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INSTITUTO SUPERIOR DEL PROFESORADO DE SALTA N° 6005

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La burguesía y la carrera abierta al talento<br />

La sociedad del Antiguo Régimen era concebida<br />

como una estructura estática. Si bien existía cierta<br />

movilidad social, no era vista con buenos ojos<br />

porque se apartaba de la idea de la desigualdad<br />

natural y del predominio del estamento por sobre el<br />

individuo. Una larga lista de quejas se elevaba<br />

diariamente a los reyes que, como los de Francia o<br />

España, ennoblecían a los plebeyos con frecuencia.<br />

Por el contrario, la nueva sociedad nacida de la<br />

"doble revolución" multiplicó las posibilidades reales<br />

para la movilidad social y transformó la llamada<br />

"carrera abierta al talento" en uno de los argumentos<br />

centrales para construir su imagen.<br />

La primera y más importante carrera abierta al<br />

talento eran los negocios. La Revolución Industrial<br />

aumentó las riquezas de quienes se pusieron al<br />

frente de las primeras industrias y también permitió<br />

que muchas más personas se enriquecieran. Los<br />

cada vez más abundantes nuevos ricos constituían<br />

la prueba evidente de esta carrera de ascenso.<br />

También era posible ascender socialmente<br />

mediante los estudios superiores que, a su vez,<br />

permitían el ingreso a la actividad política, a las<br />

profesiones liberales (abogados, médicos) o a los<br />

cargos burocráticos en las empresas y el Estado.<br />

El Ejército y la Armada, dos de los bastiones<br />

más exclusivos reservados tradicionalmente a la<br />

nobleza, se abrieron también a otras clases sociales<br />

y permitieron el desarrollo de brillantes carreras,<br />

comenzando por el ejemplo más conocido y<br />

espectacular de esa época: el del joven teniente<br />

Napoleón Bonaparte que llegó a ser emperador de<br />

Francia.<br />

Obviamente, estas posibilidades de ascenso<br />

social no estaban en realidad abierta a todos y, por<br />

cada uno que triunfaba, eran muchos los que se<br />

quedaban en el camino. Sin embargo, en relación<br />

con el pasado, el grado de apertura era tan grande<br />

que permitía pensar que cualquiera que dispusiese<br />

de un mínimo de talento podía enfrentarla con éxito.<br />

El recuerdo de la Revolución Francesa provocó<br />

el temor histérico de los gobiernos de Europa ante<br />

cualquier tipo de movimiento político que<br />

incorporara en sus filas a los grupos populares. En<br />

consecuencia, la actitud gubernamental más<br />

habitual frente a los luchas y los reclamos obreros y<br />

la presencia de los nuevos sindicatos fue la<br />

prohibición y la represión, aunque con diversos<br />

matices según quién administrara el gobierno. Para<br />

los obreros, estos matices resultaban poco<br />

significativos ya que pensaban que por más justa o<br />

pacífica que pudiera ser una protesta, siempre podía<br />

implicar para ellos la prisión o incluso la muerte.<br />

Para los obreros, la lección había sido clara: los<br />

gobiernos no representaban los intereses de todos<br />

los sectores, sino que existían para beneficiar a los<br />

industriales que los explotaban; cambiar esta<br />

situación se transformó con el tiempo en otro de sus<br />

objetivos, de allí su constante apoyo a los<br />

movimientos que bregaban por la ampliación del<br />

sufragio.<br />

Prof. Luis Cossio<br />

Historia Social<br />

Contemporánea<br />

2º año<br />

Fuente: Privitello, Luciano y otros: Historia del mundo<br />

contemporáneo. Bs. As., Santillana, 2002

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