f Viene <strong>de</strong> la pág. anterior.) rail en su sitio. Para el público, que tanto interés parece tener, resultaría una información más pon<strong>de</strong>rada. Y también par?. ios jurados tendría algunas ventajas verda<strong>de</strong>ramente sólidas. Por una parte, ten<strong>de</strong>ría a evitarles múltiples e innecesarias explicaciones posteriores. Por otra, clarificaría la atmósfera en materia <strong>de</strong> recomendaciones. Y por fin, facilitaría muchc las <strong>de</strong>liberaciones entre ellos, porque cada uno salvaría automáticamente su criterio inicial. La cosa —¡por qué no?— parece viable Salinas, en una taberna Pedro Salinas escribió una pieza en un acto, «La Estratosfera». La Estratosfera es el nombre que Salinas quiso poner a la taberna en que transcurre la acción <strong>de</strong> su obra. Y he aquí que ahora la obra se ha representado en una verda<strong>de</strong>ra taberna (que iio se llama La Estratosfera). Como si «Hamíet» se representase en un castillo o «Cocktail Party» en una casa particular o «Escuadra hacia la muertes en una choza en el bosque. Pero con la ventaja que una taberna tiene ya por sf misma un ambiente más acumulado, más trabajado (no digamos más cargado). —Es aquí don<strong>de</strong> hacen una cosa <strong>de</strong> teatro, ¿no?—preguntamos al hombre <strong>de</strong>l mostrador. —¿Teatro? No. —Me habían dicho que abajo... —¡Ah! Abajo hay una sesión artística. Y abajo había en efecto, una sesión artística. La fábula dramática <strong>de</strong> Salinas <strong>de</strong>spertaba, y se abría a la comprensión <strong>de</strong> un público <strong>de</strong>voto y apretado. —Muy año 34—dijo un amigo, a mi espalda. —Y muy 54, <strong>de</strong> paso—apuntó otro, al lado. Los temas <strong>de</strong>l quijotismo, el donjuanismo, el cine, la miseria, la ilusión... Los tipos <strong>de</strong>l ciego que ven<strong>de</strong> lotería, la muchacha que lo acompaña., el galán <strong>de</strong> cine, el enciclopedista <strong>de</strong> taberna, el poeta (también <strong>de</strong> taberna)... Y el ingenio, la finura —y la pasión— <strong>de</strong> Pedro Salinas. La obra gustó. También la representación gustó. Bajo la dirección <strong>de</strong> Ángel Carmona, todos pusieron en el empeño corazón y cuidado. Lo que importaba. Citemos especialmente —porque se lo merece— a la única intérprete femenina, Isabel Campillo, que dijo su papel con el ilusionado <strong>de</strong>svarío que su papel requería. Y con un empuje y seguridad <strong>de</strong> espléndida actriz. Salimos. Acabábamos <strong>de</strong> ver una obra española. Estra<strong>de</strong>ra L <strong>ARTE</strong> Ante los cuadros que Estra<strong>de</strong>ra expone - en «Selecciones Jaimes», hay que preguntarse algo. Esto: ¿qué <strong>de</strong>ja el hombre en los lugares que habita cada día? ¿Qué pone el hombre? En la pintura <strong>de</strong> Estra<strong>de</strong>ra las figuras humanas apenas parecen contar. Unas rápidas siluetas en negro o en blanco. Un simple recordatorio que sitíSe someramente la actividad^humana en la emoción violeta y esmeralda <strong>de</strong> esas barracas <strong>de</strong> Montjuich o <strong>de</strong> esas calles <strong>de</strong> algún barrio pintoresco. ¿Qué <strong>de</strong>ja, qué pone el hombre? Porque, aunque las figuras humanas estén tan someramente, tan púdicamente apuntadas, todo es humano, humanísimo, en esas visiones <strong>de</strong> los lugares —extraños y fascinantes lugares— en don<strong>de</strong> el hombre vive cada día. Y es que, a fin <strong>de</strong> cuentas, cada una <strong>de</strong> estas pinturas <strong>de</strong> Estra<strong>de</strong>ra es un escenario. Un sutil y poético boceto para una escenografía cotidiana. Estra<strong>de</strong>ra ha sabido ver cada rincón, cada