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-«Por la gracia de Dios, encenderemos hoy en Inglaterra tal hoguera que confío<br />
en que nunca se apagará» -dijo Beatty-.<br />
Stoneman lanzó una mirada al capitán, lo mismo que Montag, atónitos ambos.<br />
Beatty se frotó la barbilla.<br />
-Un hombre llamado Latimer dijo esto a otro, llamado Ridley mientras eran<br />
quemados vivos en Oxford por herejía, el 16 de octubre de 1555.<br />
Montag y Stoneman volvieron a contemplar la que parecía moverse bajo las<br />
ruedas del vehículo.<br />
-Conozco muchísimas sentencias -dijo Beatley-. Es algo necesario para la<br />
mayoría de los capitanes de bomberos. A veces, me sorprendo a mí mismo.<br />
¡Cuidado, Stoneman!<br />
Stoneman frenó el vehículo.<br />
-¡Diantre! -exclamó Beatty-. Has dejado, la esquina por la que doblamos para ir<br />
al cuartel.<br />
-¿Quién es?<br />
-¿Quién podría ser? -dijo Montag, apoyándose en la oscuridad contra la puerta<br />
cerrada-.<br />
Su mujer dijo, por fin:<br />
-Bueno, enciende la luz.<br />
-No quiero luz.<br />
-Acuéstate.<br />
Montag oyó cómo ella se movía impaciente; los resortes de la cama chirriaron.<br />
-¿Estás borracho?<br />
De modo que era la mano que lo había empezado. todo. Sintió una mano y,<br />
luego, la otra que desabrochaba su chaqueta y la dejaba caer en el suelo.<br />
Sostuvo sus pantalones sobre un abismo y los dejó caer en la oscuridad. Sus<br />
manos estaban hambrientas. Y sus ojos empezaban a estarlo también, como si<br />
tuviera necesidad de ver algo, cualquier cosa, todas las cosas.<br />
-¿Qué estás haciendo? -preguntó su esposa-.<br />
Montag se balanceó en el espacio con el libro entre sus dedos sudorosos y<br />
fríos.