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Pablo Martín Aceña - Santander

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Pasivo (1857-1874)<br />

(EN MILLONES DE REALES)<br />

1857 5 – 2,8 0,8 – 4,7 0,1 – 13,4<br />

1858 5 – 8,4 6,0 – – 0,4 – 19,8<br />

1859 5 0,1 11,8 5,9 – – 0,5 0,1 23,4<br />

1860 5 0,4 14,7 8,0 0,7 – 0,6 – 29,4<br />

1861 7 0,7 15,7 3,0 0,4 – 0,6 – 27,4<br />

1862 7 0,7 11,6 9,9 0,2 1,04 0,7 – 31,1<br />

1863 7 0,7 7,6 5,9 0,1 0,24 0,7 0,2 22,4<br />

1864 7 0,7 10,2 8,2 0,2 – 0,9 – 27,2<br />

1865 7 0,7 4,2 11,2 0,6 – 0,6 – 24,3<br />

1866 7 0,8 4,4 13,5 0,3 – 0,2 – 26,2<br />

1867 7 0,8 7,6 10,1 0,3 – 0,5 – 26,3<br />

1868 7 0,9 7,7 10,0 0,8 – 0,1 0,2 26,7<br />

1869 7 0,9 9,1 12,6 3,8 – 0,5 0,1 34,0<br />

1870 7 1,1 5,5 10,7 2,2 1,8 0,5 0,2 29,0<br />

1871 7 1,3 7,3 14,4 2,0 – 0,5 0,1 32,6<br />

1872 7 1,3 9,5 21,0 2,1 – 0,5 0,2 41,6<br />

1873 7 1,3 11,4 23,6 2,2 – 0,6 0,3 46,4<br />

1874 7 1,3 8,9 22,0 2,7 0,4 0,3 0,2 42,8<br />

FUENTE: Banco de <strong>Santander</strong>, Memorias y Gaceta de Madrid.<br />

Activo (1857-1874)<br />

(EN MILLONES DE REALES)<br />

Caja<br />

Cartera de efectos<br />

Capital<br />

Reservas<br />

Billetes en circulación<br />

Cuentas corrientes<br />

Depósitos en efectivo<br />

Acreedores diversos<br />

Ganancias y pérdidas<br />

Varios<br />

TOTAL<br />

Corresponsales<br />

1857 2,7 9,3 1,1 0,2 0,1 13,4<br />

1858 4,1 13,9 0,4 0,2 1,2 19,8<br />

1859 10,3 12,7 – 0,2 0,2 23,4<br />

1860 5,6 21,8 1,6 0,2 0,2 29,4<br />

1861 7,1 19,5 – 0,2 0,6 27,4<br />

1862 8,0 22,7 – 0,2 0,2 31,1<br />

1863 3,2 18,1 – 0,2 0,9 22,4<br />

1864 3,5 20,1 3,2 0,2 0,2 27,2<br />

1865 4,5 17,7 0,8 0,1 1,2 24,3<br />

1866 4,1 20,4 1,6 0,1 – 26,2<br />

1867 4,8 19,6 1,6 0,1 0,2 26,3<br />

1868 3,3 22,3 1,0 0,1 – 26,7<br />

1869 3,5 27,1 3,3 0,1 – 34,0<br />

1870 2,6 25,7 – 0,1 0,6 29,0<br />

1871 4,0 26,0 2,0 0,1 0,5 32,6<br />

1872 10,6 26,2 4,3 0,1 0,0 41,6<br />

1873 5,2 38,5 2,2 0,1 0,4 46,4<br />

1874 8,2 31,7 2,8 0,1 – 42,8<br />

FUENTE: Banco de <strong>Santander</strong>, Memorias y Gaceta de Madrid.<br />

Activo real<br />

28 UN BANCO LOCAL DE EMISIÓN, 1857–1874<br />

Varios<br />

TOTAL<br />

Los beneficios de la entidad en estos años<br />

fueron modestos, sin superar el millón de<br />

reales de vellón; aumentaron en los primeros<br />

años, hasta 1864, mientras el Banco pudo desplegar<br />

una rápida expansión, pero cayeron de<br />

manera brusca en la crisis de 1866 y también<br />

en el tumultuoso año de 1868. Después de<br />

esta revolucionaria fecha se recuperaron para<br />

situarse en torno al medio millón de reales.<br />

No obstante, la rentabilidad financiera no fue<br />

nada despreciable, oscilando entre el seis y<br />

el diez por ciento, excepto en los dos aciagos<br />

Pese a las dificultades, el Banco de<br />

<strong>Santander</strong> logró fortalecerse y cumplir las<br />

funciones para las cuales fue creado<br />

años antes citados, cuando cayó a porcentajes<br />

mínimos. Ateniéndonos a este indicador puede<br />

afirmarse que, pese a las complicaciones de<br />

la época y a que se trata del primer decenio y<br />

medio de la vida de la entidad, no les fue mal<br />

a los inversores y propietarios del <strong>Santander</strong>.<br />

Con arreglo a la escasa información de<br />

que disponemos sobre dividendos, sabemos que<br />

el porcentaje recibido por los accionistas del<br />

banco cántabro, una media del cuatro por<br />

ciento, fue similar al ofrecido por su rival de<br />

Bilbao, aunque inferior al de Barcelona, una<br />

entidad más veterana y de mayor envergadura;<br />

además, ese cuatro por ciento no distó mucho<br />

del percibido por los tenedores de Deuda del<br />

Estado y, desde luego, se quedó bastante por<br />