calle, cada camino, como un escenario preparado, dispuesto, tembloroso. Un escenario don<strong>de</strong> el hombre actúa —<strong>de</strong> verdad— cada día. Sobre las <strong>de</strong>claraciones áe O J. C. Crítica y chismorreo son dos cosas diferentes; criticar es complemento placentero <strong>de</strong> tertulias <strong>de</strong> <strong>Ateneo</strong> « ingrata labor periodística no recononocida. Chismorreo concíbese; Reunión familiar. Granada, Jaén, Lugo, Ferrol <strong>de</strong>l Caudillo, brasero, humedad y solicitud materna con esperanzas <strong>de</strong> posible casorio; el piano y la sonrisa furtiva bajo el pálido fantasma <strong>de</strong> doña Juanita encuadrado en dorada cornucopia. Criticar justamente es difícil trabajo que <strong>de</strong>be <strong>de</strong> tamizarse eon sutiles ironías aceptando lo que le pueda venir a uno por anticipado. Situado en el epicentro <strong>de</strong> Europa —convulsión geológica inmovilizada repentinamente en su orgullo ascensional— y muy cerca <strong>de</strong> don<strong>de</strong> rindieron guardia fronteriza los voluntarios <strong>de</strong> la Cohors III Hispmiorum, mis letras retorcidas como las pezuñas <strong>de</strong>l discutido "diábolo'' <strong>de</strong> Papini. jugarán <strong>de</strong> vez en cuando con la indiscreción <strong>de</strong> los eligidos al ampaio <strong>de</strong> una sabia y acomodaticia neutralidad. Enciendo las luces <strong>de</strong> mi casa —que me recuerda siempre horas misticua <strong>de</strong> Luis Rosales— frente al lago, y mi máquina se alegra como perro fiel a la caricia nicotinica <strong>de</strong> los <strong>de</strong>dos; hay niebla <strong>de</strong> Europa central tras tos cristales, y un mirlo noctámbulo juguetea con una rama <strong>de</strong> almendro sobre la balaustra <strong>de</strong>l balcón antiguo. Escribo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un Zurich medieval, y he <strong>de</strong>cidido que mi primera carta a los "nuestros", sea réplica amistosa a las rápidas <strong>de</strong>claraciones que él autor <strong>de</strong> la "Familia <strong>de</strong> Pascual Duarté" hiio últimamente a una gentil colaboradora <strong>de</strong> <strong>Ateneo</strong> a su vuelta <strong>de</strong> América. Buen Señor Camilo José <strong>de</strong> Cela: Entre Gallegos y en Año Santo, hócese difícil el arte rencoroso <strong>de</strong> la polémica; por eso mi carta —aporte <strong>de</strong> lo que <strong>de</strong> lección tiene— es sólo curiosa como la sépiima, mujer <strong>de</strong> Barba Azul. y en el fondo cordial cual vaso <strong>de</strong> vino duro en llanura manchega al <strong>de</strong>clinar la tar<strong>de</strong> <strong>de</strong> un día invernal. Mi saludo y mi crítica vienen <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un Zurich antiguo y reformista, en don<strong>de</strong> las "vieiras" <strong>de</strong> nuestra Galic : a lloran lágrimas <strong>de</strong> salsa mahonesa importadas para menesteres <strong>de</strong> servidumbre, una vez absorbida su carne temblona <strong>de</strong> fruta marina por labios costeros frente a las Américas colmadas <strong>de</strong> emigración. Reconozo, don Camilo José <strong>de</strong> Cela, sus méritos literarios; sé que es usted bueno (porque si no no sería mimado amigo <strong>de</strong> quien al muerto consi<strong>de</strong>ra y oí vivo le abre Catón Mo<strong>de</strong>rno <strong>de</strong> sinceras verda<strong>de</strong>s); lo que no me gusta —ventanilla, revolver, banda, munición en provocante <strong>de</strong>fensiva <strong>de</strong> retorno— es esa posición difícil, muy poco europea que en nada concuerda con el espíritu y sutilidad <strong>de</strong>l autor <strong>de</strong> "I-a familia <strong>de</strong> Pascual Ouarte"; la