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¿Hacia dónde?

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Las virtudes deL parLamentarismo<br />

Se requiere mucha más investigación respecto de la composición y estabilidad<br />

de los gabinetes en los sistemas presidenciales. El que un presidente<br />

ocupe un cargo de manera segura durante un periodo determinado no quiere<br />

decir que su gabinete esté inmune a los cambios. En los sistemas parlamentarios,<br />

incluso los que tienen gobiernos inestables, los miembros del gabinete<br />

suelen acumular una experiencia considerable.<br />

Por lo general, los primeros ministros han sido parte<br />

de gobiernos anteriores y el sistema se beneficia de<br />

la experiencia política y administrativa acumulada<br />

por los ministros ejecutivos.<br />

En la mayoría de los sistemas presidenciales, es muy probable que esa experiencia<br />

se pierda con el cambio de Presidente, ya que cada jefe del Ejecutivo<br />

selecciona a las personas en las que tiene confianza personal.<br />

Además, en virtud de que el Presidente y su gabinete no requieren en forma<br />

absoluta de la confianza del Congreso o de los partidos representados en<br />

éste, puede elegir a asesores y ministros que no pertenezcan a la clase política<br />

o, como parece ser el caso de los presidentes brasileños, de partidos que<br />

no son el suyo, incluso de los que se opusieron a su elección. Esto parecería<br />

admirable y quizá funcione en algunos casos, pero debilita a los partidos al<br />

promover las facciones y el clientelismo.<br />

Al igual que es difícil pedir cuentas a un Presidente que no puede reelegirse,<br />

un Presidente que forma un gabinete sin que participen sistemáticamente<br />

los partidos que lo han apoyado dificulta que los votantes pidan cuentas a los<br />

partidos en las siguientes elecciones. Mi análisis se enfoca en los sistemas con<br />

varios partidos, más que en los de dos, pero incluso en un sistema de dos partidos<br />

no resulta claro a quién culparán los electores: al partido del Presidente<br />

o al partido con mayoría en el Congreso que obstruyó un desempeño que tal<br />

vez habría sido positivo.<br />

eL probLema de un gobierno dividido<br />

Giovanni Sartori ha utilizado la experiencia estadounidense para argumentar<br />

que, una vez roto el patrón de mayorías consonantes no divididas (la coincidencia<br />

de mayorías en el jefe del Ejecutivo y el Poder Legislativo) y las prácticas<br />

de consenso (especialmente la concurrencia de dos partidos en temas de<br />

política exterior), surge un gobierno dividido en forma antagonista, cuyos<br />

dos elementos principales perciben que sus respectivos intereses electorales<br />

se ven favorecidos con el fracaso de la otra institución. La cooperación de<br />

un Congreso controlado por los demócratas con un gobierno republicano,<br />

favorece la elección de futuros presidentes republicanos.<br />

Por el contrario, un Presidente cuyo partido es minoritario en el Congreso<br />

intentará reestablecer su gobierno no dividido enfrentándose a éste. En<br />

pocas palabras, jugará al juego de “echar la culpa”. Por ello, la respuesta a si<br />

el presidencialismo representa una oportunidad de contar con un gobierno<br />

eficaz es, según su encarnación más aclamada, un rotundo no. El sistema estadounidense<br />

funciona o ha funcionado a pesar y no como consecuencia del régimen<br />

presidencialista de Estados Unidos. En la medida en que pueda seguir<br />

desempeñando sus funciones, requiere de tres aspectos para desbloquearlo:<br />

confLuencia XXI 23<br />

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