Convivencia ciudadana - IDEP
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<strong>IDEP</strong>- Revista Educación y Ciudad Número 17 / Segundo semestre de 2009<br />
<strong>Convivencia</strong> <strong>ciudadana</strong><br />
17
<strong>Convivencia</strong> <strong>ciudadana</strong>
Revista del Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico <strong>IDEP</strong><br />
No.17 Segundo semestre de 2009<br />
<strong>Convivencia</strong> <strong>ciudadana</strong><br />
Director Álvaro Moreno Durán<br />
Consejo Directivo Abel Rodríguez Céspedes, Jorge Iván González Borrero, Myriam Ochoa, Clara Inés Rubiano Zornosa,<br />
Pedro Pinilla<br />
Comité Editorial Álvaro Moreno Durán, Director <strong>IDEP</strong><br />
Gladys Amaya, Fundación Universitaria Monserrate<br />
María Teresa López, Decana de la Facultad de Educación, Universidad Libre<br />
Carlos Uribe Celis, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, D.C.<br />
Claudia Bustos, investigadora<br />
Comité Científico Eloisa Vasco, Colombia; Federico Revilla G., España; Gloria Pérez Serrano, España, Jaume Trilla Bernet,<br />
España; José Ángel López Herrerías, España; Rocío Rueda Ortiz, Colombia; Araceli de Tezanos, Francia.<br />
Editor y traductor Alfonso Velasco Rojas<br />
Corrector de estilo Patricia Quimbayo, Rolando Villalba, Mateo Cardona, Edwin Mondragón<br />
Subdirector Académico Hernán Suárez<br />
Coordinación de Comunicación <strong>IDEP</strong> Diana María Prada Romero<br />
Diseño, diagramación e iconografía Taller Creativo de Aleida Sánchez B. Ltda.<br />
www.tallercreativoaleida.com.co<br />
tallercreativoaleida@yahoo.com<br />
Zamara Zambrano S.<br />
Fotografía Licinio Garrido H.<br />
Cesar Corredor P.<br />
Archivo <strong>IDEP</strong><br />
Fotoilustración Andrea Sarmiento B., Zamara Zambrano S., Mauricio Suárez.<br />
Los conceptos y opiniones de los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no comprometen<br />
la política institucional del <strong>IDEP</strong>.<br />
Impresión Subdirección Imprenta Distrital<br />
Precio por ejemplar<br />
Colombia: $10.000.oo<br />
América Latina: U$15.00<br />
Publicación semestral del <strong>IDEP</strong><br />
Área de Comunicación, Divulgación y Socialización<br />
Correspondencia, información, canjes y suscripciones<br />
Avenida El Dorado No. 66-63. Piso 1o. Bogotá, D.C., Colombia<br />
Teléfonos 324 1262 – 324 1263,<br />
Correo electrónico: idep@idep.edu.co - www.idep.edu.co<br />
Los conceptos y opiniones de los artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no comprometen<br />
la política institucional del <strong>IDEP</strong>.<br />
El Comité Editorial agradece los artículos enviados voluntariamente y se reserva la decisión de su publicación<br />
en la revista.<br />
Se autoriza la reproducción de los artículos citando la fuente y los créditos de los autores; se agradece el<br />
envío de la publicación en la cual se realice la reproducción.<br />
Impreso y hecho en Colombia<br />
1.000 ejemplares<br />
Diciembre de 2009
Contenido páginas<br />
Escuela y cultura política democrática: ¿vamos en contravía?<br />
Paul Bromberg Z. ..................................................................................................................<br />
La pedagogía <strong>ciudadana</strong> en Bogotá: ¿un proyecto autoritario,<br />
o el mínimo común necesario para la construcción de una<br />
democracia radical?<br />
Javier Sáenz Obregón..........................................................................................................<br />
Confl icto escolar y formación <strong>ciudadana</strong>. Apuntes para una<br />
lectura agonística de la cotidianidad escolar<br />
Alexis V. Pinilla Díaz........................................................................................................<br />
La invención del ciudadano en la América Latina de siglo<br />
XX: Una mirada a través de la investigación histórica de los<br />
manuales de civismo en Colombia y Argentina<br />
Ruth Amanda Cortés Salcedo......................................................................................<br />
La formación en la diversidad y con la diversidad: una<br />
necesidad para la formación <strong>ciudadana</strong> de la población con<br />
limitación visual<br />
Olga Lucía León Corredor, Dora Inés Calderón ......................................................<br />
Escuela, carnaval y construcción de lo público: una<br />
experiencia y muchas paradojas<br />
Carlos Miñana, Martha Orozco, José Gregorio Rodríguez, María Nilsa Castaño,<br />
Rosa Isabel Camelo, David Gómez......................................................................<br />
El espacio público visto por los niños y los jóvenes<br />
Diana Wiesner Ceballos, Alejandro Galante Zapata, Adriana Ayala Posso ..........<br />
Ciudadanía, sociedad, cultura, educación<br />
Jorge Enrique Londoño Pinzón, Marcos González Pérez, Julio César Goyes<br />
Narváez .......................................................................................................<br />
7<br />
23<br />
37<br />
53<br />
87<br />
101<br />
125<br />
131
Editorial<br />
4<br />
Editorial<br />
A la escuela, tradicionalmente consagrada a la formación<br />
intelectual y a los procesos de enseñanza – aprendizaje, se<br />
le suman ahora problemas complejos y de gran impacto<br />
social, como la violencia, la pobreza y la miseria, los<br />
enfrentamientos y abusos permanentes al interior de la<br />
familia, el uso de drogas y estupefacientes, los mensajes<br />
violentos o los mensajes degradantes de los medios de<br />
comunicación, todo lo cual permea la vida escolar y<br />
altera la convivencia.<br />
Existen varios enfoques en el abordaje de estas nuevas<br />
problemáticas. El Ministerio de Educación Nacional,<br />
por ejemplo, centra su atención en derechos, resolución<br />
de conflictos, formación moral y la educación en<br />
valores; de otro lado, el Plan Sectorial de Educación<br />
de Bogotá, ha dado énfasis a la prevalencia plena de los<br />
derechos humanos y a la seguridad de los niños y niñas<br />
en los colegios; las instituciones educativas, por su<br />
parte, intentan asumir el reto, ampliando su mirada a<br />
la diversidad cultural, a la perspectiva de género, a los<br />
proyectos sociales y la mayoría de las veces, modificando<br />
sus manuales de convivencia. En la práctica, el colegio,<br />
no siempre actúa con éxito, avasallado por la diversidad,<br />
complejidad y magnitud de las circunstancias que alteran<br />
la convivencia escolar.<br />
Las nuevas responsabilidades encargadas a la escuela<br />
suscitan grandes interrogantes sobre los alcances y<br />
límites de la acción educativa y formativa de la escuela,<br />
y sobre los medios, los enfoques pedagógicos y los<br />
contenidos curriculares necesarios para acometer las<br />
responsabilidades encomendadas. Para contribuir<br />
a la reflexión, Educación y Ciudad abre sus páginas<br />
a expertos que se ocupan del complejo tema de las<br />
relaciones entre educación y cultura <strong>ciudadana</strong>.<br />
En este contexto, resultan particularmente importantes las<br />
investigaciones realizadas por el Instituto para la Investigación<br />
y el Desarrollo Pedagógico, <strong>IDEP</strong> que permiten comprender<br />
de manera específica este fenómeno en Bogotá.<br />
Gabriel Restrepo, en su obra “Hacia un nuevo modelo<br />
de socialización democrática”, retoma 18 investigaciones<br />
y 12 innovaciones, realizadas por el <strong>IDEP</strong> entre 1998<br />
y 2001, en temas como cultura <strong>ciudadana</strong>, formación<br />
en valores, convivencia; en donde participaron<br />
docentes de colegios públicos y privados, universidades,<br />
ONGs y centros de investigación, y muestra cómo<br />
las instituciones educativas, en medio de su compleja<br />
naturaleza y funcionamiento, han desarrollado estrategias<br />
y propuestas constructivas y creativas para orientar y<br />
hacer efectiva una formación democrática y en valores<br />
ciudadanos de los estudiantes. Ruth Amanda Cortés, en<br />
un trabajo descriptivo, examina proyectos desarrollados<br />
por el <strong>IDEP</strong> entre 1997 y 1999, cuyos temas fueron<br />
valores, convivencia y ciudad.<br />
En el 2003, se desarrollaron seis proyectos en “Escuela<br />
y niñez en situación de vulnerabilidad”, y en el marco<br />
de la convocatoria “Generar procesos de aprendizajes<br />
ciudadanos en estudiantes de básica primaria, básica<br />
secundaria y media del Distrito Capital”, se retomaron<br />
trece propuestas sobre ciudadanía, relaciones con la<br />
escuela y con los sujetos que la conforman. En esta<br />
ocasión, los docentes investigadores avanzaron en la<br />
comprensión de nociones y conceptos provenientes de
diversas disciplinas sociales y en el posicionamiento de<br />
los mismos para la interpretación de hechos sociales que<br />
suceden en el interior de la escuela.<br />
Entre el 2005 y 2008 diferentes convocatorias<br />
promovieron la investigación, innovación y sistematización<br />
de experiencias pedagógicas en derechos humanos.<br />
En particular se destaca el proyecto para transferir la<br />
experiencia del Colegio del Cuerpo de Cartagena y del<br />
programa de comunicaciones de la Universidad Javeriana<br />
para crear culturas de paz y reducir formas de violencia<br />
en instituciones educativas de la localidad de Usaquén.<br />
Desarrollado en el marco del Plan Sectorial de Educación<br />
2008-2012, un referente importante del <strong>IDEP</strong> es el<br />
programa de Pedagogía Ciudadana, que involucra a la<br />
comunidad educativa, a varias entidades del Distrito<br />
y otras organizaciones. Se trata de una investigación<br />
longitudinal a 12 años, en la cual la convivencia es<br />
un resultado de la Cultura Ciudadana, así: “cultura<br />
<strong>ciudadana</strong> es un conjunto de prácticas sociales que<br />
generan pertenencia, respeto por el patrimonio público,<br />
reconocimiento de derechos y deberes, convivencia y<br />
sentido de participación”.<br />
La convivencia, en este contexto, se entiende como un<br />
espacio de interacción social, en la cual los individuos<br />
de un grupo se autorregulan y se regulan mutuamente,<br />
se toleran, respetan e incluyen entre sí, armonizan sus<br />
intereses individuales con los colectivos; presentan<br />
soluciones pacíficas ante los conflictos; y mantienen<br />
en conjunto unas normas básicas, tanto legales como<br />
culturales, bajo una visión compartida de vida.<br />
De estos nexos entre <strong>Convivencia</strong> y Cultura Ciudadana,<br />
surge la presente edición de Educación y Ciudad, titulada<br />
<strong>Convivencia</strong>, Escuela y Cultura Ciudadana. Este número<br />
recoge planteamientos y experiencias educativas,<br />
muestra las dinámicas que se dan al interior de la escuela<br />
y que pueden articularse con otras propias de la ciudad y<br />
viceversa, y, al mismo tiempo, contribuyen a la formación<br />
integral de los escolares y futuros ciudadanos.<br />
El artículo Ciudadanía, sociedad, cultura, educación,<br />
plantea criterios teóricos, conceptuales y metodológicos,<br />
orientados al desarrollo de estrategias pedagógicas que<br />
hacen posible la formación en cultura <strong>ciudadana</strong> –<br />
convivencia dentro de la escuela.<br />
Del mismo modo, en Escuela, carnaval y construcción<br />
de lo público: una experiencia y muchas paradojas, es<br />
posible ver el proceso que se ha dado al interior de una<br />
institución educativa de Bogotá, incluyendo las nociones<br />
de fiesta y carnaval dentro de las dinámicas pedagógicas<br />
de la escuela y así crear un ambiente académico de<br />
convivencia.<br />
Igualmente, el artículo La pedagogía <strong>ciudadana</strong> en<br />
Bogotá: ¿un proyecto autoritario, o el mínimo común<br />
necesario para la construcción de una democracia<br />
radical?, examina una serie de estrategias desarrolladas<br />
por la administración de Bogotá, que persiguen la<br />
formación de cultura <strong>ciudadana</strong> tanto en adultos como<br />
en población escolar, con miras al mejoramiento de<br />
la convivencia y la calidad de las relaciones que los<br />
individuos establecen con los demás y con la propia<br />
ciudad.<br />
17<br />
5
Editorial<br />
6<br />
Por su parte, La invención del ciudadano en la América<br />
Latina de siglo XX: una mirada a través de la investigación<br />
histórica de los manuales de civismo en Colombia y<br />
Argentina, realiza un rastreo histórico de los manuales<br />
de civismo que han sido utilizados por los gobiernos en<br />
Colombia y Argentina para formar un tipo determinado<br />
de ciudadano, y en el cual se muestra la transformación de<br />
la idea de ciudadano y ciudadanía, en donde está implícita<br />
la convivencia, y como han venido evolucionando a través<br />
del tiempo, estos conceptos, gracias a la adopción de<br />
nuevos lineamientos ideológicos y políticos.<br />
Los artículos aquí presentados están encaminados a la<br />
reflexión sobre el rol que desempeña la educación en<br />
la construcción de la Cultura Ciudadana y viceversa,<br />
y en particular con uno de sus elementos esenciales:<br />
la convivencia humana y sus manifestaciones en la<br />
convivencia escolar
Escuela y cultura política<br />
democrática:<br />
¿vamos en contravía?<br />
School and politic democratic culture: are we in the wrong direction?<br />
Paul Bromberg Z. *<br />
* Docente - investigador vinculado al Instituto de Estudios Urbanos, Escuela de Arquitectura y Urbanismo, de la Universidad Nacional de<br />
Colombia.
Resumen Los actores políticos colombianos parecen estar en una competencia desbocada por<br />
emitir el discurso más políticamente correcto en educación, mientras es preocupante la<br />
correlación entre nivel educativo y cultura política democrática que muestra la Encuesta de<br />
Culturas (2007, Bogotá). Se sugiere regresar el concepto de democracia como poliarquía<br />
y reducir las expectativas de la educación básica a lo que es instrumentalmente posible:<br />
explicar los fundamentos del régimen político democrático.<br />
Palabras claves: poliarquía, cultura política, educación.<br />
Abstract Political activists in Colombia seem to be in a boundless competition to deliver the most<br />
politically correct speech on education, while the results of the Bogota Culture Survey<br />
(2007) in the correlation between educative level and democratic political culture are<br />
worrisome. It is suggested to go back to basics, poliarchy, and to reduce expectations<br />
on basic education to what is instrumentally possible: to explain the foundations of a<br />
democratic political regime.<br />
Key words: poliarchy, political culture, education.
Defi niciones, fuentes empíricas y teóricas<br />
¿Qué fuentes empíricas y teóricas debemos consultar los<br />
profesores para verificar, justificar o explicar si “lo estamos<br />
haciendo bien”? Los datos con los que evidentemente<br />
contamos son los de las pruebas que empleamos para<br />
evaluar. Para quienes pensamos que toda reflexión<br />
científica sensata necesita contrastación con alguna<br />
suerte de hechos, las fuentes teóricas tienen que sernos<br />
útiles para interpretar la relación entre nuestros esfuerzos<br />
y los resultados. Si contamos con espíritu científico<br />
(en caso contrario estamos en el lugar equivocado) 1 no<br />
despreciaremos ni las teorías ni los datos, ni lo tomaremos<br />
con descuido, pero los hechos solos no demuestran<br />
nada y las teorías que no propongan formas claras de<br />
aludir a ellos corren el riesgo de ser palabrería vana.<br />
El párrafo anterior narra la situación más sencilla, la<br />
que se cubre bajo la sombrilla de la didáctica, es decir,<br />
la técnica enseñanza-aprendizaje, y en el caso que es más<br />
simple aún, cuando se busca brindar conocimientos para<br />
describir o interpretar el objeto de trabajo de alguna<br />
técnica o disciplina consolidada. La palabra instrucción<br />
se emplea a menudo para describir estos objetivos<br />
(Jaramillo, 1978). A pesar de la sencillez de la situación,<br />
cualquier explicación de los fracasos y los éxitos en esta<br />
labor de instrucción no es de ninguna manera evidente.<br />
Incluso, no es sencillo saber qué es éxito y qué es<br />
fracaso, salvo en los casos en que simplemente se pide<br />
en las pruebas repetir lo enseñado. Si el resultado es<br />
malo, ¿falló el profesor? ¿El currículo? ¿El grupo de<br />
estudiantes? ¿El sistema educativo en su conjunto? ¿La<br />
misma puesta en escena de la relación pedagógica?<br />
1 Se ha vuelto común aplicar la palabra saberes a la manera de hacer las cosas y sus justificaciones, que no pasan por el tamiz de la<br />
reflexión sistemática con afán de coherencia. Y además, se ha vuelto políticamente correcto equipararlos a conocimiento. “Validar<br />
saberes”, se dice por ahí. Por el hecho de que los saberes permiten a los individuos moverse en el océano de la cotidianidad,<br />
algunos no aceptan describirlos como conocimiento limitado, porque eso los degrada. No compartimos este punto de vista, y<br />
por eso aquí recalcamos la necesidad de la reflexión sistemática en asuntos pedagógicos, que incluye modelos (ligados a teorías)<br />
y contrastación empírica.<br />
17<br />
9
Escuela y cultura política democrática<br />
10<br />
A partir de las inquietudes de esta situación simple es<br />
usual cuestionar los fines mismos de todo el proceso<br />
educativo. Pasamos de la didáctica a la pedagogía: “la<br />
reflexión aplicada tan metódicamente como se pueda a<br />
los temas de la educación” (Durkheim, 1992; Jaramillo,<br />
1978). Lamentablemente, las pruebas de verificación<br />
son mucho, pero mucho más complejas mientras más<br />
nos alejemos de la situación didáctica. Al subir y subir<br />
para abarcar más condiciones fuera del aula, también<br />
comenzamos a colgarle a la educación lo que ya no puede<br />
hacer. El riesgo es éste: como no pudimos hacer lo más<br />
fácil, entonces propongámonos hacer lo difícil. Advertir<br />
sobre este riesgo es el leit motiv de este artículo.<br />
En la siguiente sección haré un recuento con riesgos<br />
acerca de la manera como evolucionó el campo de la<br />
educación en los siglos XIX y XX, mencionando los<br />
ejemplos de Francia, Inglaterra y Colombia. Brevemente<br />
constataremos cómo se saltó de la reflexión acerca de<br />
la educación de individuos en abstracto, del “hombre”<br />
(en ese tiempo no se educaban mujeres), a las políticas<br />
públicas educativas (término algo anacrónico para el siglo<br />
XIX), y cómo de objetivos basados en la instrucción,<br />
cuyos logros son más o menos medibles, se pasó a<br />
cargarle de todo a la escuela: “formar ciudadanos de<br />
verdad, honestos, tolerantes, productivos y felices”,<br />
cuestión bastante difícil de medir. En la tercera, discutiré<br />
sobre la cultura política democrática y mostraré algunos<br />
resultados que indagan (más que miden) acerca de<br />
la influencia de la educación secundaria en la cultura<br />
política bogotana, a partir del análisis de la “Encuesta<br />
de Culturas” que el Observatorio de Culturas de la<br />
Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y Deporte<br />
aplicó en Bogotá a finales de 2007 (Bromberg et al.,<br />
2008). Para terminar, en la sección cuarta discutiré las<br />
inquietudes que estos resultados generan sobre lo que<br />
estamos haciendo en el sistema escolar para conseguir<br />
que éste ayude a “consolidar la democracia”.<br />
Educación<br />
En 1933, los Principios de urbanismo llamados La Carta<br />
de Atenas, de Le Corbusier, hablaban de cuatro funciones<br />
básicas de la ciudad: habitar, trabajar, recrearse, y la<br />
circulación, que las conectaba (Le Corbusier, 1993). No<br />
se menciona la educación. En cambio hoy en día, cuando<br />
se analiza la ciudad, resulta que el desplazamiento hacia<br />
los sitios de estudio es el segundo gran consumidor de<br />
espacio público de desplazamiento y de tiempo social<br />
de desplazamiento, el porcentaje de vida cotidiana<br />
vinculado a la educación es enorme y el imaginario<br />
sobre los fines de la educación copa parte sustancial del<br />
discurso político. Así lo reconocemos hoy en día, pero<br />
como vemos, es bien reciente.
En un lapso relativamente breve del desarrollo del capitalismo y la urbanización, convergieron:<br />
1. El ocio de una juventud que paulatinamente fue dejando de ser necesaria para la producción<br />
y para la reproducción económica de la familia: la escuela misma creó la adolescencia, el<br />
período en que siendo una persona madura, el joven se sustrae del mercado de trabajo<br />
(Horton, Hunt, 1990);<br />
2. Las necesidades crecientes de nivel educativo para la producción, especialmente en<br />
lectoescritura y alfabetismo numérico; y<br />
3. Un régimen político que reclamaba niveles mínimos de instrucción universal para situar la<br />
educación en un lugar privilegiado de la sociedad y del Estado.<br />
El proceso que los antropólogos llamarían endoculturación,<br />
y los sociólogos socialización, no podía dejarse espontánea<br />
y únicamente a la familia y a la parroquia. La transmisión<br />
de saberes a las nuevas generaciones, basada en el hogar<br />
y en la contribución desde niños a la economía familiar,<br />
tan propia del medio rural, se entregó en la ciudad a un<br />
complejo institucional que en el mundo actual se llama<br />
educación. Ahora, a diferencia de antes, es un proceso<br />
masivo, “consciente y organizado” (Azevedo, 2004).<br />
Así, cuando hablamos de educación no lo hacemos como los<br />
pensadores/filósofos que la trataron —incluso Rousseau, el<br />
campeón del igualitarismo— como la educación de algunos,<br />
sino como política pública. Una diferencia muy grande, que<br />
distingue a los teóricos/filósofos de la educación previos<br />
al siglo XIX y la constitución de las disciplinas científicas<br />
modernas, de los diseñadores e ideólogos posteriores a la<br />
era napoleónica. Entre “lo que debe ser la educación”, en<br />
general, en abstracto, y la educación como política pública,<br />
“pública o privada”, “universal”, “obligatoria”, “laica”,<br />
“gratuita”, por citar algunas de las características que<br />
empezaron a entrar a la deliberación en público, hay una<br />
brecha gigantesca.<br />
17<br />
11
Escuela y cultura política democrática<br />
12<br />
Por ejemplo, Napoleón pidió una educación para<br />
fomentar el amor a Francia, convertir el francés en la<br />
lengua única del Estado, promover el patriocentrismo<br />
francés y garantizar el saber técnico necesario para<br />
expandir los ideales de la Revolución francesa por<br />
Europa. ¿Tal vez el inicio de la educación como hoy la<br />
conocemos? Afirmaba en 1807:<br />
De todas nuestras instituciones la educación pública es<br />
la más importante. Todo depende de ella, el presente y<br />
el futuro. Es esencial que las ideas morales y políticas de<br />
la generación que está creciendo en este momento no<br />
dependan de las noticias del día o de las circunstancias<br />
del momento. Ante todo, debemos asegurar la unidad:<br />
debemos ser capaces de forjar una generación completa<br />
bajo el mismo molde (Markham, 2009).<br />
Por otro lado, en Inglaterra, tradicionalmente antiestatista<br />
y dominada por el liberalismo decimonónico, no era de<br />
esperarse una propuesta de intervención de este tipo.<br />
En su célebre conferencia en Cambridge de 1949 el<br />
sociólogo Thomas H. Marshall (1993) describe la manera<br />
como Alfred Marshall, el economista responsable de<br />
la síntesis neoclásica, proponía la única intervención<br />
aceptable del Estado más allá de la justicia y el<br />
cumplimiento de los contratos: con el fin de realizar el<br />
bienestar que para todos promete el mercado, el Estado<br />
debe imponer la educación obligatoria a los niños. “Se<br />
trata de obligarlos y ayudarlos a subir el primer peldaño”<br />
(op. cit.). El resto ya lo haría cada cual empleando su<br />
libertad de elegir.<br />
Algo semejante proponían nuestros liberales<br />
decimonónicos, a partir de 1863: la educación es la<br />
garantía para que tenga sentido cualquier institución<br />
democrática (Silva, 1989). Pero no se trataba de<br />
enseñar el amor por la democracia, o las competencias<br />
democráticas, sino enseñar a leer y escribir. Lo demás<br />
lo haría la vida en sociedad. Diferente de la explosión<br />
de cargas que se asignaron desde la última mitad del<br />
siglo XX a la educación en nuestro país: “La baja calidad<br />
de la educación formal básica incide negativamente…<br />
sobre el desempeño cívico y cultural de la población.<br />
Esto se refleja en la falta de actitudes civilizadoras como<br />
la solidaridad, la equidad, la convivencia pacífica y el<br />
respeto por la vida” (AA. VV., 1995).<br />
Necesariamente apareció la necesidad/tentación de<br />
agregar contenidos… y hegemonizar miradas a través<br />
de ellos: ¿se enseña religión?, ¿cuál, si la respuesta es<br />
sí? El idioma: el perfeccionamiento del idioma está<br />
siempre presente y, como nos enseñan los sociolingüistas,<br />
inevitablemente crea un lenguaje formal distinto del<br />
lenguaje que se emplea en el recreo, entre los amigos y<br />
en la vida cotidiana, según la clase social (Díaz, 1997);<br />
versiones oficiales de la geografía y especialmente de la<br />
historia nacional 2 . Nuevos imaginarios surgieron sobre<br />
la formación del nuevo ciudadano, del ciudadano libre<br />
y responsable de sí mismo, o del ciudadano que el<br />
socialismo necesita, el hombre y la mujer nuevos/as, a<br />
partir de la escuela. Pero en general las reflexiones que<br />
originalmente sostuvieron la presencia y la orientación<br />
de los temas tenían claro que la función de la escuela era<br />
primordialmente la instrucción: los contenidos a enseñar.<br />
2 Durante el glasnost en la URSS, llegaron a suspenderse los exámenes finales de historia en la educación secundaria: la historia<br />
estaba en revisión. Puede uno imaginarse el grado de centralización y control sobre los contenidos y el consiguiente desconcierto<br />
cuando se permitió dudar.
El supuesto de que la enseñanza de contenidos era<br />
insuficiente se fue consolidando en el mundo durante<br />
la segunda mitad del siglo XX. Por motivación propia,<br />
o por el reto mayúsculo que significó para la pedagogía<br />
y la sociología de la educación la integración racial en<br />
las escuelas estadounidenses, a la educación (y no a la<br />
endoculturación) se le cargaron otros objetivos y para<br />
ello se han ido diseñando nuevos retos y sus métodos.<br />
La liberación no estaría en los contenidos, sino en los<br />
métodos, algo así como la versión en la educación de<br />
la frase de McLuhan: el medio es el mensaje, que se<br />
hizo famosa en los años sesenta del siglo pasado. La<br />
escuela, se sabía, es un escenario crucial del proceso de<br />
socialización de los niños, pero ahora se le definieron<br />
responsabilidades específicas en transformaciones<br />
sociales: formar el ciudadano esperado por la democracia,<br />
pero que escasea en la sociedad.<br />
Colombia no ha sido ajena a estas reflexiones, al<br />
contrario. Se han ido adaptando al carácter nacional y a<br />
nuestras particulares crisis políticas. La educación —no<br />
únicamente la endoculturación— pareciera que quedó<br />
con buena parte de la responsabilidad de fortalecer la<br />
democracia, la solidaridad, el altruismo, la tolerancia, el<br />
pluralismo, en fin, todos los valores que son deseables<br />
pero que no abundan en la calle. Somos “incrédulos,<br />
abstencionistas, ingobernables, y de un individualismo<br />
solitario por el que cada uno de nosotros piensa que sólo<br />
depende de sí mismo”. Y sin embargo, “creemos que<br />
las condiciones están dadas como nunca para el cambio<br />
social, y que la educación será su órgano maestro” 3 .<br />
Bajo el supuesto de que la transición democrática en<br />
nuestro subcontinente ha sido superada, en toda la región<br />
se le pide a la educación que coadyuve en la consolidación<br />
de la democracia. América Latina tomó las instituciones<br />
democráticas en serio, por lo menos en el sentido de<br />
que los militares permanecen en los cuarteles o están<br />
en buena parte bajo el poder civil. Cabe entusiasmarse,<br />
y a la vez dudar, con la idea de que la educación puede<br />
jugar un papel… y preocuparse por el tiempo que<br />
tardaría en notarse.<br />
El reto de contribuir a través de la escuela a la<br />
consolidación de una cultura política democrática<br />
es mayúsculo. Por una parte, por el mismo punto<br />
de partida: se viene comprobando la resistencia y el<br />
escepticismo de las nuevas generaciones 4 frente a la<br />
política y las instituciones públicas.<br />
3 Palabras de García Márquez como uno de los comisionados de la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo.<br />
4 Se entiende nueva generación como “individuos de la especie humana que, en el contexto de sociedad ‘modernas’, se<br />
incorporan por vez primera al sistema social y requieren de un aprendizaje prolongado intensivo (período de latencia),<br />
continuo, recurrente y diverso para internalizar los programas sociales. En términos operativos, personas de 0 a 18 años”.<br />
17<br />
13
Escuela y cultura política democrática<br />
14<br />
En segundo lugar, por la dificultad en separar las<br />
condiciones propias del sistema escolar de otros factores<br />
de socialización. De acuerdo con Reinhard Friedmann<br />
(1997) en su estudio sobre socialización y educación<br />
política de la niñez y la adolescencia en la República<br />
Federal Alemana y en los Estados Unidos, entre los<br />
factores que influyen en el aprendizaje político se<br />
destacan los siguientes:<br />
[…] el tipo de escuela y su estructura organizativa; el<br />
clima social de la escuela; las condiciones específicas de<br />
la clase escolar; la personalidad del profesor; su estilo<br />
de enseñanza y de gestión; la motivación del profesor;<br />
el currículo; los textos de enseñanza; el escolar con<br />
sus disposiciones específicas y sus intereses; el estrato<br />
social al que se pertenece y, por último, las actividades<br />
extracurriculares que realiza el escolar y su contacto con<br />
los grupos pares […] los controles externos de la escuela<br />
(por ejemplo: la burocracia escolar; las asociaciones de<br />
padres y los partidos políticos); la actitud de los padres,<br />
su grado de politización, su apreciación de la escuela<br />
en general y, especialmente, de la enseñanza política en<br />
particular, influyen indirectamente sobre la enseñanza.<br />
El autor añade: “…ante todo, no debe olvidarse que<br />
la socialización de la escuela no transcurre en una<br />
“isla pedagógica”, sino más bien en un ambiente de<br />
competencia con otros agentes de socialización”. Una<br />
lista como ésta deja los entusiasmos en un nivel muy bajo.<br />
En tercer lugar, por limitaciones cognitivas. Aunque<br />
algunos expertos afirman que: “La constitución de<br />
la niñez como sujeto democrático es una condición<br />
insoslayable para la consolidación y ampliación de las<br />
formas democráticas de convivencia social y política”<br />
(Maurás, 1997:18), no es claro qué quiere decir<br />
“constituir un niño como sujeto democrático”. Si lo<br />
tomamos como una combinación de aspectos cognitivos,<br />
emocionales y morales (competencias) que lo conducen<br />
a que de adulto acepte el pluralismo y reconozca los<br />
límites que debe autoimponerse para que ese pluralismo
permita la convivencia pacífica, las limitantes cognitivas<br />
pasan a primer plano, pues en ciertas edades los niños<br />
…no habrían “acumulado suficiente masa crítica de<br />
habilidades cognitivas y conocimiento político que<br />
les permita entender y responder coherentemente a<br />
preguntas como ‘¿qué es la democracia’? o para comparar<br />
la forma de gobierno de una república democrática con<br />
otras” (Allegan, Brophy, 2006).<br />
¿Acaso adquirir una cultura política democrática requiere<br />
responder a la pregunta “qué es la democracia” como<br />
forma de gobierno y compararla con otras formas de<br />
gobierno?<br />
Democracia y cultura política democrática<br />
Sorprendente, pero en nuestra Colombia posmoderna<br />
sin modernidad hay que advertir que sí, que hay que caer<br />
en estas minucias empiristas, como “comparar formas<br />
de gobierno” y la manera como éstas se concretan en<br />
sociedades reales, algunas de las cuales toman la forma<br />
de democracias. Así, una sociedad posee una cultura<br />
política democrática cuando una amplia mayoría de sus<br />
individuos valoran positivamente un buen número de las<br />
instituciones propias de ese régimen.<br />
Por supuesto, se requieren ciertas condiciones mínimas de<br />
socialización para que una persona “acepte el pluralismo<br />
y reconozca los límites que debe autoimponerse para<br />
que ese pluralismo permita la convivencia pacífica”,<br />
como señalé. Son las condiciones para vivir en sociedad.<br />
Alguna vieja sociología y su jerga política tachaba a<br />
quienes se resistían como “antisociales”, y hoy lo hacen<br />
los periodistas en sus crónicas rojas. Pero además de esas<br />
condiciones mínimas, se requiere aceptar que el régimen<br />
político democrático es, hasta ahora, la única manera que<br />
conocemos los seres humanos para organizarnos en los<br />
Estados realmente existentes de hoy en día, de varios<br />
millones de personas, con una combinación amplia de<br />
libertades compatibles con la paz. La democracia no<br />
existe sin instituciones. Se trata de un régimen político<br />
bajo el cual se organizan algunas sociedades en Estados,<br />
los Estados modernos. Como esos regímenes resultaron<br />
bastante distintos de la democracia en Atenas de hace<br />
dos siglos y medio, Dahl propuso el término poliarquía<br />
(Dahl, 1996, 2003). La poliarquía requiere unas<br />
instituciones formales, del tipo de las que contempla<br />
nuestra Constitución.<br />
17<br />
15
Escuela y cultura política democrática<br />
16<br />
La Encuesta de Culturas de 2007 mantuvo la tradición de<br />
incluir preguntas que podrían caber bajo lo que se entiende<br />
como cultura política, bajo la siguiente definición:<br />
“percepciones y declaraciones de comportamientos 5<br />
sobre el sistema político prevaleciente”. Se entrevistaron<br />
algo más de 6.000 personas en Bogotá mayores de 12<br />
años 6 . La encuesta no se diseñó para medir el impacto<br />
de la escuela en la cultura política democrática; sin<br />
embargo, es posible obtener de sus resultados algunas<br />
relaciones para introducir la discusión del tema. En la<br />
lectura de las tablas que sigue debe entenderse que el<br />
nivel educativo declarado es la respuesta a la pregunta:<br />
¿cuál es el máximo nivel educativo alcanzado por usted?,<br />
interrogación que no distinguía si el nivel había sido<br />
completado. La evolución de la cultura política en la<br />
ciudad dependerá mucho más del recambio social propio<br />
de la demografía que de todos los discursos políticos:<br />
sólo el 29% de los mayores de 50 años declararon<br />
que la secundaria es su nivel máximo educativo<br />
alcanzado, mientras en la población entre 27 y 35<br />
años el 48% respondió haber alcanzado la secundaria.<br />
Esas generaciones serán reemplazadas por otras que<br />
ya vivieron su adolescencia en la época de la cobertura<br />
universal. Justo es advertir que nos tardamos demasiado<br />
para ello: aumentamos sustancialmente el discurso sobre<br />
lo que queríamos de unas escuelas deficientes en muchos<br />
aspectos, especialmente de la cobertura.<br />
Analicemos los resultados de esta pregunta que mide<br />
predisposición a la intolerancia religiosa:<br />
NO le gustaría tener como vecinos a gente de religión distinta a<br />
la suya, mayores de 25 años<br />
Nivel educativo Total de la muestra Frecuencia Porcentaje<br />
Ninguno 204 30 15<br />
Primaria 1.352 219 16<br />
Secundaria 2.406 288 12<br />
Técnico 620 61 10<br />
Profesional 785 58 7<br />
Posgrado 69 2 3<br />
NS/NR 52 12 23<br />
Total 5.488 670 12<br />
No hay variación importante con el nivel educativo hasta<br />
que no se entra en el rango “profesional”. No se trata<br />
de la edad, pues no hay variaciones por grupo etario al<br />
emplear la edad como variable independiente. Es decir,<br />
la formación influye sobre la tolerancia religiosa, sin<br />
que en las universidades se hayan tomado cursos de<br />
tolerancia religiosa o “cómo querer a nuestros vecinos I y<br />
II”. Estas variaciones con la escolaridad se atribuyen a la<br />
movilización cognoscitiva propia de la cultura académica<br />
y a la información sobre el mundo que se recibe y se<br />
procesa practicando y desarrollando la capacidad de juzgar<br />
diversas fuentes de validación (Sudarsky, 2004a, 2004b) 7 .<br />
5 Una encuesta no mide comportamientos sino declaraciones sobre comportamientos. Por ejemplo: ¿votó usted en las últimas<br />
elecciones?<br />
6 Los detalles técnicos, la encuesta misma, los resultados en frecuencias simples y la exploración de resultados pueden consultarse<br />
en las páginas web de la Secretaría Distrital de Cultura (http://www.culturarecreacionydeporte.gov.co/observatorio/index.html)<br />
o del IEU (www.inestudiosurbanos.com). El análisis de encuesta fue realizado desde el Instituto de Estudios Urbanos por el<br />
autor y un pequeño grupo de colaboradores.<br />
7 Es interesante constatar cómo nuestra mitología nos hace sentir orgullosos de la “malicia indígena”, una desconfianza en todo<br />
tan irracional como la confianza en todo.
La siguiente tabla de respuestas muestra el mismo<br />
esquema de influencia del nivel escolar alcanzado:<br />
Porcentaje de personas que conversan sobre política<br />
Nivel educativo Total<br />
Conversan<br />
sobre política<br />
(%)<br />
Ninguno 204 46 23<br />
Primaria 1.352 277 20<br />
Secundaria 2.406 579 24<br />
Técnico/tecnológico 620 206 33<br />
Profesional 785 335 43<br />
Posgrado 69 35 51<br />
NS/NR 52 13 25<br />
Total 5.488 1.491 27<br />
Se escogió de la muestra aquellos mayores de 25 años. No<br />
hay adolescentes aquí. Vemos una variación muy pequeña<br />
dentro del rango de incertidumbre, hasta comenzar<br />
el nivel postsecundario. “Ninguno”, “primaria” y<br />
“secundaria” son estadísticamente iguales. En el análisis<br />
por grupos de edad sí se observa un ligero aumento<br />
con la edad, pero la mayor influencia está en el nivel<br />
académico alcanzado. Nuevamente, sin asistir a talleres<br />
de “interesémonos por la política”.<br />
En una sociedad con elevada cultura política democrática<br />
es importante el interés en las elecciones. Hay que tener<br />
en cuenta que la encuesta se aplica en Bogotá, en donde<br />
las reglas básicas del régimen representativo se cumplen<br />
bastante bien. ¿Cómo depende del nivel educativo el<br />
“abstencionismo por principio”?<br />
Porcentaje de personas que se declaran abstencionistas “fuertes”<br />
Nivel educativo<br />
Total<br />
(30 o más años)<br />
Frecuencia Porcentaje<br />
Ninguno 198 46 23<br />
Primaria 1.261 257 20<br />
Secundaria 1.834 394 21<br />
Técnico/tecnológico 502 78 16<br />
Profesional 661 63 10<br />
Posgrado 59 5 8<br />
NS/NR 44 11 25<br />
Total 4.559 854 19<br />
Los mayores de 30 años que alcanzaron nivel escolar<br />
“ninguno”, “primaria” y “secundaria” no se distinguen<br />
estadísticamente. La variación comienza, nuevamente,<br />
del nivel técnico en adelante. Un análisis de edades<br />
mostró que aquí también hay un efecto de edad y uno<br />
pequeño de ingresos.<br />
17<br />
17
Escuela y cultura política democrática<br />
18<br />
He aquí una tabla-síntesis con las preguntas pertinentes sobre<br />
cultura política contenidas en la Encuesta de Culturas 8 :<br />
Porcentaje de mayores de 25 años con la correspondiente<br />
trayectoria educativa, que…<br />
Primaria Secundaria Técnico<br />
22 22 21 Valora negativamente la participación<br />
45 57 61 Valora positivamente la participación<br />
18 16 14<br />
En desacuerdo con “la democracia es<br />
preferible a cualquier otra forma de gobierno”<br />
25 25 31 Le interesa la política<br />
45 46<br />
Vota en todas o en la mayoría de las<br />
59<br />
elecciones<br />
20 24 33 Conversa sobre política<br />
26 36 49 Sabe a qué partido pertenece el alcalde<br />
20 21 16 Abstencionistas por principio<br />
27 28 30 Votan porque “votar es un derecho”<br />
24 22 26 Votan porque “votar es un deber”<br />
42 46<br />
La plata de los impuestos se la roban<br />
48<br />
o se gasta en burocracia<br />
Con excepción de las dos líneas sombreadas, se observa que<br />
la educación secundaria ha aportado muy poco. Como se ha<br />
reducido la muestra a mayores de 25 ó 30 años, el resultado<br />
indaga por la influencia de una educación que se recibió de la<br />
vieja escuela, la anterior a los cambios constitucionales y los<br />
nuevos discursos.<br />
¿Cómo contribuye la escuela a la consolidación de<br />
una democracia?<br />
He propuesto reconocer que “cultura política democrática”<br />
hace referencia a un específico régimen de gobierno de algunos<br />
Estados de hoy en día, altamente valorado incluso por los<br />
que no lo tienen o no lo cumplen. Este régimen existe en un<br />
plano bien distinto del de las relaciones interpersonales. Por<br />
supuesto, quien sea incompetente para compartir con los demás<br />
las peripecias de la vida cotidiana sin generar conflictos que<br />
terminen en violencia, no cumplirá con las condiciones mínimas<br />
8 El análisis detallado se puede consultar en las páginas web de la SDCRyD y del IEU, citadas atrás.
para aceptar y participar activamente en algo tan complejo como el proceso de toma de decisiones<br />
de un régimen político democrático, en el que tiene que convivir con millones a quienes no verá<br />
jamás y, por consiguiente, sólo puede aceptar mediante razonamientos abstractos sobre justicia y<br />
sentimientos acotados de solidaridad 9 . Pero quien tiene competencias de este tipo para convivir<br />
en sociedad no necesariamente acepta un régimen democrático. Los regímenes no democráticos<br />
no están compuestos por incapaces sociales. Por régimen político democrático entendemos, lo<br />
he afirmado atrás, las instituciones de la poliarquía (Dahl):<br />
Instituciones de la poliarquía<br />
1. Funcionarios electos. El control de las decisiones en materia de política pública corresponde, según lo establece la Constitución<br />
del país, a funcionarios electos.<br />
2. Elecciones libres e imparciales. Dichos funcionarios son elegidos mediante el voto en elecciones limpias que se llevan a cabo<br />
con regularidad y en las cuales rara vez se emplea la coacción. (Hubiera podido decir que las elecciones están establecidas<br />
por la ley, y se hacen).<br />
3. Sufragio inclusivo. Prácticamente todos los adultos tienen derecho a votar en la elección de los funcionarios públicos.<br />
4. Derecho a ocupar cargos públicos. Prácticamente todos los adultos tienen derecho a ocupar cargos públicos en el Gobierno,<br />
aunque la edad mínima para ello puede ser más alta que para votar.<br />
6. Variedad de fuentes de información. Los ciudadanos tienen derecho a procurarse diversas fuentes de información, que no solo<br />
existen sino que están protegidas por la ley.<br />
7. Autonomía asociativa. Para propender a la obtención o defensa de sus derechos (incluidos los ya mencionados), los ciudadanos<br />
gozan también del derecho de constituir asociaciones u organizaciones relativamente independientes, entre ellas partidos<br />
políticos y grupos de intereses.<br />
¿Son las instituciones descritas en este cuadro las que se describen, explican, aplauden, enaltecen,<br />
encomian… en nuestro sistema escolar? No parece.<br />
Miremos la primera, la regla de reglas. De acuerdo con ella, no es afín a una cultura política<br />
democrática la idea de que las decisiones las tomen quienes no han ganado elecciones. Sin embargo,<br />
en muchos de los discursos escolares nos solazan, dizque ponderando la Constitución, con la<br />
imagen de que el mundo ideal es aquél en el que no haya elecciones, en el que participemos en<br />
asambleas para decidir en montonera. ¿No es una competencia <strong>ciudadana</strong> reconocer los riesgos<br />
de estos procedimientos, lo que han producido en la Historia? 10<br />
9 Acotados, porque la solidaridad a la que se obliga llega hasta las fronteras.<br />
10 Como la crucifixión de Jesucristo.<br />
17<br />
19
Escuela y cultura política democrática<br />
20<br />
En una pregunta de la Encuesta de Culturas se solicitó<br />
recordar derechos. ¡Menos del 1 por ciento mencionó<br />
los derechos a elegir y ser elegido! No es extraño este<br />
desinterés por lo electoral, al fin y al cabo es incluso<br />
promovido desde la educación. En efecto, luego de una<br />
gran discusión nacional en foros sobre las competencias<br />
<strong>ciudadana</strong>s, publica el Ministerio de Educación Nacional<br />
una síntesis de 37 páginas, Estándares básicos de competencias<br />
<strong>ciudadana</strong>s. Formar para la ciudadanía… ¡sí es posible!<br />
(MEN, 2004). Una guía, supongo, para promover la<br />
cultura política democrática. Aparece una vez la palabra<br />
“elecciones”. “Voto” no aparece nunca, “partido”,<br />
menos. No aparecen “Policía”, “Ejército”, “Congreso”,<br />
“Concejo”, “listas”, “ejecutivo”, “representación”,<br />
“impuestos” 11 . Si no aparecen palabras como “sanción”,<br />
“delito”, “castigo”, pues mucho menos “Código Penal”.<br />
¿No será que la escuela por lo menos debe cumplir bien<br />
el objetivo de instruir sobre estos temas y todas sus<br />
connotaciones, y luego de pronto comprometerse con<br />
lo casi imposible?<br />
Esas palabras que no aparecen, y otras del mismo talante<br />
que tampoco, tienen un defecto: son las que discutimos<br />
en el día a día en este país. Supongo que para algunos<br />
no conviene que entren a la escuela, porque se parecen<br />
demasiado al mundo real, y en la escuela nos hemos<br />
propuesto formar un ciudadano que, como dijimos atrás,<br />
no encontramos en la calle.<br />
Me temo que vamos en contravía.<br />
11 De pronto no aparecen porque se dejan para los “saberes”. Eso sería riesgoso, pero además no es cierto. Trabajo con estudiantes<br />
universitarios de nivel intermedio, la mayoría de los cuales ignora materialmente todo sobre el régimen de gobierno de su país.<br />
Y ellos sí han estado inmersos en la nueva escuela de promoción de la cultura política democrática de nuestro sistema escolar.
