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Hernán Feldman.pdf - Saberes de Estado - IDES

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se habrá <strong>de</strong>svanecido completamente. El futuro, entonces, <strong>de</strong>viene en un paisaje incierto en el<br />

que las marcas <strong>de</strong>l materialismo y lo extranjero circunscriben un peligroso territorio acechado<br />

por fuerzas extrañas. Así parece ocurrir también con las invectivas que Sarmiento dirige en 1881<br />

contra las escuelas italianas y contra la prensa que actúa en el país como vocera <strong>de</strong> comunida<strong>de</strong>s<br />

extranjeras; todo parece entrar en estado <strong>de</strong> insurrección para disputarle a la clase patricia<br />

porteña un núcleo <strong>de</strong> pertenencia tan impreciso como permeable a las contradicciones. De<br />

manera que el Sarmiento que fustigaba la indiferencia <strong>de</strong> los extranjeros que no se naturalizaban<br />

ni participaban en los comicios electorales será el mismo que reclame que sus hijos no puedan<br />

acce<strong>de</strong>r a cargos públicos, a menos que hayan sido educados en escuelas <strong>de</strong>l <strong>Estado</strong>. Los hijos<br />

<strong>de</strong> inmigrantes a quienes el diario La Nación le sobreimprimía en 1876 el “como argentinos que<br />

son”, en resumidas cuentas, se tornan en el centro alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l cual orbitarán <strong>de</strong>svelos <strong>de</strong><br />

variado pelaje.<br />

En 1888, por ejemplo, Émile Daireaux iba a recoger en Vida y costumbres en el Plata el<br />

acrisolado cuadro <strong>de</strong> recelos que se habían dado cita <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Pellegrini en 1863 hasta Sarmiento en<br />

1881. Como antes lo había hecho un Mansilla <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su lugar netamente porteño, Daireaux<br />

asumirá como observador foráneo una mirada etnográfica que se maravillará ante los logros y<br />

fracasos <strong>de</strong> lo que ésta atribuye con mecánica persistencia a las “<strong>de</strong>mocracias americanas”. 35<br />

Entre aquellos aspectos que suscitan el estupor aludido, aparece en Daireaux la ya escasamente<br />

sorpren<strong>de</strong>nte legión <strong>de</strong> pequeñuelos que, sin saber leer o escribir, seleccionan periódicos al por<br />

mayor. Si bien Daireaux no iba a hablar <strong>de</strong> la calle en términos <strong>de</strong> estricta pertenencia, como lo<br />

había hecho Pellegrini o el diario La Nación, el francés se aventuraba sin embargo a poner en<br />

duda las lealta<strong>de</strong>s nacionales <strong>de</strong> esa multitud <strong>de</strong> niños que integraban los crecientes cuadros <strong>de</strong> la<br />

mano <strong>de</strong> obra informal urbana. Daireaux, en efecto, va a <strong>de</strong>finir a estos muchachos como<br />

“granujas cosmopolitas, venidos no se sabe <strong>de</strong> dón<strong>de</strong>, ciudadanos <strong>de</strong> naciones cuyo nombre<br />

ignoran aún”. 36<br />

El niño <strong>de</strong> la calle en la crónica <strong>de</strong> Daireaux <strong>de</strong>viene en una especie <strong>de</strong> extraordinario<br />

actor en miniatura que encarna una más <strong>de</strong> las múltiples fuerzas que interactúan en el mercado<br />

urbano mo<strong>de</strong>rno. “Abandonando la escuela”, comenta Daireaux, “apren<strong>de</strong> en [la calle] la vida y<br />

toma lecciones prácticas, siendo, si no el ven<strong>de</strong>dor más importante, por lo menos el más<br />

alborotador”. 37 El registro costumbrista <strong>de</strong>l francés aborda como una suerte <strong>de</strong> espectáculo<br />

<strong>de</strong>slumbrante al niño <strong>de</strong> entre siete y quince años que “ocupa la calle” con sus gritos<br />

<strong>de</strong>stemplados <strong>de</strong> ven<strong>de</strong>dor ambulante. 38 Abrevando alegremente <strong>de</strong> este universo <strong>de</strong><br />

curiosida<strong>de</strong>s locales, Daireaux advierte que este niño -en vez <strong>de</strong> saber leer- parece encontrarse<br />

dotado <strong>de</strong> un afilado olfato por la noticia atrapante y <strong>de</strong> una “garganta <strong>de</strong> cobre que vibra a pesar<br />

35 El recelo que la palabra “<strong>de</strong>mocracia” generaba en publicistas como Daireaux -y que contaba con gestos análogos<br />

en los trabajos <strong>de</strong> Groussac, Cané y Ramos Mejía- encuentra como precursor intelectual <strong>de</strong> cabecera a François<br />

Guizot. En una <strong>de</strong> sus sentencias más categóricas, Guizot le endilgaba al omnímodo uso que se hacía <strong>de</strong> la palabra<br />

<strong>de</strong>mocracia la reponsabilidad <strong>de</strong> todos los males <strong>de</strong> la sociedad mo<strong>de</strong>rna. “Le chaos se cache aujourd’hui sous un<br />

mot: Démocratie. C’est le mot souverain, universel. Tous les partis l’invoquent et veulent se l’approprier comme<br />

un talisman”. Guizot, François: De la démocratie en France, Société Tipographique Bélge, Bruxelles, 1849, p. 11.<br />

Sobre el papel intelectual que ejerció Guizot en la emergencia <strong>de</strong>l liberalismo francés, véase Rosanvallon, Pierre:<br />

“François Guizot and the Sovereignty of Reason”, en Democracy Past and Future, Columbia University Press, New<br />

York, 2003, pp. 117- 126.<br />

36 Daireaux, Émile: Vida y costumbres en el Plata, Félix Lajouane Editor, Buenos Aires, 1888, t. 1, p. 146.<br />

37 I<strong>de</strong>m, p. 145.<br />

38 I<strong>de</strong>m, p. 145.

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