I Época, Nº 10 - Santa Cena de Jaen
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La Vocación<br />
a la Caridad<br />
en las Cofradías<br />
y Hermanda<strong>de</strong>s<br />
José López Chica<br />
Delegado episcopal<br />
Aprovecho, gustoso, la ocasión que me<br />
brindáis <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r escribir unas palabras<br />
<strong>de</strong> mensaje en vuestros boletines<br />
y publicaciones cuaresmales <strong>de</strong>l presente año<br />
20<strong>10</strong>. Pensando mucho sobre lo que podría comunicaros<br />
este año, me ha parecido importante<br />
retomar el tema <strong>de</strong> la caridad en las Cofradías y<br />
Hermanda<strong>de</strong>s. Varios motivos me obligan a ello.<br />
En primer lugar, las palabras <strong>de</strong>l apóstol Juan:<br />
“Si uno dice que ama a Dios mientras odia a su<br />
hermano, miente; pues si no ama al hermano suyo<br />
a quien ve, no pue<strong>de</strong> amar a Dios a quien no ve”.<br />
(1 Jn. 4, 20-21); en segundo lugar, la realidad<br />
social en la que nos vemos inmersos: aumento<br />
<strong>de</strong> paro y necesida<strong>de</strong>s provocadas por la pertinente<br />
crisis económica que no cesa, y, en tercer<br />
lugar –y sobre todo: el mandato <strong>de</strong> Cristo en<br />
la última cena: “Os doy un mandamiento nuevo,<br />
que os améis unos a otros como yo os he amado:<br />
amaos así unos a otros” (Jn. 13, 34)<br />
El Sr. Obispo, en su mensaje nos recuerda<br />
que: “<strong>de</strong>bemos compren<strong>de</strong>r cada vez mejor,<br />
queridos hermanos y hermanas, cofra<strong>de</strong>s, que la<br />
caridad no es una especie <strong>de</strong> actividad <strong>de</strong> asistencia<br />
social, sino que pertenece a la naturaleza y esencia<br />
misma <strong>de</strong> nuestra vocación cristiana, y así <strong>de</strong>bemos<br />
manifestarlo y llevar a la práctica (cf. Benedicto<br />
XVI Deus caritas est, 25). El cristiano, a<strong>de</strong>más,<br />
sobre este fundamento <strong>de</strong> la caridad, íntimamente<br />
unido a él, trabaja y construye la justicia. Con<br />
obras y no meros <strong>de</strong>seos impulsa la formación y el<br />
crecimiento <strong>de</strong> una nueva sociedad cada vez más<br />
justa, en don<strong>de</strong> todos puedan disponer y recibir lo<br />
necesario para vivir según su propia dignidad <strong>de</strong> personas. No olvi<strong>de</strong>mos nunca, sin embargo, que lo<br />
primero que necesita el hombre es a Dios, como observa San Agustín (cf. De civitate Dei, XIX, 21)”.<br />
Todos sabemos que este encuentro con Dios se realiza plenamente en la Eucaristía y ésta tiene<br />
que ser fuente <strong>de</strong> caridad para con nuestros hermanos. Es <strong>de</strong>cir, la Eucaristía nos tiene que lanzar<br />
a todos a practicar la caridad con nuestros hermanos. Y esto por varios motivos.<br />
El primero: ¿Cuándo nos mandó Jesús “amaos los unos a los otros”, es <strong>de</strong>cir, cuándo nos<br />
<strong>de</strong>jó su mandamiento nuevo, en qué contexto? En la Última <strong>Cena</strong>, cuando nos estaba <strong>de</strong>jando<br />
la eucaristía. Por tanto, tiene que haber una estrecha relación entre eucaristía y el compromiso <strong>de</strong><br />
caridad. Fue en ese ámbito cálido <strong>de</strong>l Cenáculo, mientras estaban cenando en intimidad, cuando<br />
Jesús sacó <strong>de</strong> su corazón este hermoso regalo <strong>de</strong> la eucaristía. En ese ambiente fue cuando Jesús<br />
nos pidió amarnos. Esto quiere <strong>de</strong>cir que la eucaristía nos une en fraternidad, nos congrega en una<br />
misma familia don<strong>de</strong> tiene que reinar la caridad.<br />
El segundo: ¿Qué nos pi<strong>de</strong> Jesús antes <strong>de</strong> poner nuestra ofrenda sobre el altar, es <strong>de</strong>cir, antes<br />
<strong>de</strong> venir a la eucaristía y comulgar el Cuerpo <strong>de</strong>l Señor? “Si te acuerdas allí mismo que tu hermano<br />
14 Boletín Informativo n.º <strong>10</strong> Jaén, febrero 20<strong>10</strong> 15<br />
Felipe<br />
tiene una queja contra ti, <strong>de</strong>ja allí tu ofrenda, ante el altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano,<br />
y <strong>de</strong>spués vuelve y presenta tu ofrenda” (Mt 5, 23-24). Esto nos habla <strong>de</strong> la seriedad y la disposición<br />
interior con las que tenemos que acercarnos a la Eucaristía. Con un corazón limpio, perdonador,<br />
lleno <strong>de</strong> misericordia y caridad. Aquí entra todo el campo <strong>de</strong> las injusticias, atropellos, calumnias,<br />
maltratos, rencores, malquerencias, resquemores, odios, murmuraciones. En este motivo hay algo<br />