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21
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La pedagogía <strong>ciudadana</strong> en<br />
Bogotá: ¿un proyecto autoritario,<br />
o el mínimo común necesario<br />
para la construcción de una<br />
democracia radical?<br />
The citizen pedagogy in Bogotá: an authoritarian project<br />
or the minimum common need to build a radical democracy?<br />
Javier Sáenz Obregón *<br />
* Miembro del Grupo de Investigación de Historia de la Práctica Pedagógica y profesor de la Maestría en Estudios Culturales de la Universidad<br />
Nacional de Colombia. Actualmente es director del Centro de Estudios Sociales de esa universidad.
Resumen A partir de sendas investigaciones sobre las prácticas formativas dirigidas a la población por fuera<br />
de la escuela, de los dos gobiernos de Mockus, en este artículo se hace una crítica sobre aquellas<br />
concepciones que han buscado definir las pedagogías <strong>ciudadana</strong>s de sus administraciones como<br />
“autoritarias”. Igualmente, se analizan los alcances y limitaciones de dichas prácticas pedagógicas<br />
para argumentar acerca de aquellos elementos que deberían ser apropiados por los gobiernos de<br />
la ciudad.<br />
Palabras claves: pedagogía, cultura, autoritarismo, democracia, política pública,<br />
gubernamentalidad.<br />
Abstract From the perspective of two research projects on the formative practices that targeted the out-ofschool<br />
population in the two governents of the city of Bogotá of the mayor Antanas Mockus, this<br />
article undertakes a critique of those who have defined these two governments as “authoritarian”.<br />
It also anlayses the reaches and limits of the pedagogical practices of the two governmentes, in<br />
order to delimit those practices that should be appropriated by the governments of the city.<br />
Keywords: pedagogy, culture, authoritarianism, democracy, public policy, governmentality.
En dos investigaciones relativamente recientes,<br />
auspiciadas por el <strong>IDEP</strong> y el Centro de Estudios Sociales<br />
de la Universidad Nacional 1 , analicé detalladamente<br />
las prácticas de pedagogía <strong>ciudadana</strong> desplegadas<br />
en el gobierno Mockus/Bromberg y en la segunda<br />
administración de Mockus en Bogotá. Entre otras<br />
cosas, traté de relacionar diversos elementos de dichas<br />
prácticas con la tradición histórica de la pedagogía<br />
escolar y con algunos eventos de las representaciones y<br />
políticas sociales de la ciudad en la primera mitad del<br />
siglo pasado, en torno a la población “peligrosa” (pobres,<br />
desescolarizados, desempleados, trabajadoras sexuales,<br />
1 Sáenz, 2004, 2007.<br />
2 En las referencias se presentan algunos ejemplos de los distintos tipos de documentos analizados.<br />
habitantes de la calle). Para ello se estudiaron desde los<br />
discursos conceptuales de Antanas Mockus hasta los<br />
documentos puntuales de los proyectos específicos,<br />
materiales pedagógicos y piezas comunicativas (impresas<br />
y en video) de las entidades públicas de la ciudad 2 .<br />
17<br />
25
La pedagogía <strong>ciudadana</strong> en Bogotá<br />
26<br />
Con base en el análisis de las encuestas de cultura<br />
urbana y demás instrumentos que desarrollaron las dos<br />
administraciones para valorar los avances de sus políticas en<br />
el campo de la cultura <strong>ciudadana</strong>, en ambas investigaciones<br />
se pudieron constatar sus incuestionables éxitos en el<br />
mejoramiento de las percepciones, actitudes, conocimientos<br />
y comportamientos de los habitantes de la ciudad en la amplia<br />
gama de asuntos a los que se dirigió su política de cultura<br />
<strong>ciudadana</strong>, que son bien conocidos, y que abarcaban desde el<br />
sentido de pertenencia a la ciudad hasta el mejoramiento en<br />
el acatamiento de normas específicas. Pero hubo algo aún de<br />
mayor relevancia para el tema que nos ocupa. En la segunda<br />
investigación 3 se evidenció que hubo una correlación muy<br />
alta entre aquellos indicadores de cultura <strong>ciudadana</strong> que<br />
más mejoraron y los ámbitos de la práctica estatal en los<br />
que se privilegiaron estrategias y prácticas pedagógicas. Los<br />
dos estudios señalaron, igualmente, una serie de aspectos<br />
problemáticos de las prácticas de pedagogía <strong>ciudadana</strong> de<br />
los dos gobiernos, que se pueden resumir así:<br />
a. Una tendencia marcada de desconfianza hacia las prácticas culturales y <strong>ciudadana</strong>s de los<br />
habitantes de la ciudad;<br />
b. La débil inserción de pedagogías <strong>ciudadana</strong>s en las escuelas;<br />
c. En el caso de algunas entidades estatales, el predominio de prácticas escolarizadas en los<br />
proyectos de formación de la población por fuera de la escuela;<br />
d. En las prácticas pedagógicas <strong>ciudadana</strong>s —que no en las políticas culturales en su<br />
conjunto— un énfasis casi exclusivo en la constitución de unos mínimos culturales<br />
comunes y altos grados de invisibilización de las diferencias culturales;<br />
e. La precariedad financiera y comunicativa del Canal Capital, que terminó siendo más<br />
estatal que público y que poco uso hizo del potencial comunicativo de la población de la<br />
ciudad.<br />
3 Sáenz, 2007.
A pesar de los indudables aciertos y logros de la estrategia<br />
de pedagogía <strong>ciudadana</strong> en los dos gobiernos de Mockus,<br />
sobre los cuales volveré más adelante, ésta fue abandonada<br />
en la administración de Luis Garzón. Y fue abandonada,<br />
hay que decirlo, de manera infortunada. Con esto no me<br />
refiero sólo al abandono en sí, sino también a la forma<br />
como se hizo. Lo menos que podíamos esperar los<br />
habitantes capitalinos ante la decisión de no continuar<br />
con una de las estrategias más innovadoras, exitosas<br />
y pertinentes que se han llevado a cabo en la ciudad<br />
—a pesar de sus señalados problemas— era que dicha<br />
decisión se argumentara y sustentara de manera pública,<br />
pues en todos los posibles sentidos de este término se<br />
trataba de un asunto público. Pero esto no se hizo ni en<br />
los documentos de política ni, hasta donde se ha podido<br />
indagar, en las intervenciones públicas del alcalde. Sin<br />
embargo, en privado, los simpatizantes del burgomaestre<br />
argumentaban que el problema de la cultura y la<br />
pedagogía <strong>ciudadana</strong> era la de ser autoritaria, crítica que<br />
también le han hecho algunos académicos.<br />
Aunque cada vez que escucho esta crítica pregunto<br />
por sus razones, ninguna me ha parecido satisfactoria.<br />
Tiende a limitarse a dos argumentos centrales: el<br />
señalamiento de excesos por parte de la policía en los<br />
gobiernos de Mockus y el que enfatizó el acatamiento de<br />
la ley, en especial en su segundo mandato. Lo primero<br />
indica desconocimiento del Estatuto de la Policía<br />
Metropolitana, la cual, debería ser bien sabido, es de<br />
carácter nacional y está sujeta sólo a controles indirectos<br />
por parte de la Administración de la ciudad. El segundo<br />
argumento plantea un asunto de fondo: la legitimidad de<br />
las leyes en sistemas democráticos y, para nuestro caso,<br />
la de las normas expedidas en los gobiernos de Mockus.<br />
Al margen de los argumentos de quienes consideraban<br />
que el Estado colombiano en la época no era legítimo<br />
y hablaban por lo tanto en “representación” (implícita<br />
o explícita) de sujetos culturales, sociales y políticos<br />
(pasados, presentes o futuros) que consideraban de<br />
mayor legitimidad colectiva que al Estado —argumentos<br />
que ubicaría por fuera del acuerdo mínimo que<br />
presuponen mis planteamientos— está el asunto del<br />
supuesto autoritarismo en ambas alcaldías por haber<br />
considerado política y culturalmente necesario poner<br />
en el centro de su agenda pedagógica la relegitimación<br />
del Estado y la promoción del respeto, la celebración<br />
y el acatamiento de la ley y de unas normas mínimas<br />
de convivencia. A mi juicio, esta no es una crítica muy<br />
afortunada por las siguientes razones.<br />
En primer lugar, porque los gobiernos de Mockus, como<br />
pocos de los que hemos tenido en este país, tenían una<br />
evidente legitimidad moral y política, lo cual, entre otras<br />
cosas, explica en un alto grado, a mi parecer, los éxitos<br />
de su programa de pedagogía <strong>ciudadana</strong>.<br />
17<br />
27
La pedagogía <strong>ciudadana</strong> en Bogotá<br />
28<br />
En segundo lugar, por la concepción misma de la ley<br />
en su administración, en la que lejos de operar con ella<br />
como si estuviese fundamentada y legitimada por una<br />
concepción a priori de la comunalidad —y por tanto ahí<br />
sí autoritaria— puso en juego de manera relativamente<br />
intensa (en relación con otros gobiernos de la ciudad y<br />
del país) una concepción dinámica y democrática de la ley<br />
y de lo común, como algo a definir por medio del diálogo<br />
y la participación <strong>ciudadana</strong>, cuyo ejemplo más claro<br />
fueron las deliberaciones <strong>ciudadana</strong>s que acompañaron<br />
la formulación del Código de Policía. Es cuestionable,<br />
claro está, la idea habermasiana que predominó en las<br />
pedagogías <strong>ciudadana</strong>s de sus dos gobiernos, acerca de la<br />
posibilidad de una situación comunicativa ideal (esto es,<br />
por fuera de las relaciones de poder), cuyos resultados<br />
obedecerían a los mejores argumentos, más cuando<br />
dicho ideal de diálogo se escenificaba precisamente en<br />
relaciones de poder —en este caso, fundamentalmente<br />
simbólicas— entre funcionarios estatales y ciudadanos.<br />
Pero de allí a concluir que se trató de mandatos<br />
autoritarios, hay mucho trecho.<br />
Por último, si aún no convencen los argumentos<br />
anteriores, habría que señalarle a los simpatizantes del<br />
ex alcalde Garzón (entre los cuales, algunos funcionarios<br />
del gobierno de Mockus), que criticaron como<br />
autoritarias las pedagogías <strong>ciudadana</strong>s de éste dirigidas<br />
al acatamiento, la celebración, la relegitimación y la<br />
transformación del marco legal y normativo de la ciudad,<br />
su paradójica posición en tanto sujetos que al participar<br />
en la elección del alcalde o hacer parte de su gobierno<br />
aceptaron la legitimidad jurídica del Estado para luego,<br />
desde adentro, cuestionar la racionalidad normativa que<br />
simbólica o institucionalmente entraron a representar.<br />
Se trata de una paradoja (algo así como “estar en el<br />
Estado sin aceptar ser parte de él”) en relación con la<br />
cual, más que contribuir conceptual y estratégicamente<br />
a la redefinición, o si se quiere refundación del Estado,<br />
los sectores del gobierno de Garzón a los que he aludido<br />
parecieron seguir soñando con alternativas “a pesar del<br />
Estado”.
Quiero ser lo más claro posible sobre esto: al igual que<br />
muchos de los que hemos ejercido como funcionarios<br />
públicos, considero absolutamente legítima, en<br />
términos éticos y políticos, la opción de priorizar como<br />
estrategia desde el Estado la redefinición radical de su<br />
marco jurídico y político, orientándolo, entre otros<br />
asuntos, hacia el fortalecimiento de las organizaciones y<br />
movimientos sociales, esto es, el uso del aparato estatal<br />
no para intensificar las ya enormes asimetrías de poder<br />
que existen en el país entre la organización estatal y la<br />
no gubernamental, sino precisamente para reducirlas.<br />
Lo que no me parece legítimo es argumentar, desde el<br />
campo estatal, acerca de la ilegitimidad (por la vía de<br />
la acusación de “autoritarismo”) de algunos consensos<br />
normativos mínimos y éticamente defendibles que<br />
promovieron los dos gobiernos de Mockus por medio<br />
de sus estrategias de pedagogía <strong>ciudadana</strong>, como aquellos<br />
dirigidos al control de la evasión fiscal, a hacer efectivos<br />
y moralmente probos los mecanismos para combatir la<br />
violencia (en la familia y por fuera de ella), al acatamiento<br />
de las normas de tránsito para mejorar la movilidad y<br />
disminuir los accidentes, a la disminución de accidentes<br />
por fabricación y uso de la pólvora, al ahorro en el uso<br />
del agua, entre otros.<br />
Sobre el doble juego, quizás inconsciente, de algunos<br />
de los sectores críticos a los gobiernos de Mockus, por<br />
una parte, de denunciar como ilegítimas las prácticas<br />
por medio de las cuales, en efecto, se ampliaron<br />
los alcances del Estado y, por otra, de soñar con el<br />
fortalecimiento de las organizaciones sociales desde el<br />
Estado, habría que señalar, simplemente, que las dos<br />
cosas están inextricablemente entrelazadas. Para ponerlo<br />
de forma esquemática: frente a gobiernos de la ciudad<br />
que históricamente jugaron a fortalecer la legitimidad<br />
de su secta micropartidista en relación con pequeñas<br />
pero poderosas redes clientelistas, los gobiernos de<br />
Mockus, que se dirigieron a legitimar al Estado mismo<br />
en un juego pedagógico que buscaba involucrar/afectar<br />
a la ciudadanía en su conjunto, efectivamente ampliaron<br />
los alcances del Estado.<br />
Quedan, por último, los trabajos de algunos académicos<br />
(Ortiz, 2009), a partir de los cuales se podría argumentar<br />
que con sus pedagogías <strong>ciudadana</strong>s las administraciones<br />
de Mockus se inscribieron, como pocas, en las más<br />
contemporáneas y sutiles prácticas liberales basadas<br />
en la regulación de la población, que serían aún más<br />
efectivas, como formas de gobierno de las conductas, que<br />
aquellas que caracterizaron las sociedades disciplinarias<br />
de los siglos XVII y XVIII y que aún predominan en<br />
17<br />
29
La pedagogía <strong>ciudadana</strong> en Bogotá<br />
30<br />
4 Foucault, 2006, 2007.<br />
las instituciones disciplinarias de encierro: cárceles,<br />
ejércitos, hospitales, asilos, lugares de trabajo y de<br />
formas diferentes en las familias 4 . Ésta es, sin duda, la<br />
crítica de “autoritarismo” que es más difícil de refutar,<br />
si de manera provisoria entendemos por “autoritarismo”<br />
aquellas prácticas que constituyen de manera simultánea<br />
el incremento en los alcances del Gobierno y su mayor<br />
efectividad en la conducción de las conductas de los<br />
individuos y la población. Sobre lo segundo ya hemos<br />
subrayado la efectividad de las pedagogías <strong>ciudadana</strong>s de<br />
ambas alcaldías, y, sin elaborar sobre ello, aceptaríamos<br />
que las formas más contemporáneas de formación/<br />
gobierno son más efectivas que las de las sociedades<br />
disciplinarias.<br />
En cuanto a lo primero, al incremento en los alcances<br />
del Gobierno, no hay nada que discutir, ya que, como<br />
un evento distinto al de las formas liberales —el<br />
diálogo, la argumentación razonada— de las pedagogías<br />
empleadas en una buena cantidad de las estrategias,<br />
proyectos y actividades puntuales de las administraciones<br />
mockusianas, efectivamente sí hubo un incremento de<br />
gobierno “pedagógico”. Se dio lo que he denominado<br />
una pedagogización inusitada en la vida de la población,<br />
a partir de la cual se educaron de manera intensiva un<br />
conjunto de temas y escenarios que nunca antes habían<br />
estado, en el país, en el campo de la intervención<br />
formativa del Estado. Luego de la pedagogización y<br />
escolarización histórica de las instituciones de encierro<br />
ya mencionadas, los mandatos de Mockus, además de<br />
intensificar la pedagogización de algunos de estos ámbitos<br />
disciplinarios (en especial las cárceles y las familias)<br />
pedagogizaron lo no institucional: la calle, los andenes,<br />
las ciclovías, las ciclorrutas, los vehículos de transporte<br />
público y privado, las festividades populares y oficiales,<br />
los parques, los escenarios culturales, los lugares de<br />
rumba, los eventos deportivos, el comercio (tanto<br />
formal como informal), así como la vida cotidiana de<br />
las trabajadoras sexuales, de los contribuyentes, de los<br />
policías, de los habitantes de la calle, de los recicladores,<br />
de los delincuentes, de los consumidores de alcohol
y de drogas psicoactivas. Pero no pararon allí; en un<br />
rompimiento audaz con la tradición pedagógica escolar<br />
configurada por lo menos desde el siglo XIX, que había<br />
abandonado la formación directa de las dimensiones<br />
“no racionales” de la psiquis, los gobiernos de Mockus<br />
buscaron pedagogizar la intimidad de los individuos por<br />
medio de la formación de sentimientos morales.<br />
¿Es esto autoritarismo, fue ilegítimo? Creo que se puede<br />
responder negativamente en dos planos. El primero,<br />
en el de lo que podemos denominar la topografía de<br />
la gubernamentalidad, concepto foucaultiano que<br />
se refiere, de manera general, a “la manera como se<br />
conduce la conducta de los hombres” 5 . No considero<br />
que de manera simplista se pueda equiparar la ampliación<br />
de sus alcances con el incremento en esa elusiva noción,<br />
rara vez claramente definida por quienes la usan, de<br />
“autoritarismo”, más aún cuando muchos de los que la<br />
han usado contra los gobiernos de Mockus, lejos de ser<br />
liberales en su concepción del Estado, reclaman mayor<br />
“presencia” y mayores intervenciones estatales.<br />
Para solo dar un ejemplo sobre lo problemático que sería<br />
equiparar mayores alcances en la gubernamentalidad con<br />
mayor autoritarismo: ¿será que una mayor intervención,<br />
en este caso del Gobierno Nacional, para deslegitimar y<br />
debilitar a los grupos armados ilegales financiados por<br />
el narcotráfico en el país, puede ser leída, sensatamente,<br />
como autoritaria? En muchos de estos análisis sobre<br />
el supuesto autoritarismo de las alcaldías de Mockus,<br />
parecería que el Estado es la única línea que juega en<br />
el campo de fuerzas, como si no hubiese otras líneas<br />
de fuerza en juego, con consecuencias decididamente<br />
más nefastas para las libertades públicas que las del<br />
Estado; y aquí no me refiero exclusivamente a los grupos<br />
armados, sino también a las Iglesias, a los racismos, al<br />
patriarcalismo, a las violencias cotidianas y familiares,<br />
a las que ejercen los poderes económicos contra los<br />
trabajadores, para sólo mencionar algunas.<br />
5 Foucault, 2006:146.<br />
El segundo plano en el que se puede responder<br />
negativamente, en alguna medida ya implícito en el<br />
primero, es en el de los efectos de esa ampliación de<br />
la gubernamentalidad. Aquí propondría lo siguiente: a<br />
menos que aceptemos la tesis de que todo lo que hace<br />
el Estado es necesariamente maléfico (satanización<br />
del Estado) tendríamos, siendo pragmáticos (como<br />
lo era Foucault en el sentido filosófico del término),<br />
que analizar los efectos de dicha ampliación. ¿Tuvo<br />
efectos de creación de conductas de obediencia ciega<br />
a un poder soberano y arbitrario, o de fomento de<br />
acatamiento y transformación de las normas mínimas que<br />
razonablemente se pueden aceptar para la convivencia<br />
colectiva? Pensaría que el acto imaginativo que implica<br />
valorar los efectos de una política pública llevaría a<br />
concluir lo segundo en los dos gobiernos de Mockus.<br />
17<br />
31
La pedagogía <strong>ciudadana</strong> en Bogotá<br />
32<br />
Como puede ser evidente, todo lo planteado se dispone hacia proponer cierto grado<br />
de continuidad en las prácticas de pedagogía <strong>ciudadana</strong> mockusiana y a aprender de sus<br />
limitaciones y, en este sentido, se sugiere:<br />
a. Pensar y diseñar de manera integrada las<br />
políticas culturales-comunicacionalesformativas<br />
del gobierno de la ciudad con<br />
base en estudios académicos y diagnósticos<br />
“tecnocráticos”, e implementarlas de manera<br />
inter-institucional a partir del recorte<br />
estratégico de un campo (ya no de un sector)<br />
en donde se ubicarían las problemáticas<br />
centrales a abordar. Se trata, entonces, de<br />
emular la estrategia de política pública que<br />
en los dos gobiernos de Mockus se denominó<br />
como cultura <strong>ciudadana</strong>, pero sin copiar<br />
necesariamente todos los ingredientes de<br />
su “fórmula”, que en el mejor de los casos<br />
sólo debe ser vista como una combinatoria<br />
provisional de aquellas conductas que en su<br />
momento, y desde una perspectiva contingente,<br />
se consideró prioritario modificar. Y en la<br />
cual, de manera decidida, se deben integrar los<br />
escenarios de la educación escolarizada, lo cual,<br />
por razones que no me parecen de fondo, no se<br />
hizo en los gobiernos de Mockus.<br />
b. Combinar estrategias de legitimación ética y<br />
política del gobierno local y sus entidades (que<br />
no de simple incremento de la favorabilidad<br />
electoral del alcalde o grupo político que<br />
ejerza el gobierno de turno), así como de<br />
fortalecimiento de la sociedad civil en su<br />
conjunto, estrategias cuyo mayor acierto, a<br />
mi juicio, en los gobiernos de Mockus fue su<br />
perspectiva (no siempre explícita) acerca de<br />
la maleabilidad simultánea de lo estatal (sus<br />
políticas, sus programas, sus instituciones, las<br />
6 Sáenz, 2004, 2007.<br />
leyes y normas vigentes) y de la ciudadanía<br />
y sus organizaciones: esto es, acciones en las<br />
que se busque transformar las dos esferas y<br />
no simplemente actuar sobre la población<br />
de la ciudad desde una institucionalidad y<br />
racionalidad estatal ya definida e impermeable.<br />
Aunque en el fortalecimiento de las<br />
organizaciones sociales por diversas razones se<br />
podría pensar que los dos gobiernos de Mockus<br />
se quedaron cortos6 , hubo una serie de acciones<br />
en donde estas estrategias se combinaron de<br />
manera admirable y que habría de estudiar<br />
con detenimiento, como por ejemplo, la<br />
campaña de pago voluntario de impuestos,<br />
el diseño participativo del Código de Policía,<br />
la “Croactividad”, las múltiples acciones<br />
formativas dirigidas a peatones y conductores;<br />
la “Noche de las Mujeres”, contra la violencia<br />
de género; entre otras.<br />
c. Diseñar pedagogías <strong>ciudadana</strong>s que eviten la<br />
falsa dicotomía entre construcción colectiva<br />
de unos mínimos comunes y reconocimiento,<br />
respeto y fomento de las diferencias culturales.<br />
A nivel conceptual, Mockus, al retomar a<br />
Rawls, planteó un elemento central para<br />
romper esta falsa dicotomía —aquel donde<br />
señala que diferentes individuos y grupos se<br />
pueden poner de acuerdo sobre una norma<br />
común por razones diferentes—, idea que<br />
en buena medida fue retomada por las<br />
prácticas formativas de su gobierno, en las<br />
que predominaron prácticas de diálogo y de<br />
argumentación razonable. Sin embargo, puede
señalarse, igualmente, una visibilización desigual<br />
de las diferencias culturales: desde un grado<br />
bastante alto de opacidad de dichas diferencias<br />
en las acciones y estrategias pedagógicas en<br />
la esfera de la formación cívica, hasta un alto<br />
grado de visibilidad en las acciones clásicas<br />
del “sector cultural”: de creación y consumo<br />
artístico.<br />
d. En relación con las formas de enseñanza/<br />
aprendizaje, privilegiadas en ambos gobiernos,<br />
hay mucho que amerita ser continuado. Para ser<br />
breve, mencionaré sólo dos aspectos. En primer<br />
lugar, como ya se señaló, la predominancia<br />
de prácticas basadas en el diálogo y en la<br />
argumentación razonada. Y segundo, las<br />
prácticas que, más que emular aquellas clásicas<br />
de las escuelas, lograron engancharse con los<br />
flujos cotidianos de la población por medio<br />
de la utilización de lenguajes dramatúrgicos y<br />
metafóricos, cuyo mejor ejemplo, a mi juicio,<br />
fueron las performances de los mimos en la<br />
calle 19, en su primer gobierno.<br />
Para concluir, no se necesita ser “mockusiano” para<br />
reconocer la potencia y pertinencia de un conjunto<br />
de elementos de las políticas y estrategias formativas<br />
que puso en escena en sus dos gobiernos y extraer de<br />
ellas nuevas formas en que los gobiernos de la ciudad<br />
pueden extender sus alcances, ya no de ejercicio de su<br />
dominio, sino para extender su capacidad simbólica<br />
de convencimiento en torno a propósitos mínimos,<br />
razonables y éticamente defendibles de regulación de<br />
las conductas de la población.<br />
Mockus no inventó la idea, ni fue el primero en poner<br />
en juego dispositivos (o quizás un conjunto de éstos)<br />
para guiar las conductas de la población. Lo novedoso<br />
fue formular la hipótesis plausible, a mi juicio, de que en<br />
un país fragmentado como el nuestro (en el que hasta el<br />
sistema escolar está escindido a partir de clases sociales)<br />
el mínimo cultural, moral y normativo deseable es el<br />
de la construcción de lo común. Y de la mano de esta<br />
finalidad general, la convicción de que para su logro era<br />
necesario ampliar los alcances formativos de la acción<br />
estatal, pedagogizando un conjunto de ámbitos que<br />
anteriormente estaban definidos exclusivamente por<br />
la racionalidad jurídica de la denuncia y el castigo por<br />
parte del Estado.<br />
17<br />
33
La pedagogía <strong>ciudadana</strong> en Bogotá<br />
34<br />
Se trató, en lo fundamental, de la invención de<br />
nuevas tecnologías de formación/gobierno en el país,<br />
pudiendo argumentarse que de ser emuladas por las<br />
administraciones de la ciudad, corrigiendo algunas<br />
de sus limitaciones, tendrían como efecto el avance<br />
hacia una intensificación de la democracia radical,<br />
así como, simultáneamente, de mayores acuerdos<br />
sustantivos sobre los mínimos comunes deseables y de<br />
las condiciones necesarias para el diálogo intercultural.<br />
De manera evidente, no hacen posible la utopía de<br />
formas de gobierno sin Estado, como tampoco la<br />
dominación de grupos históricamente subordinados<br />
sobre los que los dominaron, pero en el análisis final sí<br />
parecen encaminarse hacia una nación, una sociedad,<br />
sustancialmente más democrática de la que tenemos.<br />
¿Reformismo? Puede ser, pero para la ciudad y el país, un<br />
reformismo radical. Y mientras en la esfera de lo público<br />
no aparezcan en el país utopías más sensatas (menos<br />
clientelizadas y corruptas) y menos sangrientas —tanto<br />
desde la izquierda como desde la derecha— de las que<br />
actualmente buscan gobernarnos y formarnos, se trata<br />
de una alternativa a todas luces deseable.
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Confl icto escolar y formación <strong>ciudadana</strong>.<br />
Apuntes para una lectura agonística de la<br />
cotidianidad escolar *<br />
Schoolarship confl ict and citizenship foundation<br />
Written notes for a agony reading of the schoolarship daily schedule<br />
Alexis V. Pinilla Díaz **<br />
* Este artículo se inscribe en el proyecto de investigación “Análisis de competencias <strong>ciudadana</strong>s y formas de convivencia en la escuela”, cofinanciado<br />
por la Universidad Pedagógica Nacional y Colciencias, en el que además del autor participaron como coinvestigadores los profesores Alexander<br />
Ruiz Silva y Juan Carlos Torres, de la Universidad Pedagógica Nacional.<br />
** Profesor Asociado, Departamento de Ciencias Sociales, Universidad Pedagógica Nacional; catedrático del programa de Comunicación Social<br />
y Periodismo, Universidad Los Libertadores.
Resumen En el presente artículo se propone una reflexión sobre las características del conflicto escolar<br />
en algunas instituciones educativas de Bogotá y su relación con los procesos de formación<br />
<strong>ciudadana</strong>. El objetivo es mostrar que el conflicto no debe considerarse como algo anormal,<br />
disfuncional, en la vida escolar, sino, por el contrario, como un espacio de construcción de<br />
democracia y ciudadanía activas.<br />
Palabras claves: confl icto, ciudadanía, democracia.<br />
Abstract In this chapter, it´s proposed a reflection about the characteristics of the school conflict<br />
in some educational institutions of Bogotá, and its relationship with the process of citycen<br />
formation. The goal is to show that the conflict in shouldn´t be considered like something<br />
anormal, disfunctional in the school life, but, on the contrary, it´s be considered like a<br />
space of building in democracy and active citizenships.<br />
Keywords: confl ict, citizenship, democracy.
Presentación<br />
Durante la última década ha sido constante la tendencia<br />
a evaluar de forma permanente a los estudiantes de<br />
educación básica y media en diferentes áreas del<br />
conocimiento. Una de ellas ha sido la relacionada con los<br />
estándares básicos de competencias <strong>ciudadana</strong>s, en los<br />
cuales la formación <strong>ciudadana</strong> se asocia estrechamente<br />
con el desarrollo moral de los niños y jóvenes<br />
En nuestro concepto, al hacer una utilización generalizada<br />
y generalizable del desarrollo moral queda por fuera<br />
—o por lo menos se incluyen de manera tangencial—<br />
aspectos específicos de la formación <strong>ciudadana</strong>,<br />
dentro de los cuales nos detendremos en el conflicto.<br />
Pareciera que la existencia de conflicto se asocia con una<br />
situación de anormalidad en la escuela, por lo cual, si<br />
las evaluaciones evidencian problemas de conflictividad,<br />
los docentes y la comunidad educativa deben proponer<br />
estrategias tendientes para su reducción.<br />
17<br />
39
Confl icto escolar y formación <strong>ciudadana</strong><br />
40<br />
Contrario a ello, concebimos al conflicto como algo<br />
inherente a la vida en comunidad. Al pensar la escuela<br />
como un espacio sociocultural en el cual interactúan<br />
diversas visiones de mundo y en donde se ponen en<br />
juego los más variados intereses individuales y colectivos,<br />
resulta obvio reconocer que el conflicto hace parte<br />
consustancial de ella. La disputa por hegemonizar<br />
determinada versión de la realidad —bien sea de<br />
profesores, directivas, estudiantes u otros miembros de<br />
la comunidad educativa— produce, inobjetablemente,<br />
desencuentros y conflictos que, lastimosamente, se han<br />
penalizado e instrumentalizado en nuestras escuelas.<br />
Es decir, antes de concebir tales desencuentros como<br />
espacios de construcción de las subjetividades de niños y<br />
jóvenes, se organiza todo un aparato de control, sanción<br />
y corrección de las conductas consideradas desviadas.<br />
A continuación proponemos algunas reflexiones sobre<br />
el sentido del conflicto escolar en algunas instituciones<br />
bogotanas.<br />
El confl icto y la administración de justicia en<br />
la escuela<br />
A pesar de las diferencias institucionales, en el trasfondo<br />
de los procesos de tramitación de los conflictos en los<br />
casos escogidos para este análisis subyace la siguiente<br />
ruta: diálogo con los actores directos vinculados en el<br />
conflicto (estudiantes o maestros), estudio de los casos<br />
conflictivos por parte de docentes y directivas de la<br />
institución, citación a los padres de familia y medidas<br />
de corrección (las cuales pueden ir desde llamados de<br />
atención, pasando por la firma de compromisos, hasta la<br />
expulsión del estudiante). Buena parte de este proceso<br />
se desarrolla teniendo en cuenta el historial disciplinario<br />
del alumno, consignado por los profesores en los<br />
observadores, es decir, la tramitación de los conflictos<br />
pasa, en muchos casos, por el respeto al debido proceso.
Llama la atención, por un lado, el carácter acumulativo<br />
que cobran las medidas disciplinarias en las instituciones,<br />
ya que un número determinado de faltas leves se<br />
constituyen en una falta grave y, a su vez, la suma de varias<br />
faltas graves conlleva a una falta gravísima. Por otro lado,<br />
resulta sugestivo el reemplazo de la lógica pedagógica<br />
por la lógica jurídica para resolver los conflictos, es<br />
decir, antes que acudir a una reflexión formativa sobre el<br />
origen y las posibilidades transformadoras del conflicto,<br />
en las instituciones educativas se acude a procedimientos<br />
originarios del campo jurídico —lo cual hegemoniza<br />
una noción procedimental de los conflictos— o el<br />
recurso de acciones político-jurídicas establecidas en la<br />
Constitución de 1991 1 .<br />
A pesar de esta similitud que subyace en la tramitación<br />
de los conflictos, es necesario destacar algunas<br />
particularidades de las instituciones incluidas en el<br />
estudio.<br />
En la IED León de Greiff existe un Comité de <strong>Convivencia</strong>,<br />
conformado por un representante de los estudiantes, los<br />
maestros, padres, personal administrativo, orientadora<br />
y coordinador, al cual son enviados los casos críticos<br />
de infracción. Este comité debe garantizar el debido<br />
proceso y recomendar a la institución la aplicación<br />
del correctivo correspondiente teniendo en cuenta los<br />
siguientes parámetros:<br />
Llamado de atención verbal con registro en el<br />
observador; citación del padre, madre o acudiente<br />
del estudiante, con registro en el observador y acta<br />
de compromiso con copia al observador; suspensión<br />
temporal cumplida fuera o dentro de la institución hasta<br />
por cinco días, con servicio prestado a la comunidad;<br />
remisión al Comité de <strong>Convivencia</strong>; reporte a Rectoría;<br />
y, por último, reporte al Consejo Directivo para el<br />
estudio de la cancelación de la matrícula (Manual de<br />
<strong>Convivencia</strong>, p. 13).<br />
1 Herrera, Martha; Pinilla, Alexis; Infante, Raúl, “Conflicto educativo y cultura política en Colombia”, en Nómadas, N° 15,<br />
Bogotá, Universidad Central, Departamento de Investigaciones, octubre de 2001.<br />
17<br />
41
Confl icto escolar y formación <strong>ciudadana</strong><br />
42<br />
El proceso por el cual se administra justicia en esta<br />
institución se organiza de la siguiente forma: dos días<br />
para la constatación de pruebas, teniendo en cuenta el<br />
debido proceso; en los dos días siguientes el estudiante<br />
podrá presentar ante la coordinación su defensa; a los<br />
siguientes tres días el coordinador y el director de grupo<br />
presentarán a la rectoría un informe escrito; dentro de<br />
los cinco días hábiles siguientes la rectoría tomará la<br />
decisión de archivar el proceso si no existe motivo de<br />
cancelación de matrícula, o citar al consejo directivo para<br />
que acuerde el retiro del alumno. Si el consejo directivo<br />
toma la decisión de cancelar la matrícula, el rector deberá<br />
oficializarla mediante resolución motivada; además se<br />
podrá utilizar el recurso de reposición ante el rector y<br />
el de apelación ante el Consejo Directivo, dentro de los<br />
siguientes cinco días hábiles a la notificación.<br />
Con base en lo anterior, queremos llamar la atención sobre<br />
el lenguaje utilizado en la institución para la resolución<br />
de los conflictos. Expresiones como “constatación de<br />
pruebas”, “archivar el proceso”, “recurso de apelación”,<br />
entre otras, denotan la judicialización del conflicto en la<br />
escuela, esto es, la incursión no sólo de un lenguaje sino<br />
de unas prácticas sociopolíticas propias de un campo<br />
que, como el jurídico, tiene una lógica profundamente<br />
contraria a la que funda, o debe fundar, el escenario<br />
educativo.<br />
A pesar de estas características de la tramitación del<br />
conflicto, en esta institución tuvo lugar, de forma<br />
paralela, un proyecto de mediación escolar que<br />
obedecía a una reflexión pedagógica sobre el conflicto.<br />
Este proyecto puede incluirse dentro de los procesos<br />
de “informatización” de la justicia en la escuela, o<br />
como parte de los métodos alternativos de solución<br />
de conflictos, los cuales consideran a las propias<br />
comunidades como instancias aptas para resolver sus<br />
conflictos sin la intervención del poder judicial y en<br />
general del Estado.
En este proyecto se parte de reconocer al conflicto como<br />
expresión de la naturaleza humana y como un hecho<br />
que puede asumirse de diversas formas, dependiendo<br />
de una serie de condiciones económicas, políticas y<br />
sociales muy particulares. Al respecto, los profesores<br />
que lideraron la reflexión sugieren que “toda vida social<br />
es conflicto, porque es cambio. No hay en la sociedad<br />
humana algo estable, porque no hay nada cierto. En el<br />
conflicto, por tanto, se halla el núcleo creador de toda<br />
sociedad y la oportunidad de la libertad, pero al mismo<br />
tiempo el reto para resolver racionalmente y controlar<br />
los problemas sociales” 2 .<br />
Bajo esta concepción se consolidó el proyecto de<br />
mediación escolar con el objetivo de delegar en los<br />
mismos estudiantes la resolución de los conflictos. Para<br />
tal efecto se destinó un espacio físico en la institución,<br />
denominado Sala de Mediación de Conflictos, el cual fue<br />
entendido como un lugar de interacción comunicativa,<br />
pues los conflictuados llegan a ella pensando que el<br />
diálogo es una posibilidad que puede ser utilizada para<br />
resolver las diferencias y los problemas.<br />
Paralelo a este proceso, se motivó una reflexión sobre<br />
el Manual de <strong>Convivencia</strong> con el fin de proponer un<br />
Manual de Mínimos en el que se recogieran los aspectos<br />
más generales y fundamentales de las relaciones humanas<br />
dentro del colegio, evitando que la restricción impuesta<br />
por la norma constituyera el principio básico del<br />
comportanto. En este sentido, se buscaba promover,<br />
paulatinamente, procesos de autorregulación y de<br />
plena autonomía, sin que ello significara promover<br />
la individualización. Pese a contener una propuesta<br />
innovadora y que prometía arrojar buenos frutos, «en<br />
el ambiente escolar empezó el cuestionamiento del<br />
Comité de <strong>Convivencia</strong> y del Manual de Mínimos porque<br />
estaban contribuyendo a que la disciplina en el colegio<br />
se flexibilizara demasiado y a que los estudiantes, de<br />
acuerdo con el comentario de varios padres de familia,<br />
“hicieran lo que quisieran en la institución”» 3 .<br />
La presión ejercida por los padres, e incluso por parte<br />
de algunos docentes del plantel, pone nuevamente en<br />
evidencia que la escuela, en su constitución histórica, ha<br />
obedecido a una lógica de disciplinamiento, lógica que ha<br />
ingresado al imaginario colectivo de los sujetos sociales<br />
(padres, maestros, incluso estudiantes) aferrándose<br />
fuertemente a la cultura política y a los procesos de<br />
socialización política que tienen lugar en la escuela.<br />
Sutilmente, cualquier intento por innovar este carácter<br />
disciplinar puede considerarse como un elemento<br />
extraño que pretender subvertir el orden natural de las<br />
cosas, por lo cual produce una serie de tensiones que<br />
alteran el orden institucional 4 .<br />
2 Chaustre Avendaño, Álvaro; Cuestas Cifuentes, Marlén; Rincón, Tulia Mabel, Espacios de interacción comunicativa<br />
para la formación en cultura democrática y convivencia <strong>ciudadana</strong>, Bogotá: <strong>IDEP</strong>, 2003, p. 118.<br />
3 Ibíd., p. 127.<br />
4 Betancourt, José Javier; Aguilar, Juan Francisco, Dramas y tramas en el escenario escolar. La transformación innovadora<br />
de los conflictos, Bogotá: Fundación CEPECS, 2002.<br />
17<br />
43
Confl icto escolar y formación <strong>ciudadana</strong><br />
44<br />
Con respecto al Colegio Mayor de San Bartolomé, existe<br />
una serie de disposiciones que delimitan el espacio<br />
de lo normal dentro de la institución. Así, el criterio<br />
de normalización, definido en el PEI, “conduce al<br />
alumno a obrar en cada momento en forma normal, es<br />
decir, actuando como se espera de él en una actividad<br />
específica, sea lúdica, religiosa, académica o social” 5 .<br />
El seguimiento que se hace a los estudiantes que tienen<br />
conflicto con la normalización consiste en realizar una<br />
reunión con los padres, y después de dialogar sobre la<br />
situación, se acude a la firma de actas, compromisos<br />
o sanciones, según sea el caso, teniendo en cuenta las<br />
normas de la institución, las cuales son vistas como<br />
“expresión de voluntades libres en la convivencia social,<br />
para analizar casos particulares a la luz de los principios<br />
generales aceptados y para tener en cuenta tanto la<br />
norma como el cuidado por las personas en situaciones<br />
de conflicto; en otras palabras, para llegar a ser ‘justos’ 6 .<br />
5 PEI, numeral 2, “Análisis de la situación institucional”, p. 4.<br />
6 Ibíd., p. 3.<br />
7 Ibíd., p. 2.<br />
Así, “en el primer nivel, lo justo está directamente<br />
relacionado con el premio o el castigo. En el segundo<br />
nivel, lo justo se basa en criterios de igualdad y<br />
reciprocidad, lo justo se entiende como el respeto<br />
a la norma. En el tercer nivel, lo justo se refiere al<br />
reconocimiento de los derechos universales tales como<br />
el respeto a la vida o a la libertad. Para nosotros existe<br />
un cuarto nivel, en el que lo justo es el amor de servicio<br />
a los semejantes como expresión del seguimiento a la<br />
persona de Jesús” 7 .<br />
Al igual que en la IED León de Greiff, para la resolución<br />
de conflictos se apela a la conciliación 8 , entendiendo que<br />
el conflicto puede ser una oportunidad pedagógica para<br />
mejorar las relaciones interpersonales en la institución.<br />
En ese sentido, en los documentos que orientan el<br />
desarrollo de ésta se da mayor importancia al manejo<br />
pedagógico del conflicto, que al conflicto mismo.<br />
8 En el PEI (artículos 83-87) se estipula la creación del Consejo de Conciliación, entendido como un mecanismo<br />
alternativo de acercamiento entre las partes en un conflicto.
