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Pablo Martín Aceña - Santander

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descrito en el epígrafe previo. No es de extrañar<br />

por ello que la decisión de aprovechar las<br />

nuevas tecnologías tuviera como principal motivación<br />

inicial reducir los costes operativos de<br />

la red, para que la estrategia de crecimiento y<br />

competencia del Banco pudiera seguir apoyandose<br />

en su ensanchamiento. El puro componente<br />

geográfico de buena parte de los costes y<br />

las ingentes tareas manuales de back office que las<br />

sucursales realizaban, explican la decisión tanto de<br />

centralizarlas, para aprovechar las economías<br />

de escala, como de mecanizarlas. Porque en una<br />

entidad cuyo intenso crecimiento de esos años se<br />

basó en el aumento de su red, los beneficios de<br />

liberar recursos humanos en las tareas manuales<br />

de back office se derivaron no tanto de su reutilización<br />

en las tareas de front office en las propias<br />

oficinas ya existentes, o en las tares específicas<br />

de los servicios centrales, sino, sobre todo, para<br />

ir desplazando personal hacia las que se iban incorporando<br />

rápidamente al sistema.<br />

Desde 1969 las memorias de la entidad van<br />

proporcionado, año tras año, una imponente<br />

lista de las aplicaciones informáticas con las<br />

que se van integrando en el proceso de centralización<br />

y mecanización las distintas operaciones<br />

de las oficinas, agencias y sucursales que se van<br />

incorporando al teleproceso en tiempo real, con<br />

Madrid, en 1973, y Barcelona, en 1974, como<br />

pioneras, pero con todas ellas ya conectadas<br />

antes de acabar la década. Si el beneficio directo<br />

del proceso en términos de ahorro y de las subsiguientes<br />

posibilidades de reciclaje de personal<br />

fueron importantes, la informatización proporcionó<br />

otros dos subproductos de enorme valor.<br />

En primer lugar, la información casi instantánea,<br />

verificada, y por oficina, de todas<br />

las operaciones relevantes, entre las que cabe<br />

citar, a modo de ejemplo, las disponibilidades<br />

en caja y en el Banco de España, los saldos interbancarios,<br />

los saldos de corresponsales en<br />

moneda extranjera, las existencias de billetes<br />

extranjeros, las operaciones con valores, los<br />

créditos concedidos, los efectos redescontados<br />

en el día y las operaciones de la División Internacional.<br />

No es preciso subrayar las enormes<br />

posibilidades que la información centralizada<br />

abrió en términos de gestión, control interno,<br />

evaluación de riesgos y diseño de estrategias<br />

y, en consecuencia, las ventajas comparativas<br />

que otorgó a las entidades que se adelantaron<br />

en su uso. Pero sí es importante insistir en los<br />

cambios organizativos que desencadenó, se<br />

plasmaran o no en los organigramas formales<br />

internos, porque además de los desplazamientos<br />

geográficos y funcionales, fue la propia y<br />

poderosa Inspección Técnica, como responsable<br />

de los aspectos técnico-organizativos y de<br />

control, la que hubo de sufrir los correspondientes<br />

ajustes, especialmente en lo que se refiere<br />

a la Intervención Contable y a la Inspección<br />

Interna. Aunque el traslado final a Madrid<br />

de la Intervención General y de la Auditoría se<br />

produjo ya en la segunda mitad de los ochenta,<br />

fuera, por tanto, del periodo cubierto en este<br />

capítulo, la centralización contable y la mecanización<br />

ya habían ido forzando cambios de<br />

hecho en los centros de decisión y en los métodos<br />

de gestión, con el progresivo relevo de sus<br />

responsables, siempre cuidadoso, casi impecable<br />

en sus formas externas, pero riguroso, casi<br />

implacable, en sus efectos internos.<br />

El otro importante subproducto de la integración<br />

contable de las oficinas a través del teleproceso,<br />

la contabilización de las operaciones<br />

en tiempo real, se tradujo en un drástico acortamiento<br />

entre las fechas valor de las operaciones,<br />

con las consiguientes ventajas obvias para<br />

los clientes y, en consecuencia, una vez más,<br />

como mecanismo de atracción en la captación<br />

de clientela; pero también fueron fundamentales<br />

los beneficios directos del ahorro derivado<br />

