INSTITUTO SUPERIOR DEL PROFESORADO DE SALTA N° 6005

Prof. Luis Cossio
Historia Social
Contemporánea
2º año
Características de las oleadas revolucionarias
La Revolución Francesa da un modelo para los levantamientos políticos en toda Europa. Las revoluciones se
produjeron porque los sistemas políticos reinstaurados en Europa eran profundamente inadecuados en tiempos de
grandes cambios sociales y porque el descontento era muy agudo.
•Tres formas posibles:
1.Moderada liberal (comandada por la aristocracia liberal y alta clase media). Partidaria del sufragio censatario.
Modelo típico instaurado en Francia, Bélgica e Inglaterra después de 1830.
2.Radical- democrática (propiciada por la clase media baja, intelectuales, nuevos fabricantes).
3.Socialista (protagonizada por los trabajadores pobres y los obreros industriales). Su objetivo era lograr un cambio en
las relaciones sociales, y no solo en lo político.
El Congreso de Viena reorganizó el mapa europeo, intentó suprimir las ideas revolucionarias (como la división
de poderes, la sanción de constituciones escritas, la idea de representación y la de nación) y estableció dos
sistemas de alianzas para que los monarcas pudieran prestarse ayuda frente a posibles nuevas revoluciones: la
Santa Alianza y la Cuádruple Alianza. Asimismo acordaron reunirse ante cualquier alteración del orden
mediante un sistema de Congresos. Sin embargo, a pesar de estas medidas, Europa fue sacudida por tres
oleadas revolucionarias antiabsolutistas y liberales.
La primera oleada revolucionaria se produjo en la década de 1820 y afectó a la zona mediterránea del continente
europeo, como fue el caso de España o del sur de Italia. Las revoluciones fueron limitadas en sus
acciones, ya que solo contaron con el apoyo de grupos reducidos de la población y, por ese motivo, salvo en el
caso de Grecia, en pocos años fueron aplastadas.
La segunda oleada se dio en 1830 y se inició en Francia, pero se expandió y repercutió en otros lugares como
Bélgica, que se estableció como Estado independiente, e incluso llegó a Gran Bretaña. En este caso, la
burguesía fue acompañada por una importante participación popular, lo que hizo recordar las jornadas de 1789.
Estos levantamientos marcaron la declinación del modelo de la Restauración en el occidente europeo, aunque
introdujeron pocos cambios en la zona oriental.
La tercera oleada revolucionaria iniciada en 1848 fue la más intensa de las tres oleadas. Nuevamente, el
epicentro revolucionario fue París, donde una serie de manifestaciones de la oposición dieron lugar a una
insurrección armada que terminó con la monarquía y estableció la n República. La gran novedad de 1848 fue
que a los reclamos de los tradicionales grupos liberales de tendencia radical se sumaron los del socialismo, que
hizo su aparición de la mano de los obreros de las nuevas fábricas instaladas en París. Sin embargo, los
sectores revolucionarios socialistas y radicales fueron ampliamente derrotados en los comicios por los
republicanos moderados. Esto provocó el estallido de las Jornadas de Junio, durante las cuales grupos
populares de París enfrentaron armados a los cañones de la Guardia Nacional detrás de compactas barricadas.
Los muertos se contaron por miles, pero la rebelión fue sofocada.
En diciembre de 1848, el sobrino de Napoleón Bonaparte, Luis Napoleón, triunfó holgadamente en las
elecciones para elegir un presidente. Poco después, los grupos más conservadores ganaron la mayoría en la
nueva Asamblea legislativa. Estos hechos demuestran que, a diferencia de París, el resto de Francia parecía
inclinarse en favor del "orden". Los grupos parisinos más radicales intentaron sin éxito un nuevo golpe en julio
de 1849. Este golpe sería el último intento de este tipo ya que, desde ese momento, republicanos, jacobinos y
socialistas aceptaron las reglas del juego del régimen electoral. Los conservadores, en cambio, minaron las
bases legales del sistema restringiendo las libertades políticas. En 1851, Luis Napoleón dio un golpe de Estado
con apoyo del ejército para evitar su retiro del poder, dado que la Constitución prohibía su reelección, y fue
proclamado emperador bajo el nombre de Napoleón III. Se abrió, entonces, el período del Segundo Imperio, que
se extendería hasta 1870. El estallido francés de 1848 se extendió por toda Europa: abarcó buena parte de
Italia, los estados alemanes, el Imperio austrohúngaro y Suiza; en menor medida se sintió en España,
Dinamarca, Rumania, Irlanda, Grecia e Inglaterra.
Junto con las tradicionales reivindicaciones en favor de los postulados del liberalismo político -las igualdades
civil y política y el sufragio universal-, en 1848 cobraron protagonismo los reclamos sociales de los nuevos
obreros industriales y de los militantes sindicales y socialistas. También fueron importantes los
movimientos en favor de los derechos "nacionales" por parte de las minorías culturales de los grandes
imperios, como el austrohúngaro o el ruso; en estos movimientos se expresaban tanto los reclamos en favor
del liberalismo político como la afirmación de una autonomía cultural de tipo nacional, que ponía en cuestión la
misma existencia de esos imperios