Como elementos comunes podemos señalar que<br />
la documentación institucional (PEI y Manual de<br />
<strong>Convivencia</strong>, principalmente) establece con claridad<br />
un sentido teleológico del conflicto en la institución,<br />
generalmente orientado a sus potencialidades pedagógicas,<br />
y propone el diálogo (mediación, conciliación) como la<br />
vía privilegiada en la solución de los conflictos, a pesar<br />
de que en la práctica, en muchas ocasiones, primen la<br />
penalización y la sanción de las conductas que desbordan<br />
lo que la institución ha definido como “normal”. A<br />
continuación, haremos mención a la información<br />
encontrada en los diarios de campo y las entrevistas<br />
hechas a docentes y estudiantes de los planteles<br />
vinculados al proyecto, con el fin de cotejar los alcances<br />
de las propuestas documentales con la realidad escolar.<br />
17<br />
45
Confl icto escolar y formación <strong>ciudadana</strong><br />
46<br />
Las formas del confl icto y sus vías de<br />
resolución<br />
En la percepción de los estudiantes sobre las formas<br />
de tramitación de los conflictos es evidente que hay<br />
un proceso de aceptación ritual de los procedimientos<br />
dispuestos por la institución educativa, es decir, a pesar<br />
de encontrar algunas contradicciones en los resultados<br />
de los procesos de conciliación de los conflictos, ellos<br />
se acoplan a los procedimientos con el fin de facilitar la<br />
vivencia diaria. Veamos algunos comentarios al respecto:<br />
P.: ¿Cuáles son los fundamentos que tiene el colegio<br />
para tratar los conflictos?<br />
R.: Primero se trata con las persona implicadas en el conflicto; si<br />
no se logra una solución se pasa a Coordinación, y si tampoco,<br />
a Orientación y al Comité de <strong>Convivencia</strong>, y si no, al rector,<br />
y si finalmente no tiene solución el problema, se expulsa al<br />
estudiante.<br />
Algunos docentes perciben que el conflicto es un aspecto<br />
propio —natural— de la vida en comunidad, por lo<br />
tanto, es necesario desarrollar estrategias que permitan<br />
a los estudiantes entender la existencia de las diferencias<br />
y reconocer que es sólo a partir de ellas que es posible<br />
la vida en comunidad. En esta dirección se trata de<br />
potenciar la capacidad dialógica de los estudiantes.<br />
P.: Cuando las cosas se les salen de las manos, ¿cómo<br />
hacen para administrar justicia?<br />
R.: Pues… cuando han ocurrido esos casos me toca conservar<br />
la calma, porque si me sulfuro, eso sólo empeora las cosas; ellos<br />
empiezan a hablar y hablar, y lo que les digo es: escriban en<br />
una hoja lo que le quieren expresar a la otra persona, como<br />
para que se desahoguen mientras lo escriben, y ahí se van dando<br />
cuenta si tenían o no razón, y además, cuando voy a leer, pues<br />
me entero de la situación; la otra persona escribe su cuento, y<br />
entro a mediar desde lo que entiendo cómo se dio el problema;<br />
mientras tanto, el calor de la situación baja.
Sin desconocer que para algunos docentes el conflicto<br />
tiene una alta potencialidad pedagógica y formativa,<br />
consideramos que en el ambiente escolar se lo sigue<br />
percibiendo como algo anómalo y disfuncional en la vida<br />
de la institución. Parte de esta situación se explica por<br />
la limitada reflexión que se ha dado sobre el conflicto<br />
escolar, el cual, algunas veces, se ha minimizado y, otras,<br />
ha sido objeto de la prevención, más que de la reflexión 10 .<br />
En términos generales, los conflictos entre los estudiantes<br />
están asociados a singularidades de la vida cotidiana,<br />
esto es, un gesto de burla, una mirada desagradable, la<br />
intromisión en asuntos personales, el abuso sobre los<br />
utensilios de clase, gustos sobre un equipo deportivo<br />
o preferencias musicales, entre otros aspectos. Sin<br />
embargo, en los cursos más avanzados (9°, 10° y 11°)<br />
los conflictos suelen relacionarse con problemas de<br />
pareja (celos, infidelidades, etc.) o, en menor medida,<br />
con problemas económicos.<br />
Además de la cotidianidad, por decirlo de algún modo,<br />
de las causas del conflicto, llama la atención que los<br />
estudiantes, e incluso algunos docentes —como lo<br />
veremos más adelante—, reduzcan el conflicto a las<br />
agresiones físicas. Es decir, la primera mención a la<br />
pregunta “¿qué entiende por conflicto?” se relaciona<br />
con las agresiones físicas. Valga anotar que este tipo de<br />
conflictos han trascendido el espacio de la cotidianidad<br />
masculina (en donde estaba cuasi naturalizado), pues<br />
ahora las mujeres han ganado presencia en dicho espacio.<br />
La explicación que algunos docentes dan a este aspecto<br />
es la de que la pelea se ha constituido en una estrategia<br />
de reconocimiento social por parte de las estudiantes.<br />
En la cotidianidad de la vida estudiantil buena parte de<br />
la resolución de conflictos transita por las vías de hecho,<br />
es decir, por la agresión verbal o física, en las cuales el<br />
más fuerte impone su razón sobre los más pequeños.<br />
P.: ¿Cuál es la manera como se resuelven los conflictos<br />
aquí en el colegio?<br />
R. 1: A veces hablando y a veces se “agarran”; cuando no<br />
quieren hablar no hablan, y cuando se quieren agarrar pues<br />
se ponen cita o algo y lo hacen, pero cuando los profesores se<br />
dan cuenta, pues primero hablan, primero hay un diálogo.<br />
R. 2: Hay unos chinos a los que les gusta la pelea, y esos no<br />
hablan ni nada, sino que van es peleando; en cambio hay otros<br />
que no les gusta pelear y ellos sí hablan, y si no, pues les toca<br />
irse “dando” de una vez; y hay otros que sí les gusta pelear, y<br />
a esos qué les importa hablar, se van es “dando” de una vez.<br />
Frente a esta forma de resolver los conflictos, es necesario<br />
promover una cultura de la disputa y la confrontación de<br />
ideas como la base para llegar a acuerdos colectivos. En<br />
esta dirección, no se trata de enaltecer el discurso de la<br />
tolerancia pasiva, en el cual el sólo hecho de reconocer al<br />
otro es suficiente. No. Se trata de consolidar espacios y<br />
estrategias de tolerancia activa en donde la confrontación<br />
de las diferencias es la base de la existencia del otro.<br />
“Enseñar a vivir con conflictos significa forjar una<br />
generación de jóvenes dispuestos (as) a admitir el error,<br />
la responsabilidad, la resistencia, la reconciliación, el<br />
olvido, como forma de superar el resentimiento. Además,<br />
es el continuo aprendizaje de comprender, disputar y<br />
resolver la disputa” 11 .<br />
Lo anterior facilitaría la promoción de una reflexión<br />
sobre el carácter de la democracia y la participación<br />
y el conflicto en la escuela, pues como están las<br />
cosas, pareciera que con fórmulas nuevas (Manual<br />
10 Valderrama, Carlos, “Nociones de conflicto en actores escolares”, Nómadas, N° 15, Bogotá, Universidad Central, Departamento<br />
de Investigaciones, octubre de 2001, p. 85.<br />
11 Montoya Ospina, John, Escuela, conflicto intergeneracional y democracia, Medellín: IPC, 2003, p. 29.<br />
17<br />
47
Confl icto escolar y formación <strong>ciudadana</strong><br />
48<br />
de <strong>Convivencia</strong>, Gobierno Escolar, etc.) se siguieran<br />
ocultando los mismos problemas de la organización<br />
escolar anteriores a la Constitución Política de 1991 y<br />
negando, de paso, la posibilidad de construir democracia<br />
en y desde la escuela. Para Cubides,<br />
Desconocer la emergencia de formas distintas de<br />
agrupamiento, de interrelación social y por tanto<br />
de nuevos principios que gobiernan la acción de los<br />
sujetos individuales y colectivos, e insistir en reducir la<br />
educación y la participación política a la mera presencia<br />
en organismos formales cada vez más penetrados por el<br />
autoritarismo y la inercia propia de una cultura escolar<br />
tradicional, significa ahondar el conflicto social en la<br />
escuela e impedir la constitución de subjetividades<br />
democráticas, las cuales requieren que la institución<br />
se convierta en un espacio público en donde resulte<br />
posible la indagación crítica, el diálogo significativo<br />
de saberes y el encuentro de distintas experiencias<br />
culturales 12 .<br />
12 Cubides, Humberto, “Gobierno Escolar: cultura y conflicto político en la escuela”, en Nómadas, N° 15, Bogotá: Universidad<br />
Central, Departamento de Investigaciones, 2001, p. 21.
Conclusiones<br />
A pesar de los proyectos de innovación que se han adelantado en varias instituciones educativas<br />
y de las intenciones consignadas en leyes y decretos que propenden por la democratización<br />
del escenario escolar, hemos visto que la lógica de las instituciones educativas sigue anclada<br />
en la necesidad de corregir y disciplinar a los sujetos. En parte, esta situación se explica por<br />
los elementos que, históricamente, las han constituido: desarrollo de reglas impersonales,<br />
centralización de las decisiones, aislamiento de los diversos escenarios de participación y<br />
desarrollo de relaciones de poder paralelas y asimétricas 13 .<br />
De continuarse reproduciendo estas características de la institución escolar, no sólo estaremos<br />
negando la posibilidad formativa y creadora del conflicto sino que, además, estaremos<br />
restringiendo las posibilidades de proponer y formar ciudadanías y subjetividades críticas y<br />
políticamente activas. Al no reconocer la necesidad de ampliar la participación de los niños<br />
y jóvenes en espacios de la escuela que aún siguen siendo controlados por las generaciones<br />
adultas, contribuiremos a la construcción de ciudadanías acotadas, las cuales estarán<br />
restringidas a los lugares que los adultos diseñen para el ejercicio democrático en la escuela.<br />
En términos generales, el escenario escolar se debate entre, por lo menos, dos posiciones.<br />
Por un lado, las propuestas orientadas a que la cultura escolar se oriente por la promoción<br />
de las normas y por su enseñanza. En esta perspectiva, al definir la ciudadanía escolar se<br />
hace énfasis en el cumplimiento de la norma como condición básica para la formación<br />
<strong>ciudadana</strong>. Igualmente, los Manuales de <strong>Convivencia</strong> que se formulan en este contexto son<br />
prescriptivos o preventivos y las formas de resolución del conflicto se caracterizan por el<br />
aplazamiento y la neutralización.<br />
En la otra mirada, la escuela debe asumirse desde la dinámica y las vivencias de los actores<br />
escolares y entendiendo el conflicto como parte central de la cotidianidad de las instituciones<br />
educativas, es decir, que éste tiene que ver con la producción de la subjetividad y su significado<br />
13 Montoya Ospina, John, op.cit.<br />
17<br />
49
Confl icto escolar y formación <strong>ciudadana</strong><br />
50<br />
debe buscarse en los micropoderes de la escuela; por<br />
esta razón, los Manuales de <strong>Convivencia</strong> requieren ser<br />
consensuados y la resolución de conflictos centrarse en<br />
la concertación 14 .<br />
En cuanto a la pedagogía del conflicto escolar se<br />
puede anotar que ésta debe visibilizar los significados<br />
(institucionales, individuales, racionales y morales)<br />
que tienen la participación y la representación en la<br />
escuela, así mismo, es necesario evidenciar las tensiones<br />
relacionadas con la incomunicación de la representación<br />
y las relaciones entre representación e igualdad, entre<br />
otras. En relación con la participación, se muestra<br />
la tensión entre una noción nominal-instrumental y<br />
otra centrada en la relación entre representación y<br />
convivencia.<br />
Por otro lado, la democracia en la escuela debe<br />
comprenderse como la necesidad de transformar<br />
la institución escolar y consolidar dinámicas de<br />
socialización política muy diferentes a las que hoy<br />
existen. Estas transformaciones pueden darse a partir<br />
de un trabajo sobre los espacios de la micropolítica en<br />
la escuela y a partir de una mirada crítica en torno a<br />
la reducción de la formación democrática al currículo<br />
explícito (materias relacionadas con la democracia)<br />
y a la creación de espacios formales de participación<br />
(Gobierno Escolar). En este sentido es importante<br />
reconocer que la democracia tiene que ver con su<br />
vivencia y con la construcción colectiva de un proyecto<br />
institucional.<br />
14 Borrero, Camilo, Gobierno escolar y democracia. Una experiencia de formación en derechos humanos, justicia y equidad,<br />
Bogotá, Ediciones Anthropos, 1999.
Finalmente, anotemos que el tratamiento de las tensiones<br />
cotidianas en la escuela debe darse teniendo en cuenta<br />
cada caso, ya que éstas tienen un carácter situacional y<br />
no pueden resolverse únicamente desde un Manual de<br />
<strong>Convivencia</strong> que pretende controlarlo todo, o desde los<br />
estándares básicos de competencias <strong>ciudadana</strong>s.<br />
En conclusión, una escuela en la cual se maneje<br />
democráticamente el conflicto debe tener en cuenta<br />
aspectos básicos como el multiculturalismo, el<br />
reconocimiento de la diferencia, la participación y la<br />
descentralización del poder. Así mismo, este tipo de<br />
escuela ha de otorgarle un triple sentido a la ciudadanía:<br />
el primero, relacionado con el conflicto y su resolución<br />
(formas de convivencia); el segundo hace énfasis en<br />
la aceptación de la norma (derechos y deberes); y<br />
el último, se refiere a las capacidades comunicativas<br />
(reconocimiento de la diferencia, intersubjetividad).<br />
Entre estos tres sentidos se presentan fuertes tensiones<br />
que, de una u otra manera, impiden tener claridad sobre<br />
los avances en la formación de la ciudadanía en la escuela.<br />
17<br />
51
Bibliografía<br />
Betancourt, José Javier; Aguilar, Juan Francisco. Dramas y tramas en el escenario escolar. La transformación innovadora de<br />
los conflictos, Bogotá: Fundación Cepecs, 2002.<br />
Borrero, Camilo. Gobierno escolar y democracia. Una experiencia de formación en derechos humanos, justicia y equidad, Bogotá:<br />
Ediciones Anthropos, 1999.<br />
Chaustre Avendaño, Álvaro; Cuestas Cifuentes, Marlén; Rincón, Tulia Mabel. Espacios de interacción comunicativa para<br />
la formación en cultura democrática y convivencia <strong>ciudadana</strong>, Bogotá: <strong>IDEP</strong>.<br />
Cubides, Humberto. “Gobierno Escolar: cultura y conflicto político en la escuela”, en Nómadas, N° 15, Bogotá:<br />
Universidad Central, Departamento de Investigaciones, 2001.<br />
Herrera, Martha; Pinilla, Alexis; Infante, Raúl. “Conflicto educativo y cultura política en Colombia”, en Nómadas,<br />
N° 15, Bogotá: Universidad Central, Departamento de Investigaciones, 2001.<br />
Montoya Ospina, John. Escuela, Conflicto intergeneracional y democracia, Medellín: IPC, 2003.<br />
Valderrama, Carlos. “Nociones de conflicto en actores escolares”, en Nómadas, N° 15, Bogotá: Universidad Central,<br />
Departamento de Investigaciones, 2001.
La invención del ciudadano en<br />
la América Latina de siglo XX:<br />
Una mirada a través de la investigación histórica de<br />
los manuales de civismo en Colombia y Argentina.<br />
The T citizen invention in the twentieth century of Latin America:<br />
“A “ glance through the historical research into the civics<br />
manuals m<br />
in Colombia and Argentina”<br />
Ruth Amanda Cortés Salcedo *<br />
* Profesional del Área Académica del Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico – <strong>IDEP</strong>-. Especialista en Enseñanza<br />
de la Historia (Pontificia Universidad Javeriana), Magíster en Desarrollo Educativo y Social (Universidad Pedagógica Nacional – CINDE),<br />
estudiante de Doctorado en Educación (Universidad Pedagógica Nacional).
54<br />
Resumen Las investigaciones sobre la formación de la imagen nacional y la constitución de la<br />
ciudadanía del siglo XX en los textos escolares, cuentan con una corta pero significativa<br />
tradición en América Latina. En conjunto, lo que dejan ver estos trabajos es que esa<br />
imagen tiene una estrecha relación con la producción de un tipo ideal de ciudadano que<br />
se promociona a través de los manuales de civismo. En este texto intentaremos complejizar<br />
un poco esa mirada que, a nuestro modo de ver, ha llevado la discusión a un dilema poco<br />
satisfactorio: o bien, se trata de una cuestión de dominación ideológica, o bien sería un<br />
asunto de precario cumplimiento práctico de un proyecto teórico.<br />
Palabras claves: Ciudadanía, civismo, ciudadano latinoamericano, convivencia.<br />
Abstract Investigations over the formation of the national image and the constitution of the twentieth<br />
century citizenship in school texts, count with a short but significant tradition in Latin<br />
America. Altogether, what these works let see is an image that has a close relationship with<br />
the production of an ideal type of citizen that is promoted through the civic manuals. In<br />
this text we will try to make the said point of view a bit more complex. This in our view<br />
has led us to an unsatisfactory dilemma: either, it is a matter of ideological domination, or<br />
it would be a matter of a precarious and practical implementation of a theoretical project.<br />
Key words: citizenship, civics, Latin American citizen, coexistence.
A modo de introducción:<br />
Los manuales de civismo<br />
como técnica en las prácticas<br />
de ciudadanización<br />
Asumimos la categoría de manuales de civismo<br />
(Kaufmann, 2006:149) para denominar a aquellos textos<br />
escolares que según las diversas políticas de formación<br />
y bajo distintos nombres, como Instrucción Cívica,<br />
Educación Cívica y Social, Formación Moral y Cívica,<br />
Educación para la Democracia, Educación Ciudadana,<br />
Educación Ética y Valores Ciudadanos, u otros, abarcan<br />
el estudio de la educación cívica y sus contenidos, se<br />
refieren al conocimiento de la Institucionalidad y las<br />
normas morales, sociales y legales como condición<br />
para hacer parte de una comunidad política (llámese<br />
Estado, Nación, Ciudad o Mundo). Creemos que estos<br />
manuales materializan y a la vez configuran los valores<br />
de una sociedad, y por tanto, operan como parte de una<br />
tecnología de producción de subjetividades, diseñada<br />
para intervenir en la conducción de los sujetos en tanto<br />
sujetos-ciudadanos, a través de la operación escritura/<br />
lectura, y que se inscriben en racionalidades particulares<br />
y en unos fines éticos que les corresponden, esto<br />
es, en la producción de unos regímenes de verdad 1 .<br />
1 “Cada sociedad tiene su régimen de verdad, “su política general de la verdad”; es decir, los tipos de discurso<br />
que aceptaría y hace que funcionen como verdaderos; los mecanismos e instancias que permiten distinguir los<br />
enunciados verdaderos de los falsos, los medios por los que se sanciona cada uno; las técnicas y procedimientos<br />
considerados válidos para la adquisición de la verdad; la categoría de quienes tienen encomendado manifestar lo<br />
que se considera verdadero. Foucault Michel. (1979). Verdad y poder. Pág. 187. En: Foucault Michel. Microfísica<br />
del poder. Madrid: La piqueta<br />
17<br />
55
La invención del ciudadano en la América Latina de siglo XX<br />
56<br />
El manual de civismo como técnica se ha sumado a otras<br />
en la configuración de lo que hemos llamado prácticas<br />
de ciudadanización, orientadas al gobierno de los<br />
individuos y de la población y que operan en el ámbito<br />
de las relaciones entre “lo individual” y lo “político” (lo<br />
estatal, lo público, lo colectivo). Estas prácticas no sólo<br />
se refieren a las tecnologías de gobierno 2 sobre los otros,<br />
sino que también manifiestan aquellas que los sujetos<br />
despliegan para gobernarse así mismos, para resistirse o<br />
apropiarse de esas formas de conducción en su proceso<br />
de subjetivación, pues los discursos que los textos hacen<br />
circular, si bien pueden legitimar un estado de cosas<br />
existente y conforman unas particulares concepciones<br />
del mundo, también pueden producir apropiaciones que<br />
están en relación con el proceso que haga cada sujeto,<br />
bien sea el que enseña o el que aprende 3 .<br />
Para el presente artículo, hemos retomado como<br />
referencias varias investigaciones colombianas que dan<br />
cuenta de la relación nación – ciudadano, especialmente<br />
de la primera mitad del siglo XX y las hemos contrastado<br />
con un trabajo argentino que estudia los manuales de<br />
civismo entre 1884 y 1916. Para la segunda mitad<br />
del período, son los trabajos Argentinos los que nos<br />
permiten cotejar la experiencia colombiana más cercana.<br />
Desafortunadamente en Colombia la investigación<br />
histórica sobre manuales de civismo de la segunda mitad<br />
del siglo XX no cuenta con mucha producción 4 , esto no<br />
quiere decir que no haya investigación sobre los textos<br />
escolares de ciencias sociales, pero están especialmente<br />
centrados sobre las representaciones que se tienen de<br />
algunos grupos étnicos, o sobre la mujer y la familia y<br />
no son estrictamente estudios históricos sino lingüísticos.<br />
Este vacío representa una debilidad en el campo de la<br />
manualistica o de la misma historia de la educación, pues<br />
no se ha generado un saber crítico sobre estos textos,<br />
de modo que para el segundo apartado del artículo<br />
se hará mayor referencia a fuentes primarias que a<br />
investigaciones propiamente dichas en la perspectiva de<br />
ir presentando algunas ideas que, si bien no se desarrollan<br />
en profundidad, anuncian los temas que pueden abrirse<br />
a posteriores investigaciones.<br />
2 Para las nociones de gobierno, ver: Foucault Michel. (2006), Seguridad, Territorio y Población. México: Fondo de Cultura<br />
Económica, pp. 109 – 159 y para las nociones de gobierno de sí y técnicas de sí ver Foucault Michel. (1990). Tecnologías del<br />
yo y otros textos afines. Barcelona: Paidós. Págs.48 y 49 y (2008), Hermenéutica del Sujeto. Buenos Aires: Fondo de Cultura<br />
Económica. Pág. 484<br />
3 Cabe advertir que en el presente artículo no abordaremos estas últimas tecnologías.<br />
4 El apéndice bibliográfico del libro “Los manuales escolares como fuente para la historia de la Educación en América Latina”<br />
(Ossenbach y Somoza, 2001: 345 – 354) da cuenta de los pocos trabajos históricos sobre manuales escolares en la segunda mitad<br />
del siglo XX. En la revisión de memorias de los congresos de historia de Colombia y de historia de la educación sólo algunos<br />
trabajos de investigadores colombianos contemplan este período. Ver: Alarcón, Luís Alfonso. (2007). Entre Dios y la Patria: La<br />
formación del ciudadano en Colombia a través de los manuales escolares. Ponencia presentada en el VIII Congreso iberoamericano<br />
de Historia de la Educación Latinoamericana, Noviembre, Buenos Aires. Camargo, Edgardo et al. (2002). Sentido y significados<br />
de los contenidos en los textos escolares de ciencias sociales en la construcción de identidad ciudad y nación, Ponencia presentada<br />
en el IV Coloquio colombiano de historia de la educación: Nación, educación, universidad y manuales escolares en Colombia,<br />
septiembre, Barranquilla. Infante, Raúl. (2002). La educación para la democracia y la convivencia en los textos escolares 1980 –<br />
2000. Ponencia presentada en el IV Coloquio colombiano de historia de la educación: Nación, educación, universidad y manuales<br />
escolares en Colombia, Septiembre 2001, Barranquilla. Velásquez, Rafael. (2000). Análisis sobre los textos de bachillerato de<br />
historia de Colombia 1940 – 1967, Ponencia presentada en el II Coloquio de historia de la educación colombiana, Noviembre<br />
1996, Tunja. Castro, Jorge Orlando. (2001). La Civitas y los textos de educación para la democracia: Dos modalidades de<br />
formación del ciudadano en Colombia durante el siglo XX. Ponencia presentada en el Seminario Internacional “Los manuales<br />
escolares como fuente para la historia de la Educación en América Latina”, 1996, Madrid.
Las cuestiones que hilan las investigaciones que<br />
retomamos aquí, atienden a las preguntas qué es ser<br />
colombiano, qué es la Argentina, cómo es formado el<br />
ciudadano en un proyecto político-ideológico particular<br />
o cómo se ha llevado a cabo la pedagogización de un<br />
discurso político hegemónico y dejan también planteados<br />
implícitamente interrogantes acerca de la vigencia de la<br />
idea de una ciudadanía nacional y de la presencia de un<br />
cosmopolitismo ciudadano.<br />
Así, la historia de los manuales de civismo del siglo XX<br />
en Latinoamérica, no es simplemente la historia de la<br />
educación escolar, es la historia de la formación política<br />
del sujeto latinoamericano que se sitúa en unas relaciones<br />
de saber-poder que han configurado a su vez la vida<br />
política de la región y sirve para problematizar las nuevas<br />
formas de gobierno de la población y los diversos modos<br />
en que hemos sido inventados y podemos reinventarnos<br />
como ciudadanos.<br />
Del ciudadano de la república al<br />
ciudadano de la Nación: La fi cción de la<br />
identidad común<br />
El ideal de ciudadano de la primera mitad del siglo XX<br />
en Colombia parece estar vinculado, según versiones<br />
historiográficas, a la lucha bipartidista liberalesconservadores:<br />
la hegemonía conservadora entre ntre<br />
1886-1930 y la hegemonía liberal entre 1930-1946. 0-1946.<br />
Sin embargo, estudios recientes de la Historia ia de la<br />
Educación en Colombia matizan estas diferencias ncias<br />
dualistas, pues aunque los dos proyectos son antagónicos os<br />
en el campo político, en el campo de la Pedagogía los<br />
manuales de civismo muestran que se combinaron los<br />
dos ideales, tal como lo señala Herrera et al (2003: 98)<br />
17<br />
57
La invención del ciudadano en la América Latina de siglo XX<br />
58<br />
“Dos tendencias en la construcción del ciudadano<br />
colombiano son identificadas en la primera mitad de<br />
siglo XX. Una conservadora, que le suma la condición<br />
de cristianos. Esta tendencia se nota en los textos con<br />
el reiterado llamado al respeto de las leyes divinas, que<br />
son también las leyes que guían al buen ciudadano…<br />
La segunda tendencia se ubica más en esfera de una<br />
moral civil. De la aplicación de los deberes y derechos del<br />
hombre, como la única manera de vivir en sociedad. Sin<br />
embargo, esta tendencia, aunque no parte del concepto de<br />
la moral cristiana como la base de la interacción social,<br />
si la reconoce como primordial y llega, finalmente, a la<br />
autoridad divina asimilada al principio de todo orden”.<br />
Vale traer acá las dos opciones estratégicas que<br />
Saldarriaga (2001: 23) identifica como las posibilidades<br />
con que Colombia a principios del siglo XX se apropia<br />
de la modernidad científica y de sus implicaciones<br />
ético – políticas: El pensamiento católico conservador,<br />
que acepta lo técnico–científico siempre y cuando<br />
tenga control de los fines éticos, para evitar el laicismo,<br />
el materialismo y el comunismo; y por otro lado, el<br />
pensamiento liberal que impulsa el desarrollo técnico–<br />
económico suponiendo que por sí solo trasformará lo<br />
cultural y lo ético.<br />
Creemos que fue el surgimiento del nacionalismo, lo que<br />
posibilitó en el campo de la Pedagogía la coexistencia<br />
de estas dos opciones estratégicas. Denominado como<br />
fenómeno (Herrera et al, Ob.cit.) o como estrategia de<br />
poder (Álvarez: 2007:40), el nacionalismo se extendió<br />
en la primera mitad del siglo XX por toda Latinoamérica<br />
con sus discursos sobre identidad, soberanía, ciudadanía<br />
y democracia, con el fin de conseguir una unificación<br />
cultural y asegurar así una forma de gobernabilidad<br />
estable para hacerle frente a la inestabilidad social que<br />
representaba para el período la “degeneración de la<br />
raza”, el comunismo y el protestantismo. Álvarez (2007,<br />
84 y ss.) nos permite identificar los principales rasgos de<br />
las dos opciones que se desplegaron entre los años 20 y<br />
los 60, como doctrinas nacionalistas.
Una de ellas es la liberal, que consideraba que el progreso<br />
estaba en el desarrollo científico y técnico-económico<br />
y que la educación era labor fundamental del Estado.<br />
Abogaban por el rescate de la cultura popular y las raíces<br />
culturales, se declaraban antiimperialistas y afectos a<br />
las ideas socialistas, identificándose con la necesidad<br />
de cambiar el orden establecido, simpatizantes de un<br />
Estado intervencionista y benefactor, en especial de las<br />
reivindicaciones, políticas, sociales y laborales, pero sin<br />
perder de vista la defensa por la propiedad privada y las<br />
libertades individuales.<br />
Como una derivada del liberalismo, el nacionalismo<br />
indigenista se proclama también antiimperialista,<br />
criticaba al capitalismo, y la idea aborigen sirvió como<br />
bandera nacionalista, reivindicando el concepto de<br />
patriotismo pero desde una concepción cosmogónica de<br />
la tierra, el pasado indígena y la potencia de los sectores<br />
populares.<br />
Por su parte, la política conservadora se caracterizaba por<br />
ser antimaterialista, defensora de una herencia española,<br />
de un humanismo integral y partidaria de una Doctrina<br />
Social Cristiana, concebida como punto de equilibrio<br />
entre los excesos del totalitarismo y de la democracia<br />
Individualista. Acudió a la exaltación de Bolívar como<br />
símbolo de la patria y centro del sentimiento nacional.<br />
Dentro de esta tendencia, tiene una importancia especial<br />
el neotomismo, una doctrina filosófica que pretendía<br />
conciliar la fe cristiana con el racionalismo moderno, por<br />
ser justamente la que parece servir de bisagra entre ideas<br />
liberales y conservadoras. Esta corriente consideraba que<br />
lo social estaba representado en la idea de Nación, y a<br />
ella le correspondía todo lo que tuviera que ver con la<br />
existencia humana, diferenciándola de lo político que era<br />
fuero del Estado, Institución que estaba para servirle a los<br />
intereses de la nación desde el principio de la igualdad<br />
de todos los seres humanos y no debía actuar en nombre<br />
de ningún interés partidista, argumentos que le sirvieron<br />
a la iglesia para oponerse a la presencia del Estado en la<br />
vida social y educativa.<br />
Esta doctrina considera como verdaderos fundamentos<br />
de la nacionalidad, la religión católica como tradición<br />
de la cultura occidental, los valores patrióticos formados<br />
por la nación, la democracia como forma de vida y el<br />
hombre y la familia como instituciones naturales sobre<br />
las que se construye el Estado. Como los conservadores,<br />
eran antiimperialistas y anticomunistas y aseguraban<br />
que la crisis social se debía a un debilitamiento del<br />
nacionalismo provocado por las ideas liberales que<br />
habían menguado los valores tradicionales, habían<br />
fomentado la explotación del trabajador, aumentado el<br />
deterioro moral y la corrupción de las costumbres. Como<br />
alternativas proponían un Estado benefactor paternalista,<br />
un orden político corporativista, el respeto a la Iglesia<br />
como garante de una educación en los valores cristianos y<br />
de acciones civilizatorias, un credo patriótico, el fomento<br />
del cooperativismo como principio ordenador de la<br />
sociedad que estimulaba el ahorro y el progreso solidario.<br />
Hemos dicho arriba que en la escuela, los manuales<br />
y varias disciplinas escolares como la cívica, con el<br />
propósito de la consolidación de una unidad nacional,<br />
utilizaron una estrategia que da cuenta de cómo<br />
operaron conjuntamente los ideales de estas doctrinas<br />
en la configuración de un tipo de ciudadano. Las<br />
investigaciones de Herrera et al (2003) y la de Álvarez<br />
(2007) nos permite seguir esta tesis, e identificar<br />
dos tipos ideales de ciudadano difundidos a través<br />
de los textos escolares en este período. El ciudadano<br />
republicano y el ciudadano nacional.<br />
17<br />
59
La invención del ciudadano en la América Latina de siglo XX<br />
60<br />
Para Herrera, la educación del ciudadano desde la<br />
disciplina escolar de la cívica surge como tema a ser<br />
desarrollado en la escuela luego de los efectos nefastos<br />
de la guerra de los mil días y de la separación de Panamá,<br />
por lo que mediante la ley 39 de 1903 que regularía<br />
la instrucción pública en Colombia, y un año después<br />
mediante el decreto 491, el Estado Colombiano dispuso<br />
que “los maestros tendrían como deber primordial,… despertar<br />
y avivar el amor a la patria con una educación especial, que<br />
consiste en excitar entusiastamente el sentimiento de los niños a<br />
favor del país natal “ (citado por Herrera, et al, Ibíd., 54).<br />
Esta cívica republicana heredera de la Urbanidad y de<br />
los catecismos religiosos del siglo XIX, estaba basada en<br />
un proyecto civilizatorio y patriótico, que educaba en<br />
lealtades y en la formación de valores y conocimientos<br />
universales que occidente había privilegiado en su<br />
proyecto ilustrado. Supone también una educación<br />
<strong>ciudadana</strong> que hizo énfasis en la necesidad de subyugar<br />
los sentidos a la razón, pues se consideró que ellos eran<br />
un obstáculo para acceder a la verdad, y el cuerpo fue<br />
doblegado para que su apariencia reflejara un carácter<br />
forjado por la voluntad y la abnegación, capaz de<br />
vivificarse en la práctica de las virtudes cristianas para<br />
proteger el alma y así soportar las tentaciones de la<br />
carne. Así lo deja ver un texto escolar de instrucción<br />
moral y cívica: “La doctrina es pura exenta de error: el autor<br />
en todas las páginas se hace sentir animado de todo interés por<br />
el bien social, y más que todo por la salvación de las almas”<br />
(Francisco José Urrutia, manual de instrucción moral<br />
y cívica especial para las escuelas de Colombia. 1907,<br />
citado por Herrera, Ibíd., 82).<br />
Este mismo texto escolar, deja ver como el trabajo es<br />
concebido como una virtud cristiana, como un deber<br />
del hombre para con Dios, señalando que un ciudadano<br />
ocioso no sólo es inútil sino pernicioso, ocio que equivale<br />
al pecado de la pereza.
En esta ciudadanía republicana también es un imperativo<br />
el amor a la patria (Herrera et al, Ob.cit., Alarcón,<br />
2007:11) definido como una virtud, un sentimiento que<br />
aglutina, una emoción que los textos escolares muestran<br />
vinculada alegóricamente a la imagen de madre a la<br />
que se le debe todo el amor, toda clase de servicios y<br />
sacrificios. Esta noción ayuda a gestionar la ficción de<br />
una identidad común “ pero la patria no es sólo el terruño,<br />
sino su lengua, su historia, su religión y sus costumbres, en la<br />
palabra patria están comprendidos la familia, los amigos, los<br />
compatriotas, tanto la patria chica, que ese lugar grande o<br />
pequeño, ciudad o aldea donde vinimos a la vida, como la patria<br />
grande es todo el territorio y donde quiera que flote su bandera.<br />
Puede decirse que la patria es una gran familia compuesta de<br />
los que habitan el mismo país, obedece unas mismas leyes,<br />
una misma autoridad y tienen un origen común” (Enrique<br />
Arboleda, Instrucción Cívica, 1907, citado por Herrera,<br />
Ibíd., 119)<br />
Tal como señala Herrera, hasta 1922 la instrucción<br />
cívica sólo se encontraba como asignatura en las<br />
escuelas nocturnas, lo que nos lleva a pensar que la<br />
educación <strong>ciudadana</strong> estaba destinada sólo a obreros y<br />
adultos pobres, pero a partir de ese año se estableció<br />
su enseñanza de manera obligatoria en todas las escuelas<br />
primarias urbanas, lo que a su vez indica la urgencia de<br />
formar un ciudadano que apropiara desde los primeros<br />
años de escolaridad, el relato del identidad nacional.<br />
Por su parte, Álvarez (Ob. cit.) señala como hacia los<br />
años 30, trató de tomar su lugar una cívica nacionalista,<br />
con un carácter civilista y secularizador y asumida como<br />
una formación política. Basada en la formación de una<br />
conciencia nacionalista, se identificó como instrumento<br />
necesario para incorporar en los sujetos unos valores<br />
prácticos para la vida social y para los principios de<br />
progreso y orden en el que se priorizaron valores y<br />
conocimientos propios del país. La idea de nación en<br />
este momento fue posible gracias a la construcción<br />
permanente del significado de ser ciudadano (Álvarez,<br />
Ibíd., 280), significado que estaba vinculado al territorio<br />
en el cual se desarrolla la nación, a la ley como fuente<br />
de orden, a la religión católica como soporte del alma<br />
nacional y a la patria como expresión simbólica y afectiva<br />
de la nacionalidad (Herrera et al, Ob.cit., 117).<br />
Ambos estudios señalan que entre 1933 y 1939, la Cívica<br />
se agrupó junto con la historia y la geografía en lo que<br />
se denominó Estudios Sociales. El interés estuvo centrado<br />
en el desarrollo de virtudes cívicas, que debían hacer útil<br />
al ciudadano y dotarlo de habilidades y destrezas para<br />
la producción económica, y para el ejercicio de la vida<br />
pública, por lo que la enseñanza de la cívica, influenciada<br />
por la pedagogía activa, pasó del plano informativo al<br />
de la acción social, en el cumplimiento de los deberes<br />
para consigo, con los padres, con Dios y con el Estado,<br />
vieja fórmula del catolicismo conservador (Alarcón,<br />
Ob.cit.). Así en los manuales de civismo como el que<br />
señala Herrera et al, se despliegan temáticas en relación<br />
con la familia, la patria, el gobierno, y los derechos y<br />
deberes “en función de formar individuos útiles a la familia y a<br />
la sociedad, que trabajen y puedan ocupar puestos importantes”<br />
(Roberto Cortázar. El libro del ciudadano. Especial para<br />
las escuelas y colegios de segunda enseñanza, 1939,<br />
citado por Herrera, Ob.cit., 96)<br />
Para Álvarez en los años 40 la educación cívica<br />
convirtió a la escuela en un símbolo de valores cívicos,<br />
estableciendo conductas morales basadas en otros<br />
valores: el valor de la solidaridad expresada en acciones<br />
colectivas o individuales en la escuela o la comunidad,<br />
que instauró la idea de aprender en la práctica los<br />
hábitos de cooperación. Debía ser un saber útil para<br />
promover el respeto por las instituciones y el aprecio del<br />
sistema democrático como la mejor forma de gobierno<br />
(Resolución 1790, 1945:38 – 40, citado por Álvarez,<br />
Ob.cit., 320). Así, la cívica nacionalista pretendió sentar<br />
las bases para una formación de un ciudadano laico, de<br />
corte liberal, letrado, virtuoso, productivo, libre e igual<br />
ante la ley y comprometido con el Estado, y para ello se<br />
reordenan los fines de la educación.<br />
17<br />
61
La invención del ciudadano en la América Latina de siglo XX<br />
62<br />
“Había una necesidad de movilizar a las masas hacia<br />
una conciencia cívica de nuevo cuño y a ello se disponía<br />
en parte la reforma educativa de la época. A juicio de<br />
los legisladores y de los intelectuales que se empeñaron<br />
en esta reforma, los vicios de la enseñanza que ellos<br />
llamaban tradicional, habían producido una indiferencia<br />
por los problemas sociales que aquejaban a la sociedad. Se<br />
necesitaba entonces una nueva inteligencia cívica, según<br />
sus términos, que estimulara nuevos hábitos de solidaridad<br />
y de participación en los asuntos de la nación. (República<br />
de Colombia, Programa de Estudios Sociales, 1941:<br />
111- 119, citado por Álvarez; Ibíd.:151) Los llamados<br />
desde entonces Estudios Sociales debían ocuparse de esto,<br />
de crear un espíritu cívico que rompiera el individualismo<br />
y le permitiera a las masas tomar parte activa en la vida<br />
política.<br />
La agudización de la violencia partidista a partir de 1948<br />
reafirma esta concepción de educación del ciudadano,<br />
mediante el Decreto 2338 de 1948.<br />
“Que el conocimiento de la historia patria, el culto a los<br />
próceres y la veneración por los símbolos de la nacionalidad<br />
son elementos inapreciables de fuerza social, de cohesión<br />
nacional y de dignidad <strong>ciudadana</strong>; que la educación<br />
debe tener una función eminentemente social, y todas las<br />
materias de los pensum y programas escolares deben estar<br />
orientados a formar en las nuevas generaciones hábitos<br />
democráticos, de decoro personal y de orgullo nacional;<br />
que los graves acontecimientos que han ocurrido en<br />
los últimos tiempos han agitado a la República y han<br />
puesto de manifiesto, una vez más, y con caracteres de<br />
gran apremio, que el estudio concienzudo de la Historia<br />
Patria y la práctica de las virtudes cívicas por todos los<br />
hijos de Colombia deben ser preocupación permanente y<br />
desveladora del gobierno” (Ocampo, 1985:6-10, citado<br />
por Álvarez, Ibíd. 98)<br />
La investigación de Herrera et al (Ob. cit. 154 y ss.)<br />
describe cómo los textos escolares de civismo durante<br />
esta primera mitad del siglo XX, se configuraron a partir<br />
de varios discursos, que no se dieron de una manera pura,<br />
sino que se mezclaron en la consolidación de un orden<br />
social, sustentando nuestra tesis. Discursos cristianizantes<br />
marcados por los dogmas de la moral católica, discursos<br />
ilustrados por su referencia a valores iusnaturalistas,<br />
europeizantes, por su tendencia a conservar los ideales<br />
de la civilización occidental, y vergonzantes, fundados en<br />
las debilidades de la raza. Estos discursos promocionaron<br />
los mitos nacionalistas a través de referentes como el<br />
territorio, la religión católica, la ley y el patriotismo, y<br />
fundamentaron un orden social naturalizado basado en<br />
modelos de jerarquización: racial, social, cultural y de<br />
género, lo que finalmente produjo un efecto en la imagen<br />
de ciudadano: blanco, masculino, devoto y civilizado.<br />
Este estudio visibiliza la consolidación del cuerpo, la<br />
familia y escuela, como escenarios desde los cuales<br />
cobraron forma los discursos que constituyeron el<br />
nuevo ethos colombiano. El cuerpo estuvo atravesado por<br />
discursos sobre higiene, salud y presentación personal,<br />
relacionados con el mundo de lo social que marca unas<br />
pautas de aceptación del cuerpo. La figura de la familia<br />
se hace relevante a través de los textos escolares, como<br />
un modelo de familia ideal consagrada en el sacramento<br />
del matrimonio católico, con roles diferenciados y<br />
determinados para cada uno de sus miembros, y la idea<br />
central es ubicarla como la célula básica de la sociedad,<br />
pues de ella nace el patriotismo y el progreso social y<br />
se gestan los primeros discursos y prácticas morales y<br />
sociales. La escuela aparece como una instancia con<br />
funciones sociales y morales, responsable de formar en<br />
valores y en el conocimiento de los deberes, pues a la<br />
escuela se va para aprender a cumplirlos.
