apuntes para un eneagrama agustiniano - Revista Religión y Cultura
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– Al que llamé amigo mío mientras fue rico y dejé de hacerlo cuando se<br />
empobreció; no fui amigo de él, sino del oro (Ser 49, 1).<br />
– Una com<strong>un</strong>idad es <strong>un</strong> grupo de amigos <strong>un</strong>idos por la armonía y la com<strong>un</strong>ión<br />
de las cosas que buscan y mana en santa compañía (TESJ 32, 7).<br />
2.3. Oración<br />
Diálogo con Dios en amistad es la oración. Si la tragedia de la humanidad<br />
comenzó rechazando el encuentro, el diálogo y la amistad con<br />
Dios, toda la historia de la salvación, es <strong>un</strong>a misiva reiterada <strong>para</strong> reanudar<br />
el diálogo interrumpido. El resto fiel a Yahvé adquiere rostro y<br />
encarnación al aceptar María el diálogo con Dios y cuando lo actualiza<br />
de manera inquebrantable Jesús de Nazaret.<br />
Se habla de ratos de oración. La oración que no hilvana toda la vida<br />
tiene bastante de charlatanería y mercadeo. Optar por Dios resulta<br />
incómodo. Decir sí a Dios en momentos de emoción, cuesta poco. Perseverar<br />
con todas las consecuencias expone a lo imprevisible, dispone<br />
<strong>para</strong> la resurrección que está precedida de la muerte, y aún muerte de<br />
cruz: porque si el grano de trigo no cae en tierra y muere, no produce<br />
fruto (Jn 12, 24).<br />
La oración como la conversión es tarea y proceso serio y nada fácil<br />
que, como aconteció a Jesús, puede producir sudor de sangre. No hay<br />
oración, diálogo, encuentro auténtico con Dios si no se produce <strong>un</strong>a<br />
conversión, <strong>un</strong>a transformación interior y exterior, <strong>un</strong>a purificación de<br />
actitudes y comportamientos. Resulta imposible que <strong>un</strong>a persona se<br />
encuentre con Dios sin quedar transfigurada, a<strong>un</strong>que ella lo ignore. Al<br />
bajar Moisés del Sinaí no sabía que su piel era radiante por haberle<br />
hablado Dios; pero Aarón y los hijos de Israel captaron cómo irradiaba<br />
su cara. Cuando Jesús dialogó con Dios en el Tabor, su rostro brilló<br />
como el sol y sus vestidos se volvieron blancos y todo él se transfiguró.<br />
Desde entonces todos los contemplativos han subido a tabores <strong>para</strong><br />
sumergirse en la luz de la oración e intentar transfigurarse. Pero la oración<br />
proyecta hacia la vida. Ni Moisés quedó en el Sinaí, ni Jesús en el<br />
Tabor tras el coloquio con el Padre. La transfiguración que se logra en<br />
la oración no es <strong>para</strong> el reposo ni <strong>para</strong> plantar tienda. Hay que ofrecerla<br />
a quien espera <strong>para</strong> comprobar lo sucedido, <strong>para</strong> compulsar la conversión,<br />
<strong>para</strong> verificar la oración.<br />
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APUNTES PARA UN ENEAGRAMA AGUSTINIANO