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Silencio. Montag parecía una estatua tallada en piedra. El eco del martillazo<br />
final en su cerebro fue apagándose lentamente en la oscura cavidad donde<br />
Faber esperaba a que esos ecos desapareciesen. Y, entonces, cuando el polvo<br />
empezó a depositarse en el cerebro de Montag, Faber empezó a hablar,<br />
suavemente:<br />
-Está bien, ha dicho lo que tenía que decir. Debe aceptarlo. Yo también diré lo<br />
que debo en las próximas horas. Y usted lo aceptará. Y tratará de juzgarlas y<br />
podrá decidir hacia qué lado saltar, o caer. Pero quiero que sea su decisión, no<br />
la mía ni la del capitán. Sin embargo, recuerde que el capitán pertenece a los<br />
enemigos más peligrosos de la verdad y de la libertad, al sólido e inconmovible<br />
ganado de la mayoría. ¡Oh, Dios! ¡La terrible tiranía de la mayoría! Todos<br />
tenemos nuestras arpas para tocar. Y, ahora, le corresponderá a usted saber<br />
con qué oído quiere escuchar.<br />
Montag abrió la boca para responder a Faber. Le salvó de este error que iba a<br />
cometer en presencia de los otros el sonido del timbre del cuartel. La voz de<br />
alarma proveniente del techo se dejó oír. Hubo un tic tac cuando el teléfono de<br />
alarma mecanografió la dirección. El capitán Beatty, con las cartas de póquer<br />
en una mano, se acercó al teléfono con exagerada lentitud y arrancó la<br />
dirección cuando el informe hubo terminado. La miró fugazmente y se la metió<br />
en el bolsillo. Regresó Y volvió a sentarse a la mesa. Los demás le miraron.<br />
-Eso puede esperar cuarenta segundos exactos, que es lo que tardaré en<br />
acabar de desplumaros -dijo Beatty, alegremente-.<br />
Montag dejó sus cartas.<br />
-¿Cansado, Montag? ¿Te retiras de la partida?<br />
-Sí.<br />
-Resiste. Bueno, pensándolo bien, podemos terminar luego esta mano. Dejad<br />
vuestros naipes boca abajo<br />
-Preparad el equipo. Ahora será doble. -Y Beatty volvió a levantarse-. Montag,<br />
¿no te encuentras bien? Sentiría que volvieses a tener fiebre...<br />
-Estoy bien.<br />
-Magnífico! Éste es un caso especial. ¡Vamos, apresúrate!<br />
cuando el polvo empezó a depositarse en el cerebro de Montag, Faber empezó<br />
a hablar, suavemente:<br />
,_Está bien, ha dicho lo que tenía que decir. Debe<br />
aceptarlo. Yo también diré lo que debo en las próximas horas. Y usted lo<br />
aceptará. Y tratará de juzgarlas y podrá decidir hacia qué lado saltar, o caer.