Tanto en la familia como en la escuela se construyen<br />
las nociones de autoridad, obediencia, respeto por las<br />
normas y es en donde en últimas se van fijando los<br />
atributos ciudadanos que operarán en la vida social y<br />
conducirán su actuación en lo público.<br />
Las concepciones pedagógicas (Herrera et al, Ibíd., 92)<br />
que circularon durante este periodo y que influenciaron<br />
las formas de tratar los contenidos en las prácticas de<br />
enseñanza del civismo, representan una mezcla entre<br />
métodos pestalozzianos y las nuevas propuestas de la<br />
pedagogía activa 5 que parecieron encontrar fundamento<br />
en los nuevos saberes positivos sobre el hombre. La<br />
atención centrada en el niño, en sus intereses y en sus<br />
condiciones sicobiológicas, reorientó las metodologías<br />
y estructuró de manera diferente los contenidos de la<br />
educación cívica. La pedagogía activa contribuyó, en<br />
palabras de Álvarez, (Ob.cit., 180) a la territorialización<br />
del sujeto, en la medida que lo relacionó de manera<br />
directa a través de la experiencia empírica con su realidad<br />
social y natural, y convirtió a la escuela en el espacio<br />
privilegiado para asumir la nación como soberana,<br />
habitada por ciudadanos libres e iguales.<br />
Podríamos suponer que para Colombia, el régimen moral<br />
que orientó la educación del ciudadano en este período<br />
hace aparecer sin contradicciones aparentes las verdades<br />
religiosas con las científicas “así liberales y conservadores<br />
o católicos defienden la necesidad racional de Dios y de las<br />
ideas morales, sin rechazar el progreso técnico científico y su<br />
orden epistemológico y valorativo” (Saldarriaga, 2001.:19).<br />
Es decir, que la producción de un ciudadano nacional<br />
en Colombia parece no haber obedecido a posturas<br />
ideológicas opuestas, pues más que una disputa, pareció<br />
constituirse un consenso entre una moral católica y una<br />
moral laica, que actuaron juntas para conseguir un fin<br />
compartido: consolidar el proyecto de nación.<br />
En el caso Argentino, las investigaciones revelan<br />
que el libro de texto se convirtió desde 1884 en un<br />
dispositivo central en la construcción de la identidad<br />
nacional, constituyéndose en lo que Narodowski y<br />
Manolakis (2001:30) denominan una Razón de Estado.<br />
La investigación de Antonia Muscia (2001) sobre los<br />
manuales de moral e instrucción cívica en la escuela<br />
argentina entre 1884 y 1916, parte su análisis de<br />
identificar una disputa entre lo que denomina el grupo<br />
católico y el grupo positivista, o entre espiritualistas y<br />
materialistas; enfrentamiento que no se dio sólo por<br />
la educación sino por lo que definiría la idiosincrasia<br />
nacional.<br />
5Una referencia mucho más sistemática sobre la apropiación de Pestalozzi y de la pedagogía activa en Colombia se<br />
encuentra en: Sáenz, Saldarriaga y Ospina (1997). Mirar la infancia: Pedagogía, Moral y Modernidad en Colombia,<br />
1903 – 1946). Bogotá: Colciencias, Ediciones Foro Nacional por Colombia, Ediciones Universidad de Los Andes,<br />
Editorial Universidad de Antioquia.<br />
17<br />
63
La invención del ciudadano en la América Latina de siglo XX<br />
64<br />
Más temprano que en Colombia, la Argentina liberal<br />
a través de la Comisión Nacional de Educación, hizo<br />
una valoración sobre los textos de educación cívica<br />
encontrando que algunos exponían una moral dogmática,<br />
otros eran anticuados y se centraban exclusivamente en<br />
la urbanidad, o excedían la extensión de la enseñanza.<br />
Aunque encontraron que algunos se aproximaban a lo<br />
que se necesitaba, no le satisfacía el método y la tendencia<br />
de los programas (Informe de la Comisión Revisora de<br />
Textos de la Segunda Sección, 1888. Citado por Muscia,<br />
Ibíd. 110). Esto derivó en la necesidad de producir textos<br />
nacionales hacia 1910 dentro del llamado Plan Nacional<br />
de Educación.<br />
Muscia muestra, en su análisis comparativo para<br />
establecer el perfil ideológico de los textos, que hay una<br />
idea de sociedad como orden moral cuyo desarrollo está<br />
orientado por leyes divinas, y el concepto de progreso<br />
es mostrado en los textos como un impulso natural a<br />
ese orden, que desde posturas espiritualistas se consigue<br />
a través de la práctica de la ley moral y desde posturas<br />
materialistas mediante actos humanos racionales y libres.<br />
De igual manera que en los textos colombianos, la ley<br />
moral se identifica con la ley divina o natural y los valores<br />
cívicos político-religiosos se expresan en los deberes<br />
consigo mismo, con la patria, con el Estado y con Dios,<br />
los cuales son atendidos en primer lugar en la familia,<br />
que aparece también como una figura a menor escala<br />
del funcionamiento de la sociedad. Otro elemento que<br />
comparte con los textos colombianos es el enunciado<br />
sobre el trabajo como deber y su importancia para el<br />
progreso económico, la felicidad individual y social,<br />
en contraposición a una concepción decimonónica de<br />
trabajo como una práctica denigrante sólo destinada a<br />
aquellos que no fueran pertenecientes a la élite.<br />
Hacía finales de los años 30, las estrategias para<br />
desarrollar una conciencia nacional que enfrentaba<br />
como problema la masiva inmigración de colonias de<br />
extranjeros, se intensificaron, extendiéndose la educación<br />
patriótica a todos los niveles de enseñanza. Se empieza<br />
a regular la producción de los textos escolares pues se<br />
suponía que ellos transmitían valores amenazantes para<br />
la sociedad, ya que la proliferación de su producción
implicaba la diversidad de narrativas sobre el ser nacional,<br />
poniendo en riesgo la homogeneidad de la población.<br />
La publicación de una cartilla patriótica fue incluida en<br />
todos los textos de lectura y tenía como temario la patria,<br />
el patriotismo, los símbolos patrios, el mapa físicopolítico<br />
de Argentina, el preámbulo y comentarios de<br />
los principales artículos de la constitución nacional. La<br />
cartilla circuló hasta 1983, con algunas modificaciones<br />
que el régimen peronista le incluiría. (Narodowski y<br />
Manolakis, Ob.cit.)<br />
Muscia nos permite percibir una regularidad ya vista<br />
en los textos colombianos, la existencia de una clara<br />
fundamentación moral en los textos de Civismo que<br />
combina temas y valores provenientes de la moral<br />
católica con una nueva moral laica y que desarrollaría<br />
dimensiones afectivas propicias para movilizar las<br />
experiencias identitarias buscadas por el nacionalismo.<br />
El ciudadano era formado en valores nacionales que se<br />
afianzaron gracias al despliegue de toda una red simbólica<br />
(himnos, bandera, escudo, efemérides), instaurando<br />
una nueva religión civil en la que el catecismo fue<br />
reemplazado por la Constitución Nacional, el santo por<br />
el héroe y la noción de virtud se cotejó con la de deberes.<br />
A diferencia de los textos colombianos, que según<br />
la investigación de Herrera tienen un fundamento<br />
positivista que deriva en una perspectiva pedagógica<br />
experimental al basarse en los aportes de disciplinas<br />
como la biología y la sicología, Muscia considera que la<br />
aparición en los textos de los deberes para con el cuerpo,<br />
es la única manifestación clara de esa corriente en<br />
Argentina. Sin embargo la autora encuentra otros textos<br />
que si bien no contaron con la aprobación de la Comisión<br />
Nacional de Educación, dan cuenta de una adscripción<br />
positivista en el que el hombre no es fundamento del<br />
hecho moral como lo sostendrían los espiritualistas, sino<br />
la última manifestación de la evolución (Vedia, citado<br />
por Muscia, Ibíd., 125) y la sociedad es producto de las<br />
leyes naturales que guían su evolución. En los planes de<br />
estudio de 1910 se hace evidente, según la investigación,<br />
la tendencia empírica, dejando la cívica como asignatura<br />
que debía responder a aprendizajes en la misma práctica<br />
y la Moral quedó como un asunto transversal a todas las<br />
asignaturas.<br />
La autora concluye que en los textos del período estudiado<br />
si bien son espiritualistas, hay un desplazamiento de<br />
temas y valores respecto a la moral tradicional que se<br />
deja ver en el reemplazo de la noción de virtud por la<br />
de deberes, en los que el buen hombre se coteja con el<br />
buen ciudadano y se impone una devoción positivista.<br />
Por su parte, Narodowski y Manolakis señalan aspectos<br />
didáctico-pedagógicos de los textos escolares argentinos<br />
entre 1939 y 1983 que respondían a un plan didáctico<br />
racional que tenía en cuenta el grado de dificultad para el<br />
aprendizaje y se insistía en que los textos debían educar<br />
los sentimientos y superar el nivel informativo.<br />
En los dos países, aunque con procesos de secularización<br />
diferentes, se hace presente el hecho de que la moral<br />
civil no renunció a su inspiración católica y el ciudadano<br />
de la nación fue inventándose desde un régimen moral<br />
estratégico que combinó lo católico y lo laico para la<br />
salvaguarda de unos principios éticos universales que,<br />
desde una concepción pedagógica y epistemológica,<br />
garantizaría que el sujeto, mediante su relación con<br />
una experiencia social inmediata, forjara sus virtudes<br />
cívicas, aprendiendo el cumplimiento de deberes -<br />
consigo mismo, con los padres, con Dios, con el Estado<br />
- validando así esos principios.<br />
17<br />
65
La invención del ciudadano en la América Latina de siglo XX<br />
66<br />
Un ciudadano del Mundo. El imperioso<br />
discurso de la convivencia en la Diferencia<br />
El nacionalismo como proyecto languidece después de<br />
la segunda guerra mundial, y a finales de los años 50 se<br />
hace un llamado desde las Naciones Unidas a bajar el<br />
tono a los discursos nacionalistas. Sin embargo, el tema<br />
de la soberanía sería una constante en los manuales de<br />
civismo, en tensión con discursos emergentes sobre la<br />
cooperación internacional, la noción de democracia<br />
se enfrentaría con el mapa dibujado por la Guerra<br />
fría, con las Doctrinas de Seguridad Nacional que se<br />
expandieron por América Latina y con los discursos del<br />
multiculturalismo.<br />
En Argentina, la década del 50 estuvo marcada por el<br />
gobierno peronista, que transformó las aulas en espacios<br />
de adoctrinamiento partidario, creando la asignatura<br />
Doctrina Nacional y Cultura Ciudadana que reemplazó<br />
a la antigua Instrucción cívica. Se estableció para los tres<br />
primeros años de la escuela secundaria un programa de<br />
acuerdo a tres ejes: la sociedad argentina para el primer<br />
año, la economía para el segundo año y la organización<br />
política para el tercer año. (Kaufmann, 2006:164)<br />
En los textos peronistas, Romero (2004) descubre que<br />
hay una identificación casi absoluta entre los valores<br />
de la nación y los del movimiento político gobernante<br />
presentando el justicialismo como una tercera opción<br />
ante el capitalismo y el comunismo y en cuya bina<br />
emergen argumentos doctrinarios del catolicismo que<br />
cotejan opciones filosóficas con opciones políticas o<br />
con una doctrina social de base espiritual permitiendo<br />
“la curiosa coexistencia de una visión antiliberal de la sociedad<br />
y un discurso saturado de conceptos como libertad, democracia y<br />
en los últimos años como el de pluralismo”. Categorías que se<br />
presentan como universales ahistóricas y como principios<br />
verdaderos y absolutos.<br />
En 1955, tras la caída de Perón, la asignatura antes<br />
llamada Doctrina Nacional y Educación Ciudadana fue<br />
reemplazada por la de Educación Democrática, que<br />
pasó de la crítica al régimen peronista al abordaje de<br />
los problemas vinculados con la Guerra Fría y en ella se<br />
hacía alusión de manera implísita al comunismo como un<br />
peligro. La democracia se define en los textos escolares<br />
como un estilo de vida occidental y cristiano, referida<br />
a una moral derivada de la doctrina social de la Iglesia<br />
Católica y no como un régimen político institucional.<br />
(Romero Ob.cit.)<br />
Para este autor las diversas asignaturas correspondientes<br />
al área de civismo que se desarrollan desde los años<br />
cincuenta han tenido funciones diferenciadas. Una que<br />
busca instruir a los estudiantes en los componentes<br />
del sistema institucional y jurídico del Estado y otra<br />
que corresponde al propósito de hacer del alumno<br />
un argentino ideal. Esto llevó a que los programas<br />
desarrollaran temas que van desde los ambientales,<br />
pasando por las relaciones internacionales, la familia,<br />
los valores religiosos y morales hasta los problemas de<br />
límites con los países vecinos. Otra característica que se
señala es que a lo largo del periodo que va entre 1950<br />
a 1983 los cursos de civismo son considerados por el<br />
sector educativo de los diferentes gobiernos como un<br />
espacio esencial para la socialización de los niños en el<br />
conjunto de la nación.<br />
En Argentina, la década de 1970 se caracteriza por la<br />
alternación de un gobierno constitucional en 1973,<br />
en el que la asignatura de Educación Democrática fue<br />
reemplazada por la de Estudios de la Realidad Social<br />
Argentina y el inicio de una dictadura en 1976 que<br />
sustituye esta asignatura por la de Formación Cívica y<br />
luego por la de Formación Moral y Cívica entre 1978 y<br />
1983, cuyos objetivos fueron reproducidos en edición<br />
de los textos escolares de esta época:<br />
“Canalizar los intereses y preocupaciones del alumno<br />
hacia un conjunto de ideales y valores acordes con los<br />
valores supremos de la nacionalidad... que impliquen una<br />
capacidad de reacción personal ante nuevas situaciones...<br />
valorizar la familia como fundamento de la vida del<br />
hombre... apreciar y respetar los valores de la cultura<br />
occidental y cristiana... fortalecer actitudes de amor<br />
consciente y de respeto por la patria, asumiendo actitudes<br />
de buen ciudadano... asimilar la democracia como estilo<br />
de vida... adquirir actitudes positivas respecto de la<br />
integración de los pueblos americanos y de éstos con el<br />
mundo” (Romero, Ob.cit.,126).<br />
La investigación de Kaufmann (Ob.cit. 190 y ss.) señala<br />
los rasgos presentes en los textos escolares durante<br />
esta última dictadura. El primero de ellos es el rasgo<br />
militarista, incorporando la terminología castrense y<br />
alternando consignas de naturaleza militar y defensiva.<br />
Las ideas conspirativas señalan amenazas a los valores<br />
de la nación e identifican la existencia de dos clases de<br />
enemigos, uno externo de origen extranjero en el que<br />
se ubica el marxismo, el comunismo y el anarquismo,<br />
idea que ya estaba presente en los textos de los 60, y un<br />
enemigo interno referido a la subversión que empezó a<br />
tener igual importancia que el externo.<br />
Otro rasgo es el de la preservación de una genealogía<br />
nacional en clave de identidad nacional como forma<br />
de identidad colectiva indiferenciada y la concordancia<br />
ideológica referida a la edición y conformidad de los<br />
textos con el espíritu de la programación ministerial<br />
que refuerzan ideologías tradicionalistas conservadoras<br />
y que generan discursos antiimperialistas.<br />
Un último rasgo es el tapadismo entendido como un<br />
sistema de “deseducación” cívica que niega la realidad<br />
cívica y política que vivía el país en tiempos de dictadura<br />
y que crea un síndrome triunfalista.<br />
Argentina se neoconservaduriza con la instauración de<br />
la dictadura del 76 y los manuales de formación moral<br />
y cívica de este período marcan una idea de nación muy<br />
acentuada en cuanto a la exaltación de la retórica del<br />
régimen: religiosidad, cristianización de la sociedad,<br />
disciplinamiento social, patriotismo equiparado a<br />
nacionalismo, una tendencia a la educación modélica<br />
y a la naturalización del orden social orientada por el<br />
pensamiento moral del régimen en dos ejes centrales; la<br />
doctrina social de la iglesia y la doctrina de la seguridad<br />
nacional.<br />
Por otro lado, Romero (Ob. cit.) señala varios temas<br />
que caracterizan los textos escolares de civismo de<br />
Argentina entre 1950 y 1983: las nociones de patria<br />
17<br />
67
La invención del ciudadano en la América Latina de siglo XX<br />
68<br />
y patriotismo como elemento emocional relacionado<br />
con la idea de nación y cuya finalidad es definir<br />
los comportamientos patrióticos que debe tener el<br />
estudiante en su cotidianidad y que son considerados<br />
como actitudes morales y espirituales esenciales. Otro<br />
tema es la sociedad cristiana y la familia, tratado en los<br />
textos a partir de la idea de unidad católica que representa<br />
la nación Argentina, y de la familia como institución<br />
natural que da origen a otra igual que es la nación y que<br />
son homogéneas e inmutables. El tema de la democracia<br />
es tratado como una forma de vida, al no poderla exponer<br />
como una forma de gobierno dadas las circunstancias<br />
políticas del país, y su defensa estuvo más en relación<br />
con la identificación de un enemigo externo. El tema de<br />
la soberanía y el de las relaciones internacionales parten<br />
de un discurso geopolítico que osciló entre la idea de la<br />
protección fronteriza de la nación y la de la colaboración<br />
internacional.<br />
Estas investigaciones muestran que muchos de<br />
los manuales escolares de civismo llegan sin sufrir<br />
modificaciones en su estructura y en sus discursos<br />
jurídicos y morales hasta principios de los años 80, pero<br />
desde mediados de la década del 80 en adelante, el lema<br />
del orden y progreso que regía los valores de la nación va<br />
a cambiar significativamente y aparecen otros valores y<br />
enunciados que se hacen funcionales a un nuevo proyecto<br />
histórico ligados a la denominada globalización.<br />
Con la entrada a la democracia en 1984 se vuelve a la<br />
Educación Cívica y se formulan nuevos temas vinculados<br />
con la sociedad democrática: la democracia y sus aspectos<br />
formales, así como los referidos a la práctica política,<br />
la relación entre los Estados en el marco del sistema<br />
de organizaciones internacionales, el respeto de los<br />
derechos humanos y consecuentemente el comienzo de la<br />
discusión sobre la homogeneidad y el pluralismo cultural.<br />
La noción de democracia pasa a un primer plano en la<br />
que la idea de una Argentina que garantice la vigencia de<br />
los derechos humanos civiles y políticos era un imperativo<br />
que se fue profundizando en los textos producidos en<br />
las siguientes décadas.<br />
En 1993 se reforma el sistema educativo, y la anterior<br />
disciplina escolar de Educación Cívica se transforma en<br />
la denominada Formación Ética y Ciudadana, (Romero,<br />
Ob.cit., 28, Kaufmann, Ob.cit.,164.) cuyos contenidos<br />
curriculares abandonan las referencias al mundo bipolar<br />
de la Guerra Fría, las concepciones de la sociedad de<br />
inspiración católica y tomista y avanzan en dos tópicos:<br />
la ecología y el pluralismo que trae como consecuencia<br />
importante la reconsideración del lugar otorgado a la<br />
nación como principio de construcción de identidad.<br />
Romero enfatiza la centralidad que en los textos escolares<br />
adquiere el concepto de democracia en articulación<br />
con diversos valores éticos y políticos, especialmente<br />
el de la convivencia que se vuelve clave para enfrentar<br />
por un lado el fantasma del totalitarismo fundado en<br />
la intolerancia y de otro lado, los nuevos retos que<br />
representaba el discurso de la multiculturalidad. La<br />
idea de comunidad relacionada con la de la convivencia<br />
también entra en escena, distinguiéndose una gama<br />
comunitaria: una comunidad humana sustentada en los<br />
derechos humanos, una comunidad nacional sustentada<br />
en la legalidad constitucional y las instituciones civiles<br />
y una comunidad internacional sustentada en tratados<br />
y organismos internacionales, posicionando así la idea<br />
de que la constitución, las instituciones estatales y los<br />
valores nacionales no pueden estar en contradicción con<br />
los valores universales.<br />
En los textos escolares se amplía la concepción de<br />
democracia formal hacia una visión más compleja de la<br />
vida política y social, aparece el concepto de la sociedad<br />
civil, una concepción menos restringida y formal de<br />
la ciudadanía que profundiza los discursos sobre los<br />
derechos civiles, emergiendo también los enunciados<br />
sobre las diferencias culturales y sobre la diversidad de<br />
instituciones que participan en la vida pública de un
país. El concepto de nación tiene un papel más débil<br />
en la construcción de un nosotros teniendo mayor peso<br />
la valoración de las normas de convivencia política. La<br />
soberanía como tema sigue siendo ambigua pues se<br />
mantiene la cuestión de los límites fronterizos pero<br />
aparece la noción de una Argentina subdesarrollada y<br />
periférica que le plantea la construcción de vínculos con<br />
países latinoamericanos.<br />
En estos nuevos textos escolares de la Argentina<br />
posdictatorial, la sociedad nacional está más en relación<br />
con la participación en una comunidad política que<br />
con la existencia de una comunidad cultural de rasgos<br />
homogéneos, lo que desnaturaliza la noción de nación.<br />
Hay una tematización de la globalización financiera,<br />
cultural y jurídica, y aparece la necesidad de aceptar la<br />
existencia de identidades diversas dentro de la nación<br />
que problematizan la idea integración y la de tolerancia<br />
a las diferencias.<br />
Finalmente, en el balance que hace Romero es evidente<br />
que para Argentina el área del civismo tiene un cambio<br />
drástico que va<br />
“de posicionar una noción fuerte de sociedad natural<br />
y ordenada, ni activa, ni conflictiva, de la concepción<br />
neotomista desarrollada por la Iglesia Católica desde<br />
fines del siglo XIX hasta reescribir el civismo en clave de<br />
democracia a inicios de la década del 90, en la que hay<br />
en general menos interés en afirmar la idea de nación<br />
como unidad cultural, y más preocupación por el Estado<br />
como entidad jurídica, que gobierna una sociedad plural”.<br />
(Ob.cit., 214).<br />
Una perspectiva interesante que interroga este nuevo<br />
papel del Estado, la abre el estudio de Silvia Grinberg<br />
sobre el programa Aprendizaje en Servicio en Argentina,<br />
que en Colombia se conoce como Servicio Social<br />
Obligatorio, dirigido a estudiantes de los últimos<br />
grados de secundaria para promover en ellos un<br />
compromiso con lo comunitario. Grinberg plantea que<br />
ha habido un “giro epistémico del gerenciamiento” en<br />
el que la comunidad se vuelve el locus de gobierno y el<br />
voluntariado la estrategia, pues<br />
17<br />
69
La invención del ciudadano en la América Latina de siglo XX<br />
70<br />
“son las escuelas y las organizaciones comunitarias las<br />
que deben hacerse cargo y el Estado no asume más que<br />
la función de promotor en el que ofrece asistencia técnica<br />
mediante la producción de documentos orientadores.<br />
De tal modo que en ese hacerse cargo la acción parece<br />
depender sólo de los individuos… [ ] ya no son los<br />
ciudadanos quienes delegan en un tercero su capacidad<br />
de gobernarse y sea ese quien garantice las funciones de<br />
seguridad social… [ ] el ejercicio de la ciudadanía ya no<br />
sucede en la esfera pública sino en la esfera privada de lo<br />
comunitario” (2007:160-161)<br />
Como se dijera anteriormente, para el caso Colombiano<br />
no hay estudios sobre manuales de civismo de la segunda<br />
mitad del siglo XX que presenten la relación nación –<br />
ciudadano, por lo que acudiremos a fuentes primarias<br />
para ir mirando como fue nuestra experiencia en<br />
contraste con la de Argentina.<br />
En 1953 con el inicio de la dictadura de Rojas Pinilla,<br />
caracterizado por un populismo de tinte católico,<br />
apoyada por conservadores tanto como por los liberales,<br />
también se reforzó la educación cívica en las escuelas a<br />
través de la creación de la cátedra Bolivariana que tuvo<br />
vigencia hasta 1963 y que se definió por su pregón<br />
nacionalista y conservador. Con el ingreso de Colombia<br />
en 1954 al bloque que lideraba Estados Unidos contra<br />
la Unión Soviética, los intereses nacionalistas quedaron<br />
enmarcados en la geopolítica internacional con un sesgo<br />
anticomunista, que aunado, del mismo modo que en<br />
Argentina, a principios de la doctrina social cristiana,<br />
invocaba en los textos escolares el llamado del Papa<br />
Pío XI<br />
“Que los fieles no caigan en estos y otros parecidos<br />
engaños. El comunismo es, por virtud de su misma<br />
naturaleza, perverso, y no se puede admitir en ninguno<br />
de los campos su colaboración, por parte de aquellos<br />
que desean sinceramente salvar la civilización cristiana”<br />
(Florencio, 1960:155-156, citado por Álvarez, 373).<br />
El auge del Desarrollismo coincide a partir de los 60<br />
en Colombia con una neoconservadurización de la vida<br />
política y social que pronto se vio en los textos escolares<br />
con el retorno a temas como la patria, la moral religiosa<br />
y la urbanidad. En el programa analítico de Estudios<br />
Sociales y Filosofía para el primer y segundo ciclo<br />
del educación media de 1962, se incluía la asignatura<br />
Educación Cívica y Social para el primer año, en el que se<br />
señalaba a la cívica y a la urbanidad como vivencias en el<br />
ambiente de la escuela y como medios permanentes de<br />
educación. Los objetivos específicos eran brindar a los<br />
estudiantes conocimientos básicos para orientarse en sus<br />
relaciones, comprender la organización política del país y<br />
asumir actitudes deseables como normas de conducta, así<br />
como desarrollar el sentido de responsabilidad individual<br />
y social mediante la comprensión de los deberes y<br />
derechos de la persona humana y de los buenos hábitos<br />
de comportamiento en las distintas situaciones de la<br />
vida social. (Ministerio de Educación Nacional, 1962)
Los temas contemplados eran: La vida en sociedad;<br />
específicamente la conducta del buen ciudadano,<br />
la familia, los deberes y derechos de padres e hijos,<br />
las virtudes sociales; como la solidaridad humana, la<br />
generosidad, el altruismo, la honradez, la justicia y<br />
la veracidad como base la convivencia, la patria; los<br />
símbolos y las tradiciones de la nacionalidad, el tema<br />
del gobierno; la constitución política y las leyes, el<br />
poder público en Colombia; su organización y función<br />
y los deberes y derechos del ciudadano colombiano.<br />
La segunda parte del programa estaba dedicada al<br />
comportamiento en general, a las normas de la sociedad,<br />
a la conducta en diferentes espacios públicos y privados,<br />
a las relaciones sociales, a la sanción social y al empleo<br />
honesto del tiempo libre.<br />
Para el sexto año se incluía la asignatura Instituciones<br />
Colombianas y Civismo Internacional que, previendo la pronta<br />
integración activa a la vida social del joven, se concebía<br />
como la preparación del alumno para el ejercicio de la<br />
ciudadanía, por lo que se buscaba una orientación hacia<br />
ella mediante la formación de una conciencia clara y<br />
precisa de sus derechos y obligaciones en el marco de<br />
los preceptos legales que regían la organización de la<br />
sociedad colombiana.<br />
Los temas a tratar en este año eran en primer lugar la<br />
familia, caracterizada como núcleo fundamental de la<br />
sociedad, la sociedad sus fundamentos y sus fines en el<br />
que se desplegaban la noción de derechos y deberes, el<br />
tema de la solidaridad, el conocimiento de las distintas<br />
clases de delitos, las categorías de penas y la promoción<br />
del sentido de justicia y defensa social. Un tercer tema, y<br />
ampliando la imagen de lo social, es el del Estado como<br />
organización política de la sociedad, seguido del estudio<br />
de la nación, el territorio, el poder público sus ramas<br />
y distintos órganos, el estudio la constitución nacional<br />
y de los fines del Estado, los principios democráticos<br />
centrados exclusivamente en el sufragio y los derechos<br />
individuales a partir de conceptos como la igualdad y la<br />
libertad, pero con un acento en el cumplimiento de la ley.<br />
“Todos los ciudadanos deben obedecer las leyes, porque<br />
si cada uno hace lo que quiere en vez del orden reina<br />
el desorden y la sociedad deja de existir. La obediencia<br />
de las leyes es un deber para todos, aun cuando nos<br />
parezcan inútiles, injustas o malas y aun cuando sea<br />
difícil obedecerlas” (Ibíd. 23). Pero cualquiera que sea el<br />
gobierno de nuestra patria, el deber de nuestros gobernados<br />
es uno mismo: respetar el gobierno legítimamente<br />
establecido y a los que nos gobiernan. Los gobernantes<br />
sean quienes fueran, representan la autoridad. Jesucristo<br />
mismo obedeció las leyes y respetó a los jefes del país donde<br />
vivió, aunque ellos no eran dignos de mandarlo”. (Posada<br />
y Cortazar, 1965:24)<br />
Explícitamente, el programa señala que la intención es<br />
que el estudiante adquiera nociones de derecho público<br />
y derecho privado. En este programa ya se señalan la<br />
importancia de conocer organizaciones internacionales<br />
con el sentido de desarrollar un “aprecio mutuo de los<br />
pueblos y en la necesidad de complementación”.<br />
Hacia inicios de los 70 la Comisión Nacional de la<br />
UNESCO publicó el texto “Documentos básicos para<br />
la Educación Cívica Internacional” que señalaba que lo<br />
más sobresaliente de las relaciones internacionales<br />
era la interdependencia creciente de todos los países<br />
lo que paulatinamente iba convirtiendo al hombre<br />
contemporáneo en verdadero ciudadano del mundo. Y<br />
proclama un nuevo enfoque de la educación en general,<br />
y de la formación cívica en particular, “para orientar<br />
la conducta humana hacia el destino común de la sociedad<br />
universal y hacia formas antes desconocidas de una interacción<br />
ineludible” (Ibíd., 1973: 2). La formación de la opinión<br />
pública se muestra como imperativo en la propuesta<br />
del organismo internacional para la comprensión y el<br />
ejercicio consciente de sus derechos y deberes frente<br />
a la comunidad mundial en pro de la consecución<br />
de los objetivos de los gobiernos y los organismos<br />
internacionales de construir un mundo mejor más<br />
humano y más justo.<br />
17<br />
71
La invención del ciudadano en la América Latina de siglo XX<br />
72<br />
Los años 70 en Colombia se desarrollaron en medio de<br />
un contexto político interno complejo, que se caracterizó<br />
por una medida excepcional como fue la del Estatuto<br />
de Seguridad, con el que se dio lugar a una persecución<br />
generalizada contra la oposición en el país y a una serie<br />
de violaciones de derechos humanos. La democracia<br />
como representación de igualdad y justicia se fragiliza,<br />
emergen nuevos actores del conflicto sociopolítico,<br />
las Instituciones tradicionales comienzan a perder<br />
legitimidad, la violencia se pluraliza 6 , la academia se ve<br />
enfrentada a nuevos discursos y la consolidación de una<br />
perspectiva crítica de las Ciencias Sociales permea el<br />
sector educativo. Se asoma un proceso de racionalización<br />
crítica de los contenidos de los planes de estudio<br />
que comienza a darle a las ciencias sociales escolares<br />
una función científica de lo social, con sugerencias<br />
metodológicas del orden de la pedagogía activa y de la<br />
sicología del desarrollo fundamentada en Piaget (Ver:<br />
Ministerio de Educación. 1984: 209). Sin embargo las<br />
referencias a los fines formadores de moral cívica y de<br />
pertenencia a la nacionalidad se mantienen, como lo<br />
expresa este texto escolar<br />
“El patriotismo es a la vez un sentimiento y un deber.<br />
Debemos hacer por la Patria todos los sacrificios posibles<br />
y estar a su servicio, no sólo dentro de lo que nos pide<br />
la ley, sino con amor y abnegación…Sabemos que la<br />
Patria representa todo cuanto nos es más querido en<br />
el mundo: nuestros hogares, nuestros antepasados, el<br />
suelo que nos vio nacer, nuestras tradiciones, nuestra<br />
historia; todo esto debemos amarlo con pasión…Pero ese<br />
amor apasionado por la Patria no debe ser fanático, ni<br />
convertir el patriotismo en patriotería ridícula, que admira<br />
devotamente todo lo que se hace en su patria y desprecia<br />
lo que hacen los demás.” (Arbeláez, 1971: 11)<br />
6“El informe presentado al ministerio de gobierno en 1987, distingue tres etapas de la violencia en la historia<br />
de Colombia: la de las guerras civiles en el siglo 19, en las que se manifiesta claramente las rivalidades<br />
entre las clases dirigentes, la violencia de los años cincuenta, conducida por estamentos populares, y la<br />
violencia actual en la que coexisten violencias de diferente tipo y procedencia”. Tirado Mejía (1989: 404)<br />
El posicionamiento que en la década de los 80 había<br />
logrado el movimiento de la Nueva Historia y del<br />
Movimiento Pedagógico en Colombia, acrecienta el<br />
debate por la enseñanza de las ciencias sociales y se<br />
gestan nuevas búsquedas, tanto en lo disciplinar como<br />
en lo pedagógico, para renovar lo que se denominaba<br />
una enseñanza tradicional del área, mecanizada por<br />
la tecnología educativa que había ido sustituyendo<br />
los principios de la pedagogía activa. Desde el saber<br />
disciplinar, las discusiones centradas en el contenido<br />
de los programas curriculares para la educación básica<br />
y media, se complejizaban en torno a la pregunta ¿Qué<br />
enseñar? que cada vez asumía un tono marcadamente<br />
científico y disciplinar. La pregunta ¿para qué enseñar?<br />
referente al papel que debían jugar las ciencias sociales<br />
en la formación de niños y jóvenes y que había enfatizado<br />
hasta el momento en los hitos de la formación nacional y<br />
en la formación de un ciudadano útil y devoto empezó a<br />
situarse en las fronteras de la crítica de la historia oficial<br />
y en la relación entre la historia y la construcción de un<br />
pensamiento histórico. Desde la pedagogía la pregunta<br />
por ¿cómo enseñar?, se profundizó y afinó al diferenciar<br />
el enseñar del aprender posibilitado por los postulados<br />
de la sicología cognitiva en su enfoque constructivista.<br />
Creemos que entre los debates de las disciplinas y de la<br />
psicopedagogía, el tema del civismo se fue quedando de<br />
lado o bien se diluyó en los fines éticos y políticos que<br />
cada propuesta abanderaba. Sin embargo, encontramos<br />
que paralelamente a estas discusiones, a principios de<br />
1980 mediante el decreto 3465, se establece la cátedra<br />
Bolivariana en la educación secundaria que insistía en<br />
un discurso nacionalista. La edición de textos escolares<br />
de estas cátedras fueron pocas, sin embargo circularon<br />
difundiendo sus propósitos:
“Cultivar el sentimiento de nacionalidad, apoyándose<br />
en la triple base de amor, comprensión y servicio a<br />
la patria. Robustecer el amor a la patria, Colombia,<br />
en el conocimiento de sus glorias y por la exaltación<br />
de sus héroes. Destacar la figura del libertador en<br />
su pensamiento, el de los héroes granadinos que le<br />
colaboraron, el de los sacrificios de la comunidad,<br />
para lograr la libertad e independencia de los países<br />
bolivarianos. Estudiar la obra y la doctrina bolivariana<br />
y su ejemplo de servicio, de constancia, honradez,<br />
patriotismo, amistad, desprendimiento, de estudio, de<br />
observación, de solidaridad, de unidad americana, de su<br />
preocupación por los derechos humanos, por los negros y<br />
los indígenas, por la paz, etc.” (Bohórquez, 1983: 7)<br />
En 1983 mediante el decreto 239, se establece con<br />
carácter obligatorio en todos los colegios del país la<br />
asignatura de Educación para la Democracia, la Paz y<br />
la Vida Social, en la que se incluían, para desarrollarse<br />
durante ese año, las Cátedras Bolivariana y de Mutis.<br />
Dicho decreto consideraba que era necesario:<br />
“Fomentar el conocimiento, aprecio y práctica de los<br />
valores culturales, religiosos e históricos que constituyen<br />
nuestra nacionalidad…inculcar a los educandos la<br />
devoción por la libertad, la participación democrática, la<br />
equidad y la justicia social, el respeto por la autoridad<br />
y el orden jurídico y la práctica de los deberes y derechos<br />
ciudadanos” (Decreto 239 de 1983)<br />
De igual manera, se insta al respeto y las buenas maneras<br />
como forma de alcanzar la felicidad en comunidad, al<br />
deber de amar, valorar y defender la paz, apreciar y cuidar<br />
los recursos naturales, al cultivo del arte y de la salud<br />
física, en lo que parecen unos “nuevos valores” a añadir<br />
en la formación del ciudadano y en un último intento<br />
por mantener el viejo orden, un texto escolar colombiano<br />
de los 80, plantea como propósito:<br />
17<br />
73
La invención del ciudadano en la América Latina de siglo XX<br />
74<br />
“…enderezar y armonizar la conducta hacia un bienestar<br />
colectivo… Hacer entender cómo dentro de la civilización,<br />
la Educación Cívica y Social es factor insustituible. Los<br />
profesores tendrán como meta con este libro el que sus<br />
alumnos adquieran la práctica del civismo y el amor a la<br />
nacionalidad, a la democracia y a nuestras instituciones<br />
sociales. (Osorio, 1983:2)<br />
En este libro escolar se mezclan viejos enunciados<br />
de la cívica nacionalista con otros que emergen de<br />
la globalización como el de la ciudad como espacio<br />
político y la comunidad como término que desplaza la<br />
de pueblo. Las virtudes cristianas y sociales se suman a<br />
las que el autor denomina virtudes <strong>ciudadana</strong>s, éstas son:<br />
“la solidaridad social y el espíritu cívico”:<br />
“Solidaridad Social es todo lo opuesto al egoísmo, al<br />
individualismo y a ese decir, que debemos desterrar en<br />
definitiva, cuando se afirma que “cada cual en lo suyo, yo<br />
no me meto”. Porque en una época en la que el hombre<br />
es cada vez más social, es decisivo también no existir solo,<br />
ni creer que no se necesite de los demás, no aislarse en la<br />
soledad. El hombre requiere de la comunidad familiar, de<br />
los vecinos del barrio, de la acción comunal o comunitaria,<br />
de sus compañeros de estudios y de empleo o trabajo, de<br />
los demás creyentes, con los que asiste al templo para orar<br />
y amar a Dios” (Ibíd., 91)<br />
La reforma curricular de 1989 suprimió definitivamente<br />
la asignatura de educación cívica fusionándola a la nueva<br />
propuesta de ciencias sociales integradas, lo que desató<br />
varias reacciones<br />
“No parece exagerado afirmar que una buena parte de la<br />
crisis de nuestra sociedad, que se ha venido acentuando<br />
en los últimos años, obedece al hecho irresponsable, por<br />
decir lo menos, de haber suprimido del pensum educativo<br />
materias tan formativas como la cívica y la urbanidad,<br />
orientadas a inculcar en la mente y en el corazón del<br />
niño, desde su más tierna edad, el amor a la patria y<br />
a sus símbolos, el concepto de solidaridad, la noción de<br />
orden, de libertad y de justicia y esa serie de conocimientos<br />
mínimos que un colombiano con uso de razón está<br />
obligado a poseer acerca de la organización del Estado,<br />
de los deberes y derechos que lo ligan a él y de las normas<br />
de comportamiento que contribuyen al progreso de la<br />
comunidad. Se desplazaron entonces las buenas maneras<br />
por la ordinariez, y el respeto a la autoridad por conductas<br />
anárquicas que, estimuladas muchas veces por los mismos<br />
obligados a dar ejemplo de acatamiento a la ley, han<br />
traído como resultado los continuos paros y conflictos<br />
estudiantiles a que desafortunadamente nos hemos venido<br />
acostumbrando (Acevedo, 1986:13)
Por su parte, los propósitos expresados en el marco<br />
general del área de ciencias sociales, producto de<br />
varios años de discusión y debate y que aún después<br />
de su publicación fueron duramente señalados por<br />
considerarlo un amalgamiento contradictorio de posturas<br />
políticas y filosóficas, (Aguilar, 1989) le apostaron más<br />
que al desarrollo de ciertas virtudes cívicas de tinte<br />
católico, al desarrollo de un pensamiento reflexivo dando<br />
un lugar protagónico al conocimiento social y a la ética:<br />
“se pretende la construcción de sujetos críticos, capaces<br />
y competentes para comprender y explicar los fenómenos<br />
sociales de una manera integrada y de una manera<br />
interdisciplinar, así como hacer consciente al alumno<br />
de su medio social, ambiental, económico, histórico,<br />
etc. Se necesita capacitar al alumno para reflexionar<br />
responsablemente sobre su medio y pertenencia y plantearse<br />
el problema fundamental de la acción en sociedad, es<br />
decir la responsabilidad ética” (Ministerio Educación<br />
Nacional, 1989:10)<br />
Tanto para Colombia como para Argentina (Romero<br />
Ob.cit., Álvarez, Ob.cit.) se identifican tres elementos<br />
que de alguna manera muestran una continuidad en los<br />
textos escolares de cívica, hasta mediados de los 80,<br />
respecto a las consideraciones sobre las relaciones entre<br />
la moral, la sociedad y la política.<br />
Un primer elemento es el neotomismo. Sobre esta<br />
corriente, Romero señala que tiene dos vertientes:<br />
una de enfoque más liberal donde el neotomismo y la<br />
doctrina social de la iglesia pueden ser compatibles con<br />
un progresismo laico que acoge la Revolución Francesa<br />
y la otra es el enfoque del catolicismo integral que<br />
estructura los textos con los principios más radicales de<br />
esta visión antiliberal. Álvarez por su parte señala que esta<br />
corriente impulsada por la iglesia católica en Colombia<br />
fue definitiva en la discusión sobre el nacionalismo y<br />
afirma que la mayor influencia para nuestro país estuvo<br />
en la primera mitad del siglo XX. Por el neotomismo,<br />
Colombia pasó a la fase de la modernidad industrial,<br />
en la que la distinción entre lo técnico y lo ético fue<br />
utilizada a favor de una reorganización que dio poder a<br />
la institucionalidad eclesiástica desde 1886, estrategia del<br />
catolicismo para insertarse a la modernidad, justamente<br />
aceptando la modernización tecno-económica, a<br />
condición de que se permitiese mantener los fines<br />
sociales y culturales, fieles a los valores religiosos<br />
eclesiásticos, así el neotomismo se asentó sobre la misma<br />
estructura epistemológica de las grandes religiones civiles<br />
críticas del siglo XIX. (Saldarriaga, 2003: 277)<br />
El segundo elemento es el anticomunismo. La importancia<br />
dada a la guerra fría permitió identificar claramente el<br />
enemigo de los valores de la nación y un nuevo valor<br />
simbólico al tema de la soberanía que se orientaba a<br />
la defensa de las fronteras y a la contención de afanes<br />
expansionistas.<br />
El tercer elemento es la definición de sujeto que se<br />
deseaba construir a través de las prescripciones que<br />
dictaban los textos: El hombre argentino o el hombre<br />
colombiano. Los manuales condensan alrededor de ese<br />
propósito los dos ejes que los han venido atravesando.<br />
Por un lado; la visión de un humanismo cristiano que<br />
aludía a un hombre universal con principios opuestos al<br />
materialismo individualista y al colectivismo comunista<br />
y por otra la dimensión nacionalista.<br />
En la década de los 90, tanto Argentina como Colombia<br />
pasaran por una reforma constitucional y educativa.<br />
El “salto” de una democracia representativa a una<br />
democracia participativa para los dos países señala un<br />
nuevo horizonte ético – político aunque con una vieja<br />
retórica sobre la justicia, la paz, la defensa común,<br />
el bienestar general y la libertad dentro de un marco<br />
democrático y participativo. Sin embargo para Colombia<br />
las secuelas del fenómeno del narcotráfico que instaló<br />
17<br />
75
La invención del ciudadano en la América Latina de siglo XX<br />
76<br />
una “ética” propia, la consolidación del paramilitarismo<br />
como política de Estado 7 y como consecuencia la<br />
agudización del conflicto armado, así como gobiernos<br />
infiltrados por el narcotráfico y procesos de paz<br />
fallidos, constituyó una paradoja con el entusiasmo<br />
democratizador y la visibilización de la pluralidad del<br />
llamado tercer sector, las ONG.<br />
En el sector educativo el entusiasmo se expresó en<br />
1994 con la expedición de una nueva Ley General de<br />
Educación, que establece como materias obligatorias<br />
Constitución Política y Democracia y Educación Ética y Valores<br />
Humanos, cuyos Lineamientos curriculares fueron<br />
publicados cuatro años más tarde. Los libros escolares<br />
sobre estas nuevas asignaturas comenzaron a circular<br />
a partir de 1999 pero tanto textos escolares como<br />
investigaciones sobre ellos son casi inexistentes. Sobre<br />
textos de educación para la Democracia encontramos un<br />
análisis de Castro (2001:148), en el que señala que estos<br />
7 Al respecto ver el interesante desarrollo de esta tesis en www.javiergiraldo.org<br />
aplican principios teóricos provenientes de las ciencias<br />
de la información, la psicología del aprendizaje, la<br />
psicolingüística y la semiología, e introducen temas como<br />
la resolución pacífica de los conflictos, la valoración de<br />
las diferencias, la igualdad entre los hombres y mujeres,<br />
el compromiso democrático, así como los temas de los<br />
derechos humanos y de ecología.<br />
Los discursos de educación para la democracia<br />
que hicieron circular los nuevos textos escolares,<br />
afirma Castro, abogaban por una nueva forma de<br />
institucionalidad centrada en la participación y validaron<br />
y difundieron cada vez más la existencia de múltiples<br />
agentes que amplían y despliegan nuevas formas jurídicas<br />
y acciones educativas que de una otra manera, afirma<br />
el autor, desescolariza la formación de ciudadano y<br />
descentraliza la estrategia de intervención sobre los<br />
individuos y la población.
