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Pablo Martín Aceña - Santander

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José María de Pereda<br />

El famoso escritor supo conjugar su pasión literaria con<br />

la actividad política y financiera: perteneció a la Junta<br />

del Banco y fue su presidente. Muy implicado en la vida<br />

pública de <strong>Santander</strong>, llegó a ser diputado carlista<br />

por la provincia.<br />

Paseo de Pereda<br />

Paseo y jardines de Pereda a comienzos del siglo XX.<br />

En el centro se puede ver el genuino Hotel Doña<br />

Francisca que, desde 1923, se convertiría en la sede<br />

principal del Banco hasta la actualidad.<br />

negociaciones lo antes posible; 47 los partidarios<br />

del pacto parece que fueron bastante persuasivos,<br />

pues con el propósito de poder alcanzar un<br />

acuerdo, dos días después la Junta del <strong>Santander</strong><br />

decidió mejorar su oferta rebajando su petición<br />

a 1,4286, mediante una carta enviada por Pereda<br />

a Cabrero. En respuesta a esta última oferta,<br />

Cabrero, en contacto permanente con Isidoro<br />

del Campo, comunicó por escrito a Pereda que<br />

el Mercantil sólo aceptaba un cambio de 1,375<br />

La defensa a ultranza de los intereses<br />

de sus accionistas decidió al Banco de<br />

<strong>Santander</strong> por la renuncia a fusionarse<br />

con el Banco Mercantil<br />

acciones de su propia sociedad por una acción<br />

del <strong>Santander</strong>. Como parecía imponerse un cierto<br />

ánimo de conciliación, tras la correspondiente<br />

deliberación, la Junta de Gobierno decidió<br />

admitir esta proposición, siempre y cuando la<br />

misma consistiera en entregar una y tres octavos<br />

de acción del Mercantil, de 500 pesetas, completamente<br />

pagadas a cambio de un título de valor<br />

nominal equivalente del Banco de <strong>Santander</strong>.<br />

El trato estuvo a punto de consumarse, hasta<br />

el punto de que el 12 de octubre la prensa local<br />

anticipó una más que segura fusión. El anuncio<br />

fue precipitado, pues volvieron a surgir serias discrepancias<br />

entre las partes implicadas, ya que los<br />

representantes del Mercantil aclararon unos días<br />

después que su propuesta consistía en efectuar el<br />

canje con acciones liberadas pero no satisfechas,<br />

es decir, sin haber desembolsado el capital en su<br />

totalidad. Los responsables del antiguo emisor<br />

consideraron una burla la propuesta: no sólo era<br />

inaceptable, sino también ilegal, por lo cual rechazaron<br />

la oferta sin paliativos, y también sin<br />

pena, por considerarla lesiva para los intereses<br />

de los accionistas. Como reconoció el presidente<br />

de turno, no fue «posible encontrar una fórmula<br />

de avenencia». 48 Por su lado, los del Mercantil<br />

adujeron que habían hecho «todas las<br />

gestiones [posibles] para la fusión con el Banco<br />

de <strong>Santander</strong> [y] que para conseguir aquel fin<br />

se llegó al último extremo en el terreno de las<br />

concesiones». 49 Fracasadas las negociaciones, el<br />

Banco Mercantil aceleró los preparativos para la<br />

instalación de sus oficinas, en el entresuelo del<br />

número 1 de la plazuela del Príncipe; abrió sus<br />

puertas al público el día 4 de noviembre de 1899<br />

y las mantuvo abiertas durante cuatro décadas y<br />

media, hasta 1946, cuando el Banco de <strong>Santander</strong><br />

se lo tragó en una célebre jugada de absorción de<br />

la que nos ocuparemos más adelante.<br />

Nuestra historia habría terminado en 1899<br />

si la fusión se hubiera materializado. Las negociaciones<br />

entre los bancos de <strong>Santander</strong> y<br />

Mercantil no cuajaron, sobre todo porque los<br />

administradores de aquél buscaron las condiciones<br />

más ventajosas para sus accionistas, a<br />

lo cual antepusieron cualquier otra consideración.<br />

Los experimentados dirigentes de la<br />

antigua entidad cántabra eran conscientes de<br />

que el Mercantil sería un temible competidor,<br />

un rival potente, con un músculo financiero<br />

superior al suyo; no parece que eso les amedrentara.<br />

A los negociadores de aquel verano<br />

se debe el mérito de haber defendido con acierto<br />

los intereses de la entidad, es decir, los de<br />

los accionistas, en absoluto los suyos. Siempre<br />

se mostraron dispuestos a parlamentar con sus<br />

futuros rivales y estuvieron a punto de firmar<br />

la fusión, si con ello se hubiera beneficiado a<br />

los propietarios del Banco; como no fue así, la<br />

rechazaron y, por segunda vez en su historia, el<br />

<strong>Santander</strong> continuó su carrera en solitario; su<br />

vocación no era ganar la prueba de velocidad,<br />

ni siquiera la de media distancia; su genuina<br />

vocación, al menos la que ha demostrado hasta<br />

la fecha, parece ser más bien la de un infatigable<br />

corredor de fondo.<br />

Siglo XX: nuevos retos<br />

El cambio de siglo trajo nuevos aires y nuevos<br />

retos. La economía española aceleró su ritmo<br />

de crecimiento, merced a una oleada de inversiones<br />

privadas y públicas y a la adopción de<br />

las nuevas tecnologías vinculadas a la segunda<br />

revolución industrial: acero, metalurgia, química<br />

orgánica, electricidad, construcción de<br />

maquinaria, navegación a vapor. Entre 1900 y<br />

1914 se produjo una oleada de constitución de<br />

nuevas empresas y de ampliación de muchas<br />

de las existentes. En el caso de la banca la eclosión<br />

fue espectacular. En pocos años el sistema<br />

financiero experimentó un vuelco apreciable,<br />

tanto por el número como por el tamaño de<br />

las entidades y la naturaleza de los negocios.<br />

En Madrid se fundaron el Hispanoamericano<br />

(1900) y el Español de Crédito (1902); en 1901<br />

nacieron en Bilbao el Banco de Vizcaya y el<br />

Crédito de la Unión Minera; en otras provincias<br />

vascongadas aparecieron el Guipuzcoano<br />

(1899) y el Banco de Vitoria (1900). En el resto<br />

de España surgieron otras iniciativas de envergadura<br />

como los bancos de Vigo (1900), Burgos<br />

(1900), Valladolid (1900), Valencia (1900) y el<br />

LA SOCIEDAD DE CRÉDITO BANCO DE SANTANDER, 1875-1919 55

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