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Opio en las nubes

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malecón y Amarilla fue dejando caer una a una <strong>las</strong> hojas de los diarios<br />

sobre el agua del mar. Nos comimos toda la libra de águi<strong>las</strong> de<br />

chocolate. Toda la tarde nos quedamos observando los barcos que<br />

salían de la bahía. En la tarde fuimos a <strong>las</strong> fábricas. Anduvimos por<br />

aquel<strong>las</strong> calles ll<strong>en</strong>as de humo y aceite y nos acercamos a los vagos<br />

que se cal<strong>en</strong>taban <strong>las</strong> manos <strong>en</strong>cima de pequeñas hogueras buscando a<br />

Pink Tomate, un gato que se le había perdido a Amarilla, un gato al<br />

que Amarilla le contaba cu<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> <strong>las</strong> mañanas, un gato todo bi<strong>en</strong>,<br />

que se había ido tal vez para la mierda y <strong>en</strong>tonces seguimos<br />

caminando por esas calles y Amarilla se acercó a los vagos y les dijo<br />

muchachos la han pasado bi<strong>en</strong>? Y ellos le respondieron no tan bi<strong>en</strong><br />

como tú preciosa y mierda ese día recorrimos toda la zona de <strong>las</strong><br />

fabricas buscando a Pink y al final ya estábamos cansados y yo lo<br />

único que t<strong>en</strong>ía ganas era de t<strong>en</strong>derme sobre la hierba y escuchar la<br />

voz de Amarilla dici<strong>en</strong>do la has pasado bi<strong>en</strong>?, pero ella seguía<br />

obstinada buscando a Pink Tomate hasta que se nos acabó el whisky y<br />

yo le dije muñeca ya no doy más y ella dijo está bi<strong>en</strong> muñeco todo<br />

bi<strong>en</strong>. En todo caso Pink Tomate se había escapado desde hacía una<br />

semana y no había aparecido y para Amarilla eso era fatal. Pink<br />

Tomate era su única compañía. Pura mierda.<br />

Ningún vago dio razón de Pink Tomate a pesar de la detallada<br />

descripción que dio Amarilla. Amarilla les dijo, mierda, que Pink era<br />

un gato que le gustaba el licor y que si uno se <strong>en</strong>sopaba la mano con el<br />

alcohol v<strong>en</strong>ía y le lamía la mano l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te como si fuera el último<br />

sorbo, que era un gato con problemas, qué vaina, pobrecito, pero que<br />

era un gato todo bi<strong>en</strong>, un gato que la pasaba bi<strong>en</strong>. Un vago sacó<br />

alcohol de su bolsillo una botella y se restregó <strong>las</strong> manos <strong>en</strong> alcohol.<br />

Finalm<strong>en</strong>te llegamos al pu<strong>en</strong>te. Ocho de la noche. Amarilla<br />

miró hacia <strong>las</strong> fábricas. Enormes p<strong>en</strong>achos de humo se infiltraban<br />

<strong>en</strong>tre <strong>las</strong> <strong>nubes</strong> de aquel cielo de domingo. La ciudad olía a cebolla.<br />

Amarilla llamó a Pink Tomate desde el pu<strong>en</strong>te.<br />

Después nos metimos a un bar de la calle Zebina, <strong>en</strong>tre<br />

carreras 56 y 57, abajo del parque donde partían los buses. Bar Los<br />

Moluscos. Pedimos un par de copas de vino.<br />

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