En la última década se hace más evidente la<br />
desestabilización del Estado, la violencia sociopolítica y<br />
el conflicto armado. Comprometerse con la vida pública<br />
es asumir el ejercicio de lo político en un país que está<br />
señalado como el primero en asesinatos a dirigentes y<br />
activistas sindicales 8 , con un alto número de población<br />
en situación de desplazamiento forzado en la que<br />
jóvenes y niños ocupan el mayor porcentaje 9 y en el<br />
que existe una violación permanente y sistemática de<br />
los derechos humanos 10 , con altos índices de pobreza,<br />
de morbilidad y mortalidad infantil, de desempleo y de<br />
pocas oportunidades para los jóvenes.<br />
La agenda educativa pondría una nueva reforma<br />
curricular del área de ciencias sociales en el 2002, que<br />
enfatiza en la necesidad de que<br />
“la formación de ciudadanos y <strong>ciudadana</strong>s comprendan y<br />
participen en su comunidad de una manera responsable,<br />
justa solidaria y democrática; mujeres y hombres que se<br />
formen para la vida y para vivir en este mundo retador y<br />
siempre cambiante” (MEN, Lineamientos curriculares de<br />
Ciencias Sociales. 2002:88).<br />
La estabilidad como concepto aparejado al de orden<br />
ya no está, en su lugar se instala la incertidumbre al<br />
lado de ideales liberales y discursos diferenciadores en<br />
concordancia con los de la diversidad. Siguiendo esta<br />
línea, los estándares básicos de competencias <strong>ciudadana</strong>s<br />
irrumpen como una nueva propuesta del Ministerio de<br />
Educación de Colombia en el 2004, en medio de uno de<br />
8 Ver informes de la OIT en http://www.ilo.org/global/lang--es/index.htm<br />
9 Ver información en www.codhes.org, en www.acnur.org<br />
10 Desde hace varios años organizaciones internacionales como Amnistía Internacional y Human Rights viene<br />
denunciado esta situación, ver http://www.hrw.org/ y http://www.es.amnesty.org/, Así mismo el Instituto<br />
Interamericano de Derechos Humanos ha presentado el mapa de progreso en Derechos Humanos en Colombia,<br />
y la situación sobre educación en Derechos Humanos. Ver http://www.iidh.ed.cr/<br />
17<br />
77
La invención del ciudadano en la América Latina de siglo XX<br />
78<br />
los gobiernos nacionales más polémicos de los últimos<br />
tiempos, en los que señala que la educación es uno de<br />
los caminos que hará posible la paz y que ella debe hacer<br />
competentes a los niños y niñas para ejercer los derechos<br />
y deberes de un “buen ciudadano”. Así, las competencias<br />
<strong>ciudadana</strong>s responden a la necesidad de<br />
“formar ciudadanos comprometidos, respetuosos de la<br />
diferencia y defensores del bien común. Unos ciudadanos<br />
que desde sus casas, escuelas, colegios universidades<br />
extienden lazos de solidaridad, abran espacios de<br />
participación y generen normas de sana convivencia. Unos<br />
ciudadanos seguros de sí mismos y confiados en los otros.<br />
Unos ciudadanos capaces de analizar y aportar en procesos<br />
colectivos. Unos ciudadanos que prefieran el acuerdo y<br />
el pacto antes que las armas, para resolver conflictos”.<br />
(MEN, 2004:3)<br />
En esta propuesta las competencias <strong>ciudadana</strong>s se<br />
definen como “el conjunto de conocimientos y habilidades<br />
comunicativas, emocionales y comunicativas que se supone al<br />
ser articuladas hacen posible que ciudadano actúe de manera<br />
constructiva en la sociedad democrática”. (Ibíd.) Se acude<br />
además a la moral como fundamento de la formación
<strong>ciudadana</strong>, pero es una moral vista desde una concepción<br />
evolutiva del desarrollo de cada individuo en su aspecto<br />
cognitivo y emocional que es lo que le permite tomar<br />
decisiones cada vez más autónomas y realizar acciones<br />
que reflejen una mayor preocupación por lo de los<br />
demás y por el bien común que no implica la renuncia<br />
intereses personales sino que medien desde el diálogo<br />
y la comunicación permanente con los demás para<br />
hacer compatibles los diferentes intereses involucrados.<br />
El documento señala tres competencias específicas<br />
relacionadas con el desarrollo moral que se propone<br />
trabajar en el aula de clase. La empatía, el juicio moral<br />
y los dilemas morales.<br />
Sobre el tema de competencias <strong>ciudadana</strong>s hay ya un<br />
buen número de textos escolares circulando, quizá<br />
muchos más de los que hemos identificado para las áreas<br />
de Democracia y de Ética, pero sin que aún haya una<br />
investigación significativa sobre ellos.<br />
Un hecho común en esta segunda mitad del siglo para<br />
los dos países es la violencia sociopolítica y la violencia de<br />
Estado con sus respectivos matices, pero cada país toma<br />
vías divergentes: Los derechos humanos para Argentina<br />
y la consecución de la paz para Colombia resultaron<br />
desde los 80 los nuevos baluartes para la educación<br />
del ciudadano. Sin embargo mientras en Argentina la<br />
recuperación del sistema democrático permitía que los<br />
textos reconsideraran, desde nuevas concepciones, el<br />
discurso sobre el respeto a los derechos en Colombia<br />
parecía que la paz solamente podía ser alcanzada<br />
mediante el retorno a viejas prácticas de civismo, tesis<br />
que ameritaría mayor sustentación y que dejamos<br />
simplemente enunciada.<br />
La configuración de un ciudadano cosmopolita,<br />
contemporáneo, mundial, deja de lado al ciudadano<br />
republicano y al ciudadano nacional. En palabras de<br />
Saldarriaga es aquel concebido como el “verdadero modo de<br />
ciudadano integral, al mismo tiempo individual y colectivo, que<br />
detenta una ciudadanía que no sólo es moral como en el primero<br />
(republicano), ni sólo política, en el segundo (nacional), sino<br />
social y cultural. Es la ciudadanía de la sociedad civil”. (Ibíd.,<br />
262). El ciudadano del mundo se ha configurado desde<br />
la apertura, la idea del borramiento de fronteras, el<br />
pluralismo, la participación, la diferencia, lo comunitario<br />
y la necesidad de una nueva forma de convivir, para lo<br />
que es necesario no sólo aprender el funcionamiento de<br />
las Instituciones, las normas morales, sociales y legales,<br />
sino ante todo saber comunicarse con el otro.<br />
17<br />
79
La invención del ciudadano en la América Latina de siglo XX<br />
80<br />
Dos hipótesis como cierre<br />
Las investigaciones a las que aquí hemos aludido<br />
muestran cómo el discurso del Civismo ha tenido un<br />
tono prescriptivo que indica dónde están el bien y<br />
la verdad, en última instancia su efecto es encuadrar<br />
cualquier realidad en términos de pares antagónicos, con<br />
patrones claramente definidos acerca de lo bueno y lo<br />
malo (Romero, Op.cit. 146). Por ello ha hecho circular<br />
un tipo de conocimiento sobre la institucionalidad y la<br />
ley e impone modelos de cómo se debe ser, cómo actuar<br />
correctamente y de qué forma adaptarse al mundo de las<br />
reglas, que planteamos como configuradas desde unos<br />
determinadas epistemes o regímenes de (producción<br />
de) verdad que han gobernado la práctica pedagógica.<br />
Una primera episteme es la racional, (Saldarriaga, 2001,<br />
2003) que se configura desde el siglo XVII, la cual<br />
postula un conjunto de principios racionales innatos en<br />
el hombre, del cual se derivan unas aplicaciones morales;<br />
esto es, que si se sabe pensar bien en consecuencia se<br />
actuará correctamente, pues sólo a partir de la razón<br />
se pueden descubrir verdades universales que no se<br />
derivan de la experiencia. Por tanto en esta episteme<br />
la experiencia individual se considera como fuente de<br />
error, las sensaciones son un obstáculo para razonar<br />
lógicamente, lo que hace necesario actuar sobre ellas y<br />
sobre las facultades intelectuales a partir de un método de<br />
conocimiento que garantice el acceso de cada individuo<br />
a unos principios – verdades - universales que son<br />
absolutos, inmutables y estáticos, sólo así se garantizaría<br />
la formación buenos hábitos de pensar y actuar.<br />
Una segunda configuración epistémica es la experimental,<br />
que se hace visible en el siglo XIX por filosofías como<br />
las del positivismo y el criticismo; en la cual el estatus<br />
de la experiencia, y en ella la del error, es revalorado<br />
otorgándole valor positivo como principio de progreso.<br />
La experiencia es regulada mediante la experimentación<br />
controlada por hipótesis, lo que ayudaría a comprobar<br />
las suposiciones y razonamientos para llegar, mediante<br />
juicios, a las verdades universales pero relativas, propias<br />
de las ciencias positivas.<br />
Finalmente, una tercera configuración o régimen es<br />
la comunicativa, consolidada a partir de la segunda<br />
mitad del siglo XX, y que podríamos decir que se<br />
soporta ya no en un paradigma de la conciencia<br />
(caracterizado por el monismo metodológico, el<br />
solipsismo y el logocentrismo), sino en un paradigma<br />
11 Entendemos por episteme, siguiendo a Foucault, un sustrato de saberes, de formaciones discursivas en relación con<br />
figuras epistemológicas, determinadas temporal y geográficamente. Es el conjunto de relaciones que se pueden descubrir,<br />
para una época dada, entre las ciencias cuando se las analiza en el nivel de las regularidades discursivas que constituyen<br />
un campo discursivo circunscrito, circulando en ciertas instituciones y asignando funciones a ciertos sujetos, a modo<br />
de “a priori histórico” (Castro, 2005:107, Saldarriaga, 2001: 25). Así las dos primeras epistemes que enunciamos<br />
podríamos ubicarlas en lo que Rorty llamó el giro epistemológico en el que el conocimiento se concibe acumulativo,<br />
objetivo y progresivo y hay una relación dominante sujeto - objeto y la episteme comunicativa estaría situada en el<br />
denominado giro lingü .stico en la que hay un paso de la experiencia al lenguaje. “Su contribución [del giro lingü .stico]<br />
fue…sustituir la referencia a la experiencia como medio de representación, por la referencia al lenguaje como tal<br />
medio. Un cambio, que en la medida en la que ocurrió, hizo más fácil el prescindir de la noción de representación”<br />
(Rorty, Richard. (1990). El giro Lingü .stico. Paidós: Barcelona. Pág. 164, citado por Suárez José. (2005). Richard<br />
Rorty. El neopragmatismo norteamericano. Medellín: Editorial Universidad de Antioquia). Este giro lingü .stico está<br />
reconocido además en Wittgenstein, Gadamer, Habermas y Foucault.
de la comunicación, entendido como la base de una<br />
relación entre la ética y la política, apoyada en una<br />
teoría del lenguaje en la que coinciden tanto postulados<br />
del pragmatismo como de la hermenéutica y en la que<br />
la representación es sustituida por el sentido, que sólo<br />
es susceptible de encontrarse en prácticas sociales de<br />
comunidades específicas.<br />
Aunque no fue propósito de las investigaciones que<br />
describimos, hacer una exploración de los libros de<br />
texto a la luz de estas epistemes, ellas nos permiten<br />
verlas insinuadas en los textos que analizan. Por<br />
ello, como primera hipótesis, diríamos que estas tres<br />
configuraciones se hacen presentes en el siglo XX, desde<br />
los ritmos propios de la Institución escolar y del saber<br />
pedagógico, en las prácticas de ciudadanización, a través<br />
de los discursos que promueven los textos escolares y<br />
que actualmente las tres coexisten. Particularmente<br />
asumimos que la doctrina filosófica del neotomismo,<br />
que se proponía una síntesis de la fe cristiana y la<br />
racionalidad moderna, jugó un papel importante en los<br />
modos de educar al ciudadano durante buena parte del<br />
siglo en los dos países, básicamente desde planteamientos<br />
racionales-morales que reivindican la objetividad,<br />
exigiendo despojarse de ideas y creencias cuando se<br />
expresa un juicio para así alcanzar la universalidad.<br />
De otra parte aparece la necesidad de indagar otras<br />
disciplinas escolares que aparentemente no están<br />
pensadas para la formación del ciudadano, como la que<br />
hemos identificado para el caso Colombiano, incluida<br />
en el currículo en los años 70 bajo la denominación de<br />
“Comportamiento y salud” y que derivó a finales de los<br />
90 en la cátedra de educación sexual y que actualmente<br />
se define en el Proyecto Piloto de Educación para la<br />
Sexualidad y Construcción de Ciudadanía: Hacia la<br />
Formación de una Política Pública, desarrollado por<br />
el Ministerio de Educación Nacional en conjunto con<br />
UNFPA, (Fondo de Población de las Naciones Unidas),<br />
que bien podría mostrar cómo se ha refinado una política<br />
de ciudadanización del cuerpo que reactualizaría algunos<br />
principios de la Urbanidad. O indagar por la historia<br />
del Servicio Social Obligatorio que se inició como un<br />
proceso de alfabetización y acción comunal y que hoy día<br />
responde a verdaderas procesos comunitarios liderados<br />
por muchos colegios en un giro estratégico de gobierno<br />
de la población, en el que la noción de participación<br />
adquiere nuevas formas de funcionar.<br />
No creemos que el modelo de aquel ciudadano de la<br />
Nación se haya acabado con la aparición de discursos mas<br />
abiertos, liberales y democráticos que parezcan querer<br />
configurar a un ciudadano del mundo. Lo que podríamos<br />
17<br />
81
La invención del ciudadano en la América Latina de siglo XX<br />
82<br />
decir, a manera de segunda hipótesis, es que ha habido<br />
una reacomodación o yuxtaposición de los discursos<br />
que operan de otra manera, en la que la apelación por<br />
ejemplo a la solidaridad, la participación y la convivencia<br />
bien podrían ser nuevas prácticas de ciudadanización.<br />
Pero de ser así, ¿que significaría esto para la formación<br />
política de los ciudadanos y para el propio ejercicio de<br />
la ciudadanía? ¿Qué subjetividad está gestando el nuevo<br />
ciudadano? O bien, ¿son estrategias tan nuevas, tras la<br />
larga tradición de la cívica nacionalista, que apenas se<br />
abren paso?<br />
Emprender la tarea investigativa de analizar los manuales<br />
de civismo como parte de la construcción de la historia<br />
de la educación política de Colombia en estas últimas<br />
décadas, sin duda se muestra potente en relación con<br />
la necesidad de hacer también estudios regionales<br />
comparados que nos permitan pensar las formas como<br />
se ha configurado el ciudadano Latinoamericano.
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Fuentes primarias<br />
Ministerio de Educación Nacional. Programa Analítico de Estudios Sociales y Filosofía para el primer y segundo ciclo del<br />
educación media,Colombia, 1969.<br />
UNESCO. Documentos básicos para la Educación Cívica Internacional, Comisión Nacional, Colombia, 1973.<br />
Arbeláez Lema, Federico. Educación cívica y social. Primer año de enseñanza media, Bogota: Editorial Voluntad, Quinta<br />
edición, 1971.<br />
Bohórquez Casallas, Luis. Breve biografía de Bolívar: Cátedra Bolivariana, Bogotá: Gráficas Margal, 1983.<br />
Decreto 3465 de 1980<br />
Decreto 239 de 1983<br />
Osorio, Jorge Luis. Educación para la democracia, Medellín: Susaeta, 1983.<br />
Acevedo Restrepo, Delfín. Para la democracia, la paz y la vida social. Texto guía para estudiantes de universidad abierta y<br />
a distancia; enseñanza vocacional; básica secundaria; funcionarios públicos y ciudadanos en general. Complementada<br />
con las políticas de paz del actual gobierno, 1986.<br />
Ministerio de Educación Nacional. Marco general. Programas curriculares, ciencias sociales, Colombia, 1984.<br />
Ministerio de Educación Nacional. Marco general del área de ciencias Sociales, Colombia, 1989.<br />
_______. Lineamientos curriculares en Constitución política y democracia, Colombia, 1998.<br />
_______. Lineamientos curriculares en Educación, Ética y Valores Humanos, Colombia, 1998.<br />
_______. Lineamientos curriculares de Ciencias Sociales, Colombia, 2002.<br />
_______. Estándares Básicos en Competencias Ciudadanas, Colombia, 2004.
La formación en la diversidad y<br />
con la diversidad: una necesidad<br />
para la formación <strong>ciudadana</strong> de<br />
la población con limitación visual<br />
The formation regarding diversity and with diversity: There is a need<br />
for the citizen training for people visually impaired<br />
Olga Lucía León Corredor *<br />
Dora Inés Calderón **<br />
Equipo de investigación INCI ***<br />
Universidad Distrital<br />
Francisco José de Caldas<br />
* Docente, Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Doctorado en Educación. Correo electrónico: olleon@udistrital.edu.co.<br />
** Docente, Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Doctorado en Educación. Correo electrónico: dicalderon@udistrital.edu.co.<br />
*** El equipo INCI estuvo compuesto por Marcela del Castillo, Gladys Sánchez, Gloria Peña, Santiago Rodríguez y Sandra Cortés.
Resumen Desde una perspectiva de la formación en la diversidad y con la diversidad, se presentan los<br />
resultados de la investigación desarrollada por el equipo interinstitucional e interdisciplinar,<br />
conformado por investigadores de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas y del<br />
Instituto Nacional para ciegos (INCI), mediante un convenio de cooperación académica,<br />
para indagar la “incidencia de las representaciones sociales sobre la ceguera en el acceso<br />
de la población con limitación visual a la educación básica primaria”. Desde una estrategia<br />
de investigación etnográfica basada en la recolección de relatos de actores, se contó con la<br />
participación de directivos, secretarías de educación, rectores, coordinadores; docentes de<br />
área, de grado y de nivel de los niños con limitación visual; los niños con sus familias, las<br />
secretarias, los vigilantes, de las seis instituciones educativas de las tres regiones objeto del<br />
proceso. De igual manera, se contó con la colaboración de personas con limitación visual no<br />
escolarizadas, y sus familias.<br />
Palabras claves: formación, diversidad, población con limitación visual,<br />
representaciones sociales, ceguera.<br />
Abstract From a perspective point of view regarding the formation of diversity and with diversity, here<br />
are presented the research results carried out by the interdisciplinary and interinstitutional<br />
team conformed by researchers from the “Universidad Distrital Francisco José de Caldas” and<br />
the National Institute for the Blind (INCI) through an agreement of academic cooperation,<br />
in order to investigate the “incidence of the social representations of blindness regarding<br />
the access of visually impaired people to basic primary education”. From an ethnographic<br />
research strategy, based on actors collection stories, having in mine the involvement of<br />
managers, education secretaries, principals, coordinators, course and area tutors, and of that<br />
of children of visually impaired level, children with their families, secretaries, caretakers, of<br />
the whole of the six educational institutions in the three aim regions covered in the process.<br />
Equally, there were collaboration of visually impaired people that were not at school, and<br />
their families.<br />
Keywords: formation, diversity, population with visual discapacity, social<br />
representative, blindness
Introducción<br />
Proponemos un desarrollo a la temática diversidad<br />
e inclusión en una doble dimensión: de una parte,<br />
consideramos la diversidad de formas de acceso<br />
al conocimiento, la diversidad de conocimientos<br />
necesarios para el desarrollo social, la diversidad de<br />
poblaciones objeto de la educación, y la necesaria<br />
articulación de estos tipos de diversidad para posibilitar<br />
las condiciones de acceso y permanencia a la institución<br />
educativa como espacio físico, de desarrollo social y<br />
de formación <strong>ciudadana</strong>, y como espacio de prácticas<br />
culturales de tipo escolar. De otra parte, hemos<br />
observado que la diversidad de estructuras presentes<br />
en las instituciones educativas y, en particular, en las<br />
llamadas “de integración”, posibilitan la coexistencia<br />
de estrategias de formación de los estudiantes, y<br />
la de relaciones entre diversas formas culturales.<br />
Desde el punto de vista anterior, el ingreso de estudiantes<br />
con limitación visual a la escuela, en el marco de las<br />
políticas de integración educativa, nos lleva a hacer<br />
múltiples lecturas de este acontecimiento. Como lo<br />
plantea Caicedo (2002), el término “integrar” responde<br />
como verbo a una acción que puede entenderse de<br />
múltiples maneras, dependiendo del contexto en el que<br />
se desarrolle. El escenario para la integración educativa<br />
de la población con limitación visual está referido a la<br />
escuela integradora; si entendemos que la institución<br />
educativa es una organización social que realiza su<br />
proyecto de variadas formas, las acciones que desde allí<br />
promueve responden de igual manera a esa perspectiva.<br />
Es decir, como lo plantea Caicedo (2001), “integrar” es<br />
una acción que adquiere forma según la institución que<br />
la hace existir; lo que sucede al interior de la escuela está<br />
atravesado por intereses, necesidades, contextos, y por<br />
los sujetos involucrados en el proceso.<br />
17<br />
89
La formación en la diversidad y con la diversidad<br />
90<br />
En el contexto específico de la escolarización de<br />
estudiantes con limitación visual, encontramos, como<br />
lo destacan Ruiz y Azula (2004), la fractura escolar que<br />
genera la diversidad cuando ella es considerada como<br />
algo impuesto a la escuela y no como una necesidad de<br />
crecimiento personal y social de toda la comunidad.<br />
De acuerdo con el planteamiento anterior, la escuela<br />
y la comunidad educativa tendrían que redefinir su<br />
quehacer, sus alcances, sus intereses y sus deseos. Tendría<br />
que disminuir el interés por la persona ciega o con baja<br />
visión desde su condición particular, como posibilidad de<br />
ser integrado, e incrementar el interés por una escuela<br />
que construya su proyecto a partir de unos estudiantes<br />
con necesidades diferentes, donde estén incluidas las<br />
personas ciegas y con baja visión.<br />
La investigación: una alternativa para la<br />
comprensión de la formación <strong>ciudadana</strong> del<br />
niño ciego<br />
El proceso de investigación desarrollado por el equipo<br />
de investigación indagó, como se señaló anteriormente,<br />
por la “incidencia de las representaciones sociales<br />
sobre la ceguera en el acceso de la población con<br />
limitación visual a la educación básica primaria”. Con<br />
este propósito, se consideró que este fenómeno debía<br />
ser comprendido más allá de las políticas educativas<br />
declaradas en documentos públicos e institucionales que<br />
plantean condiciones para el acceso y la permanencia de<br />
las poblaciones con limitaciones al sistema educativo y<br />
hacen un llamado a la consideración de la diversidad,<br />
la interculturalidad y la integración de este tipo de<br />
poblaciones. De ahí que se considerara la necesidad de<br />
diseñar un tipo de investigación que diera razón de la<br />
relación entre representación social sobre la ceguera y<br />
acceso escolar.<br />
Así, la etnografía como método para la caracterización<br />
de los fenómenos de acceso escolar de las poblaciones<br />
con limitación visual se convierte, a nuestro juicio,<br />
en el instrumento metodológico pertinente para la<br />
búsqueda de representaciones sociales sobre la ceguera<br />
y su efecto en el acceso escolar de estas poblaciones.<br />
Particularmente, optamos por realizar la configuración<br />
de elementos organizadores de los escenarios de<br />
ocurrencia de los fenómenos indagados, desde una<br />
perspectiva discursiva. De ahí que se haya acudido a uno<br />
de los métodos biográficos (Vasilachis, 2006), el relato,<br />
como fuente principal para la indagación etnográfica.
Adicionalmente, para la consolidación del diseño se optó<br />
por la consideración de dos elementos: los escenarios<br />
y los actores, constitutivos del entorno de ocurrencia<br />
del fenómeno. El escenario está comprendido en<br />
la investigación como el espacio de ocurrencia del<br />
fenómeno escolar. Se definieron dos tipos de escenarios:<br />
macroescenarios, que designan las zonas del país<br />
seleccionadas para la investigación: Bogotá, Meta y<br />
Quindío, regiones que también se seleccionaron teniendo<br />
en cuenta su compromiso con la oferta educativa para<br />
la atención de la población con limitación visual; y<br />
microescenarios, que hacen referencia a las instituciones<br />
escolares de las regiones seleccionadas y los entornos<br />
familiares para el caso de niños no escolarizados.<br />
El actor es la categoría central en la investigación,<br />
dado que constituye tanto el sujeto configurador y<br />
experimentador de representaciones sociales, como<br />
el de los procesos de acceso escolar. Así, el proyecto<br />
ha identificado tres tipos de actores: niños ciegos<br />
escolarizados o no escolarizados, familias de niños ciegos,<br />
personal (profesor, celador, secretaria, coordinador,<br />
rector) que recibe niños con limitación visual (LV) e<br />
instituciones del sistema educativo involucrado en el<br />
acceso a la escolaridad de los niños con LV (funcionarios<br />
de cadeles o de secretarías de educación en las regiones).<br />
Con el fin de contar con la posibilidad de triangularlos,<br />
se recogieron tres clases de datos: relatos de los actores,<br />
documentos institucionales y planos de las instituciones.<br />
El aporte de la investigación a la comprensión del<br />
fenómeno educativo vinculado a la formación <strong>ciudadana</strong><br />
de las personas con limitación visual se desarrolla en<br />
la presentación de los siguientes grupos de resultados.<br />
Las representaciones sociales y la formación<br />
escolar<br />
Nos atenemos aquí a la noción más difundida sobre lo<br />
que es una representación social (RS) tomando como<br />
fundamento a Serge Moscovici (1986, 1988) y a Jean<br />
Claude Abric (2001) 1 . Toda representación es una<br />
forma de visión global y unitaria de un objeto, pero<br />
también de un sujeto. Ella reestructura la realidad y a<br />
la vez permite la integración de características objetivas<br />
del objeto, de las experiencias anteriores del sujeto y<br />
del sistema de normas y actitudes. Según Moscovici,<br />
como gran categoría de análisis, la RS atañe a las<br />
relaciones que sostienen entre sí los diversos sistemas:<br />
ideológico, cognitivo, social y socioeconómico, material<br />
y tecnológico. Por ello tiene una doble lógica: la cognitiva<br />
y la social. Las RS son conjuntos sociocognitivos,<br />
organizados de formas específicas y con reglas propias de<br />
funcionamiento. En la génesis de las RS como categoría<br />
de análisis está el interés por el estudio de lo colectivo y<br />
por las reglas que rigen el pensamiento social. Por ello,<br />
en su marco de intereses estaría el estudio de aspectos<br />
como el pensamiento ingenuo, el sentido común, la<br />
visión del mundo de un grupo social.<br />
1 Se consultó la versión española de 2001, cuyo texto original es de 1994, titulado Practiques sociales et Representations. France:<br />
Pesses Universitaires, traducción de José Dacosta Chevrel y Fátima Flores.<br />
17<br />
91
La formación en la diversidad y con la diversidad<br />
92<br />
De acuerdo con la fundamentación teórica propuesta<br />
para la RS, su componente más importante resulta ser<br />
la significación que, a su vez, es determinada por efectos<br />
contextuales de dos tipos:<br />
a. Del contexto discursivo, es decir, de la<br />
naturaleza de la producción discursiva<br />
(contenido, intención y dirección);<br />
b. Del contexto social: lo ideológico y el lugar del<br />
individuo en el grupo (jerarquía).<br />
Así pues, el análisis de las RS necesita de una doble<br />
identificación: su contenido y su estructura. Toda<br />
representación está organizada alrededor de un núcleo<br />
central (Heider, 1927, citado por Abric, 2001) y unos<br />
elementos periféricos. Según Abric, el núcleo central<br />
tiene funciones como las de generar (a partir de él los<br />
elementos toman sentido y valor) y organizar (determina<br />
la naturaleza de los lazos que unen; unifica y estabiliza<br />
la representación). Los elementos periféricos de la<br />
representación son conformados por los juicios, las<br />
informaciones retenidas, seleccionadas e interpretadas,<br />
los estereotipos y las creencias. Estos elementos ilustran,<br />
aclaran y justifican la significación. Para Flament (1989,<br />
citado por Abric, 2001) los elementos periféricos<br />
constituyen esquemas organizados por el núcleo central.<br />
Por esta razón, cumplen funciones prescriptoras de los<br />
comportamientos y de la toma de posiciones y permiten<br />
una modulación personalizada de las representaciones y<br />
de las conductas asociadas.<br />
En el análisis de RS consideramos, prioritariamente, dos<br />
elementos articuladores, el grupo social, y en él el sujeto,<br />
como los actores que experimentan y que construyen<br />
RS; y el relato, como el escenario discursivo en el que<br />
se manifiestan tales RS.<br />
Se consideró la escuela como una de las instituciones<br />
sociales en la que se desarrollan prácticas de socialización<br />
de los sujetos, en este caso, de tipo escolar. Estas prácticas<br />
educativas constituyen el escenario de configuración<br />
de los sujetos desde la perspectiva de la formación<br />
académica que legitimará, más tarde, otras prácticas<br />
profesionales, científicas, tecnológicas, artísticas, etc.,<br />
fundamentales para el desarrollo de las potencialidades<br />
de los sujetos y de la cultura en general.
En el marco anterior, la investigación se sitúa en el<br />
interés por el sujeto con limitación visual (SLV) desde<br />
su relación con los procesos de escolarización. Se indaga<br />
por fenómenos relacionados con las subjetividades y<br />
las intersubjetividades y, en ellas, la configuración de<br />
sentido y de significación social en su proceso de acceso<br />
y permanencia a la escolaridad primaria, en tanto un<br />
derecho sociocultural del ser humano. Desde este punto<br />
de vista, el desentrañamiento de las representaciones<br />
sociales y la identificación de fenómenos de escolaridad<br />
exigió una postura que partió de reconocer la ceguera<br />
como una condición de desarrollo social.<br />
Las representaciones sociales sobre la<br />
ceguera: entre la integración y la incapacidad<br />
En términos de discusión, el procedimiento analítico para<br />
la identificación de representaciones sociales permitió<br />
una metodología para la identificación del modo como<br />
se configuraron las representaciones. Presentamos una<br />
síntesis de los hallazgos sobre representaciones sociales<br />
sobre la ceguera, considerando que, en general, se<br />
hallaron dos grandes marcos de representaciones sociales<br />
sobre la ceguera: uno relacionado con la condición de<br />
“ser ciego”, y otro, con “la posibilidad educativa del<br />
estudiante con limitación visual”.<br />
17<br />
93 9
La formación en la diversidad y con la diversidad<br />
94<br />
Núcleos de<br />
representaciones<br />
La ceguera es<br />
anormalidad<br />
El ciego es<br />
dependiente<br />
El ciego es<br />
incapaz<br />
Tabla 1. Representaciones sobre la condición de ser ciego<br />
Elementos periféricos de soporte<br />
Es algo de cuidado. En los discursos se presenta la alusión a “normalidad y<br />
“anormalidad” para referirse a la situación del niño ciego frente a los demás.<br />
Se acuña una forma de hablar que reitera enunciados como “yo creo que es<br />
normal”, “lo trato como si fuera normal”, lo cual revela que se toma la ceguera<br />
como discapacidad. Se muestra prevención frente a ella. Se plantea que “no es<br />
tan fácil integrar”. Se acepta que hay momentos en que se desconoce la presencia<br />
del estudiante limitado visual. La presencia del niño ciego en el aula aún es algo<br />
contingente, extraordinario… genera sentimientos de temor y prácticas de<br />
indiferencia.<br />
Para su desplazamiento requiere de la compañía de alguien. En sus quehaceres<br />
escolares depende de su familia o del maestro de apoyo y en sus relaciones sociales<br />
en la escuela está supeditado también al maestro de apoyo, a “un compañero” que<br />
se le dedique. De lo contrario no participa, se queda solo. Genera sentimientos de<br />
compasión y prácticas de solidaridad o de indiferencia.<br />
El ciego no puede hacer lo que hacen los demás… Este rasgo se encuentra unido<br />
con la admiración, pero al momento de evaluar los docentes plantean formas<br />
“menos exigentes” y en algunos casos sin criterio concreto de evaluación. Se<br />
excluye al invidente de tareas escolares que se consideran imposibles o difíciles<br />
para él; se reemplazan por algo que “sí pueda hacer”. Sin embargo, se le califica<br />
con notas sobresalientes. Genera sentimientos de compasión y de baja autoestima<br />
y de frustración para el niño ciego y prácticas de exclusión socioescolar y cultural<br />
y de traslado de responsabilidad (al docente de apoyo, a la familia).<br />
Actores<br />
vinculados<br />
- Docentes<br />
- Coordinadores<br />
- Padres<br />
Niño<br />
escolarizado<br />
Madre<br />
Docentes<br />
titulares y<br />
de apoyo<br />
Docente<br />
titular<br />
Aunque es posible considerar límites débiles entre cada núcleo central identificado y se pudiera<br />
concluir que la idea de “anormalidad” es el gran núcleo central y que los otros dos son periféricos<br />
de éste, establecimos las diferencias por cuanto cada uno de los núcleos reveló consideraciones<br />
periféricas que permiten establecer, en particular, discursos y prácticas diferentes. Adicionalmente,<br />
es posible inferir que este conjunto de representaciones obedece prioritariamente a factores de<br />
construcción cultural e histórica de creencias y de imaginarios sociales; es decir, encontramos<br />
en este primer conjunto representacional la huella cultural de la representación y quizás la más<br />
arraigada en la colectividad.
Núcleos de<br />
representaciones<br />
El ciego necesita<br />
educación especial<br />
El ciego se<br />
puede “integrar”<br />
El ciego<br />
“es de admirar”<br />
Tabla 2. Representaciones sobre la posibilidad educativa del niño ciego<br />
Síntesis de elementos<br />
periféricos de soporte<br />
La formación escolar del estudiante ciego está a cargo,<br />
primordialmente, del docente de apoyo, quien termina<br />
convirtiéndose en un “sabedor” de todas las asignaturas, en el<br />
conocedor de los instrumentos de apoyo y en el soporte del profesor.<br />
Genera sentimientos de solidaridad entre profesores y prácticas de<br />
cooperación o de traslado de responsabilidad educativa al docente de<br />
apoyo o a la familia, inclusive, en Bogotá, al CRAC2 .<br />
Se jalona desde el discurso sobre integración educativa. Es elocuente<br />
y positivo. Se explicitan las bondades de la política de integración.<br />
Es un discurso instalado desde la oficialidad. Genera sentimientos<br />
de orgullo y de identidad, en otros casos de obligatoriedad, por<br />
ser partícipe de la ejecución de la política y prácticas de gestión<br />
administrativa.<br />
Los docentes reconocen que los niños ciegos tienen muchas<br />
capacidades y los catalogan como supremamente inteligentes,<br />
de buena memoria y muy juiciosos. Dentro del espectro de los<br />
sentimientos se halla admiración del personal administrativo hacia<br />
los estudiantes con limitación visual y reconocimiento del personal<br />
docente. Se generan prácticas de solidaridad.<br />
Actores<br />
vinculados<br />
- Docentes: titulares y<br />
de apoyo<br />
- Coordinadores<br />
- Padres de familia<br />
- Secretarios de educación<br />
- Rectores<br />
- Coordinadores<br />
- Profesores<br />
- Docentes de apoyo<br />
- Docentes titulares<br />
- Coordinadores<br />
- Rectores<br />
- Vigilantes<br />
En este conjunto de representaciones, que no están desligadas de las primeras, se observan las que<br />
surgen a partir de políticas educativas de “integración e inclusión” 3 para poblaciones vulnerables<br />
en Colombia. Desde este punto de vista, son las más débiles, que están en construcción y que<br />
por ello también pueden variar si el actor cambia de papel. Se trata más bien de las que soportan<br />
los discursos oficiales de la educación para las poblaciones con discapacidades o necesidades<br />
educativas especiales.<br />
2 En Bogotá el CRAC es el Centro de Rehabilitación para Adultos Ciegos.<br />
3 No discutiremos en este artículo la relación entre integración e inclusión, dado que no es el propósito de la<br />
investigación. Tan sólo se refiere el hecho de ser la vía política por la que se plantea el acceso a la educación<br />
básica de la población invidente.<br />
17<br />
95
La formación en la diversidad y con la diversidad<br />
96<br />
Por otra parte, como grandes resultados de representaciones sociales sobre la ceguera, se identifican<br />
dos, según campos de significaciones constituidos en los relatos:<br />
La ceguera-integración. Se construye a partir del discurso<br />
proveniente de las políticas de integración de la<br />
población con limitación visual (LV) a las aulas regulares<br />
y se posiciona, como configuración semántica, en los<br />
discursos y en las prácticas de los diversos actores,<br />
en especial de los directivos, los coordinadores y los<br />
profesores. Se observa que los aspectos relacionados<br />
con la integración, como la expresión de políticas y de<br />
creencias y actitudes frente a ellas, ha constituido el<br />
“campo de la integración”, y posicionado una exigencia<br />
que ha de ser cumplida por parte de los actores, más<br />
que una actitud arraigada en la representación sobre la<br />
ceguera, esto, más allá del compromiso de directivos,<br />
funcionarios y maestros a quienes atañe directamente<br />
la política. El conocimiento de ésta implica la necesaria<br />
elaboración discursiva de una forma de hablar sobre<br />
la limitación visual y la escuela; sin embargo, las<br />
prácticas socioacadémicas escolares presentan distancia<br />
y dificultad para hacer compatible la representación<br />
ceguera-integración manifiesta prioritariamente en el<br />
discurso de dichas políticas. Puede decirse, desde esta<br />
perspectiva, que la representación ceguera-integración<br />
se encuentra en una fase de constitución, como efecto<br />
de un discurso vertical de política pública. Veamos<br />
fragmentos de uno de los relatos en donde se identifica<br />
este tipo de RS.<br />
La ceguera-anormalidad. El segundo gran núcleo de<br />
significación identificado, ceguera-anormalidad y<br />
ceguera-temor, proviene de factores socioculturales e<br />
históricos. Estas representaciones se explicitan en los<br />
discursos referidos a las valoraciones sobre la situación<br />
de “estar ciego” (bien como autocondición o como<br />
la condición del hijo o del estudiante). Sin embargo,<br />
también se ocultan en el contradiscurso de la admiración,<br />
de la compasión y de la solidaridad. A pesar de las<br />
manifestaciones de optimismo y de admiración por los<br />
niños ciegos, se insinúa en el discurso de los actores el<br />
sentimiento de “lástima” y de “pesar” por la condición<br />
de ceguera y, con ello, la esperanza de que esta condición<br />
se “solucione”. Se requeriría una investigación más larga<br />
que permitiera observar con profundidad prácticas,<br />
creencias, imaginarios, sobre la ceguera como fenómeno<br />
sociocultural, más allá de la condición física, fisiológica.<br />
En general, es posible plantear que esta representación<br />
tiene su anclaje en fuertes raíces socioculturales e<br />
históricas. Por esta razón, puede llegar a superponerse<br />
a la primera, a pesar del esfuerzo de producción del<br />
discurso de la política educativa. Adicionalmente, es<br />
posible inferir que este conjunto de representaciones<br />
identificadas es el resultado de factores de construcción<br />
cultural e histórica de creencias y de imaginarios sociales;<br />
es decir, encontramos en el primer conjunto la huella<br />
cultural de la representación y quizás la más arraigada<br />
en la colectividad: la ceguera como una situación<br />
discapacitante para la persona con limitación visual.
Proyecciones de la investigación<br />
Comprender los sistemas de significación social que<br />
orientan las prácticas sociales resulta ineludible para<br />
el investigador educativo por cuanto se muestra, una<br />
vez más, la profunda relación existente entre modos de<br />
pensar, individual y colectivamente, y prácticas sociales.<br />
Una vía para el acercamiento a tales significaciones<br />
sociales es, sin duda, la identificación de representaciones<br />
sociales. Así, para el caso de la educación de las personas<br />
con limitación visual, este estudio logró un marco<br />
de comprensión de las significaciones que circulan<br />
socialmente acerca de la ceguera y del papel que tales<br />
significaciones juegan en las interacciones que ocurren<br />
en los espacios escolares integrados por niños con<br />
limitación visual.<br />
En la investigación de representaciones sociales cobra gran<br />
valor la reflexión sobre el método de análisis de RS.<br />
Este es uno de los puntos críticos que históricamente<br />
se plantean para las investigaciones sobre RS. En ese<br />
sentido, esta investigación configuró un modo de<br />
análisis a partir de la propuesta clásica de Moscovici<br />
(1986) y Abric (2001) sobre la estructura de la RS en<br />
núcleo central y elementos periféricos. A nuestro juicio,<br />
y desde una perspectiva discursiva, la fecundidad de<br />
esta propuesta es grande, por cuanto se configura una<br />
propuesta analítica coherente para la interpretación<br />
empírica e inferencial de las significaciones a través de<br />
los discursos de los actores sociales. Se garantiza, con<br />
ello, la explicitación organizada de las significaciones<br />
elaboradas por los sujetos que intervienen en los<br />
escenarios indagados, restringiendo, de alguna manera,<br />
la posibilidad especulativa del investigador.<br />
Se hace necesario, entonces, permanecer cerca del<br />
relato, cerca del decir de los actores, y emplear la teoría<br />
para corroborar, analizar y contrastar las significaciones<br />
reconstruidas. He ahí un modo de investigación que<br />
requiere la capacidad de navegar en los discursos y de<br />
hallar en ellos los signos de RS particulares, de escuchar<br />
atentamente los implícitos, articular con explícitos y<br />
armar los núcleos de significación que sostienen las RS.<br />
En cuanto a los resultados obtenidos, a pesar de las<br />
relaciones encontradas con la limitación visual, se<br />
identificaron dos grandes representaciones sociales<br />
que circulan sobre la ceguera en contextos escolares:<br />
la RS que relaciona ceguera-integración, que, como se<br />
17<br />
97
La formación en la diversidad y con la diversidad<br />
98<br />
dijo, es una representación en construcción, producto<br />
de los discursos políticos sobre la educación de las<br />
personas ciegas. Más allá del carácter incipiente de<br />
ella, vale la pena considerar, en este momento, que<br />
los modos de construcción social de sentido para<br />
la expresión “integración” serán determinantes en<br />
la consolidación de esta representación, por cuanto<br />
el discurso de integración está acompañado de<br />
prácticas socioeducativas que necesariamente pasan<br />
por el contraste con las creencias y las representaciones<br />
históricamente construidas sobre la ceguera, sobre la<br />
discapacidad, sobre la diferencia. En consecuencia, será<br />
importante para la investigación educativa seguir la pista<br />
al desarrollo de esta representación.<br />
Por otra parte, la segunda gran representación identificada<br />
es la de la ceguera-anormalidad. Siendo la más arraigada<br />
y con mayor tradición histórica, se observa el papel<br />
central que juega en las prácticas escolares que rodean<br />
a niños ciegos. Como se denota en los relatos y en<br />
la identificación de núcleos centrales y de elementos<br />
periféricos, las opiniones y prácticas relacionadas<br />
muestran cómo a pesar del esfuerzo de los actores por<br />
considerar a los limitados visuales como iguales, como<br />
capaces, se evidencian sentimientos que oscilan entre<br />
la admiración, el pesar, la incredulidad, la esperanza<br />
de recuperación de la visión, y la impotencia; esto,<br />
acompañado de prácticas de rechazo, de indiferencia,<br />
de conmiseración.<br />
Así pues, vale la pena considerar el valor investigativo<br />
de la identificación de RS en los contextos escolares y,<br />
desde ahí, emprender acciones concretas para impactar<br />
la formación social y cultural del niño con limitación<br />
visual, desde los ambientes escolares.
