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Opio en las nubes

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cubiertos para una persona. Lerner está que se duerme, qué cosa tan<br />

seria y allá ad<strong>en</strong>tro Altagracia barre el apartam<strong>en</strong>to con una escoba y<br />

baila you shook me all night long de aquí para allá, mierda y Lerner<br />

está que cierra los ojos y <strong>en</strong>tonces lo araño y le digo que se ponga<br />

mosca y Lerner me responde que está bi<strong>en</strong>, que me calme. Altagracia<br />

debe t<strong>en</strong>er unos cuar<strong>en</strong>ta años. Tetas más o m<strong>en</strong>os. Culo más o<br />

m<strong>en</strong>os. Piernas más o m<strong>en</strong>os. De todos modos creo que con un par de<br />

vinos la cosa mejoraría notablem<strong>en</strong>te. Altagracia es de esas mujeres<br />

que hay que sumergir <strong>en</strong> el olor del alcohol, de esas mujeres que<br />

sueltan palabras ll<strong>en</strong>as de sudor y desesperación, palabras <strong>en</strong> todo<br />

caso que hac<strong>en</strong> eco d<strong>en</strong>tro de la confusa botella ebria de los días. Pasa<br />

una hora, tal vez hora y media.<br />

Allá abajo la ciudad está que bulle. Es viernes y por eso los<br />

habitantes van de un lado para otro buscando un vaso de vodka con<br />

hielo, una silla, un cigarrillo, unos labios rojos y carnosos que habl<strong>en</strong><br />

y dej<strong>en</strong> escapar esas palabras rasgaditas, esas palabritas nocturnas que<br />

sal<strong>en</strong> oli<strong>en</strong>do a whisky, a l<strong>en</strong>gua seca, a humo azul, a semáforo <strong>en</strong><br />

rojo y amarillo tú me sacudes toda la noche trip trip trip.<br />

Ahora Altagracia pone dos platos blanquitos y limpiecitos con<br />

unas frutas. Después va a la cocina y regresa con una botella de vino.<br />

Mierda, qué romanticismo tan idiota. Sólo faltan <strong>las</strong> velitas para que<br />

se digan idioteces bajo la luz t<strong>en</strong>ue, cosas como oye n<strong>en</strong>e v<strong>en</strong> para acá<br />

y me hab<strong>las</strong> cerca del corazón. Mierda, es cierto. Altagracia instala un<br />

candelabro con dos velitas. A lo mejor el hombre que v<strong>en</strong>ga sea<br />

s<strong>en</strong>sato y vaya directo al grano y le chupe <strong>las</strong> tetas sin tanto<br />

preámbulo. Le com<strong>en</strong>to a Lerner mi p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to y me contesta, si tú<br />

lo dices es porque es así viejo Pink Tomate. Mierda, qué cosa tan seria<br />

con Lerner. Siempre me da la razón. A veces pi<strong>en</strong>so que es perro y no<br />

gato trip trip trip. Ahora sí. Comi<strong>en</strong>za la acción. Ding dong. Su<strong>en</strong>a el<br />

timbre. Un hombre llega. Un beso <strong>en</strong> la boca. Ding dong. Di<strong>en</strong>tes.<br />

L<strong>en</strong>gua. Ocho de la noche. Ding Dong. Una erección. Una teta, una<br />

nalga, una noche, una botella, una desesperación. Ding dong. La<br />

l<strong>en</strong>gua. Las babas. Las manos. El olor a whisky y a sangre. El hombre<br />

le mete toda la l<strong>en</strong>gua a Altagracia y con una mano le acaricia <strong>las</strong><br />

nalgas más o m<strong>en</strong>os de ella. Altagracia lo hace seguir, cierra la puerta<br />

y se abre un botón de la camisa. El hombre se si<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> el sofá y<br />

<strong>en</strong>ci<strong>en</strong>de un cigarrillo y le dice que ella es como un diamante loco <strong>en</strong><br />

la mitad de la noche y <strong>en</strong>tonces Altagracia le responde tranquilo<br />

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