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apuntes para un eneagrama agustiniano - Revista Religión y Cultura

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HERMINIO DE LA RED VEGA<br />

La oración no es traer a Dios al terreno propio, sino decidirse a<br />

entrar en su órbita, asumir sus proyectos, ponerse confiadamente en<br />

sus manos. Quien ora a Dios, más que decir cuento contigo, Señor;<br />

dice: Señor, que puedas contar conmigo. La única oración que no se<br />

escucha siempre no es la de la persona humana a Dios, sino la que<br />

Dios hace a la persona. Y mientras no haya <strong>un</strong>a disponibilidad resuelta<br />

<strong>para</strong> escuchar, buscar y aceptar la vol<strong>un</strong>tad de Dios la oración no<br />

comienza. La oración es <strong>un</strong> diálogo existencial. Un diálogo en el que<br />

Dios lleva la iniciativa y en donde la convocación precede a la invocación.<br />

Un diálogo y <strong>un</strong>a oración en los que más que hablar a Dios,<br />

expresándole deseos y pedirle cosas, se recibe lo que Él ofrece.<br />

Ante los avances y descubrimientos, mirar con asombro renovado la<br />

belleza de la naturaleza y de la vida. En la vorágine de los ruidos y<br />

superficialidades, conquistar espacios de recogimiento y de silencios<br />

fec<strong>un</strong>dos. Entre la desgana y sinsentido, frente a la eficacia técnicocientífica<br />

y ante las convulsiones y tantas autosuficiencias, urge y<br />

resulta necesario clamar: Señor, enséñanos a orar. Orar la vida y dejarse<br />

orar, sensibiliza e ilumina. La oración conforma y transforma la vida<br />

en <strong>un</strong>a oración. Si decae la oración, pierde fuerza la vida, no logra plenitud,<br />

y cuanto se emprende y rodea se torna trepidante convulsión.<br />

Desde la biografía agustiniana la amistad tiene poco que ver con la<br />

inútil o demagógica complacencia, y mucho con la actitud orante. Una<br />

actitud que incida en el proceso de conversión por el diálogo amistoso<br />

en oración. Para el orante toda su vida es <strong>un</strong>a oración, y la oración es su<br />

vida. Vivir la vida en la órbita de Dios, es descubrir su huella en toda<br />

la creación y su presencia en el que pasa al lado. Dios sugiere y propone<br />

sin imponerse ni anular. Su voz resuena en la intimidad. El Espíritu<br />

gime en el corazón con suspiros inenarrables y fortalece <strong>para</strong> optar por<br />

los caminos del mensaje de Jesús el Cristo. La oración es el sí en Jesucristo.<br />

Es la expresión de la vida por la fe. Orad sin desfallecer, apremiaba<br />

el Cristo. Orad sin cesar, insistió el Apóstol. El orante oye y<br />

escucha a Dios. Llama al Padre, pide que le perdone las ofensas cometidas<br />

y muestra disposición sincera de perdonar. El orante se deja orar<br />

por Dios que interpela de muchas formas y de diversas maneras, y siempre<br />

sensibiliza y proyecta la aspiración hacia Dios de por vida. El orante<br />

acepta lo que Dios le pide y lo efectúa con fidelidad, con esperanza<br />

y resolución decidida con amor, por amor y en el amor. El que vive la<br />

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