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¿Hacia dónde?

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Las virtudes deL parLamentarismo<br />

esto sea cierto, pero no probable. Si bien no han provocado una caída de la<br />

democracia en Estados Unidos, debemos recordar que en la mayor parte de la<br />

historia de ese país, el partido que ha controlado la Presidencia también controlaba<br />

ambas cámaras del Congreso. En tiempos más recientes, un control<br />

dividido ha conducido a una política de estancamiento y a recriminaciones<br />

mutuas. Además, como una democracia profundamente institucionalizada,<br />

Estados Unidos está en mucho mejor posición de sobrevivir a las dificultades<br />

del presidencialismo que muchas democracias recientes o débiles en el mundo<br />

en desarrollo.<br />

Horowitz tiende a enfatizar demasiado mi posición al ignorar la naturaleza<br />

necesariamente calificada de mi análisis. Simplemente he tratado de<br />

evaluar la evidencia existente y ofrecer un estimado de probabilidades; nunca<br />

adoptaría la absurda posición de afirmar una certidumbre en temas que sólo<br />

comprendemos parcialmente.<br />

tipos de presidenciaLismo<br />

Horowitz afirma por otra parte que mi muestra es sesgada y muy selectiva,<br />

principalmente en lo referido a casos latinoamericanos. No realicé un análisis<br />

cuantitativo, pero los sistemas presidenciales de América Latina, junto con<br />

los de Filipinas y Corea del Sur (que también tenía en mente), abarcan casi<br />

la totalidad de los regímenes presidenciales puros del mundo; las únicas excepciones<br />

son los sistemas de Estados Unidos, Nigeria y Sri Lanka. Horowitz<br />

basa gran parte de su argumento en estos dos últimos países. 3<br />

No limité mis generalizaciones a Latinoamérica, ya que pienso que son<br />

en buena medida válidas también para Corea del Sur y Filipinas. La elección<br />

para presidente en 1987 en Corea del Sur, por ejemplo, tuvo a Roh Tae<br />

Woo, del Partido de Justicia Democrática (PJD), como ganador del cargo,<br />

con 36.6% de los votos, casi el mismo porcentaje de la votación (34.7%) que<br />

logró la UCD de Adolfo Suárez en España en 1977. La victoria de Roh frustró<br />

a los líderes de la oposición, Kim Young Sam y Kim Dae Jung, quienes<br />

habían insistido en una elección presidencial directa para posteriormente<br />

dividir 55% de los votos entre ellos.<br />

En cuanto a África, un examen atento de la historia poscolonial de ese<br />

continente no permite sostener la afirmación de Horowitz en el sentido<br />

de que “el villano institucional seguramente habrían sido los sistemas<br />

parlamentarios”. No fue sólo el parlamentarismo, sino las instituciones<br />

democráticas en su conjunto –ajenas y con raíces débiles– las que fracasaron<br />

en África.<br />

El modelo británico de Westminster, sin lugar a dudas, presenta características<br />

de “el ganador se queda con todo”, pero éstas fueron aún más notables<br />

en los sistemas presidenciales. De hecho, el surgimiento de regímenes autoritarios<br />

en países como Ghana, Uganda y Senegal coincidió y se consolidó con<br />

“el cambio constitucional de un sistema parlamentario a uno presidencial,<br />

con una concentración extrema del poder en la Presidencia y una marcada<br />

disminución de la autoridad legislativa”. 4<br />

Horowitz me critica por tener una visión mecánica e incluso caricaturizada<br />

de la Presidencia. Mi intención principal era analizar la mecánica de<br />

los sistemas presidenciales, pero me parece que mis comentarios acerca del<br />

estilo de la política en los países con esta característica, las respuestas de los<br />

confLuencia XXI 21<br />

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