Bibliografía<br />
Abric, Jean-Claude. Prácticas sociales y representaciones, México: Ediciones Coyoacán, 1994.<br />
Azula, Walter; Ruiz, Olga Lucía. “Visiones históricas y culturales de la discapacidad”, Bogotá: INCI, 2004.<br />
Caicedo Obando, Lilian Lucía. “Reflexiones sobre la integración a la escuela de estudiantes con problemas de<br />
aprendizaje”, en Colombia: Aula Urbana. Organización de Estados Iberoamericanos, 2000.<br />
Calderón, Dora; León, Olga Lucía; Del Castillo, Marcela y otros. Incidencia de las representaciones sociales sobre la ceguera<br />
en el acceso del niño ciego a la educación básica primaria [en prensa], Bogotá: INCI - Universidad Distrital Francisco José<br />
de Caldas, 2009.<br />
Moscovici, S. Psicología social I, Barcelona: Paidós, 1985.<br />
_______. Introducción a la psicología social, Barcelona: Editorial Planeta, 1975.<br />
Vasilachis de Gialdino, Irene (Coord). Estrategias de investigación cualitativa, Barcelona: Gedisa, 2006.<br />
17<br />
99
* Profesores de la Universidad Nacional.<br />
** Profesoras Colegio Los Soches<br />
*** Antropólogo<br />
Escuela, carnaval y<br />
construcción de lo<br />
público: una experiencia y<br />
muchas paradojas<br />
School, carnival and construction<br />
of the public:<br />
an experience and many paradoxes<br />
Carlos Miñana, Martha Orozco, José Gregorio Rodríguez *<br />
María Nilsa Castaño, Rosa Isabel Camelo **<br />
David Gómez ***
Resumen El trabajo presenta la experiencia festiva y pedagógica del Carnaval Soloriental desde la<br />
participación que en él tiene la escuela rural Los Soches (suroriente de Bogotá). Este carnaval<br />
escolar, que se realiza cada 31 de octubre desde hace más de 20 años, por iniciativa de las<br />
maestras, y que ha sido premiado y reconocido en varias ocasiones, se toma como pretexto<br />
para pensar las relaciones entre escuela y diversión, y el papel que juegan las festividades en<br />
la construcción de lo público en la escuela o en la de una escuela pública. Se problematiza<br />
el concepto de escuela pública y se analizan una serie de paradojas que se producen cuando<br />
la fiesta entra a ella. Se basa en un trabajo de campo llevado a cabo en el año 2008 en el que<br />
participaron docentes de la Escuela Los Soches, profesionales y profesores universitarios, con<br />
financiación del Idep y Colciencias 1 .<br />
Palabras claves: educación pública, carnaval, fi esta escolar, educación básica,<br />
Bogotá.<br />
Abstract This work presents the festive and pedagogical experience of the Soloriental Carnival from<br />
the point of view of the participation of the rural school Los Soches (south east of Bogotá).<br />
This school’s Carnival which takes part on the 31st of October for more than 20 years, on the<br />
teachers initiative and which has been awarded and recognized in several occasions, is taken as<br />
a pretext to think about the relations between school and celebrations, and the role that play<br />
the school festivities’ in the construction of the public in the school or in the construction of<br />
a public school. The concept brings out the problematic for public school, and analyzing the<br />
paradoxes that take place when the celebration enters in the school area. It is based on a field<br />
work made during 2008 in which teachers of the same school, professionals and professors<br />
from universities have participated, with the financing of the Idep-Colciencias.<br />
Keywords: public education, carnival, school celebration, basic education, Bogotá.<br />
1 El proyecto se tituló “Haciendo pública la escuela pública: dos caminos”, y exploró la construcción de lo público a través de<br />
dos experiencias pedagógicas: una centrada en el carnaval, de la cual se da cuenta en este artículo, y otra en el gobierno escolar,<br />
cuyos resultados se expondrán en otra publicación.
La Constitución colombiana define la educación como<br />
un servicio público. Hoy el concepto de lo público —<br />
fruto de una larga historia— tiene una gran pluralidad<br />
de significados, aunque en determinados ámbitos siga<br />
siendo común el dualismo simplista y la oposición<br />
complementaria entre público y privado. La crítica a<br />
este dualismo se ha dado desde el derecho (Bobbio,<br />
1980), los movimientos feministas y el comunitarismo<br />
—señalando cómo las fronteras están en permanente<br />
redefinición— o el mismo liberalismo —que pretende<br />
desplazar el ámbito estatal hacia el mercado y los<br />
individuos— (Múnera Ruiz, 2001).<br />
Si sustantivamos el término —algo bastante cuestionado<br />
en sus usos académicos— podemos referirnos con ello al<br />
Estado y sus instituciones (sinónimo de estatal), o a los<br />
públicos mediáticos —del espectáculo o de las artes—,<br />
o a los de la política, como los deweyanos, mediadores<br />
entre la “democracia primaria” (local, comunitaria)<br />
y la “secundaria” (institucional, funcional y macro).<br />
Si hablamos no del público, sino de “lo” público, el<br />
concepto se vuelve más etéreo, al entendérsele como<br />
el escenario de lo colectivo, o el lugar de la democracia<br />
política, o la expresión de una etérea voluntad general, o<br />
lo ampliamente divulgado o conocido (de publicitar), o<br />
lo que es de todos y no es de nadie, o todo lo relacionado<br />
con el Estado (incluido lo público referido al campo<br />
de los servicios públicos), o lo que tiene que ver con el<br />
desarrollo histórico de una parte del derecho (derecho<br />
público), o los ámbitos en donde nos relacionamos<br />
como desconocidos —liberados de las relaciones<br />
comunitarias— como el espacio público, los servicios<br />
públicos, e incluso el mercado.<br />
Adjetivado, lo público engloba los usos anteriores<br />
y gana todavía mayor riqueza semántica en cuanto<br />
expresa “multiplicidad de registros de experiencia y<br />
de actividad que se han configurado desde hace varios<br />
siglos” (Cefaï y Pasquier, 2003:14). Casi todo puede ser<br />
aquí adjetivado: opinión, sector, espacio, parqueadero,<br />
política, persona, escuela, funcionario o servidor,<br />
autoridad, servicios, bien, interés, acción, libertades,<br />
problema, acontecimiento públicos…<br />
17<br />
103
Escuela, carnaval y construcción de lo público<br />
104<br />
En su forma verbal —publicitar— se reduce bastante el<br />
campo semántico, pero se abre en su forma adverbial,<br />
entendiéndolo como una modalidad de acción colectiva,<br />
es decir, desde una concepción adverbial del sujeto<br />
de la acción: “El sujeto no es en sí más que uno de<br />
los complementos del verbo: como los adverbios, él<br />
completa al verbo precisando una modalidad de la<br />
acción expresada por él mismo (…) Lo que es colectivo,<br />
es la acción, no el sujeto” (Quéré, 2003:126). En este<br />
sentido, la acción no está realizada por un sujeto colectivo<br />
preexistente, sino que es la acción colectiva la que da<br />
estatuto al sujeto, “en público”. Habría que identificar,<br />
entonces, los sistemas o los agenciamientos en los que<br />
la experiencia tiene lugar “en público”, en los que un<br />
público —siempre efímero— puede figurar como<br />
complemento de la acción colectiva.<br />
Lo “público” en educación en Colombia —y su<br />
misma definición—, es una arena en conflicto entre<br />
los capitales, agencias y organismos internacionales,<br />
el gobierno de turno, los maestros, los sindicatos, los<br />
políticos y los organismos de gobierno nacional, regional<br />
y local, los empresarios “por la educación”, la prensa y<br />
los medios, las Iglesias, grupos ideológicos y de interés,<br />
los padres de familia y sus asociaciones, y los estudiantes.<br />
El sentido de lo público se liga a los contextos locales. Es<br />
distinto “lo público” de un colegio en un pueblo donde<br />
sólo existe uno —o en el medio rural—, que en una<br />
ciudad como Bogotá. Y en la ciudad misma las localidades<br />
y los barrios, su composición socioeconómica y cultural,<br />
también varían.<br />
En un contexto en el cual la disolución de lo público<br />
en los más diversos ámbitos de la sociedad afectan a<br />
la escuela y a la educación debido a la introducción<br />
de lógicas mercantiles y empresariales en los sistemas<br />
educativos, nos preguntamos por experiencias y prácticas<br />
pedagógicas que resultan especialmente significativas<br />
para pensar y promover la construcción de lo público en<br />
la escuela, y en concreto, aquellas en las que la escuela<br />
se moviliza y participa en la creación y ampliación del<br />
espacio público de su entorno con actividades artísticas<br />
y festivas.<br />
El material empírico proviene de un trabajo de campo<br />
de nueve meses alrededor de la preparación, realización<br />
y evaluación del Carnaval Soloriental, un evento escolar<br />
que desde hace más de 20 años organizan maestras de<br />
varios colegios oficiales en el suroriente de Bogotá. En<br />
él participaron como coinvestigadoras todas las docentes<br />
de la escuela rural Los Soches, incluyendo a la directora.
El Centro Educativo Distrital Los Soches y el<br />
Carnaval Soloriental<br />
El CED Los Soches se encuentra ubicado al suroriente de<br />
Bogotá, en las estribaciones del páramo de Cruz Verde.<br />
Esta zona está habitada por una comunidad rural que vive<br />
en condiciones difíciles, ya que no cuenta con servicios<br />
públicos de calidad, subsiste de una agricultura de<br />
minifundio y se debate entre problemas de desempleo,<br />
pobreza y falta de recursos para un desarrollo adecuado,<br />
la invasión de nuevos pobladores y la conformación de<br />
barrios irregulares.<br />
La escuela fue construida en un terreno donado por una<br />
vecina, hace algo más de 30 años, utilizando los exiguos<br />
recursos de la comunidad y algunas donaciones, pero<br />
sin los requerimientos técnicos necesarios. A ella asisten<br />
aproximadamente 140 niños y niñas con edades que<br />
oscilan entre los 5 y los 12 años.<br />
El PEI de la institución se denomina “La lúdica y la<br />
artística en la construcción de una escuela con sentido”.<br />
Pretende desarrollar las potencialidades cognitivas,<br />
afectivas, comunicativas y sociales de los estudiantes,<br />
haciendo énfasis en la lúdica y la artística como parte<br />
esencial de su desarrollo. El equipo de docentes está<br />
integrado por la directora, seis maestras y un profesor<br />
de música, quienes atienden los grados de preescolar a<br />
5º; de ellos, la mayoría lleva de 17 a 20 años laborando<br />
en esta institución.<br />
En 1995 el Programa RED de la Universidad Nacional de<br />
Colombia invitó a las docentes a participar en un proceso<br />
de formación permanente, lo que posibilitó avances<br />
en el desarrollo teórico mediante grupos de estudio,<br />
seminarios y talleres. Este proceso ha continuado hasta<br />
hoy, y la actual investigación es el resultado de un trabajo<br />
cooperativo entre la escuela y la universidad (Rodríguez,<br />
1998).<br />
El centro educativo goza de la confianza de la comunidad,<br />
en parte por la apertura que se ha generado hacia<br />
padres de familia, ex alumnos, vecinos, organizaciones<br />
rurales y otras entidades. Su funcionamiento, si bien<br />
responde a relaciones de tipo democrático, trasciende<br />
los formalismos y acartonamientos que se derivan del<br />
gobierno escolar clásico. Así mismo, las relaciones entre<br />
docentes y estudiantes, lo mismo que entre los primeros,<br />
son de cooperación y de búsqueda conjunta de nuevos<br />
saberes.<br />
17<br />
105
Escuela, carnaval y construcción de lo público<br />
106<br />
Desde hace 21 años la comunidad escolar de Los Soches<br />
participa en el proyecto interinstitucional Carnaval<br />
Soloriental, organizado por centros educativos del sector, con<br />
la dirección de un equipo de docentes denominado Tertulia<br />
Pedagógica. El Carnaval nació como una contrapropuesta a<br />
la fiesta foránea del halloween, es decir, el 31 de octubre,<br />
con el deseo de valorar formas nativas de fiesta y rechazar<br />
aquello que desde afuera se quiere imponer universalmente;<br />
esa es la postura de las integrantes de Tertulia Pedagógica.<br />
Y el objetivo general del carnaval es integrar la lúdica y lo<br />
artístico con lo conceptual, dando así posibilidad de otorgar<br />
mayor sentido y coherencia a las actividades pedagógicas<br />
que se realizan en la institución. Este proyecto surgió por la<br />
necesidad de valorar y validar elementos festivos de nuestra<br />
cultura: música, danza, literatura, mitos y leyendas, pero<br />
además pretende hacer visible, de manera crítica, problemas<br />
ambientales, políticas nacionales e internacionales, y<br />
momentos históricos.<br />
En los primeros años el carnaval contaba con la participación<br />
de pocas instituciones, escasos recursos e insuficientes<br />
elementos festivos; poco a poco ha ido involucrando a mayor<br />
número de docentes y de niños y gestionando recursos para<br />
la contratación de grupos musicales. Antes de la fusión<br />
de instituciones educativas (año 2002) participaron en<br />
el carnaval cerca de 13 escuelas, que para entonces eran<br />
instituciones autónomas. Este año han unido esfuerzos<br />
para su realización los maestros de los colegios La Belleza,<br />
Los Soches y Nueva Delhi. Hoy, El Carnaval Soloriental es<br />
reconocido como un proyecto de gran valor pedagógico en<br />
el Distrito Capital y ha recibido varias menciones y premios.
La experiencia pedagógica e investigativa del<br />
Carnaval Soloriental en su versión 2008<br />
El tema seleccionado para ese año fue “América desde el Sur”.<br />
La elección del tema fue un proceso largo, que tuvo cierta<br />
similitud con la construcción de una agenda pública. En dos<br />
de los tres colegios se efectuaron actividades pedagógicas con<br />
niños y maestros explorando posibles temáticas e intereses.<br />
Finalmente, en una reunión del equipo de coordinación<br />
del carnaval, se tomó la decisión sobre el horizonte a partir<br />
del cual se analizaron las propuestas. Una vez definido, se<br />
profundizó en él, explorando las dimensiones y posibilidades<br />
que ofrecía para el carnaval. Este proceso evidenció gran<br />
reflexividad por parte de algunos actores, reflexividad que<br />
no es frecuente en la dinámica que caracteriza la vida escolar.<br />
Desde la misma preparación se buscó que el tema fuera un<br />
asunto público.<br />
El carnaval en el CED Los Soches es un eje curricular, y la<br />
escogencia del tema para el del 2008 convocó a los docentes<br />
a planear y estructurar un programa secuencial sobre tópicos<br />
de Suramérica, adaptado para cada grado, enfatizando, de<br />
acuerdo con lo convenido por los docentes, en “la hermandad<br />
histórica de nuestros pueblos”. Los maestros reflexionaron<br />
y aprobaron contenidos curriculares relacionados con los<br />
países suramericanos, sus canciones, banderas, riquezas<br />
naturales y platos típicos. Se resaltó la importancia de áreas<br />
concernientes como la hidrografía, ya que la región posee<br />
en sus ríos y lagos más de la cuarta parte del agua dulce del<br />
planeta; la biodiversidad en fauna y flora, exuberante pero<br />
sometida a incontrolada explotación industrial e incluso a la<br />
devastación; la selva amazónica, el pulmón más significativo<br />
del planeta; el petróleo y la minería, cuya explotación ha<br />
sido codiciada por compañías extranjeras.<br />
17<br />
107
Escuela, carnaval y construcción de lo público<br />
108<br />
Para el trabajo de aula cada grado escogió investigar<br />
un país y lo expuso ante los demás alumnos del centro<br />
educativo; por su parte, cada maestra asumió el estudio<br />
de un periodo de la historia en Latinoamérica cuyos<br />
resultados luego presentaba a los otros docentes y a<br />
todos los estudiantes. En el transcurso del año los niños<br />
conocieron nombres, ubicaciones, problemas de los<br />
países suramericanos. Se logró trabajar integradamente<br />
y enlazar diversos saberes: geografía, literatura, historia,<br />
artes plásticas, música, gastronomía, etcétera.<br />
De manera simultánea al trabajo de aula, tres meses antes<br />
de la fiesta el colectivo de maestros deliberó sobre los<br />
materiales necesarios para el carnaval. Propusieron un<br />
rompecabezas con los países de América Latina, y que<br />
cada niño llevara una parte del mapa, distribuyéndose el<br />
trabajo y las responsabilidades. Se nombraron los cursos<br />
encargados de elaborar guacamayas, árboles, banderas,<br />
especies de flora y fauna. Así mismo, se propuso hacer<br />
un pulpo “con sombrero gringo” que en cada tentáculo<br />
tuviera un país, y el Sol, basándose en un diseño indígena.<br />
Los muñecones fueron, pues, un minero, el pulpo, el<br />
mapa de Suramérica y el Sol.<br />
Durante el mes de octubre la escuela se convirtió en un<br />
gran taller donde niños, celadores, madres y docentes<br />
trabajaban con esmero. Todo era un ir y venir, un correcorre;<br />
surgían toda clase de preguntas, sugerencias,<br />
anécdotas, comentarios, comparaciones; todo era<br />
actividad, color, pegantes, cintas, cartulinas, papel; las<br />
figuras comenzaron a decorar las aulas de clase, los<br />
corredores, el patio, incluso la cocina y la sala de sistemas.<br />
Cerca de la mitad de los niños estaban frecuentemente en<br />
el patio; bajo el mandato de una tambora, unas veces con<br />
ligera llovizna, otras con sol radiante, los miembros de<br />
la comparsa seguían las instrucciones de la directora de<br />
coreografía y de algunas maestras, preparando el desfile<br />
y el baile correspondientes.<br />
En la víspera la escuela se transformó en un taller<br />
de manualidades. Desde la entrada se observaban<br />
muñecones y tocados que reflejaban fauna y flora<br />
terrestre y acuática, en general, la biodiversidad, todo ello
con un toque especial de color. Los niños más grandes<br />
corrían de un lado para otro con el fin de ofrecer sus<br />
servicios y apoyo en los cursos de los más pequeños.<br />
Quienes formaban parte de la comparsa recibían con<br />
emoción sus atuendos, y algunos se preocupaban por el<br />
largo del vestido o por la talla de los alpargates.<br />
El día del carnaval los niños madrugaron a la escuela,<br />
nerviosos y expectantes; los integrantes de la comparsa<br />
llegaron al colegio con sus vestidos blancos; el resto inició<br />
la búsqueda de muñecones, banderas, tocados y demás<br />
elementos que llevarían al desfile, muy emocionados,<br />
pero expresaban preocupación porque aún les faltaba el<br />
maquillaje y las profesoras y madres de familia no daban<br />
abasto para atenderlos a todos.<br />
Se desplazaron en buses, y en el barrio Pinares se<br />
tomaron las calles, danzaron, mostraron sus trabajos<br />
y admiraron los de sus compañeros de otros colegios<br />
que también participaron. Niños, madres y docentes<br />
manifestaron un buen estado de ánimo y alegría, hubo<br />
derroche de color, de ritmo, de movimiento y de<br />
creatividad. Los maestros consideran que este año “se<br />
presentó una mejor socialización en la calle”. Un gran<br />
número de personas —y animales domésticos— salieron<br />
a las ventanas a saludar el desfile, y en las calles se miró<br />
con curiosidad y simpatía a niños y jóvenes. Al pasar el<br />
desfile frente a un jardín infantil, las maestras de esta<br />
institución motivaron a los pequeños para que saludaran<br />
y aplaudieran a quienes estaban de fiesta.<br />
Cuando el desfile culminó en una plazoleta y frente a<br />
una tarima, creció el entusiasmo; los vecinos saludaron<br />
a quienes estaban de fiesta. Siempre se mantuvo firme<br />
el ánimo, en ningún momento se perdió el ambiente de<br />
rumba. Todos bailaron alegremente, especialmente las<br />
madres, que contagiaban con su entusiasmo y parecían<br />
no cansarse de bailar y reír, e incluso de cargar niños,<br />
muñecones, mapas y tocados. No hubo tiempo para<br />
fatigas o recesos. Los niños estuvieron contentos con el<br />
refrigerio y muy satisfechos con el helado, ellos tienen<br />
claro que la fiesta incluye la presencia y el disfrute de la<br />
comida. El baile de muñecones alrededor del “Sol”, y su<br />
quema, fue el ritual final con el que concluyó el carnaval.<br />
Los niños manifestaron que el carnaval versó sobre “lo<br />
de América del Sur, lo de los animales, lo de las plantas”;<br />
“porque acá cada año se trata un tema diferente, este año<br />
se trató sobre América del Sur”; “hacemos muñecones,<br />
viene una persona y nos ensaya una comparsa y salimos<br />
y bailamos”; “nos divertimos”. Al interrogárseles sobre<br />
qué hicieron en el carnaval, respondieron que “caminar,<br />
bailar”; “llevar muñecones”; “pintarse la cara”; “ver<br />
otros bailes”. Sobre qué les gustó: “que nos miren”;<br />
“toda la gente sale a ver qué es lo que está pasando”;<br />
“no nos quedamos en el mismo lado porque entonces<br />
no sería un carnaval”; “es chévere salir, caminar, bailar”;<br />
“hay gente que se une a bailar”; “vamos por toda la<br />
carretera, los carros casi no pasan”. Al preguntárseles<br />
sobre los comentarios que hicieron sus padres, una niña<br />
comentó que su mamá había dicho que ese fue “el día<br />
más feliz de su vida”.<br />
17<br />
109
Escuela, carnaval y construcción de lo público<br />
110<br />
La construcción de lo público en el Carnaval<br />
Soloriental<br />
Con el fin de dar cuenta de los procesos de construcción<br />
de lo público en el Carnaval Soloriental, y para organizar<br />
y analizar la información fruto del trabajo de campo y<br />
de la experiencia pedagógica, se construyeron algunas<br />
categorías de análisis provenientes tanto de los referentes<br />
teóricos que enunciamos al comienzo del artículo, como<br />
del trabajo mismo de campo. Estas categorías son las<br />
que vamos a utilizar como herramienta expositiva en<br />
el capítulo: lo público en su relación con el Estado, lo<br />
público como publicitar, lo público como construcción<br />
de lo que nos afecta a todos, lo público como modalidad<br />
de acción colectiva, lo público como experiencia<br />
formativa y educativa, lo público y la ampliación de<br />
las fronteras de la escuela, lo público y el sentido de<br />
propiedad, y lo público, la participación y la ciudadanía.<br />
Lo público en su relación con el Estado<br />
Formación del Estado y formación del sistema<br />
educativo nacional se correlacionan estrechamente<br />
(...) Así, el Estado asignó a la educación en los países<br />
occidentales funciones públicas como la asimilación<br />
de culturas inmigrantes en los Estados Unidos, la<br />
promoción de los valores de signo católico en España,<br />
la extensión de la lengua nacional en Francia, etc.,<br />
aunque en todos ellos la educación cumplió siempre,<br />
de mejor o peor modo, un triple objetivo común: (...)<br />
el desarrollo moral, cultural y político de la nación<br />
(Puelles Benítez, 2002:35).<br />
En este contexto,<br />
[…] la escuela moderna, vinculada a los proyectos de<br />
Estado-nación tanto en los países capitalistas como<br />
comunistas, ha desarrollado un mundo simbólico, ritual<br />
y festivo en relación con dichos proyectos, desde el siglo<br />
XIX. Esta labor se ha realizado normalmente desde el<br />
folclorismo, desde la construcción e invención de los<br />
valores nacionales por parte de los folcloristas a través<br />
de la selección y estilización de algunas expresiones<br />
populares (Miñana, 2002:371).
Pero más allá de estas afirmaciones generales y de las<br />
declaraciones de principios, la escuela es un fenómeno<br />
complejo, diverso y multidimensional, que se ha<br />
desarrollado hasta con cierto nivel de autonomía de<br />
otros fenómenos sociales.<br />
La escuela de Los Soches es una institución educativa<br />
estatal; cumple una función social pública, pertenece y<br />
es financiada por la Secretaría de Educación del Distrito<br />
Capital, la cual, junto con la Alcaldía Menor de San<br />
Cristóbal, a través del Instituto de Cultura y Turismo de<br />
Bogotá y del proyecto Red de Eventos, aporta algunos<br />
recursos para que ella realice el Carnaval Soloriental.<br />
Así mismo, la Secretaría y su proyecto Escuela-<br />
Ciudad-Escuela contribuyen indirectamente para el<br />
cumplimiento de los objetivos del carnaval, puesto que<br />
en las instituciones participantes en esta propuesta las<br />
salidas pedagógicas se planean aprovechando los recursos<br />
y lugares que se ofrecen a través de ese programa. Por su<br />
parte, los docentes reconocen el apoyo que reciben, pero<br />
algunos de ellos consideran que tanto la Administración<br />
Distrital como las instituciones no conceden todas las<br />
facilidades necesarias para la ejecución de esta actividad,<br />
ya que se requiere no solo financiación sino también<br />
procesos ágiles y flexibles para que los proyectos sean<br />
exitosos.<br />
De igual manera, en Los Soches los docentes plantean que<br />
dado el tamaño de la escuela su manejo administrativo les<br />
permite hacer uso de la autonomía y libertad de cátedra<br />
que les otorga la ley, juzgando que “esta autonomía<br />
no sería posible en un colegio grande, ni se asumiría<br />
plenamente sin el apoyo y acompañamiento de las<br />
directivas escolares”.<br />
Los docentes asumen Los Soches como una escuela<br />
pública pero toman distancia frente a las políticas<br />
educativas, ya que, debido a su experiencia, a su<br />
escolaridad, y a los procesos de reflexión sobre educación<br />
y pedagogía que realizan de manera permanente, tienen<br />
una posición política crítica y deliberante. Es frecuente<br />
que discutan y analicen las políticas del Estado que<br />
atañen al funcionamiento de la institución, como en el<br />
caso de la construcción de megacolegios, que este año<br />
produjo incertidumbre en el trabajo y en la realización<br />
del carnaval, pues se les anunció que su CED iba a<br />
desaparecer y los niños serían enviados a uno de ellos.<br />
Finalmente, el hecho de que la escuela sea una institución<br />
estatal —a pesar de la distancia personal que puedan<br />
asumir los docentes—, de que los alumnos sean en<br />
realidad unos “administrados” por el Estado (la escuela<br />
17<br />
111
Escuela, carnaval y construcción de lo público<br />
112<br />
es financiada por el Estado, regulada por sus leyes; los<br />
niños son obligados a ir a la escuela…), genera una<br />
paradoja muy compleja en la celebración de la fiesta: por<br />
un lado, el participar en ésta es un acto de libertad (nadie<br />
puede obligarle a uno a divertirse o no), pero el niño<br />
está supeditado a estar en la escuela y a participar en las<br />
actividades programadas; esta es una tensión que no se<br />
termina de resolver y que emerge con más fuerza entre<br />
los adolescentes y estudiantes de los grados superiores,<br />
quienes manifiestan su rebeldía no queriendo participar,<br />
o haciéndolo marginalmente o de manera diferente<br />
a como se acordó colectivamente o se sugirió desde<br />
el profesorado. Y esto tal vez sea así porque quede la<br />
sospecha para ellos de que, a pesar de la buena voluntad<br />
de los docentes, la fiesta, al incrustarse en el contexto<br />
escolar, se convierte en una fiesta del poder estatal, que<br />
utiliza “los poderes gratificantes de las fiestas para seducir<br />
a los súbditos, logrando su más obediente sometimiento”<br />
(Gil, 1991:169).<br />
Sin embargo, la fuerza de la fiesta, la efervescencia<br />
colectiva que produce (Durkheim) y termina envolviendo<br />
a todos, pareciera en algunos momentos hacer olvidar<br />
que estamos en la escuela, y que ese que baila alocado y<br />
disfrazado al lado mío ya no es el profesor, la autoridad<br />
que ordena lo que debo hacer a diario, y nos fundimos<br />
en el color, en la música y en la danza.<br />
Lo público como publicitar, hacer público<br />
Una dimensión que está en el origen del concepto de<br />
lo público es publicitar, entendiéndolo como dar a<br />
conocer, plantear públicamente, asumir el problema<br />
como asunto público. En el caso del carnaval, éste<br />
se publicita inicialmente desde Tertulia Pedagógica,<br />
motivando, invitando a la participación, y convocando<br />
a los colegios. La estrategia para publicitar el evento, en<br />
todos los niveles, es oral. Este manejo verbal permite<br />
elegir el tema, buscar y obtener financiación, programar<br />
talleres y conferencias, establecer compromisos, definir<br />
el diseño y asumir responsabilidades solidariamente. Casi<br />
nada se comunica por escrito.<br />
La toma pública de decisiones, las publicaciones y<br />
videos que se han hecho, y la trayectoria del carnaval, ha<br />
permitido que el evento tenga reconocimiento. Además,<br />
el carnaval se hizo público (se publicitó) gracias al premio<br />
otorgado por el <strong>IDEP</strong>, lo que le ha servido para contar<br />
con mayor apoyo de la Administración.<br />
La toma de las calles hace visible y preconiza el carnaval;<br />
allí se presentan y comparten expresiones artísticas,<br />
el trabajo interno de las escuelas, el resultado de las<br />
reflexiones, los conceptos y los procesos planteados.<br />
Hasta los animales domésticos observan con atención<br />
cuando desfila el carnaval. Los vecinos, algunos de ellos<br />
desde hace más de 15 años, lo esperan con expectativa.
Así mismo, el carnaval se relieva ante los vecinos por<br />
líderes comunales, tal es el caso de un miembro de la<br />
Junta de Acción Comunal de Nueva Delhi, quien el día<br />
del desfile, megáfono en mano, invitaba a los habitantes<br />
del sector a recibir las comparsas. En últimas, las<br />
instituciones educativas se hacen visibles ante diferentes<br />
públicos, y ante ellos presentan el trabajo colectivo y<br />
proponen el uso de la ciudad no sólo como espacio<br />
pedagógico sino como lugar de goce y encuentro.<br />
La fiesta, al igual que lo hacen los medios de comunicación,<br />
un comunicado oficial, una carta, o una clase dictada por<br />
uno de los docentes que participan en el carnaval, es un<br />
fenómeno comunicativo. Mas, ¿en qué se diferencia de<br />
éstos?, ¿qué tipo de comunicación establece el carnaval<br />
entre estudiantes, profesores, padres y públicos?<br />
Mientras que los demás tipos de comunicación son<br />
más bien instrumentales (se refieren semánticamente<br />
a objetos externos a la relación comunicativa), la fiesta<br />
es básicamente un tipo de comunicación expresiva,<br />
es decir, no se orienta principalmente a proporcionar<br />
referencias semánticas a objetos externos (que sería tal<br />
17<br />
113
Escuela, carnaval y construcción de lo público<br />
114<br />
vez el esfuerzo pedagogizador del carnaval, en el cual<br />
se pretendió que los niños aprendieran sobre América<br />
Latina), sino a reproducir o reestructurar las relaciones<br />
comunicativas y sociales. Y “sólo la comunicación<br />
expresiva, y nunca la instrumental, puede crear nuevas<br />
relaciones sociales, haciendo emerger una nueva realidad<br />
pública, otra comunidad moral” (Gil, 1991:37). Por lo<br />
tanto, la eficacia de la fiesta escolar no reside tanto en los<br />
aprendizajes académicos, en la dimensión instrumental<br />
de la enseñanza, sino en la transformación de las<br />
relaciones entre los estudiantes, entre los estudiantes y<br />
los profesores, entre los profesores, y entre todos ellos<br />
y su entorno.<br />
Lo público como construcción de lo que nos afecta a todos y como<br />
modalidad de acción colectiva<br />
Construir lo público implica convencer a la mayoría de<br />
que el asunto del cual se trata, incumbe o compete a<br />
todos. Al elegir el tema del carnaval se trata de abordar<br />
una problemática que vaya más allá de lo local; que sea<br />
pertinente con la situación actual; que afecte, motive o<br />
interese a todos —por ejemplo, el agua, los recursos<br />
naturales, la localidad—, etcétera.<br />
Aunque en Los Soches el equipo de docentes está<br />
convencido y comprometido con un carnaval sin<br />
exclusiones, en instituciones como La Belleza la situación<br />
es diferente, algunos afirman que “este proyecto es de<br />
quienes lo lideran”, ya que de acuerdo con una de ellas,<br />
“no asumen el compromiso requerido para hacerlo<br />
suyo”.<br />
Los niños de primaria manifiestan su interés por el<br />
carnaval y piden su realización, mientras que un pequeño<br />
número de estudiantes de bachillerato, por diversas<br />
causas, se interesan por otras actividades y confiesan<br />
que no les compete.<br />
Inicialmente los padres no logran entender el proyecto en<br />
su conjunto. Algunos cuestionan los temas que se toman<br />
como eje del currículo, opinando que no corresponden a<br />
lo que deben aprender sus hijos. Por ejemplo, uno decía:<br />
“yo no entiendo por qué los niños de primero están<br />
hablando de los países de Suramérica”. Sin embargo, al<br />
finalizar el año, este mismo padre celebraba el disfrute y<br />
el compromiso de su hija al abordar el tema mencionado.<br />
Las acciones colectivas no siempre son públicas. J.<br />
Dewey, citado por Daniel Pecaut (2001), argumenta que<br />
“lo público” se manifiesta en los actos de individuos o<br />
grupos y sus consecuencias llegan hasta sectores sociales<br />
que no están comprometidos en dichos actos, siendo<br />
lo público producto de los acuerdos entre individuos y<br />
colectivos que interactúan. En los términos mencionados<br />
se enmarca el Carnaval Soloriental, el cual es una acción<br />
colectiva pública ya que los actores, cada uno en su papel,<br />
interactúan y asumen unas tareas que los benefician a<br />
ellos y a los vecinos del sector no relacionados con las<br />
comunidades educativas.<br />
Para cumplir los objetivos del carnaval, los participantes<br />
deliberan permanentemente y establecen acuerdos,<br />
esto es, llegan a consensos, ya que éstos se requieren<br />
para consolidar una acción colectiva. Pero además,<br />
los maestros se reúnen con el propósito de estudiar<br />
y desarrollar las bases teóricas que fundamentan el<br />
proyecto.<br />
No obstante, se presentan situaciones donde la acción<br />
colectiva puede ser amenazada por criterios o acciones<br />
unipersonales. Tal es el caso del Colegio La Belleza, donde<br />
el rector arbitrariamente decidió que esta institución no<br />
participara en el carnaval, generando descontento entre<br />
unos docentes y creando divisiones y un ambiente hostil<br />
dentro de la institución. Se hicieron esfuerzos colectivos<br />
tratando de resolver los problemas generados y al final se<br />
resolvió el conflicto mediante la intervención del Cadel.
Igualmente, en las instituciones se presentan otro tipo<br />
de inconvenientes, especialmente relacionados con la<br />
visión que tienen los maestros sobre la organización<br />
escolar: “Entre las dificultades que ha tenido el desarrollo<br />
del carnaval se cuentan las relaciones entre las jornadas<br />
de la mañana y la tarde en los colegios en los que solo<br />
una de ellas participa de éste. Tienen conflictos por la<br />
decoración del salón, y visiones muy diferentes sobre el<br />
halloween” (Diario investigador).<br />
A diferencia de lo que ocurre con el halloween, que<br />
no demanda un colectivo que lo prepare, el carnaval<br />
es una fiesta colectiva desde su inicio: “Aun cuando<br />
los muñecones se elaboraron de manera colectiva, al<br />
momento de salir, cada uno cogió el que quiso. No<br />
se dio por procesos individuales, sino que entre todos<br />
pintaron, cortaron e hicieron lo que había que hacer”<br />
(Diario docente).<br />
Así pues, el carnaval se configura como un espacio de<br />
acción para pensar, proponer, planear, ejecutar y evaluar<br />
en colectivo, espacio que se enriquece con las expresiones<br />
individuales. “El Carnaval pone a todos a trabajar juntos”.<br />
Lo público como experiencia formativa y educativa<br />
La mayoría de las celebraciones escolares y de las fiestas<br />
organizadas por los adultos para los niños y jóvenes,<br />
tienen poco de fiesta. La fiesta como juego, disfrute<br />
por el disfrute, gresca y desorden, dilapidación de<br />
energía y recursos, es considerada por el pensamiento<br />
moderno como algo inmoral, una pérdida de tiempo,<br />
como un obstáculo al desarrollo económico, a la<br />
productividad y al progreso (Delgado Ruiz, 1992:97-<br />
114). La celebración escolar es una fiesta cuidadosa y<br />
explícitamente domesticada y controlada: forma parte<br />
del proceso pedagógico, de la formación e inculcación<br />
de valores, de la misión civilizadora de la escuela, aunque<br />
con frecuencia se salga de las manos de los maestros y<br />
aparezcan “excesos” aprovechando el entusiasmo festivo<br />
(Miñana, 2002:372).<br />
17<br />
115
Escuela, carnaval y construcción de lo público<br />
116<br />
El carnaval es un proyecto cultural y pedagógico que se<br />
convierte en el eje curricular en Los Soches. A partir del<br />
tema del carnaval se definen acciones pedagógicas, se<br />
buscan estrategias y se abordan contenidos enmarcados<br />
en el PEI, haciendo uso de la autonomía que otorga la<br />
ley a los colegios.<br />
A medida que avanza el año escolar, en Los Soches hay<br />
transformaciones. Cambian los actores, las acciones y<br />
las relaciones. Al igual que en años pasados, el carnaval<br />
de 2008 permitió replantear y transformar las prácticas<br />
pedagógicas, integrando haceres y saberes en el proceso<br />
de aprendizaje, procurando la confluencia del pensar y<br />
el sentir, privilegiando una mirada crítica alrededor de<br />
lo que sucede en nuestros países.<br />
A lo largo del año los actores cambian sus papeles: los<br />
niños se vuelven maestros, hacen gala de sus aptitudes,<br />
investigan, proponen, opinan, escriben, diseñan,<br />
construyen y asumen otras actitudes frente a su<br />
compromiso escolar. Los maestros, a la vez que orientan<br />
el aprendizaje de los niños, se transforman en aprendices,<br />
reconocen la necesidad de indagar sobre nuevos temas,<br />
nuevas formas de expresión simbólica, nuevos materiales<br />
y técnicas artísticas. Los padres se hacen participes del<br />
carnaval de una forma espontánea y, a medida que avanza<br />
el proyecto, se comprometen más con el desarrollo de<br />
sus hijos, quienes encuentran temas variados para sus<br />
conversaciones, “tienen proyectos en común”: “Motivar<br />
a la participación activa de los padres de familia nutre<br />
y enriquece las relaciones interpersonales de diferentes<br />
estamentos de la comunidad educativa, así como a todo<br />
un proceso de aprendizaje significativo mutuo, además<br />
se fortalecen lazos de sentido de pertenencia hacia la<br />
institución” (Diario docente).<br />
Las acciones y la dinámica escolar se van transformando<br />
a lo largo del año, se hace a un lado la rigidez de las<br />
horas clase, de los grados, de los espacios. Lo que<br />
inicialmente es indagar, exponer, proyectar películas,<br />
elaborar carteleras, elaborar recorridos acordes con el
tema del carnaval, se convierte en un taller festivo que puede durar varias semanas. Así<br />
mismo, el carnaval torna lúdicas las actividades y espacios de aprendizaje, generando<br />
relaciones donde cada uno es reconocido por su singularidad y aporte para consolidar<br />
un trabajo en equipo.<br />
Todo el colegio estaba reunido en un salón grande del 2.º piso, en donde cabían todos<br />
los cursos sentados. Cuando llegué ya habían pasado preescolar, 1.º y 2.º, y comenzaba<br />
3.º, que había escogido a Argentina. La primera en pasar fue una niña que leyó algunos<br />
datos geográficos, la extensión y la población, de una cartelera que otro niño sostenía<br />
junto a ella. Después de la niña, la profesora de 3.º complementó mostrando un mapa<br />
de Suramérica en el que estaba resaltada Argentina, habló del clima del país y nombró<br />
su capital (Diario investigador).<br />
La fiesta abre un campo fecundo en las relaciones entre escuela y cultura, incorporando<br />
modalidades no escolares de socialización. La escuela se enriquece con formas de<br />
aprendizaje que habían sido excluidas de sus muros por las miradas academicistas y<br />
enciclopedistas, como las que parten de la vivencia, del aprender haciendo, del contacto<br />
intergeneracional —en especial con los “mayores” y “sabedores”—, del aprendizaje<br />
contextualizado, y en los lugares apropiados para ello, del aprender como un participar<br />
cada vez más activamente y con mayor propiedad en una comunidad de practicantes...<br />
Y viceversa, la fiesta puede enriquecerse con los recursos tecnológicos, simbólicos, de la<br />
escuela, y en especial, del aporte y vitalidad de los jóvenes, niños y maestros. Habría que<br />
despreocuparse un poco de la obsesión didáctica que sufren la mayoría de educadores<br />
respecto al hecho festivo porque, como dice Manuel Delgado, el rito y la fiesta es de por<br />
sí “un contrato, un plan de orientación y un manual de instrucciones para experimentar<br />
el mundo (…) La dimensión festiva de los grupos humanos [es] como un colosal aparato<br />
17<br />
117
Escuela, carnaval y construcción de lo público<br />
118<br />
pedagógico, donde los individuos psicofísicos aprenden<br />
cómo interpretar su experiencia del mundo de acuerdo<br />
con los imperativos culturales de la comunidad donde<br />
se integran” (1992:84-85). Y esta didáctica festiva<br />
tiene poco que ver con programaciones, formulaciones<br />
de objetivos, diseño instruccional, explicación de los<br />
orígenes, investigaciones históricas... Tiene más que ver<br />
con la pragmática, con la performance, con la actuación,<br />
con los cuerpos en acción (Miñana 2002:380).<br />
Lo público y ampliación de las fronteras de la escuela<br />
La mayoría de las veces la fiesta escolar es una celebración<br />
cerrada, dentro de sus muros, y a la que en ocasiones<br />
se invita a los padres. El Carnaval Soloriental amplía las<br />
fronteras de la escuela buscando nuevos escenarios de<br />
aprendizaje, puesto que se programan frecuentemente<br />
actividades como salidas, uso de Internet, invitación a<br />
personas expertas en el tema del carnaval, y presentación<br />
de videos, entre otros. Así, desaparecen esquemas<br />
organizativos preestablecidos, las instituciones y las<br />
comunidades educativas interaccionan libremente tras<br />
un objetivo común.<br />
Como el carnaval pretende incidir en la transformación<br />
social de los individuos, los esquemas pedagógicos<br />
se orientan a la formación crítica y responsable de<br />
estudiantes y docentes. Se tiene en cuenta principalmente<br />
el entorno, pero se reconoce y examina lo que ocurre<br />
más allá y se analiza en función de la incidencia que<br />
tiene sobre el contexto, “con la participación de los<br />
niños, quienes afirmaban que últimamente escuchaban<br />
los conflictos que ha tenido nuestro país con Venezuela<br />
y Ecuador, que limitan con Colombia” (Diario docente).<br />
No solamente se rompen las fronteras externas de la<br />
escuela sino también las internas: entre cursos, salones,<br />
materias y asignaturas. “Incluso se logra trascender las<br />
fronteras legales, al modificar las jornadas” (Diario<br />
docente).<br />
Para lo anterior, en este día reunimos a los dos grados<br />
motivando un conversatorio donde los niños de grado<br />
3.º les contarían con sus propias palabras y naturalidad<br />
a los niños de 1.º todo lo que han aprendido de nuestro<br />
país (Diario docente).<br />
Cuando se trata de participar en un trabajo ni siquiera<br />
se pregunta: ¿éste de qué curso es? (Diario docente).