de la importante reducción de las inmovilizaciones<br />

de recursos retenidas en las «operaciones<br />

en camino». Asimismo hay que señalar, por<br />

último, el nada despreciable ahorro en los costes<br />

de la seguridad, al reducirse drásticamente<br />

el movimiento físico de documentos.<br />

Sin embargo, donde el aprovechamiento de<br />

las nuevas tecnologías proporcionó las ventajas<br />

comparativas más importantes no fue en el<br />

ahorro en los costes operativos medidos aisladamente,<br />

sino en combinación con la clientela,<br />

captada a través de la batería de servicios que se<br />

El <strong>Santander</strong> supo obtener los<br />

máximos beneficios de su temprana<br />

informatización y con ello consiguió ventajas<br />

comparativas sobre el resto de la banca<br />

le fue ofreciendo, sobre todo de pagos, que es<br />

donde las nuevas tecnologías, en combinación<br />

con las políticas cooperativas entre los bancos,<br />

y con el Banco de España, abrieron las mayores<br />

posibilidades. El Banco de <strong>Santander</strong> mantuvo<br />

una posición destacada en la oferta de los nuevos<br />

servicios automatizados, entre los que la<br />

domiciliación de recibos —como teléfono, gas,<br />

agua, electricidad— el descuento de efectos, la<br />

domiciliación de nóminas y el pago a proveedores<br />

mediante transferencia electrónica, fueron<br />

ofrecidos dentro de la red de la entidad bastante<br />

antes de que se generalizaran en el resto de<br />

la banca. Es más, el Banco de <strong>Santander</strong> también<br />

se adelantó en la simplificación de algunas<br />

prácticas mercantiles como, por ejemplo,<br />

el truncamiento de talones en sus sucursales.<br />

Y, por supuesto, toda la gama de posibilidades<br />

de pago —y de otros servicios, sobre todo informativos—<br />

abiertas a través del uso de tarjetas<br />

electrónicas en cajeros automáticos dentro y<br />

fuera de las oficinas bancarias, y en las compras,<br />

primero en grandes almacenes y gasolineras, y<br />

después de forma generalizada. El Banco de<br />

<strong>Santander</strong> participó en la fundación del Sistema<br />

4b, con la tarjeta electrónica 4b como su principal<br />

producto, conjuntamente con los bancos<br />

Central, Banesto e Hispanoamericano, 25 y pronto<br />

empezó a emitir también la Visa y después la<br />

tarjeta MasterCard. 26<br />

De especial importancia, no por su éxito,<br />

que fue limitado, sino por su efecto de marketing,<br />

fue la introducción del «Banco en Casa» —nuestra<br />

«vedette» es el término usado en las memorias—,<br />

un área de negocio en la que el Banco de<br />

<strong>Santander</strong> fue líder absoluto no sólo en España<br />

sino en toda Europa. Todavía hoy es objeto de<br />

preocupación, y de cierta perplejidad para las<br />

autoridades económicas españolas, las razones<br />

por las cuales el uso de las tarjetas, más<br />

allá de la extracción de billetes en los cajeros,<br />

es muy bajo en relación a otros países, mientras<br />

que la domiciliación de recibos, o el propio<br />

truncamiento de todo tipo de documentos, por<br />

ejemplo, son prácticas generalizadas que no<br />

se utilizan, sin embargo, en otras latitudes de<br />

sólida tradición financiera. Y aún preocupan<br />

más las dificultades para extender el uso de<br />

Internet y, en general, de los avances tecnológicos<br />

en el mundo de las telecomunicaciones.<br />

Pero, al margen de la responsabilidad que quepa<br />

atribuir a esa idiosincrasia específica de la<br />

clientela española, el éxito limitado del Banco<br />

en Casa en los primeros años ochenta fue un<br />

ejemplo ilustrativo de las dificultades de ir demasiado<br />

adelantados en materia de innovación<br />

informática. De hecho, a la marcha del proyecto<br />

se le impuso una ralentización forzada, a la<br />

espera de una incorporación más general del<br />

resto de la banca al proceso de mecanización<br />

y al consiguiente uso de las nuevas tecnologías<br />

en las operaciones interbancarias. Pero los beneficios<br />

de imagen como entidad innovadora y<br />

dinámica sí que fueron apreciables.<br />

La generalización de los avances informáticos<br />

y su aplicación en el desarrollo de las comunicaciones<br />

interbancarias, fue el paso imprescindible<br />

LOS CIMIENTOS DEL ÉXITO, 1963-1985 207

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