<br />

te lo imagines como <strong>un</strong> venerable anciano. No pienses en nada de eso.<br />

903


Pero si persistes en saber algo de Dios, piensa en esto: Dios es amor.<br />

¿Cómo es la cara del amor? ¿Cómo es su cuerpo y estatura, sus pies y<br />

manos? Nadie puede decirlo. Pero es verdad que tiene pies: son los que<br />

caminan hacia la Iglesia. Tiene manos: son las que se extienden hacia el<br />

pobre. Tiene ojos: son los que ven al necesitado. Tiene oídos: son los que<br />

oyen al Señor (TESJ 17, 8).<br />

– El amor es dulce y saludable vínculo de las mentes… El amor fortalece en<br />

la adversidad y templa en la prosperidad. El amor reconforta en las pruebas<br />

duras y satisface en las obras buenas. El amor es garantía en la tentación,<br />

generosidad en la hospitalidad, alegre entre hermanos y paciente<br />

con todos… El amor es el alma de las Escrituras, la fuerza de las profecías,<br />

la salvación de los sacramentos, el f<strong>un</strong>damento de la ciencia, el fruto<br />

de la fe, la riqueza de los pobres y la vida de los que mueren (Ser 350, 3).<br />

3.3. Evangelización<br />

El amor bien discernido orienta la evangelización. Y si <strong>para</strong> amar hay<br />

que ser amado y expresarse con amor, <strong>para</strong> evangelizar hay que aceptar<br />

ser previamente evangelizado. La evangelización, como el amor, trasciende<br />

la inmanencia de la fe individual legitimando el grito de S.<br />

Pablo: ¡Ay de mí si no evangelizare! Al evangelizador agustino nada de<br />

lo humano le es extraño e indiferente. El prójimo se le aproxima tanto<br />

que se le revela hermano: con él calla, habla y conversa; con él se convierte<br />

en recíproco proceso, y, en los silencios compartidos, vislumbra<br />

las com<strong>un</strong>es resonancias. En el diálogo se explicitan e intercambian<br />

las verdades, se aceptan y descubren las luces y exigencias de los<br />

otros, y la fe proyecta más allá de las palabras sin las obras.<br />

Dar razón de la propia fe, esperanza y amor (I Petr 3,15). An<strong>un</strong>ciar y<br />

testificar en positivo <strong>un</strong> futuro mejor, pues los que siembran con lágrimas<br />

cosechan entre cantares (Sal 125,5). Alentar en el trabajo y en los<br />

sufrimientos, porque Dios nos acompaña y contamos con quien ha vencido<br />

al m<strong>un</strong>do (Jn 16,32-33). Recuperar el entusiasmo y el agradecimiento<br />

en las peripecias de la vida entre afanosas reflexiones e inquietudes<br />

y búsquedas constantes es tarea anhelante que integra y vincula<br />

con Dios, con la humanidad y la creación. Optar por convertirse<br />

mediante el diálogo, la amistad y la oración recupera la <strong>un</strong>idad, armonía<br />

y coherencia de <strong>un</strong>o mismo. Compartir y dif<strong>un</strong>dirlo en solidaridad<br />

904<br />

APUNTES PARA UN ENEAGRAMA AGUSTINIANO


HERMINIO DE LA RED VEGA<br />

iluminaciones y experiencias transforma convivencias y amplía perspectivas<br />

y horizontes. Y an<strong>un</strong>ciar la trascendencia que remedia contraposiciones<br />

y fronteras divisorias entre las personas compromete por<br />

amor en la autenticidad y la verdad, y la libertad se aquilata en amor,<br />

se proyecta de manera trascendida y se conquista la plenitud cabal.<br />

El estímulo del corazón pasa a ser sal, pan y sangre, y se transforma<br />

en signo, en símbolo y en milagro de los hechos. El mensaje tan sólo<br />

com<strong>un</strong>ica y es creíble cuando acompaña a lo an<strong>un</strong>ciado la acción concreta,<br />

p<strong>un</strong>tual e histórica. Por eso el evangelizador <strong>agustiniano</strong>, manteniendo<br />

que el mejor discurso es la parábola de la propia vida, más que<br />

imponer, sugiere; en lugar de acosar, ofrece y, pacientemente, espera.<br />

El evangelizador <strong>agustiniano</strong> es poco partidario de fórmulas y pedagogías<br />

muy regladas. Más bien, con talante de misionero que ama, se<br />

incultura y com<strong>un</strong>ica con grandes márgenes de libertad y confía que el<br />

maestro interior suscite el guiño y la oport<strong>un</strong>a referencia, o el argumento<br />

persuasivo que haga germinar, crecer y producir la adhesión de<br />

la persona por la fuerza misma del mensaje. Por eso el evangelizador<br />

<strong>agustiniano</strong> huye de an<strong>un</strong>ciarse a sí mismo, opta por la actitud de escucha<br />

y, en la interioridad orante, reflexiva y vivencial, redescubre lo que<br />

tiene que an<strong>un</strong>ciar. Pero lo hace dialogando sus hallazgos con quienes<br />

convive y comparte <strong>un</strong> idéntico propósito apostólico, y con ellos se<br />

hace responsable del evangelio que proclama y también del que silencia.<br />

Por eso su proclamación no es discrecional, sino en sintonía con la<br />

Iglesia a la que sirve, de la que recibe ilustración y cuyas directrices<br />

obedece comulgando en la misma fe, practicando el mismo culto y<br />

teniendo el mismo amor del pueblo fiel a quien sirve entre advientos y<br />

cuaresmas en su caminar hacia el Cristo de la Pascua.<br />

Habla San Agustín<br />

– El verdadero honor de la persona humana radica en ser imagen y semejanza<br />

de Dios, y sólo el que la imprimió puede custodiarla (Tri 12, 11, 16).<br />

– El caminar en Cristo debemos de aprenderlo; no tanto por sus palabras,<br />

como por su ejemplo (Ser 157, 2).<br />

– Persona humana soy, y nada de lo humano puede serme indiferente (Car<br />

155, 14).<br />

– Toda persona humana que an<strong>un</strong>cia la Palabra es voz del Verbo (Ser 288, 4).<br />