consi<strong>de</strong>ro casi, casi, como una provocación al cristal y al paisaje, y merecería figurar en el cuidatlo álbum turístico <strong>de</strong> un hijo cualquiera <strong>de</strong> ¡a ver<strong>de</strong> Virginia. Pue<strong>de</strong> ser que usted no me dé beligerancia —lo qpie en crítica amistosa tampoco cabe—, aunque ambos , seamos "netos dos celtas", y tengamos ingenuas medallas que hubieran hecho las <strong>de</strong>licias <strong>de</strong>l buen San Francisco <strong>de</strong> Asís, y <strong>de</strong>l acomodaticio médico sueco Axel Munthe. lie leído sus <strong>de</strong>claraciones <strong>de</strong> recién llegado —en las que los dioses nu se inclinan imitando a Dalí-—, y <strong>de</strong>bo <strong>de</strong>cirle "by Air Mail" que mi pluma un tanto novicia me fuerza a contestarte, aunque yo no quisiera, pues comprendo perfectamente que éstas son fruto <strong>de</strong> un natural <strong>de</strong>slumbramiento, <strong>de</strong> un exceso <strong>de</strong> horizontes vírgenes y exáticos. Consi<strong>de</strong>ro sumamente curioso que apenas recién <strong>de</strong>sembarcado, el nombre <strong>de</strong> don Pío Baraja, con el que tantas analogías literarias le unen, se asome como una contradicción a sus labios. Pío Baroja significa para nosotros norma y tradicional sentido <strong>de</strong> "aquí" —boina calada, gato, brasero, pluma temblona y tribulaciones económicas—, mientras que su posición se <strong>de</strong>fine al lado <strong>de</strong> los novelistas <strong>de</strong> "allá", consi<strong>de</strong>rantio que el timón <strong>de</strong> la novela está en la lengua inglesa y norteamericana, a mi modo <strong>de</strong> ver, en auge propagandístico, pero en franca <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia espiritual. Si usted se refiere al tipo <strong>de</strong> novela falsa puramente comercial, en la que los norteamericanos son maestros, estoy <strong>de</strong> acuerdo con sus aseveraciones; pero al final hay que reconocer que la verda<strong>de</strong>ra esencia espiritual se extrae <strong>de</strong>l venero siempre rico <strong>de</strong> nuestra vieja Europa. El antiguo continente —cora añosos limos en la bota <strong>de</strong> Italia y claros reflejos <strong>de</strong> historia en los Fjords noruegos —prevalece indudablemente sobre la sana inconsciencia <strong>de</strong> la juvenil América, con sus i<strong>de</strong>as, su Prado y su Versalles, con el poema <strong>de</strong> sus muchas tradiciones y <strong>de</strong> su continua enseñanza. Nosotros importamos soldados, economía y armamento <strong>de</strong>, les tierras <strong>de</strong>scubiertas por nuestros antepasados, y exportamos genio y hasta castillos para capricho <strong>de</strong> nuevos ricos; todo ello porque tenemos un déficit creado por exceso <strong>de</strong> historia <strong>de</strong> espíritu y conocimientos, en el plan puramente económico y <strong>de</strong>fensivo. Nosotros, don José Camilo <strong>de</strong> Cela, somos la i<strong>de</strong>a germinal frente al misticismo <strong>de</strong>l número, <strong>de</strong>l "robot" y <strong>de</strong>l hormigón armado; el paso que huella la selva virgen y la conquista con la cruz y la espada, el problema ojival <strong>de</strong> lo gótico resuelto, la armonía nacentista con sus clásicos <strong>de</strong>fectos y cualida<strong>de</strong>s, y el verso real que da lecciones <strong>de</strong> ritmo y <strong>de</strong> sentencia al cuajerón <strong>de</strong> cal y al grito en estallidos <strong>de</strong> la máquina. Hay que saber retornar, saber volver a la Patria sin exprimir <strong>de</strong>fectos posibles o reales en el primer encuentro con su cordialidad; hoy los saltos ¿obre el Atlántico <strong>de</strong> América a España crean