encima del que obtuvieron los accionistas de<br />

las grandes compañías ferroviarias.<br />

En resumen, el Banco de <strong>Santander</strong> experimentó<br />

un progreso moderado en estos años,<br />

similar al del resto de las instituciones de emisión<br />

creadas al amparo de la ley de 1856; logró<br />

fortalecerse y cumplir las funciones para<br />

las cuales había sido creado: facilitó medios<br />

de pago al comercio de la ciudad y se ocupó de<br />

la financiación del tráfico colonial, uno de los<br />

objetivos para los cuales había nacido; emitió<br />

billetes con prudencia y captó un apreciable<br />

número de clientes; y, además, logró superar<br />

sin contratiempos graves la terrible crisis de<br />

1866, que causó la mortandad de tantas otras<br />

entidades de crédito.<br />

Las Juntas de Gobierno que se sucedieron en<br />

estos primeros años contaron con hábiles y experimentados<br />

hombres de negocios, como Abarca,<br />

Labat, Pedraja, Pombo y Roiz de la Parra;<br />

y tanto Cedrún como Del Diestro manejaron<br />

con acierto los resortes administrativos de la<br />

entidad; entre todos mantuvieron el barco a<br />

flote en unos años en los que las aguas bajaron<br />

turbulentas. Quizá cuando los comerciantes<br />

santanderinos fundaron el Banco aspiraban a<br />

que éste tuviese un desempeño algo más brillante<br />

en términos de crecimiento de sus activos<br />

y pasivos; quizá confiaban en un aumento<br />

rápido de los intercambios mercantiles con las<br />

colonias y con el resto de la península, sobre<br />

todo a raíz de la construcción del ferrocarril.<br />

Pero los imponderables de una tornadiza coyuntura<br />

frustraron esas esperanzas. La expansión<br />

fue más moderada de la prevista, aunque el<br />

Banco no desaprovechó las oportunidades que<br />

se le presentaron. En fases de prosperidad creció<br />

y cuando llegaron tiempos de tribulación,<br />

en lugar de replegarse, se aprestó a resistir, una<br />

actitud que repetiría a lo largo de su historia<br />

ante situaciones parecidas.<br />

El Banco de <strong>Santander</strong> en<br />

el sistema fi nanciero español<br />

a mediados del siglo XIX<br />

El Banco de <strong>Santander</strong> no fue el único establecimiento<br />

de emisión surgido al amparo de la<br />

ley de 1856. 18 La oportunidad la aprovecharon<br />

otros promotores de provincia para romper el<br />

férreo monopolio del hasta entonces todopoderoso<br />

Banco de San Fernando y el de las otras<br />

dos entidades que gozaban de un privilegio<br />

similar en sus respectivas provincias, como el<br />

Banco de Barcelona y el Banco de Cádiz, ambos<br />

fundados en 1844. Así, de sólo tres entidades<br />

se pasó a 21 en 1866. Las primeras en crearse<br />

fueron dos andaluzas, el Banco de Málaga y el<br />

de Sevilla, tras las cuales, en 1857, aparecieron<br />

otras cuatro: el Banco de Bilbao, el de <strong>Santander</strong>,<br />

el de Valladolid y el de Zaragoza; después,<br />

en los años sesenta nacieron el Banco de La<br />

Coruña y el de San Sebastián, y en el bienio<br />

1864-1865 los bancos de Burgos, Balear, Jerez,<br />

Oviedo, Palencia, Pamplona, Reus, Santiago,<br />

Tarragona y Vitoria. Todos ellos, junto con las<br />

sucursales del Banco de España, formaron una<br />

tupida red de emisores que permitió ampliar la<br />

gama de medios de pago de la economía, promovió<br />

el uso del papel moneda hasta entonces<br />

muy poco frecuente, y aumentó la oferta de<br />

servicios financieros.<br />

Tampoco fue el <strong>Santander</strong> el único establecimiento<br />

financiero erigido en España. Con la ley<br />

de Sociedades de Crédito, la otra norma aprobada

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