905


– Entiende lo que oyes: No llevéis bolsa. No seáis sabios <strong>para</strong> vosotros<br />

solos. En ti debe haber <strong>un</strong>a fuente, n<strong>un</strong>ca <strong>un</strong> depósito. Sé <strong>un</strong>a personafuente,<br />

no <strong>un</strong>a persona-talega (Ser 101, 6).<br />

– Nadie logra elevar a otro a su propio nivel si no desciende <strong>un</strong> tanto al<br />

lugar en que el otro está (Car 11, 4).<br />

– Que la verdad brille; que la verdad agrade; que la verdad conmueva<br />

(DCR 4, 28, 61).<br />

– Enseñar a los ignorantes es <strong>un</strong> servicio necesario; enseñarles agradando<br />

es <strong>un</strong>a rem<strong>un</strong>eración placentera; ganarlos a la verdad es la mayor de las<br />

victorias (DCR 4, 12, 27).<br />

– Considérate feliz no por mandar con autoridad, sino por servir con amor<br />

(Reg 7, 44).<br />

– Tenemos <strong>un</strong> solo maestro. Y, bajo él, somos todos condiscípulos. El Maestro<br />

común mora y habla desde dentro (Ser 134, 1).<br />

– Hay <strong>un</strong> solo Maestro cuya escuela está en la tierra y cuya cátedra está en<br />

el cielo (Ser 292, 1).<br />

– Si no eres capaz de hablar sabiamente, procura, al menos, que tu vida sirva<br />

de lección. Haz que tu forma de vivir sea <strong>un</strong> elocuente discurso (DCR 4,<br />

29, 61).<br />

– Cada cual tiene <strong>un</strong> don y <strong>un</strong>a f<strong>un</strong>ción específica, pero la misma vida. Lo que<br />

es el alma <strong>para</strong> el organismo corporal, lo es el Espíritu Santo respecto del<br />

Cuerpo de Cristo, La Iglesia… Un miembro integrado en el Cuerpo, vive.<br />

Amputado del Cuerpo, muere (Ser 267, 4).<br />

– Se evangeliza Cristo a sí mismo, se evangeliza también en sus miembros<br />

actuales <strong>para</strong> atraer a los demás, <strong>para</strong> que se acerquen los que todavía<br />

no son sus miembros y se <strong>un</strong>an a aquellos que predican su Evangelio y se<br />

hagan <strong>un</strong> solo Cuerpo bajo <strong>un</strong>a sola Cabeza, con <strong>un</strong> mismo espíritu y <strong>un</strong>a<br />

sola vida (Ena 74, 4).<br />

– En medio de los paganos hay hijos de la Iglesia, y dentro de la Iglesia hay<br />

falsos cristianos (CDi 1, 35, título).<br />

– No hay en el género humano <strong>un</strong>a sola persona a la que no se deba el<br />

amor de caridad, el amor del Espíritu (Car 130, 13).<br />

– El Verbo de Dios baña a toda persona humana con su rocío (Ser 4, 31).<br />

906<br />

APUNTES PARA UN ENEAGRAMA AGUSTINIANO


HERMINIO DE LA RED VEGA<br />

– Como corresponde a los obispos el hablar en la Iglesia, así corresponde a<br />

los padres el actuar en casa <strong>para</strong> responder de aquellos que los están<br />

sometidos. Dios ama la disciplina. Y es perversa la despreocupación y la<br />

negligencia que da largas a los pecados de los hijos (Ena 50, 24).<br />

– Que las cosas pasadas no impidan escuchar las cosas presentes ni éstas<br />

nos enreden <strong>para</strong> no pensar en las futuras. Proyectémonos sobre las cosas<br />

que tenemos delante sin nostalgia de las pasadas… Que se renueve nuestra<br />

juventud como la del águila (Ena 66, 10).<br />

– Míranos, Señor, protector nuestro, y mira el rostro de tu Cristo. ¿Qué significa<br />

mirar el rostro de tu Cristo? Haz que todos conozcan tu Cristo. Mira<br />

el rostro de tu Cristo: sea conocido por todos tu Cristo (Ena 83, 13).<br />

Terminamos estos <strong>ap<strong>un</strong>tes</strong> a modo de <strong>eneagrama</strong>, reivindicando la<br />

biografía agustiniana como <strong>para</strong>digma de interioridad trascendida.<br />

Porque vibra con inquietud en soliloquios y busca la verdad entreverada<br />

entre las cosas. Porque en conversión dialoga con la prosa de la vida<br />

y se hace lírica; y en la amistad de los encuentros ora, com<strong>un</strong>ica y<br />

siembra paz que genera belleza y armonía. Y porque compromete en<br />

las urgencias del amor, y sugiere cómo cantar e iluminar con estrellas y<br />

aleluyas de evangelio.<br />

907

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