un cúmulo <strong>de</strong> equivocadas posiciones en las que casi siempre se olvida que el dulce acento <strong>de</strong> los indígenas es castellano puro, limado por el roce <strong>de</strong> las aguas <strong>de</strong>l mar. Todo en la vida es un retorno hacia la eterna verdad, por eso el saber volver es una ciencia dúctil que <strong>de</strong>be expresarse serenamente. Perdón, mi buen don Camilo José <strong>de</strong> Cela, gallego como yo —campanas <strong>de</strong> Compostela, almíbares <strong>de</strong> Cuntís y Celanova, ojos azules <strong>de</strong> las rías bajas, polifemos con la cosquilla perenne <strong>de</strong>l pinar fémine; todas estas cosas y muchas más, confundiéndose con nuestro alto sentido <strong>de</strong> emigrantes—,• Perdón, estamos en Año Santo y hay olor <strong>de</strong> incienso y <strong>de</strong> reconciliación <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la raya <strong>de</strong> Portugal hasta las primitivas pallozas <strong>de</strong>l Cebrero. SINCERO VER1TAS Zurich, 1-195Í, Sobre nuestros "Quine* años" <strong>de</strong> teatro Leí ligeramente su carta y no me enteré <strong>de</strong> que lo que me pedía era mi opinión sobre la obra más significativa estrenada entre ¡922 y 1954, y contesté teniendo en cuenta únicamente las estrenadas en el año pasado, De no ser así no sé lo que hubiera contestado, pues <strong>de</strong> preguntarme por las obras que me habían gustado más hubiera hablado <strong>de</strong> "Para ti es el mundo", <strong>de</strong> "Bodas <strong>de</strong> sangre", <strong>de</strong> "La mujer asesinadila", <strong>de</strong> "Celos <strong>de</strong>l aire'' y <strong>de</strong> la 'Historia <strong>de</strong> una escalera", y hubiera nublado también <strong>de</strong> "El baile", que me gustó muc)% y, tal vez, la encuentre yo más significativa que ninguna, Pero como lo que se pi<strong>de</strong> es una obra significativa, la cosa resulta mucho más <strong>de</strong>licada. Las obras son significativas cuando reflejan el estado <strong>de</strong> un público, y por eso las significativas <strong>de</strong> los años 22 y 23 no son las mejores que se estrenaron por entonces. Hoy ya es otra cosa, el público ha mejorado- mucho y las obras pue<strong>de</strong>n ser, a la vez, significativas y buenas. Pero ya es tai<strong>de</strong> para <strong>de</strong>cir esto. í-e ruego imprima esta aclaración para los que no se hayan dado cuenta <strong>de</strong> mi error. EDGAR NEVILLE PRÓXIMO NUMERO: QUINCE AÑOS DE ANTEGUERRA JUNTO A QUINCE DE POSTGUERRA, EN <strong>EL</strong> CINE
Sentados en nuestro <strong>de</strong>spacho, escribimos sobre España. Pero, ¿y si la hemos reeorrido antes a pie <strong>de</strong> infantería? La vida cultural m <strong>de</strong>senvuelve en una tertulia angular. Sabemos 4o que dice éste, «1 otro, aquél. Conocemos a ik>s <strong>de</strong>más t-ertutlia- COLECCIÓN O CRECE O MUERE Dire«or:.FLORENTIN"O PÉREZ EMBID -Jacintt> ¥er$3güert goefe jépfe 42.~~£j i/a, por Fe<strong>de</strong>rico Sciaccs, Í-3 Ks&Mad en la poesía españo- 45- -¡.aOi *» l tf* y-tos territorios dé*, mmtíeñíes* por Jí^é jtutó" p ia ción <strong>de</strong> España, por José Ma^ na Fontana. 47.-¿a oirá <strong>de</strong> WUUani Faulkncr* a. 49.—iesíís ^a enf-ermedad <strong>de</strong>l gran escritor a, tía posesión que <strong>de</strong> su cuerpo ha tomado ya Satanás. De ahí sus manos como garras, sus pies -encorvados con HQS terribles zapatos <strong>de</strong> refuerzo metálico que ha <strong>de</strong> calzar. Tanto má>s cuanto que etí .reuma inició sus «taques, como «un aviso,, cuando estaba empezando a escribir su ruidoso libro, que sólo con un extraordinario 'esfuerzo <strong>de</strong> voluntad ha conseguido terminar, dictando a •sai sobrina Arana, q-we actúa como secretaria.