El carnaval ha ido más allá de la escuela, sobre él se han<br />
hecho investigaciones, dadas a conocer en publicaciones,<br />
videos y numerosas presentaciones, e incluso ha sido<br />
galardonado como una experiencia pedagógica exitosa<br />
no sólo en la localidad sino que también distritalmente.<br />
El día que desfila, el carnaval se toma “el espacio<br />
público”, lo transforma en escenario artístico, en sitio<br />
de aprendizaje, encuentro y goce, que deja de ser vía<br />
de transporte para transformarse en un río festivo de<br />
niños y jóvenes danzantes, mostrando sus coloridos<br />
tocados, muñecones y comparsas. Y la fiesta se extiende<br />
más allá de los participantes directos, involucrando a los<br />
habitantes del sector: vecinos, estudiantes de jardines<br />
infantiles, organizaciones barriales, ex alumnos de los<br />
colegios y amigos y amigas del carnaval, quienes además<br />
de observadores en ocasiones participan de los bailes.<br />
Sin embargo, existe cierto temor sobre la seguridad<br />
misma de los niños el día del encuentro, argumentado<br />
en la cantidad de personas y en los problemas que genera<br />
un espacio público no siempre seguro.<br />
Personalmente me parece interesante la posición que<br />
asumen las profesoras respecto al carácter público del<br />
carnaval; por un lado, les asusta la calle (el espacio del<br />
carnaval), allí los niños pequeños de Los Soches pueden<br />
sufrir las agresiones de los niños de otros colegios, ya<br />
que por el carácter público del carnaval no se tiene<br />
control total sobre los participantes: “hay gente que<br />
se mete al carnaval, sin formar parte de él, y entonces,<br />
grave, se pierde lo que se ha hecho”. Sin embargo, al<br />
unísono reconocen que este contacto es importante<br />
para “visibilizarse”; “mostrarse a los otros colegios”;<br />
“hacerse ver” (Diario investigador).<br />
El carnaval trasciende las aulas, los muros de la escuela,<br />
los horarios acostumbrados; llega al vecindario, a la<br />
localidad y a la ciudad, convirtiéndolos en espacios de<br />
aprendizaje. Convoca a nuevos actores, como talleristas,<br />
músicos, expertos, dando la oportunidad a niños y<br />
docentes de ampliar sus horizontes cognitivos y afectivos.<br />
La aparición de la escuela en un medio hostil, como lo<br />
es el mundo de las relaciones “en público” (Delgado,<br />
1999), caracterizadas por el anonimato, por la<br />
17<br />
119
Escuela, carnaval y construcción de lo público<br />
120<br />
inseguridad, por la desconfianza hacia el otro, introduce<br />
una nueva reflexión sobre lo público y el carnaval escolar.<br />
Él se realiza no sólo en una vereda, entre vecinos, como<br />
en Los Soches, sino que irrumpe en la cotidianidad<br />
de la gran ciudad. De ahí el temor permanente de<br />
las maestras —especialmente las responsables de los<br />
niños más pequeños— por la seguridad de éstos. Pero<br />
también es importante señalar que el carnaval es hoy<br />
fundamentalmente una fiesta urbana, propia de las<br />
grandes urbes, y que las relaciones sociales a las que<br />
invita no se refieren únicamente a las comunitarias, sino<br />
a las del espacio público, el anonimato, la copresencia<br />
y co-corporalidad.<br />
En relación con lo anterior, el Carnaval Soloriental<br />
irrumpe en los barrios del suroriente bogotano<br />
resignificando y reinventando el espacio público. En<br />
el desfile la situación de conflicto con el conductor de<br />
una buseta, o la invasión lúdica y gozosa por parte de<br />
los niños y jóvenes de espacios que, siendo públicos,<br />
normalmente están vedados para ellos (vías públicas<br />
dominadas por vehículos), es una ampliación no sólo de<br />
las fronteras de la escuela sino del espacio público para<br />
nuevos actores y nuevos usos.<br />
Tal como señalamos, el tipo de comunicación expresiva<br />
que caracteriza lo festivo y lo ritual rompe, traslada,<br />
muta las fronteras [es el tema de la liminalidad en el<br />
antropólogo británico Victor Turner (1988) ]. Y no<br />
sólo las de la escuela, sino sobre todo, los umbrales<br />
que marcan las relaciones sociales: entre quien tiene la<br />
autoridad y el que debe obedecer (profesor/estudiante),<br />
entre quien cuida el colegio y aquél que trabaja como<br />
educador (celador/profesor), entre el padre y el maestro,<br />
entre el niño y el adulto… La fiesta crea puentes inéditos,<br />
novedosos, locos, a manera de un laboratorio social<br />
donde se experimentan nuevas relaciones sociales.<br />
Finalmente, vale la pena señalar aquí la tensión entre<br />
el Carnaval Soloriental y el halloween, que se celebran<br />
el mismo día. En este caso el carnaval surge no al<br />
servicio o como una extensión del halloween, sino en<br />
oposición y reacción a él. La escuela —especialmente<br />
los profesores— adoptan una posición crítica frente a un<br />
tipo de fiesta que se percibe como exterior a la escuela<br />
y a sus intereses de formación desde una perspectiva<br />
ideológica específica; esto, paradójicamente, aunque<br />
fueron precisamente las escuelas las que promovieron<br />
inicialmente esta fiesta en Bogotá (Miñana, 2006). El
peso del halloween, una fiesta en ascenso en la ciudad, se percibe también en la cotidianidad<br />
del carnaval y de alguna manera lo refuerza. Eso fue evidente, por ejemplo, en el desfile, cuando<br />
muchos niños disfrazados con motivo del halloween parecían participantes del carnaval Soloriental,<br />
y no de aquél. El impacto de una fiesta cuidadosamente organizada, a diferencia del halloween<br />
que no lo es por alguien, se impone en esos momentos sobre el halloween, aunque al terminar<br />
el desfile, es este último el que lo hace a lo largo y ancho de la ciudad.<br />
Lo público y el sentido de la propiedad<br />
El carnaval tiende a realzar el sentido de pertenencia de los niños, ellos invocan que les pertenece.<br />
Viven el sentido de propiedad del evento desde el instante mismo en el que participan en la<br />
definición del tema, pero también lo hacen cuando investigan, pintan, elaboran muñecones,<br />
preparan la comparsa y, especialmente, cuando se recrean el día de la fiesta.<br />
Sobre el carnaval los niños opinan que: “hacemos muñecones, gorros, bailamos, ensayamos los<br />
bailes”, “hacemos tocados, exposiciones” [se refieren a las exposiciones hechas por los profesores<br />
y alumnos], “los muñecones los llevamos así y los metemos por todos lados, pa’ que sepan [sic] de<br />
qué colegio son y eso”.<br />
En este tiempo, últimas tres semanas antes de la fiesta, se evidencia un trabajo arduo entre<br />
estudiantes y docentes, un ir y venir, un corre-corre, preguntas, sugerencias (…) es tanto el sentido<br />
de pertenencia hacia esta actividad, que la señora Florecita, de oficios varios, y los señores vigilantes,<br />
hacen parte de este trabajo arduo, pues con su colaboración y ayuda pasan a hacer parte de una gran<br />
familia de artistas creativos (Diario docente).<br />
Aunque la mayoría de docentes afirman que el carnaval les pertenece a ellos y a sus instituciones,<br />
algunos aducen que “es de Tertulia, de quienes lo organizan”, desentendiéndose de él. “Existen<br />
docentes que lo ven como propiedad exclusiva de otros, para disfrazar la pereza propia. El carnaval<br />
es de los niños, de todos, nuestro, de la comunidad educativa” (Diario docente).<br />
El nivel de compromiso y participación lleva a que los docentes sientan el carnaval como propio.<br />
Sin embargo, esta apropiación no conduce a que lo crean parte de su patrimonio, ni a que lo<br />
utilicen para beneficio particular. El carnaval es de todos, de la comunidad educativa que lo<br />
construye y se beneficia de él.<br />
17<br />
121
Escuela, carnaval y construcción de lo público<br />
122<br />
Más aún, la fiesta popular es tal vez uno de los bienes<br />
más públicos:<br />
De acuerdo con las categorías conceptuales del análisis<br />
económico más ortodoxo, la fiesta debe ser clasificada<br />
como uno de los más característicos bienes públicos, de<br />
cuya realización se benefician no sólo sus protagonistas<br />
titulares, que han invertido en ella tiempo, trabajo,<br />
esfuerzo, dinero y muchos otros recursos escasos,<br />
sino todos los demás asistentes que puedan llegar a<br />
presenciarla sin haber tenido que aportar esfuerzo<br />
alguno, dada la inevitable aparición de externalidades<br />
positivas (o beneficios compartidos en común con<br />
todos los demás actores externos), que de la fiesta<br />
inmediatamente se derivan (Gil, 1991:163).<br />
Lo público, la participación y la ciudadanía<br />
Las modalidades de participación en el carnaval son<br />
diversas; mientras que las maestras de Tertulia Pedagógica<br />
se encargan de gestionar, organizar y hacer contactos,<br />
otros docentes se comprometen con el proyecto dentro<br />
de las instituciones. En el caso de Los Soches y Nueva<br />
Delhi, todos trabajan; en La Belleza algunos participan,<br />
otros no.<br />
En 2008 el carnaval logró involucrar a los padres, ya<br />
que en años anteriores su presencia y participación fue<br />
escasa. Sin embargo, aparte de Los Soches, en los otros<br />
colegios que participan no se ha logrado motivarlos ni<br />
hallado estrategias adecuadas para que comprendan la<br />
actividad y se relacionen con ella.<br />
La respuesta de los padres al carnaval en Nueva Delhi ha<br />
sido de resistencia. No solo al carnaval, sino en general<br />
a las nuevas metodologías propuestas. Los conflictos con<br />
ellos han generado traslados y cambios de colegio. Las<br />
profesoras dicen que se hace necesario estar justificando<br />
permanentemente el carnaval y la metodología frente a<br />
los padres (reunión de Tertulia Pedagógica).<br />
Los niños de Los Soches asumen el carnaval como propio,<br />
lo ven como el evento más importante del año escolar.<br />
Sin embargo, no fue posible motivar a algunos jóvenes<br />
de secundaria. Los docentes plantean que estos pocos<br />
adolescentes no se sienten atraídos por él ni quieren<br />
dedicar su tiempo a esta actividad, lo que evidencia<br />
la necesidad de buscar nuevas estrategias, en especial<br />
en el proceso de preparación del carnaval, dándole un<br />
carácter más festivo y menos académico a esta fase del
proyecto, permitiendo que ellos decidan y ofreciéndoles<br />
mayor autonomía. El diseño colectivo y unificado del<br />
carnaval tal vez no deja margen suficiente para expresar<br />
individualidades, identidades y diferencias que los<br />
adolescentes y jóvenes están tratando de construir en<br />
oposición a los adultos y profesores.<br />
Como señalamos en un artículo anterior (Miñana,<br />
2002:374-375), el Carnaval Soloriental es una iniciativa<br />
que surgió en un marco de cambio ideológico y de crítica<br />
cultural al folclor y a la escuela como institución que se<br />
produjo en los años setenta y comienzos de los ochenta,<br />
una reelaboración o reinvención de la tradición popular,<br />
ligada a algunos movimientos de izquierda y a grupos<br />
que habían sido silenciados e invisibilizados durante<br />
años y que se apropiaron de las mismas escuelas que<br />
anteriormente los habían negado, para impulsar sus<br />
proyectos o aspiraciones identitarias, sociales o políticas.<br />
Se produce un activismo cultural ligado a movimientos<br />
sociales y de izquierda que va a tener también su<br />
expresión en el campo de las relaciones entre fiesta y<br />
escuela, encuentro éste que se revela también como un<br />
lugar de lucha ideológica, de confrontación y a veces<br />
de convivencia entre posiciones distintas, es decir, un<br />
espacio de construcción de ciudadanía.<br />
Fiesta y escuela se constituyen en una especie de<br />
‘laboratorio’ social y cultural donde, especialmente<br />
algunas maestras y maestros, como líderes culturales,<br />
exploran, experimentan, inventan y recrean nuevas<br />
relaciones entre escuela y sociedad. Estos cambios en<br />
las formas de transmisión e interacción, tanto en la<br />
escuela como fuera de ella, transforman así mismo la<br />
escuela y la fiesta (Miñana 2002:380).<br />
La escuela pública no es algo realmente existente, sino<br />
más bien un “deber ser” y, en este sentido, algo a ser<br />
tanto defendido como construido. Como señala el<br />
manifiesto “En defensa de la escuela pública”, de la<br />
Confederación Española de Asociaciones de Padres y<br />
Madres de Alumnos (Ceapa) y que agrupa a 12.000<br />
asociaciones de padres y madres de alumnos, no se<br />
puede seguir confundiendo la escuela pública con la<br />
escuela estatal:<br />
La escuela estatalista puede ser, y con frecuencia ha sido,<br />
dogmática y adoctrinadora. La escuela pública ha de<br />
poner en manos de la comunidad educativa la gestión<br />
de los centros (…) La escuela pública es una filosofía,<br />
un concepto educativo y un modelo pedagógico. Supone<br />
reconocer el derecho de todos a la educación y adoptar<br />
las medidas presupuestarias y legales para hacerlo<br />
efectivo (…) La escolarización obligatoria y gratuita<br />
es un requisito previo para la escuela pública, pero no<br />
deben confundirse, en modo alguno, ambos conceptos<br />
(Ceapa, 2008).<br />
La cualidad que hace que una experiencia sea<br />
genuinamente “educativa” es la misma que logra que<br />
ésta sea pública, lo cual permite pensar lo público desde<br />
la especificidad de la práctica pedagógica. Se trata de una<br />
cualidad que debe ser valorada a partir de la naturaleza<br />
de las interacciones que genera, de sus efectos sobre<br />
los sujetos (esto es, en el tipo de sujetos que coadyuva<br />
a construir) y de su contribución a la definición y<br />
potenciación de unos intereses comunes definidos de<br />
manera libre y democrática.<br />
17<br />
123
Escuela, carnaval y construcción de lo público<br />
124<br />
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Turner, Victor. El proceso ritual. Estructura y antiestructura, Madrid: Taurus, 1988.
El espacio público visto<br />
por los niños y los jóvenes<br />
The public space being watched by children and youngsters<br />
Diana Wiesner Ceballos *<br />
Alejandro Galante Zapata **<br />
Adriana Ayala Posso ***<br />
* Arquitecta del Paisaje, Universidad de Buenos Aires; Planeamiento Urbano, Japón; Doctorado en Urbanismo, Universidad Central de<br />
Venezuela; profesora en la Universidad de los Andes, Bogotá.<br />
** Estudiante de segundo semestre de arquitectura, Universidad de los Andes, Bogotá.<br />
*** Licenciada en Educación, Especialista en Pedagogía y Docencia Universitaria, Maestría en Educación, docente.<br />
Andrés Felipe Mora Cortés
Resumen El presente artículo resume parte de la investigación realizada para el <strong>IDEP</strong> con el objetivo de<br />
mostrar la relación que une a los derechos colectivos, entre los cuales el espacio público integra<br />
otros como el patrimonio cultural, medio ambiente y ética pública, con la “pedagogía <strong>ciudadana</strong>”<br />
y con la formación de los niños y adolescentes en edad escolar. Se resalta la importancia de la<br />
comprensión integral del concepto de espacio público, que involucra no solamente su función de<br />
configurador de la ciudad sino también la de fusión sociocultural, ambiental, histórica y simbólica.<br />
Dentro de él se ven claramente tres componentes: el espacial y funcional, que habla de su<br />
estructura y composición; los valores patrimoniales tangibles e intangibles, y los valores éticos<br />
—de comportamiento adecuado con el lugar y con los otros—. El propósito es el de enseñarle<br />
a los niños estos temas, con su grado de complejidad según su escolaridad, mediante actividades<br />
lúdicas en espacios públicos, conociendo sitios, dibujando, realizando ejercicios sobre propuestas<br />
hechas por ellos, de manera que los concientice sobre valores éticos más complejos; estos ejemplos<br />
se ven en varios lugares del mundo, una nueva forma de enseñar a través del juego, la pintura, la<br />
literatura, el juego de actuaciones.<br />
Palabras claves: espacio público, patrimonio, medio ambiente, ética, pedagogía<br />
<strong>ciudadana</strong>, formación de los niños en edad escolar.<br />
Abstract This article summarizes part of the investigation realized for the <strong>IDEP</strong> with the objective to show<br />
the relation between the collective rights, in which the public space integrate others like the cultural<br />
patrimony, environment and public ethics, with the “citizen pedagogy” and with the education<br />
of boys, girls and adolescents in scholar period. The importance of integrally understanding the<br />
concept of public space is emphasized and shows that it involves not only its function of builder<br />
of the city but also as a cultural, environmental, historical and symbolic function.<br />
Three components settle down clearly: first of all, the space and functionality which speaks of the<br />
structure and composition of the public space, the tangible and intangible patrimonial values, the<br />
ethical values, and the adequate behavior with it surrounds and to others. The purpose is to teach<br />
the children these subjects with the level of complexity according to its schooling; through playful<br />
activities in public spaces, discovering new places, drawing, realizing exercises towards new ideas<br />
and until it gives them a conscience of better ethical values. These examples are seen in several<br />
places in the world as a new way of teaching through games, painting, literature, and role plays.<br />
Key words: public space, patrimony, environment, ethics, citizen pedagogy, formation of<br />
scholars boys and girls.
Presencia del espacio público en<br />
la escuela: la ciudad y los espacios<br />
públicos, aulas de nuevos ciudadanos<br />
A través de los siglos el espacio público ha incidido<br />
tácitamente en la vida de todos en lo afectivo, lo<br />
histórico, lo político, lo cultural, lo social y lo recreativo.<br />
Parques, avenidas, callejones y plazas son lugares donde<br />
se desenvuelve la Historia, suceden historias afectivas y<br />
amorosas, se discuten ideologías y se mueven siluetas<br />
que con movimientos acompasados silenciosamente se<br />
comunican entre sí. El espacio público es un lugar que<br />
convoca a unos y otros a vivir juntos bajo el principio<br />
de equidad.<br />
Por lo anterior, se hace importante en ciudades como la<br />
nuestra acercar a los niños y jóvenes al espacio público, con<br />
el fin de que sea el vehículo que haga posible una mejor<br />
relación consigo mismos, con su entorno y con los otros,<br />
en el marco de los derechos colectivos. Es evidente que,<br />
a través de un ejercicio pedagógico, mediante un proceso<br />
de enseñanza-aprendizaje intencionado, dialéctico y<br />
participativo, se podrá comprender que cada lugar es una<br />
oportunidad para valorarse, reconocer al otro y generar<br />
pertenencia en un tiempo determinado, cargando de<br />
significado lo que nos constituye como sujetos históricos,<br />
sociales y culturales, y dándonos la oportunidad de<br />
trascender gracias a la identidad construida.<br />
En el mundo cada día se hace más evidente la<br />
existencia de problemas de diversa índole; entre los<br />
más importantes y reiterativos están los relativos a la<br />
violencia y el deterioro de la calidad del medio ambiente,<br />
los cuales se pueden asociar de manera directa con los<br />
valores sociales y culturales básicos de la sociedad y que,<br />
por razones de procesos urbanos en los que los intereses<br />
individuales priman sobre los generales, han hecho que<br />
éstos se hayan ido perdiendo. La paulatina ausencia de<br />
valores como la solidaridad, la equidad, el respeto por las<br />
personas y por el medio ambiente, la interculturalidad,<br />
entre otros, han hecho del mundo de hoy un mundo<br />
intolerante y desinteresado. Adicionalmente, el enfoque<br />
de crecimiento de las ciudades ha dado históricamente<br />
prioridades diferentes al fortalecimiento de la familia,<br />
la comunidad y el barrio. Sólo hasta ahora se empieza a<br />
reflexionar sobre el enfoque de estructurar una ciudad<br />
sobre la base de lo público y de la calidad del medio físico;<br />
anteriormente, por el afán de dar solución a necesidades<br />
básicas, no se pensaba en la calidad de vida.<br />
Resulta necesario tener en cuenta que esta clase de<br />
problemas sociales y culturales se dan en todo el mundo,<br />
pero en países como Colombia el problema se magnifica<br />
dado que las diferencias sociales y la desigualdad son<br />
17<br />
127
El espacio público visto por los niños y los jóvenes<br />
128<br />
mayores; los recursos y la infraestructura menores, y la<br />
necesidad ha llevado a las personas a actuar sin pensar<br />
en el otro. Adicionalmente, hay una carga cultural de<br />
Occidente tendiente al capitalismo, al consumo y a la<br />
competencia entre individuos, a diferencia de Oriente,<br />
en donde tradicionalmente los procesos se basan en el<br />
trabajo común, el respeto por el trabajo del otro y la<br />
necesidad de construir colectivamente.<br />
Estos antecedentes hacen énfasis en la importancia y<br />
necesidad de aplicar una metodología pedagógica más<br />
participativa, recursiva y lúdica, de los procesos urbanos,<br />
mediante la cual sea posible enseñar y promover una<br />
serie de valores que hagan de las futuras generaciones<br />
de ciudadanos colombianos personas con altos índices<br />
de cultura <strong>ciudadana</strong>.<br />
El espacio público generalmente es comprendido desde<br />
una visión urbanística y física, y definido como una<br />
“dimensión estructurante y articuladora de los sistemas<br />
urbanos y territoriales” 1 . Por lo tanto, es de suma<br />
importancia resaltar que el espacio público no puede<br />
tener una definición ni visión únicas. En razón del punto<br />
de vista y del saber desde donde se aborde la discusión,<br />
tiene tantos componentes que debe ser contemplado<br />
de manera integral y sobre todo humanista, de ahí que<br />
haya surgido un gran número de visiones sobre el espacio<br />
público, incluso opuestas, o que rescatan elementos<br />
antagónicos de él.<br />
Un ejemplo es Alexander von Humboldt, quien desde<br />
su visión de naturalista lo entendió a partir de los<br />
elementos naturales, por lo cual los espacios públicos de<br />
las ciudades se debían caracterizar por la conservación<br />
y el respeto tanto de la flora como de la fauna original,<br />
cuestionando la integralidad del concepto actual del Plan<br />
Maestro de Espacio Público. Hay también quienes, como<br />
la antropóloga Mónika Therrien, consideran el espacio<br />
público como la manifestación de la nostalgia por el<br />
1 Decreto 215 de 2005, artículo 3.<br />
paisaje, refiriéndose a que en las ciudades modernas los<br />
paisajes verdes y abiertos han ido desapareciendo para<br />
darle paso a construcciones de todo tipo.<br />
Desde lo sociológico, en cambio, el espacio público es<br />
entendido como el lugar donde los individuos tienen<br />
la libertad de establecer contacto, o distanciarse. De<br />
esta manera, son características del espacio público<br />
una integración parcial, un sistema social abierto y la<br />
interacción entre desconocidos (Bahrdt, 1969).<br />
A partir de entonces es posible evidenciar unas primeras<br />
aproximaciones al espacio público que se alejan en<br />
gran medida de lo estrictamente físico, lo que ya nos<br />
hace pensar que tal vez los elementos constitutivos de<br />
este espacio hagan referencia a categorías diferentes a<br />
las estrictamente urbanísticas y estén más relacionados<br />
con temas de índole social, política, ecológica, histórica<br />
y cultural.
Así, es posible identificar también a profesionales como el arquitecto argentino Horacio<br />
Gabriel Pucheta Lascano, quien no da una definición muy específica ni literal sobre espacio<br />
público, sino que, por el contrario, se encarga de descomponer dicho espacio hasta develar<br />
cada uno de los elementos que lo componen, encontrando, en espacios como los parques,<br />
lugares en los cuales las personas se relacionan con otros y con la naturaleza.<br />
Ejercicios de Educación Medioambiental<br />
Jardín Botánico. Programa “Diseñando”,<br />
Universidad de los Andes.<br />
En el mundo se están dando ejemplos muy interesantes sobre el aprendizaje del espacio<br />
público mediante la experimentación, el juego, la literatura y el arte. Dicho aprendizaje se<br />
puede lograr en los mismos espacios urbanos donde los niños son protagonistas, ya que la<br />
interacción permite exponer sus comprensiones acerca de sus funciones, usos, cuidados<br />
y valor simbólico. Los niños son capaces de proponer, crear, transformar y administrar<br />
lugares desde su propia perspectiva. Este proceso resulta vital implementarlo en los niños<br />
y adolescentes para iniciar su proceso de cultura <strong>ciudadana</strong>, en busca de un mañana con<br />
mujeres y hombres más conscientes, participativos y éticos con los lugares y con los otros.<br />
Dibujos de niños de 2º grado en las Torres del Parque.<br />
Programa “Diseñando”,<br />
Universidad de los Andes.<br />
Parque Tercer Milenio, Bogotá.<br />
17<br />
129
El espacio público visto por los niños y los jóvenes<br />
130<br />
2 Plan Maestro de Espacio Público, Documento Técnico de Soporte, tomo 2, p. 19.<br />
3 Ibíd.<br />
La ciudad es un escenario de aprendizaje fundamental<br />
y debe convertirse en aula de niños, jóvenes y adultos.<br />
Es vital que la visión individualista se transforme y<br />
tengamos ciudadanos más participativos, conscientes,<br />
defensores de los medioambientes e involucrados en la<br />
transformación humana de la ciudad.<br />
En este proceso se dan los acuerdos ciudadanos y los<br />
equilibrios y equidades que permiten la vida comunal y<br />
restablecer el valor de la familia; lugar de encuentros y<br />
desencuentros 2 que le brinda a sus moradores identidad<br />
como grupo social 3 .<br />
Como se mencionó, resulta fundamental enfatizar que<br />
su comprensión involucra tantos componentes del<br />
comportamiento humano que, convertir el espacio<br />
público en aulas de aprendizaje sobre la relación con el<br />
medio natural y urbano y con los otros, aumentará los<br />
valores de equidad, interculturalidad, tolerancia, entre<br />
otros, y que, a futuro, esas generaciones, contagiadas<br />
de una nueva visión de la sociedad, construirán unas<br />
ciudades más amables, gozarán de espacios más<br />
estimulantes y llenos de naturaleza con sentido de<br />
pertenencia, y reirán entre amigos del barrio y familiares.
Ciudadanía, sociedad,<br />
cultura, educación<br />
Citizenship, society, culture, education<br />
Jorge Enrique Londoño Pinzón *<br />
Marcos González Pérez **<br />
Julio César Goyes Narváez ***<br />
* Docente Investigador de la Escuela de Cine y Televisión - Facultad de Artes y del Instituto de Estudios en Comunicación y Cultura- IECO, de la Universidad<br />
Nacional de Colombia.<br />
** Docente Investigador del Instituto de Estudios en Comunicación y Cultura- IECO, de la Universidad Nacional de Colombia.<br />
*** Docente investigador del Instituto de Estudios en Comunicación y Cultura IECO, de la Universidad Nacional de Colombia.
Resumen Este artículo se presenta en el marco de la investigación de pedagogía <strong>ciudadana</strong> que se adelanta<br />
en desarrollo del contrato interadministrativo N o. 120 del 2008, suscrito entre el Instituto<br />
para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico (<strong>IDEP</strong>) y la Universidad Nacional<br />
de Colombia (Instituto de Estudios en Comunicación y Cultura, IECO). El texto consta de<br />
tres partes, formuladas desde lo social, lo conceptual, lo comunicativo-emotivo y lo educativo,<br />
surgidas de los debates realizados internamente por los autores para contribuir a la formulación<br />
de criterios teóricos, conceptuales y metodológicos en el diseño de rutas pedagógicas para<br />
impulsar procesos de aprehensión de cultura <strong>ciudadana</strong>.<br />
Palabras Clave: ciudadano, sociedad, cultura, educación, agente social, habitus.<br />
Abstract This article appears within the framework of the Citizen Pedagogy investigation advanced by<br />
the <strong>IDEP</strong>. The text consists in three parts taking in account the social, the conceptual, the<br />
communicative-emotional and the educative view, as a result of intern debates realized by the<br />
authors to contribute to the formulation of theoretical, conceptual and methodological criteria<br />
in the design of pedagogical ways to impulse processes of apprehension of citizen culture.<br />
Keywords: citizen, society, culture, education, social agent, habitus.
1. El ciudadano: agente social<br />
Por Jorge Enrique Londoño Pinzón<br />
Los “sujetos” son en realidad agentes actuantes y<br />
conscientes dotados de un sentido práctico (…), de<br />
un sistema adquirido de preferencias, de principios de<br />
visión y de división (lo que se suele llamar un gusto),<br />
de estructuras cognitivas duraderas (que esencialmente<br />
son fruto de la incorporación de estructuras objetivas)<br />
y de esquemas de acción que orientan la percepción de<br />
la situación y la respuesta adaptada. El habitus es esa<br />
especie de sentido práctico de lo que hay que hacer en<br />
una situación determinada, lo que en deporte se llama<br />
el sentido del juego, el arte de anticipar el desarrollo<br />
futuro del juego que está inscrito en punteado en el<br />
estado presente del juego 1 .<br />
La noción del ciudadano como agente social es<br />
insoslayable en la búsqueda de criterios teóricos,<br />
conceptuales y prácticos para la formulación de políticas<br />
y metodologías dirigidas a la educación <strong>ciudadana</strong>.<br />
1 Bourdieu, Pierre. La distinción, criterio y bases sociales del gusto, Taurus, 1998, p. 40.<br />
Más allá de la aclaración de este concepto relacional<br />
tan importante y tan complejo, elaborado a lo largo<br />
de muchos años de trabajo por el sociólogo francés,<br />
nuestra pregunta orientadora, cuando nos preocupa<br />
la formación del ciudadano, debe centrarse en tratar<br />
de aclarar qué factores influyen en la adquisición de<br />
los habitus de comportamiento ciudadano y en las<br />
personas, instituciones o actos rituales que intervienen<br />
en la inculcación de “estos principios generadores de<br />
prácticas distintas y distintivas” en tanto implican sujetos<br />
activos, como pueden ser la familia, la escuela, la Iglesia,<br />
las organizaciones culturales y deportivas, la tribu, el<br />
“parche”, la pandilla o los media, agentes que interactúan<br />
con los sujetos/agentes sociales en la conformación<br />
de sus “principios generadores y unificadores”, ya sea<br />
en un proceso formativo o en procesos continuos de<br />
adaptación.<br />
2 Londoño, Jorge. “Las máscaras del diablo”, estudio sobre los agentes inculcadores de habitus [CD interactivo], Bogotá,<br />
Universidad Nacional, 2004.<br />
17<br />
133
Ciudadanía, sociedad, cultura, educación<br />
134<br />
Entre los retos que deben enfrentar los responsables desde<br />
el sector educativo de la formulación y ejecución de estas<br />
políticas se encuentra establecer en cuánto contribuye<br />
la escuela —es decir, las instituciones educativas— en<br />
los procesos de conformación <strong>ciudadana</strong>, frente a otros<br />
agentes inculcadores de habitus 2 .<br />
Hasta la mitad del siglo XX los agentes inculcadores de<br />
habitus en Colombia estuvieron altamente centrados en<br />
la familia, la Iglesia, la escuela, los partidos políticos, y<br />
en el Estado.<br />
El proceso de desplazamiento del campo a la ciudad<br />
iniciado con la denominada “Violencia” (1948-1954),<br />
y que entre 1975 y 1985, con las sucesivas “guerras de<br />
turno” transformó el país de rural a urbano, invirtiendo<br />
las cifras para el año 2000 —setenta por ciento urbano<br />
y treinta por ciento rural—, originaron un proceso de<br />
3 Martín-Barbero, Jesús. Televisión y melodrama, Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1992, p. 20.<br />
mixturas, de espejos trizados, de hibridaciones culturales<br />
y de imaginarios que han dado paso a numerosas<br />
investigaciones sobre la ciudad y sus habitantes en los<br />
últimos treinta años. Uno de los objetos de estudio entre<br />
estas mezclas culturales es la presencia de los medios<br />
masivos de comunicación, especialmente la televisión,<br />
su programación y sus mediaciones, investigaciones que<br />
han tratado de explicar los procesos de modernización<br />
y posmodernización en Colombia, sin dejar de lado<br />
la influencia cultural, no sólo la guerra, que generó<br />
el narcotráfico, la abundante y efímera circulación de<br />
grandes cantidades de dinero y la desvalorización total<br />
de la vida.<br />
Durante este proceso se han dado cambios importantes<br />
en cuanto a la estructura familiar, el peso de la "escuela"<br />
en la formación e inculcación de sistemas de percepción<br />
y clasificación, la descentralización y poder hegemónico<br />
sobre la información, la escuela fuera de la escuela y la<br />
inculcación de “sentido práctico” a través de medios de<br />
comunicación masivos como la televisión, la Internet y<br />
demás adelantos tecnológicos actuales, como la telefonía<br />
móvil.<br />
Estas investigaciones han establecido los parámetros para<br />
explicar las especificidades de los procesos culturales en<br />
los países de América Latina, como Colombia: “…lo<br />
cultural entendido no sólo como conjunto de productos<br />
sino como matrices y prácticas de conocimiento y<br />
comportamiento; lo popular como modo de existencia<br />
de competencias culturales diferentes a la hegemónica” 3 .<br />
“Ya señalamos la crisis de las instituciones tradicionalmente<br />
socializadoras de imaginarios, interpretaciones,<br />
clasificaciones sociales, valores y conductas, como la<br />
familia, la escuela y los partidos políticos” 4 .<br />
4 Jaramillo, Jaime Eduardo. “Formas de sociabilidad y construcción de identidades en el campo urbano popular”, en Cultura,<br />
medios y sociedad, Bogotá: CES, Universidad Nacional de Colombia, 1998, p. 206.
En Colombia se dio un caso particular de agente<br />
inculcador de habitus: con la combinación de escuela/<br />
Iglesia, podríamos decir que las primeras instituciones<br />
educativas eran regidas por comunidades religiosas.<br />
Para citar un ejemplo moderno, vale la pena recordar<br />
la aparición, hacia 1950, de Radio Sutatenza (Acción<br />
Cultural Popular, ACPO) y su proyecto educativo<br />
Escuelas Radiofónicas - Radio Sutatenza (Boyacá,<br />
Colombia). Su lema era la educación a través del uso<br />
combinado de todos los medios, interacción cara a cara,<br />
casi mediática, a través de la radio, y hacia el final algunas<br />
aproximaciones a la televisión y al video, e interacción<br />
mediática a través de impresos como El campesino<br />
—periódico semanal—, cartillas, Biblioteca Básica<br />
Campesina, discos y casetes de audio y correspondencia<br />
con los campesinos.<br />
Con la formación de multiplicadores-tutores (el “auxiliar<br />
inmediato”), Radio Sutatenza alcanzó su época de oro<br />
entre 1970 y 1980 y “enseñó” a leer y escribir utilizando<br />
la radio, e inculcó “esquemas de percepción” religiosos,<br />
sociales y políticos. Los alcances de su metodología<br />
exitosa obligan a evaluar sus principios y procedimientos<br />
y tenerlos en cuenta para formular proyectos de<br />
pedagogía <strong>ciudadana</strong>.<br />
Pero actualmente el centro de influencia educativa se<br />
desplaza hacia las empresas mediáticas, como precisa<br />
J. B. Thompson, quien, entre otros aspectos, ve cómo:<br />
Mientras que la actividad simbólica es una característica<br />
penetrante que se expande por doquier de la vida social,<br />
existe, a pesar de ello, un conjunto de instituciones<br />
que han asumido un papel histórico particularmente<br />
importante en la acumulación de los medios de<br />
información y de comunicación.<br />
17<br />
135
Ciudadanía, sociedad, cultura, educación<br />
136<br />
Estas incluyen a las instituciones religiosas, que se<br />
ocupan básicamente de la producción y difusión<br />
de formas simbólicas relacionadas con la salvación,<br />
los valores espirituales y otras cosas mundanas;<br />
(las) instituciones educativas que se ocupan de los<br />
contenidos simbólicos adquiridos (o conocimiento)<br />
y de la inculcación de habilidades y competencias; y<br />
las instituciones mediáticas, que se orientan hacia la<br />
producción y difusión generalizada a gran escala de<br />
formas simbólicas en el espacio y en el tiempo 5 .<br />
Teniendo en cuenta los diversos contextos sociales<br />
que rodean al escolar de hoy, ¿cuál es el alcance de los<br />
esfuerzos de las instituciones educativas para formar<br />
ciudadanos?<br />
Su papel como agente educador debe tener en cuenta esta<br />
realidad e idear estrategias pedagógicas que transciendan<br />
los muros de la escuela y se inserten en los procesos<br />
sociales donde hacen presencia organizaciones juveniles,<br />
videojuegos, películas, televisión, cable, Internet,<br />
móviles, y un interminable etcétera que va al ritmo del<br />
desarrollo tecnológico.<br />
Hace cuarenta años Alejo Carpentier planteaba que<br />
el estilo de las ciudades latinoamericanas era no tener<br />
estilo, y con el tiempo esos desafíos existentes se iban<br />
haciendo estilos 6 .<br />
Hoy las ciudades son el centro del desarrollo de la<br />
cultura y su estilo sigue un largo proceso de definición:<br />
“…la ciudad es sobre todo el desconcierto y el espacio<br />
en que se pierde la memoria… la ciudad identificada<br />
como lugar de lo artificial y lo complejo”, porque supera<br />
lo rural y simple 7 .<br />
5 Thompson, John B. Los media y la modernidad, Barcelona: Ediciones Paidós, 1998, p. 35.<br />
6 Carpetier, Alejo. Tientos y diferencias, Buenos Aires: Calicanto Editorial, 1967, p. 18.<br />
7 Martín-Barbero, Jesús. De los medios a las mediaciones, Barcelona: Editorial Gustavo Gili, 1987, pp. 182-209.
Es indudable que el desbordamiento de ciudades como<br />
Bogotá, México D. F. o Sao Pablo ha generado un modelo<br />
propio, cuna de la hibridación de las culturas, creando<br />
otras. Nueva cultura, por ejemplo, la del barrio que se<br />
origina en: “una ciudad desbordada en su geografía y<br />
en su moral: las situaciones de hecho —invasiones de<br />
terrenos en la periferia para habitar y de las calles del<br />
centro que permitan sobrevivir— reproducen nuevas<br />
fuentes de derecho reconocidas o permitidas por un<br />
Estado a su vez desbordado” 8 .<br />
Las culturas campesinas tradicionales ya no representan<br />
la parte mayoritaria de la cultura popular. En las<br />
últimas décadas las ciudades latinoamericanas pasaron<br />
a contener entre el 60 y el 70 por ciento de los<br />
habitantes 9 .<br />
…Y la masa siguió invadiendo todo. Porque en medio<br />
de su ignorancia de las normas y del desafío que su sola<br />
presencia entrañaba, su deseo más secreto era acceder<br />
a los bienes que representaba la ciudad 10 .<br />
Por una parte, la presencia desbordante de la masa<br />
impone sus costumbres, sus formas de comportamiento<br />
(habitus disímiles y difusos), haciendo perder vigencia<br />
a la consideración de lo cultural como lo selecto, lo<br />
culto… “visión culta de la cultura —por lo demás<br />
absurda en una época de primacía de las formas y de<br />
los contenidos de la cultura de masas, de los medios de<br />
comunicación y de la industria cultural” 11 —.<br />
8 Ibíd., p. 215.<br />
9 García Canclini, Néstor. Culturas híbridas, México: Editorial Grijalbo, 1989, p. 203.<br />
10 Martín-Barbero, op. cit., p. 172.<br />
11 Brunner, José Joaquín. América Latina, cultura y modernidad, México: Editorial Grijalbo, 1992, p. 173.<br />
12 García Canclini, op. cit., p. 203.<br />
13 Bruner, Joaquín, op. cit., p. 181.<br />
Por otra parte, también se desvanece la concepción de<br />
los “folcloristas románticos”, que ven en el folclor lo<br />
auténtico y válido culturalmente, necesario de preservar<br />
y difundir. “Aun en zonas rurales, el folclor no tiene<br />
hoy el carácter cerrado y estable del universo arcaico,<br />
pues se desarrolla en las relaciones versátiles que las<br />
tradiciones tejen con la vida urbana, las migraciones,<br />
el turismo, la secularización y las opciones simbólicas<br />
ofrecidas tanto por los medios electrónicos como por<br />
nuevos movimientos religiosos o por la reformulación<br />
de los antiguos” 12 .<br />
La cultura adquiere entonces otras dimensiones,<br />
especialmente la de la heterogeneidad, la pluralidad y su<br />
coexistencia. En este punto coinciden Martín, Bruner y<br />
Canclini, autores que proponen un mapa para el estudio,<br />
análisis y transformación de nuestra realidad cultural:<br />
En el caso de América Latina, como decíamos, el<br />
motor de la modernidad —el mercado internacional—<br />
provoca y luego refuerza un incesante movimiento de<br />
heterogeneización de la cultura, poniendo en juego,<br />
estimulando y reproduciendo una pluralidad de lógicas<br />
que actúan todas ellas entrecruzándose 13 .<br />
Hemos pasado de sociedades dispersas en miles de<br />
comunidades campesinas con culturas tradicionales<br />
locales homogéneas en algunas regiones con fuertes<br />
raíces indígenas, poco comunicadas con el resto de cada<br />
nación, a una trama mayoritariamente urbana, donde se<br />
dispone de una oferta simbólica heterogénea, renovada<br />
17<br />
137
Ciudadanía, sociedad, cultura, educación<br />
138<br />
por una constante interacción local con redes nacionales<br />
y transnacionales de comunicación 14 .<br />
[…] la verdad cultural de estos países: el mestizaje,<br />
que no es sólo el hecho racial del que venimos, sino la<br />
trama hoy de modernidad y discontinuidades culturales,<br />
de formaciones sociales y estructuras del sentimiento,<br />
de memorias e imaginarios que revuelven lo indígena<br />
con lo rural, lo rural con lo urbano, el folklore con lo<br />
popular y lo popular con lo masivo 15 .<br />
Estos planteamientos rescatan lo popular, realizando<br />
un análisis histórico desde el surgimiento mismo de los<br />
conceptos de pueblo y masa en 1835, según Martín,<br />
hasta llegar a una reubicación de lo popular en cuanto<br />
a manifestación diferente a la hegemónica: “Y estamos<br />
descubriendo estos últimos años que lo popular no habla<br />
únicamente desde las culturas indígenas o las campesinas,<br />
sino también desde la trama espesa de los mestizajes y<br />
las deformaciones de lo urbano y lo masivo”.<br />
14 García Canclini, op. cit., p. 265.<br />
15 Martín-Barbero, Jesús. De los medios a las mediaciones, Barcelona: Editorial Gustavo Gili, 1987, p. 10.<br />
Junto con la descentración del conocimiento de la<br />
escuela, la pérdida de hegemonía de la Iglesia católica<br />
frente a nuevas Iglesias, la pérdida de credibilidad en los<br />
partidos políticos, la desmembración de las comunidades<br />
y de las familias por el desplazamiento forzado, han<br />
generado otros medios de transmisión de formas de<br />
pensamiento y comportamiento.<br />
Esos estudios han sentado las bases para demostrar que<br />
existen en Colombia otros agentes persuasivos distintos<br />
de los hegemónicos en la primera mitad del siglo XX,<br />
porque la situación de cambio social ha dado paso a otro<br />
tipo de núcleos sociales, “escuelas de formación”, que<br />
cumplen las funciones de inculcación de “estructuras de<br />
percepción y valoración”.<br />
Por la teoría de la recepción cultural se puede<br />
comprender que la asimilación de imágenes,<br />
interpretaciones, valores, y prácticas institucionalizadas,<br />
vehiculizadas desde el Estado, las Iglesias, los medios
de comunicación, etc., es resignificada y recreada<br />
en función de matrices sociales y culturales previas.<br />
La pertenencia a una familia, el origen en único,<br />
la territorialidad barrial, las adhesiones religiosas,<br />
culturales, etc., crean identidades restringidas, a algunas<br />
de las cuales nos referiremos luego, que funcionan como<br />
“comunidades de sentido" 16 .<br />
Sus observaciones y planteamientos se abren a la<br />
posibilidad del diálogo con otros investigadores, pero<br />
centrando su mirada en los países latinoamericanos y<br />
desde ellos avanzando en las representaciones de las<br />
realidades de estas problemáticas bajo una perspectiva<br />
interna que tiene en cuenta su diferencia con los modelos<br />
investigativos elaborados sobre otras realidades.<br />
Es importante observar que las obras de Bourdieu están<br />
centradas en la sociedad francesa, como él mismo lo<br />
enfatiza, advirtiendo sobre el uso descontextualizado<br />
de los conceptos.<br />
Una alerta sobre el alcance de las investigaciones de<br />
Pierre Bourdieu para América Latina está citada en<br />
“Formas de sociabilidad y construcción de identidades<br />
en el campo urbano popular”:<br />
Con todo, el reproductivismo bourdieano adscrito<br />
al estructuralismo, paradigma que el autor ha<br />
buscado trascender sin lograrlo plenamente, se nos<br />
revela fecundo en un primer nivel de análisis, pero<br />
insuficiente, pensando desde el específico contexto<br />
latinoamericano, para comprender la dinámica del<br />
campo popular, la red, la recepción, la resignificación y<br />
la recreación desde sus matrices societarias y culturales<br />
de elementos económicos, formas de sociabilidad y<br />
rasgos culturales de la sociedad hegemónica de los<br />
16 Jaramillo, Jaime Eduardo, op. cit., p. 177.<br />
17 Jaramillo, Jaime Eduardo, op. cit., p. 178.<br />
textos, sonidos e imágenes de los mass media, así como<br />
el sincretismo que establece, en el marco urbano, entre<br />
las diversas subculturas regionales, campesinas, étnicas,<br />
etc. […] En este campo ambiguo, no reductible a las<br />
categorías antinómicas sumisión–resistencia, el sistema<br />
de Bourdieu se nos revela insuficiente 17 .<br />
Estos conceptos sólo cobran sentido después de un<br />
proceso de investigación que permita, incluso, crear<br />
antinomias diferentes a las de “sumisión-resistencia”<br />
que rompe la figura del latino.<br />
El complejo proceso de adquisición de habitus de<br />
comportamiento ciudadano sólo puede darse en tanto<br />
se ejerce la ciudadanía interactuando con los otros<br />
ciudadanos, en los diversos espacios que conforman la<br />
ciudad.<br />
Tratar de comprender el papel que juega la institución<br />
educativa en los procesos de formación <strong>ciudadana</strong> y<br />
su relación (su posición en el campo) con los otros<br />
agentes inculcadores existentes en la ciudad, es<br />
indispensable para la comprensión de los procesos de<br />
formación <strong>ciudadana</strong> y la formulación de directrices<br />
educativas y metodologías para impulsar los valores de<br />
convivencia pacífica, de cuidado del medio ambiente,<br />
de la conservación y desarrollo del patrimonio cultural<br />
material e inmaterial, y de la vigilancia, la observación y<br />
la práctica de los procedimientos convenidos por todos.<br />
El ejercicio de la ciudadanía se da plenamente en la<br />
ciudad fragmentada, donde coexiste la mixtura de<br />
culturas en un proceso hacia la interculturalidad, con un<br />
campo de interacciones sociales que en diversas esferas<br />
de la vida parten de olvidar, ignorar o desconocer un<br />
derecho fundamental esencial para los demás, el valor<br />
de la vida y el derecho a conservarla.<br />
17<br />
139
Ciudadanía, sociedad, cultura, educación<br />
140<br />
Valorar la vida es el mínimo derecho y la mínima<br />
obligación para que los demás derechos colectivos se<br />
puedan ejercer.<br />
Teniendo siempre en mente el principio de la vida y su<br />
derecho a conservarla y disfrutarla es pertinente abordar<br />
elementos teórico-conceptuales claves para establecer<br />
programas de formación <strong>ciudadana</strong>.<br />
2. Elementos teóricos conceptuales<br />
Por Marcos González Pérez<br />
La ciudad es una “región de regiones”, de tal manera<br />
que su composición cultural es una gama de urdimbres<br />
y tramas que se pueden ubicar en el concepto de la<br />
interculturalidad.<br />
Siguiendo a Carmel Camillieri 18 , entendemos que esta<br />
noción se emplea bajo cuatro grandes acepciones:<br />
a. Sin tener en cuenta el prefijo inter, se aplica<br />
al conjunto de situaciones donde interviene la<br />
variable cultura, de tal manera que cultura e<br />
intercultura no tienen una aplicación especial<br />
para cada caso.<br />
b. Más a menudo, la palabra es empleada para<br />
referirse a situaciones en las cuales aparecen<br />
dos culturas, por ejemplo, para ver lo que pasa<br />
cuando ambas son llevadas a coexistir.<br />
c. El calificativo es igualmente tomado por los<br />
analistas de los obstáculos que aparecen en la<br />
comunicación, cuando se trata de coexistencia.<br />
Aquí, emerge al menos indirectamente el<br />
cuidado que se debe tener para mejorar<br />
los intercambios entre los sistemas y sus<br />
representantes, y en donde aparece sin duda el<br />
prefijo inter.<br />
d. Finalmente en el deseo de instaurar la<br />
comunicación para evitar dominantes, aparece<br />
el proyecto de organizar la relación entre<br />
grupos o individuos culturalmente diferentes,<br />
de manera que se puedan evitar disfunciones de<br />
la cohabitación o, mejor, buscando obtener las<br />
diversas ventajas de esta situación19 .<br />
Para una aproximación a la interculturalidad podemos<br />
partir de la definición de cultura, considerada<br />
“esencialmente como un campo semiótico. Creyendo<br />
con Max Weber que el hombre es un animal inserto<br />
en tramas de significación que él mismo ha tejido,<br />
18 Camillieri, Carmen. “Relations et apprentissages interculturels: réflexion d´ensemble”, en Abdallah- Pretceille Martine y<br />
Thomas Alexander, Relations et Apprentissages Interculturels, Paris, Armand Colin, 1995, pp. 135-136.<br />
19 Ibíd., pp. 135-136.
puede considerarse la cultura esa urdimbre, y que el<br />
análisis de la cultura ha de ser por lo tanto, no una<br />
ciencia experimental en busca de leyes, sino una ciencia<br />
interpretativa en busca de significaciones” 20 .<br />
En este sentido interpretar la realidad significa buscar<br />
las significaciones que la población escolar (estudiantes,<br />
maestros y padres de familia) han venido construyendo<br />
a través de simbolizaciones muy propias de las<br />
cotidianidades urbanas.<br />
Se trata entonces de comprender que la “educación<br />
intercultural se inscribe como discurso pedagógico<br />
de la diferencia y la identidad” 21 y que el objeto de la<br />
pedagogía intercultural debe ser, además de las propias<br />
instituciones educativas, “los espacios de educación y<br />
los discursos pedagógicos en tanto que configuraciones<br />
de unas formas concretas de identidad” 22 .<br />
Es claro entonces que las reivindicaciones comunitarias,<br />
en este caso el respeto de los derechos colectivos y la<br />
apropiación de los espacios de la ciudad, son ejes de<br />
la articulación que se debe buscar entre convivencia y<br />
tejido social. Así, la interculturalidad nos remite a la<br />
búsqueda de la diversidad, “a la diferencia establecida<br />
desde lo cultural y a la forma en que cada sujeto articula<br />
lo identitario con la sociedad de la que forma parte” 23 ,<br />
20 Geertz, Clifford. La interpretación de las culturas, Barcelona: Gedisa, 1989, p. 20.<br />
21 Ytarte, Rosa Marí, op. cit., p. 25.<br />
22 Ibíd., p. 25.<br />
23 Ibíd., p. 26.<br />
24 Ibíd., p. 19.<br />
principalmente, porque las culturas “son maneras de<br />
interpretar y significar la realidad” y, dado que son<br />
simbólicas, “están sujetas a influencias, préstamos<br />
y cambios de todo tipo, adaptativos unos, negativos<br />
otros” 24 .<br />
Por otra parte, tomando en cuenta el papel de las<br />
disciplinas y de la multidisciplina en la aproximación<br />
a un objeto de estudio, la formulación de políticas y<br />
metodologías para la formación <strong>ciudadana</strong> debe construir<br />
el campo de la interdisciplinariedad, entendida como el<br />
espacio en el cual se desborda el simple encuentro de las<br />
disciplinas y más bien utiliza su presencia para intentar<br />
una síntesis entre los métodos de cada una de ellas.<br />
La interdisciplina no abandona la unidad del objeto y<br />
más bien muestra su complejidad. La interdisciplina<br />
“no puede tratarse como un método sino como una<br />
forma estratégica de abordar el conocimiento, el cual<br />
a medida que avanza debe inventar senderos, tomar<br />
caminos no conocidos en la búsqueda de resolver<br />
dificultades, recurrir a otras disciplinas de las cuales no<br />
se tomaba en un principio su aporte de tal manera que<br />
la interdisciplinariedad es el lugar geométrico donde se<br />
manifiesta el conjunto de esas estrategias” 25 .<br />
25 Ver González Pérez, Marcos. La investigación interdisciplinaria, Bogotá: Editorial Magisterio, 1998, p. 7, y Resweber, Jean Paul.<br />
La Méthode interdisciplinaire, París: PUF, 1981.<br />
17<br />
141
Ciudadanía, sociedad, cultura, educación<br />
142<br />
Este concepto debe ser aplicado en dos sentidos: por<br />
una parte, es evidente que el proceso de construcción<br />
de cultura <strong>ciudadana</strong> es emprendido por profesionales,<br />
cuyos discursos provienen de diversas disciplinas que<br />
deben empeñarse en encontrar conectores conceptuales<br />
adecuados para abordar el acompañamiento del<br />
proceso en su conjunto y en sus especificidades.<br />
Por otra parte, por los propios actores centrales<br />
del aprendizaje, principalmente, porque desde una<br />
perspectiva intercultural “la educación debe pensar en<br />
diseñar prácticas educativas capaces de generar distintas<br />
narraciones e identidades” 26 .<br />
Los avances conceptuales, al reflexionar sobre las<br />
ciudadanías, han podido determinar que uno de los<br />
elementos esenciales en la construcción de una cultura<br />
<strong>ciudadana</strong> debe tener en cuenta como uno de sus ejes<br />
la idea de convivencia, noción que pretende superar un<br />
establecimiento de normas, trátese de normas mínimas<br />
o de normas morales, para coexistir. “La articulación de<br />
la convivencia en sociedades cada vez más multiculturales<br />
es uno de los desafíos más importantes que tienen<br />
las sociedades del mañana” 27 , y puede orientar los<br />
programas de pedagogía <strong>ciudadana</strong>.<br />
En este sentido, vale la pena apuntar a profundizar, en<br />
una relación teórico-práctica, nociones tales como el<br />
“reconocimiento de las diferencias” o “las relaciones de<br />
reconocimiento recíproco”, lo cual nos guía hacia una<br />
discusión del significado de las condiciones jurídico-<br />
políticas indispensables para la aprehensión de cultura<br />
<strong>ciudadana</strong>, pero también para pensar la construcción<br />
26 Rotger, Antoni, “Prólogo”, en Ytarte, Rosa Marí, op. cit., p. 19.<br />
27 Silveira; Héctor, y otros. Identidades comunitarias y democracia, Barcelona: Editorial Trotta, 2000, p. 4.<br />
28 Couedel, A.; Blondeau, N. Pedagogía de proyecto, interculturalidad y dinámica social, p. 3.<br />
29 Couedel, A.; Blondeau, N. Pedagogía de acción y de transformación social, p. 4.<br />
de ciudadanías o en las perspectivas de avistar un<br />
buen morador de la ciudad, en el marco de procesos<br />
de aprendizajes de cohesiones sociales en sociedades<br />
fragmentadas.<br />
Así, el significado de nuestra acción de acompañar<br />
procesos de formación <strong>ciudadana</strong> nos obliga a entender<br />
que más allá de todo discurso moral o cultural se impone<br />
una construcción de ciudadanía desde la esfera de lo<br />
social, dado que se trata de intervenir en dispositivos<br />
sociales que se pretenden transformar.<br />
Si consideramos que los moradores de Bogotá no tienen<br />
realmente prácticas de cultura <strong>ciudadana</strong>, el sentido<br />
de trabajar la interculturalidad debe hacerse teniendo<br />
en cuenta los valores dominantes de los dispositivos<br />
sociales que se oponen a otra serie de valores que no<br />
han sido reconocidos o aprehendidos por los colectivos<br />
o comunidades bogotanas. De esa manera, el aprendizaje<br />
de cultura <strong>ciudadana</strong> “debe estar estrechamente asociado<br />
a la situación concreta que vive el alumno” 28 y ésta es<br />
determinada tanto por las relaciones sociales como por<br />
relaciones culturales; con base en ello, este proceso sirve<br />
para que “los sujetos sociales transformen el mundo al<br />
mismo tiempo que se transforman” 29 .<br />
Podemos tener en cuenta que la ciudadanía relacionada<br />
con el tema de construcción de pedagogía <strong>ciudadana</strong> en<br />
el nivel escolar, en una ciudad como Bogotá, tiene en<br />
los conceptos de igualdad, diversidad e identidad, tres<br />
claves para su comprensión.
El primero, basado en el reconocimiento social de los<br />
moradores, mediante el cual se propician ejercicios de<br />
inclusión tanto desde el Estado como por las acciones<br />
de las propias comunidades 30 .<br />
El segundo, el de la diversidad, aceptado como<br />
norma constitucional, pero que adquiere validez sólo<br />
cuando se convierte en una práctica permeada por el<br />
reconocimiento social.<br />
La identidad se relaciona con las actitudes y<br />
comportamientos de pertenencia hacia los espacios<br />
que brinda la ciudad, comprendidos los territoriales 31 ,<br />
pero también los mentales, en el sentido de considerar<br />
la ciudad como su lugar referencial de hábitat.<br />
No se trata de crear una comunidad política, en el<br />
sentido de pertenecer a una nación o a una ciudad, sino<br />
de establecer una serie de articulaciones de convivencia<br />
para un mejor aprovechamiento de ésta.<br />
Dichos elementos deben hacer parte de la problemática<br />
que se requiere abordar en el aprendizaje ciudadano,<br />
dado que la experiencia hasta ahora vivida por la mayoría<br />
de los moradores de la capital es la de no tener un apego<br />
real a la ciudad.<br />
En todo caso, “…la perspectiva intercultural, basada<br />
en los conceptos de ciudadanía y pluralidad, requiere<br />
una práctica educativa en la que la identificación con<br />
estos principios no signifique la renuncia a las formas<br />
particulares de identidad” 32 .<br />
Significa esto que las raíces culturales aprehendidas por<br />
los moradores que vienen de la periferia a la capital<br />
pueden, en muchos casos, mantenerse, pero en otros,<br />
sentir las interferencias de la vivencia capitalina por<br />
la acción de entrecruzamiento con otras prácticas<br />
culturales. He ahí otro de los retos del proceso: verificar<br />
la construcción de una cultura del morador actual de la<br />
ciudad que puede haber creado un nuevo bogotano, poco<br />
observable en los comportamientos de los adultos pero<br />
posiblemente expreso en la población infantil y juvenil.<br />
30 Un buen ejemplo de estas construcciones en la ciudad capital se puede ver en los procesos festivos escolares y en los comunitarios.<br />
Ver: González Pérez, Marcos, El mapa festivo de Bogotá, Ediciones Intercultura, 2007.<br />
31 Hobsbawm, Eric, “Identidad”, en Silveira, Héctor y otros, op. cit., p. 48: “La identidad primordial que la mayoría de nosotros<br />
hemos elegido (…) es la del estado territorial, es decir, una institución que establece un principio de autoridad sobre cada uno<br />
de los habitantes de un trozo del mapa”.<br />
32 Ytarte, Rosa Marí, op. cit., p. 182.<br />
17<br />
143
Ciudadanía, sociedad, cultura, educación<br />
144<br />
No se trata de encontrar una sociedad homogénea en una ciudad fragmentada socialmente, pero<br />
sí de intentar crear condiciones de cohesión social o comunitaria orientadas al “bien común” 33 , y<br />
la pertenencia o identidad es uno de los imaginarios esenciales.<br />
3. Los elementos comunicativos y emotivos<br />
Por Julio César Goyes Narváez<br />
Los conceptos de interculturalidad e interdisciplinariedad toman aquí matices derivados hacia la<br />
comunicación, especialmente la audiovisual, y a la metodología o campo experiencial de frontera.<br />
La cultura audiovisual es interdisciplinaria y fronteriza e igualmente urbana; es decir, la caída de<br />
los macrorrelatos o metarrelatos (cultura <strong>ciudadana</strong>, planificación urbana, políticas públicas, etc.,<br />
como todas la disciplinas que se refieren a totalidades y, digamos que, a generalidades) dieron paso<br />
a las redes locales y a las tramas singulares. Una pregunta primaria podría ser: ¿con qué mirada,<br />
experiencia y metodología podemos conocer el mundo ya no totalizado sino fragmentado de la<br />
ciudad?<br />
En todo caso, esta pregunta, si bien no tiene una respuesta definitiva, sí posee un principio, una<br />
forma de comprenderla, de pensarla, de imaginarla: podemos acercarnos a la ciudad fragmentada,<br />
a su trama <strong>ciudadana</strong>, desde los fragmentos narrativos, esto es, desde las ciudades experimentadas,<br />
imaginadas, soñadas, padecidas, disfrutadas, repudiadas…<br />
Proponemos abrir las interrogaciones por esos conceptos macro, aunque eso no signifique<br />
anclarse para esperar la respuesta: pedagogía, infancia, escolaridad, ciudad, ciudadanía, cultura,<br />
comunicación, saber, poder, interdisciplinariedad, interculturalidad, deberes, derechos, etc., ¿vale<br />
la pena insistir en un esencialismo caduco?, ¿hasta dónde podemos definir esos términos, acaso<br />
no hay suficiente ilustración sobre ello? y, en cambio: ¿Qué hay de la experiencia, la existencia,<br />
de la acción y la práctica? ¿Cómo acudir a un proceso y una experiencia para llegar al concepto?<br />
¿No es la misma ciudad, es decir, su experiencia, la que nos enfrenta a lo real por vía imaginaria?<br />
¿Y no es justamente la infancia la que hace memoria y metaforiza el olvido de esa ciudad-barrio,<br />
ciudad-casa, ciudad-calle, en la que acontece? Sin embargo, y en todo caso, experiencia no existe si<br />
no hay simbolización, lo cual quiere decir que hay que contar lo ocurrido y luego volver a contarlo.<br />
Digamos algo más, para seguir contribuyendo a la con-fusión: tal vez basten los conceptos que ya<br />
hay, quizá lo que deseamos sean experiencias. De otra manera: acaso los procesos, los desempeños<br />
ciudadanos nos lleven a escapar a algunos conceptos, pues si no están, habrá entonces que darles<br />
nombre, construirlos.<br />
33 El término es de Hobsbawm, Eric, “Identidad”, en Silveira, Héctor y otros, op. cit., p. 49. Además, según el autor, “…la razón<br />
obvia por la cual esto es así es que, desde que el mundo es mundo, ningún territorio —cualquiera que sea su tamaño— ha sido<br />
habitado por una única población homogénea, ya sea cultural, étnica o de cualquier otros aspecto”, ibíd., p. 50.
La comunicación es intercultural. La comunicación, tal como<br />
la concebimos hoy, no se restringe al esquema instrumental<br />
emisor-mensaje-receptor, tampoco a la circulación de<br />
información; ante todo, como lenguaje (verbal y no verbal)<br />
que la constituye, es experiencia. La comunicación es<br />
mucho más que intercambio de mensajes; es, sobre todo,<br />
una construcción de sentido interactiva e intercultural.<br />
Esta interculturalidad es interdisciplinariedad, donde los<br />
conocimientos, las prácticas y los valores toman forma crítica<br />
y creativa, superando las prácticas comunicativas y educativas<br />
homogeneizantes y excluyentes construidas alrededor de la<br />
cultura occidental como único referente válido.<br />
La interculturalidad se hace posible cuando la comunicación<br />
entra en sinergia con los ámbitos cognitivos, emotivos y<br />
situacionales. Aclaremos, entonces, que la comunicación que<br />
nos interesa tiene especificidad audiovisual, puesto que ésta<br />
es un acto cognitivo y emotivo al tiempo, y como acto tiene<br />
presencia performática. Todo modo de ver es la posibilidad<br />
de construir una mirada, de empoderar esa mirada; no<br />
obstante, un modo de ver también es una forma de no ver,<br />
de ocultar. La percepción es, por definición, selectiva.<br />
Cuando percibimos estamos ya pensando, sostendría Rudolf<br />
Arheim, y lo hacemos porque la percepción selecciona y<br />
combina al unísono. De suerte que vemos desde un punto<br />
de vista, desde un prejuicio, un saber-poder o un podersaber.<br />
Se trata de revalorar la emoción, el sentimiento<br />
y la expresión que hasta hace poco se han tenido como<br />
reacciones irracionales, poco fiables para el conocimiento;<br />
por esto la educación no se ha apoyado en la interactuación<br />
de la intuición con el intelecto, la imagen con el concepto,<br />
la imaginación con la razón ¿Y dónde queda el cuerpo, el<br />
otro gran excluido del discurso educativo?, tema que merece<br />
capítulo aparte y que no puede dejarse de lado al considerar<br />
el ejercicio de la ciudadanía y la pedagogía <strong>ciudadana</strong>.<br />
La ciudad audiovisual es cinética (movimiento), cinésica<br />
(gestualidad), proxémica (espacio como construcción<br />
cultural), telemática (redes y servicios comunicacionales),<br />
informática (información), poética (especificidad imaginaria,<br />
17<br />
145
Ciudadanía, sociedad, cultura, educación<br />
146<br />
experiencia estética), cinematográfica (cine y fotografía),<br />
plástica (pintura y afines), errática (errante, viajera),<br />
acusmática (la voz sin imagen, sin reconocer la fuente),<br />
narrativa (relatos), performática (sentidos en proceso,<br />
actuación, transformación, participación, choque,<br />
experiencia, etc.) y demás.<br />
Dijimos cognición, auto-conciencia, conciencia e<br />
inconsciencia de nuestras identidades y diferencias<br />
culturales, de nuestras teorías y experiencias<br />
comunicativas. La interculturalidad abandona la<br />
teoría general, su racionalismo y empirismo, y busca<br />
las articulaciones de la cultura, pues considera que la<br />
realidad es una construcción.<br />
La realidad social no tiene existencia con independencia<br />
de los actores y las teorías que le dan forma, y del<br />
lenguaje, que permite conceptualizarla y comunicarla.<br />
Las interpretaciones son subjetivas: la objetividad se<br />
compone de enunciados sometidos a condiciones<br />
de enunciación, a la identidad y a las posiciones de<br />
los sujetos de la enunciación.<br />
Los valores son relativos: historia personal y<br />
convenciones colectivas.<br />
El conocimiento es un hecho político: actividad<br />
social, relaciones concretas a que dan lugar,<br />
relaciones de fuerza, intereses de grupos que<br />
defienden determinadas categorías y valores, y cómo<br />
se margina a otros grupos.<br />
La epistemología intercultural invoca la inestabilidad,<br />
el mestizaje, el relativismo como fundamento de<br />
aproximación. “Las sociedades que se consideran<br />
34 Lepantine y Nous, citado por Miguel Rodrigo Alsina, 1999, p. 49.<br />
‘racionales’ soportan con dificultad la ambigüedad<br />
y la ambivalencia del devenir mestizo. Estas<br />
sociedades desconfían de la pluralidad y buscan<br />
imponer las conductas dominantes exclusivas, una<br />
visión única del mundo orientando todas las esferas<br />
de la vida social” 34 .<br />
La visión monocultural busca el esencialismo<br />
identitario.<br />
La perspectiva multicultural observa a las identidades<br />
como resultado de una evolución histórica, de<br />
elecciones políticas y económicas y, sobre todo, de<br />
interacciones continuas con otras identidades en<br />
el espacio social.
Las diferencias<br />
¿Quién tiene el poder para establecer los rasgos distintivos<br />
de las razas o de la identidad de las culturas? ¿Quién va<br />
a construir esta identidad de la cultura canónica a la<br />
que debemos aproximarnos para ser identificados y<br />
aceptados como miembros de la comunidad? ¿Cuál es<br />
el grado de diferencias que la comunidad nos permitirá<br />
antes de estigmatizarnos?<br />
La alternativa es la pluralidad de las identidades. La<br />
identidad es una relación dialéctica entre el “yo” y el<br />
“otro”. No hay identidad sin “el otro”. Por consiguiente,<br />
al hablar de la identidad propia hay que valorar también<br />
la identidad ajena. Como señala Weber, “por lo que hace<br />
a la comprensión y a la comunicación debemos darnos<br />
cuenta de que el otro, que no pertenece a mi cultura, no<br />
piensa obligatoriamente la realidad como yo la conozco,<br />
y a la inversa” 35 .<br />
De suerte que una competencia intercultural, es,<br />
siguiendo a Weber, la superación de uno mismo, el<br />
trabajo con los puntos alternativos de los demás, la<br />
habilidad para negociar los significados culturales y<br />
para actuar comunicativamente de una forma eficaz<br />
de acuerdo con las múltiples identidades de los<br />
participantes. Tal vez por esto, la interculturalidad tendría<br />
algo así como unas máximas cuya sinergia oscila entre la<br />
ficción, la información y la comunicación interpersonal.<br />
Nada es inmutable.<br />
No hay posiciones universales.<br />
Es preciso aceptar el conflicto y la posibilidad de<br />
que se hieran los sentimientos.<br />
35 Alsina, Miguel Rodrigo. Comunicación intercultural, Barcelona: Anthropos, 1999, p. 55.<br />
36 Alsina, Miguel Rodrigo, op cit., p. 238.<br />
Las historias que nos han contado son perversas,<br />
pues nuestras identidades se han hecho en oposición<br />
a las de otros.<br />
Nada está cerrado.<br />
Establecer unos consensos, un orden, un cronograma,<br />
no va en contra de la interculturalidad, si ese espacio<br />
es, justamente, para defenderla. De lo contrario, la<br />
anarquía impediría ver el bosque como “un verde<br />
de todos los colores” (Aurelio Arturo). Habrá que<br />
intentar, como nos lo recuerda Edgar Morin en<br />
una entrevista (El País, 18/7/1992), ser a la vez<br />
conservadores y revolucionarios:<br />
Neils Bohr, el gran físico, decía que lo contrario de una<br />
verdad vulgar es un error estúpido. Por ejemplo, si yo<br />
digo que esa mesa es una mesa y usted dice que es un<br />
sillón, usted dice una estupidez. Pero Bohr añadía que<br />
lo contrario de una verdad profunda es otra verdad<br />
profunda. Hoy día hay que ser a la vez conservador<br />
y revolucionario. Conservador en el sentido de que,<br />
si se quiere mejorar la humanidad, hay que volver a<br />
leer a Sócrates, a Montaigne, a los filósofos y a los<br />
poetas. Pero si queremos sobrevivir, conservar la vida,<br />
hay que cambiar la organización social y política del<br />
planeta. Hay que dar nuevos sentidos a las expresiones<br />
conservación y revolución, hay que reconciliar dos<br />
verdades profundas. Es una verdad conservadora decir<br />
que un ser humano no vive de modo abstracto, necesita<br />
tener raíces, pero una vida humana no puede ser plena<br />
si no hay una relación rica entre el pasado, el presente<br />
y el futuro. El pensamiento simplificador rechaza las<br />
contradicciones: el pensamiento complejo, las asume 36 .<br />
17<br />
147
Ciudadanía, sociedad, cultura, educación<br />
148<br />
Dos referencias son importantes para justificar la mirada<br />
epistemológica desde donde se construirá y tendrá<br />
sentido este discurso: la mentalidad interdisciplinaria y<br />
la teoría de la frontera.<br />
La mentalidad interdisciplinaria reconfigura los saberes y<br />
prácticas que se abrieron camino cuestionando los modelos<br />
cosmológicos y teológicos que daban fundamento a las<br />
antiguas teorías. El hecho es que la hiperespecialización<br />
del saber moderno ha ido disolviéndose en los espacios<br />
de conocimiento humano y social, tan interdisciplinarios<br />
como transdisciplinarios en la posmodernidad. Estamos<br />
no bajo, sino en, el flujo y transición de las disciplinas,<br />
ahora nómadas, blandas e incestuosas, que dan origen<br />
a múltiples y diversas teorías y metodologías que se<br />
revisitan entre sí, polemizando “los grandes relatos”.<br />
No se expondrán aquí los análisis, revisiones y críticas<br />
llevadas a cabo con suficiente contundencia y claridad<br />
por Jürgen Habermas, Jean Francois Lyotar, Jacques<br />
Derrida, Marshal Berman, Gilles Lipovetsky, Gianni<br />
Vattimo, Fredric Jamenson, Slavoj Zîzik y otros.
Digamos, no obstante, algo más de la interdisciplinariedad;<br />
pensémosla más como una actitud mental del investigador<br />
y no tanto un método que sistematiza y procesa etapas,<br />
pues la pluralidad de voces deben aparecen en sus<br />
acuerdos. “El saber es por naturaleza interdisciplinario,<br />
pero no progresa sino cuando logra significar entre los<br />
discursos plurales que lo componen, razón por la cual<br />
regula el surgimiento de disciplinas sobre su campo” 37 .<br />
De suerte que ya no nos remitimos a la concepción<br />
griega de saber unificado, sólido, duro, sino que en la<br />
modernidad y su espejo posmoderno, ese saber está en<br />
construcción, haciéndose continuamente, y es por ello<br />
que la interdisciplinariedad protagoniza toda búsqueda.<br />
Si la interdisciplina supera la pluridisciplina, que no es<br />
más que suma de saberes, es porque sintetiza conceptos,<br />
leyes y aplicaciones. Alejándose del simple encuentro, la<br />
interdisciplina afianza diferencias y se instala, o por lo<br />
menos lo intenta, como transdisciplina o antidisciplina;<br />
es decir, como una zona propia para que habite el<br />
saber entre los saberes, pero más que todo, para crear<br />
resistencia contra el Estado, la teoría y el poder que se<br />
empeñan en poseer el predomino fronterizo.<br />
37 Resweber, Jean Paul. La Pari de la transdisciplinarité, L´Harmattan, París, 2000, p. 34.<br />
Es importante comprender el lugar desde el cual<br />
se comienzan a mirar los textos audiovisuales<br />
contemporáneos, esos que como los filmes, telefilmes,<br />
seriados, dramatizados, videoclips y spots publicitarios,<br />
invaden hoy los días y los sueños. Los textos audiovisuales<br />
que habitan en alcobas, espacios educativos y centros<br />
comerciales no sólo sirven para persuadir al espectador<br />
a consumir lo que a través de su discurso se comunica<br />
o vende, sino además, y es la amenaza más problemática<br />
en este momento, que esa pulsión escópica, ese puro<br />
ver, se constituye cada vez en consumo si es especular,<br />
narcisista, despojado de su relato simbólico. Sin duda,<br />
el espectador, consume imagen. Hoy se habla de un<br />
comercial con la misma preocupación de cómo se hace<br />
de una película, una noticia, la telenovela o el suceso<br />
familiar del día. Si hasta hace poco el zapping permitía<br />
la evasión de la franja publicitaria al intentar encontrar<br />
reposo en alguna otra imagen sujetante, hoy el control,<br />
que lo tiene el “perro del Telmex”, no escapa a su<br />
retórica, mucho menos a su seducción directa e invasiva.<br />
17<br />
149
Ciudadanía, sociedad, cultura, educación<br />
150<br />
Describamos ahora algunas ideas acerca de la segunda<br />
mirada, la de la teoría de la frontera. Los estudios<br />
culturales son prueba de ello; sus vínculos con el<br />
marxismo, el psicoanálisis, la comunicación y la<br />
literatura, generó el campo; hoy los vemos enriquecidos<br />
por las reflexiones sobre el multiculturalismo y, a veces,<br />
también desdibujado por el pensamiento light. Sin<br />
embargo, los límites dan paso a los flujos, el agua rompe<br />
los estanques, y se construye una teoría de la frontera<br />
desde varios frentes (ideológicos, políticos, artísticos,<br />
culturales). Una ambigüedad preocupante surge, sin<br />
embargo: si la investigación se afianza cada vez más en<br />
el entre, en el estado poroso del flujo y del tránsito, no<br />
sucede así con la política cultural de los Gobiernos y de<br />
las instituciones educativas que continúan reafirmando<br />
los límites; prueba de ello son los nacionalismos, la<br />
construcción con ladrillos y alambres de púas entre<br />
naciones, las políticas duras contra la inmigración;<br />
las fobias; la violencia interracial; la exclusión de las<br />
comunidades minoritarias; la virulencia contra los<br />
pensadores disidentes; los estatus de ciertas disciplinas,<br />
ciertas profesiones, ciertos títulos; los hiperespecialistas<br />
y demás.<br />
Se trata de mirar desde la frontera, no como límite<br />
sino como cruce y horizonte donde está el Otro,<br />
pero además, donde se halla lo Otro. “El giro hacia la<br />
frontera —escribe Alejandro Grimson— desplazó las<br />
articulaciones de comunidad, cultura y territorio, y cobró<br />
relevancia el vínculo, la dinámica y la experiencia. Una<br />
nueva importancia adquirirían los conceptos de sujeto,<br />
historia y cultura” 38 . Estar en la frontera conlleva por su<br />
complejidad, riesgos, y más allá del cruce y el diálogo,<br />
hay que estar atento a los conflictos y estigmatizaciones,<br />
a las desigualdades y los sometimientos hegemónicos.<br />
Es preciso comprender que para cruzar fronteras no<br />
implica borrarlas, pues de lo que se trata es de ampliar<br />
el concepto de frontera combinando lo geográfico y lo<br />
simbólico con lo disciplinario. Los saberes y prácticas<br />
fronterizas se producen cuando literatura, antropología<br />
e historia, por dar un ejemplo, se combinan con<br />
neomarxismo, psicoanálisis, semiótica y feminismo.<br />
Desde ese espacio desterritorializado de nación (sobre<br />
todo patriotera), es que esta ubicación surte efectos,<br />
pues los estudios sociales y culturales poscoloniales,<br />
sobre todo, que cuestionan los territorios nacionales,<br />
38 Grimson, Alejandro. “Disputas sobre las fronteras”, en Michaelsen Scout y Johnson David (Comp.), Teoría de<br />
la frontera (los límites de la política cultural), Barcelona, Editorial Gedisa, 2003, p. 15.
dan pistas para pensar las formas y maneras de abordar<br />
los textos culturales, anclando en lo que ocupa, los<br />
textos audiovisuales. Los regímenes audiovisuales<br />
contemporáneos y sus productos cuya estructura<br />
básica es la imagen, tan innovadores como conflictivos,<br />
son producciones híbridas: realización internacional,<br />
formato devorador de formatos o sin formato<br />
(melodrama, reality, tragicomedia, docuficción, etc.),<br />
relato manierista que revisa lo clásico y mezcla lo<br />
posclásico, contenido multicultural encarnado en figuras<br />
así mismo interraciales e internacionales, tecnologías<br />
de efectos y precisión, estéticas seductoras: de choque<br />
o directas, que experimentan con la retórica, con el<br />
kisch y el pastiche. ¿No es aquí donde hoy se juegan los<br />
saberes, las prácticas y los poderes de la cultura popular<br />
y de masas; donde se negocian identidades y configuran<br />
lo sujetos?<br />
17<br />
151
Ciudadanía, sociedad, cultura, educación<br />
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Vassileff, Jean. La pédagogie du projet en formation, Chronique Sociale, Lyon, 1997.
156<br />
Escribir para la Revista Educación y Ciudad<br />
1. La revista se concibe como un medio de comunicación para potenciar la reflexión y el debate sobre los<br />
problemas de la educación en la cultura urbana y tiene como propósito fundamental difundir, entre los sectores<br />
comprometidos con el desarrollo de la educación en el país, resultados de investigación, estudios y ensayos<br />
enmarcados dentro de la orientación general de la revista y desde luego del <strong>IDEP</strong>.<br />
2. El <strong>IDEP</strong> espera contribuir con esta publicación semestral a la consolidación de una comunidad académica en<br />
educación, al fortalecimiento de una nueva identidad intelectual y profesional del maestro, a la producción de<br />
conocimiento educativo y pedagógico y a la transformación de las prácticas pedagógicas.<br />
3. El artículo debe tener una extensión máxima de 27 páginas, formato doble espacio, fuente Times New Roman,<br />
a doce puntos y deberá presentarse en formato digital e impreso. Cantidad de palabras por página: 240.<br />
4. En el cuerpo del texto no deberá haber subrayados ni negritas. Para destacar una palabra (término o expresión<br />
en otro idioma, o enfatizados) deberán emplearse bastardillas o itálicas.<br />
5. Los epígrafes irán en un punto menos (11 puntos) al cuerpo del texto.<br />
6. Las citas bibliográficas deben ir al pie de la página.<br />
7. Las referencias a todos los autores citados, deberán ir organizadas en orden alfabético al final del trabajo y se<br />
harán de la siguiente manera:<br />
a. Libros. Apellidos en altas y bajas, (coma) inicial del nombre del autor. (punto) Espacio. Año de<br />
publicación (punto). Título y subtítulo (en bastardillas). (punto) Espacio. Ciudad: (dos puntos) Editorial.<br />
(punto).<br />
Ejemplo: Álvarez-Uría, F.; Varela, J. (1991). La arqueología de la escuela. Madrid: La Piqueta.<br />
b. Artículos de revistas y capítulos de libros. Apellidos del autor en altas y bajas, (coma) inicial del nombre.<br />
(punto). Año de publicación. (punto. “Título del artículo”, (entre comillas, y punto), la preposición En:<br />
seguida de dos puntos y el nombre de la revista o del libro en bastardillas (punto). Lugar de publicación:<br />
(dos puntos) Editorial (coma), número del volumen (coma), número del ejemplar, (coma) y primera y<br />
última página del artículo o capítulo separadas por un guión. (punto).<br />
Ejemplo: Muntaner, J. X. (2000). “La metrópolis finisecular como espectáculo”. En: Revista de Estudios<br />
Sociales, Facultad de Ciencias Sociales. Bogotá, D. C.: Universidad de los Andes, Nº 5, 23-35.<br />
8. Las referencias a textos citados van abreviadas en el cuerpo del texto e irán completas en la lista bibliográfica<br />
al final del trabajo (Referencias).<br />
a. Si en el cuerpo del trabajo no se ha mencionado el autor citado, en el paréntesis que sigue a la cita en<br />
bastardilla o itálicas deberá escribirse apellido en altas y bajas, coma, año de edición del libro citado, dos<br />
puntos y el número de la página.<br />
Ejemplo: “La comunicación es asunto de interés público y privado” (Gaviria, 2006: 5).
. Si la cita tiene una extensión inferior a tres renglones, se incluirá en el cuerpo del párrafo con comilla y en<br />
bastardilla.<br />
c. Si la cita tiene más de tres renglones, irá en párrafo aparte, sin comillas, sin bastardilla, sin punto final y<br />
en 11 puntos.<br />
d. Si en el texto se ha mencionado el título de la obra y el nombre del autor, al concluir la cita se abre<br />
un paréntesis donde se escribe sólo el número de la página donde aparece la cita. Ejemplo: Siguiendo<br />
a Gaviria, la fragilidad de la memoria es tan grande que desde épocas remotas los esfuerzos del ser<br />
humano se han dirigido al registro no sólo de los sucesos insignes, aquellos que son trascendentes para<br />
una sociedad, sino de los hechos menudos, de aquellos que son significativos para una familia o para una<br />
comunidad (4).<br />
e. Cada trabajo deberá incluir un resumen de no más de 15 líneas, en castellano y en inglés, con sus palabras<br />
clave.<br />
f. Cada trabajo deberá incluir un resumen de no más de 10 líneas de la trayectoria del o de los autores, con<br />
el nombre completo, su dirección, número telefónico, fax, correo electrónico y lugar donde trabaja. Debe<br />
referenciar además las publicaciones que haya realizado.<br />
g. En la primera página de cada trabajo, deberá ir la fecha en que fue realizado y entregado a la Revista.<br />
h. El material será evaluado por el Comité de árbitros escogidos según la temática a tratar, quien determinará<br />
si será publicado o no, información que el editor transmitirá al autor o autores.<br />
i. Señale el tipo de artículo que presenta:<br />
* Artículo de investigación científi ca y tecnológica. Documento que presenta, de manera detallada, los<br />
resultados originales de proyectos terminados de investigación. La estructura generalmente utilizada<br />
contiene cuatro apartes importantes: introducción, metodología, resultados y conclusiones.<br />
* Artículo de refl exión. Documento que presenta resultados de investigación terminada desde una perspectiva<br />
analítica, interpretativa o crítica del autor, sobre un tema específico, recurriendo a fuentes originales.<br />
* Artículo de revisión. Documento resultado de una investigación terminada donde se analizan, sistematizan<br />
e integran los resultados de investigaciones publicadas o no publicadas, sobre un campo en ciencia o<br />
tecnología, con el fin de dar cuenta de los avances y las tendencias de desarrollo. Se caracteriza por presentar<br />
una cuidadosa revisión bibliográfica de por lo menos 50 referencias.<br />
* Artículo corto. Documento breve que presenta resultados originales preliminares o parciales de una<br />
investigación científica o tecnológica, que por lo general requieren de una pronta difusión.<br />
17<br />
157
158<br />
* Reporte de caso. Documento que presenta los resultados de un estudio sobre una situación particular<br />
con el fin de dar a conocer las experiencias técnicas y metodológicas consideradas en un caso específico.<br />
Incluye una revisión sistemática comentada de la literatura sobre casos análogos.<br />
* Revisión de tema. Documento resultado de la revisión crítica de la literatura sobre un tema en particular.<br />
* Cartas al editor. Posiciones críticas, analíticas o interpretativas sobre los documentos publicados en la<br />
revista, que a juicio del Comité editorial constituyen un aporte importante a la discusión del tema por<br />
parte de la comunidad científica de referencia.<br />
* Traducción. Traducciones de textos clásicos o de actualidad o transcripciones de documentos históricos o<br />
de interés particular en el dominio de publicación de la revista.<br />
* Documento de refl exión no derivado de investigación.<br />
* Reseña bibliográfi ca.<br />
Los trabajos podrán remitirse a: Revista Educación y Ciudad<br />
Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico, <strong>IDEP</strong><br />
Avenida El Dorado N o 66-63, piso 1, Bogotá, D. C. Colombia<br />
Tel. 324 1000 Ext 9010/22, e-mail: idep@idep.edu.co – dprada@idep.edu.co<br />
Bogotá, D.C. Colombia<br />
e-mail: idep@idep.edu.co
EDUCACIÓN<br />
Instituto para la Investigación Educativa y el<br />
Desarrollo Pedagógico