más que llama la atención. Jesús nos dice que aún en el caso en que el otro tuviera toda la culpa<br />
<strong>de</strong>l <strong>de</strong>sacuerdo, soy yo quien <strong>de</strong>bo empren<strong>de</strong>r el proceso <strong>de</strong> reconciliación. Es <strong>de</strong>cir, soy yo quien<br />
<strong>de</strong>bo acercarme para ofrecerle mi perdón. ¿Por qué motivo? Mi ofrenda, la ofrenda que cada uno<br />
<strong>de</strong> nosotros <strong>de</strong>be presentar en cada misa (peticiones, intenciones, problemas, preocupaciones, etc.)<br />
no tendría valor a los ojos <strong>de</strong> Dios, no la escucharía Dios, si es presentada con un corazón torcido,<br />
impuro, resentido, lleno <strong>de</strong> odio.<br />
El tercero: En el discurso escatológico, es <strong>de</strong>cir cuando Jesús habló <strong>de</strong> las realida<strong>de</strong>s últimas<br />
<strong>de</strong> nuestra vida: muerte, juicio, infierno y cielo, habló muy claro <strong>de</strong> nuestro compromiso con los<br />
más pobres: “Tuve hambre y me disteis <strong>de</strong> comer, sed y me disteis <strong>de</strong> beber...” (Cf. Mt. 25, 31 ss.)<br />
Jesús en la eucaristía nos dice “Esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros”. Y aquí, en este<br />
discurso solemne, nos pi<strong>de</strong> que ese cuerpo se iguale con el prójimo más pobre, y por eso mismo es<br />
un cuerpo <strong>de</strong> Jesús necesitado que tenemos que alimentar, saciar, vestir, cuidar, respetar, socorrer,<br />
proteger, instruir, aconsejar, perdonar, limpiar, aten<strong>de</strong>r.<br />
San Juan Crisóstomo tiene unas palabras impresionantes: “¿Quieres honrar el cuerpo <strong>de</strong> Cristo?<br />
No permitas que Él esté <strong>de</strong>snudo y no lo honres sólo en la Iglesia con telas <strong>de</strong> seda, para <strong>de</strong>spués tolerar,<br />
fuera <strong>de</strong> aquí, que ese mismo cuerpo muera <strong>de</strong> frío y <strong>de</strong> <strong>de</strong>snu<strong>de</strong>z”. Él que ha dicho “Esto es mi cuerpo”,<br />
ha dicho también “me habéis visto con hambre y no me habéis dado <strong>de</strong> comer” y “lo que no habéis<br />
hecho a uno <strong>de</strong> estos pequeños, no me lo habéis hecho a Mí”. Y prosigue: “Pasé hambre por ti, y ahora<br />
la pa<strong>de</strong>zco otra vez. Tuve sed por ti en la Cruz y ahora me abrasa en los labios <strong>de</strong> mis pobres, para que,<br />
por aquella o por esta sed, traerte a mí y por tu bien hacerte caritativo. Por los mil beneficios <strong>de</strong> que te he<br />
colmado, ¡dame algo!...No te digo: arréglame mi vida y sácame <strong>de</strong> la miseria, entrégame tus bienes, aun<br />
cuando yo me vea pobre por tu amor. Sólo te imploro pan y vestido y un poco <strong>de</strong> alivio para mi hambre.<br />
Estoy preso. No te ruego que me libres. Sólo quiero que, por tu propio bien, me hagas una visita…Con<br />
eso me bastará y por eso te regalaré el cielo. Yo te libré a ti <strong>de</strong> una prisión mil veces más dura. Pero me<br />
contento con que me vengas a ver <strong>de</strong> cuando en cuando. Pudiera, es verdad, darte tu corona sin nada<br />
<strong>de</strong> esto, pero quiero estarte agra<strong>de</strong>cido y que vengas <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> recibir tu premio confiadamente. Por eso,<br />
yo, que puedo alimentarme por mí mismo, prefiero dar vueltas a tu alre<strong>de</strong>dor, pidiendo, y exten<strong>de</strong>r mi<br />
mano a tu puerta. Mi amor llegó a tanto que quiero que tú me alimentes. Por eso prefiero, como amigo,<br />
tu mesa; <strong>de</strong> eso me glorío y te muestro ante todo el mundo como mi bienhechor” (San Juan Crisóstomo,<br />
Homilía 15 sobre la epístola a los Romanos).<br />
Estas palabras son muy profundas. Este cuerpo <strong>de</strong> Cristo en la eucaristía se iguala, se i<strong>de</strong>ntifica<br />
con el cuerpo necesitado <strong>de</strong> nuestros hermanos. Y si nos acercamos con <strong>de</strong>voción y respeto al<br />
cuerpo <strong>de</strong> Cristo en la eucaristía, mucho más <strong>de</strong>bemos acercarnos a ese cuerpo <strong>de</strong> Cristo que está<br />
<strong>de</strong>trás <strong>de</strong> cada uno <strong>de</strong> nuestros hermanos más necesitados.<br />
Quiera el Señor que comprendamos y vivamos este gran compromiso <strong>de</strong> la caridad para que<br />
así la eucaristía se haga. Termino con la exhortación <strong>de</strong>l Sr. Obispo en su “Carta para la Cuaresma<br />
20<strong>10</strong>”: “Que tanto a nivel personal como <strong>de</strong> vocalía <strong>de</strong> caridad, sea este tiempo <strong>de</strong> expresión <strong>de</strong> amor<br />
hacia los hermanos necesitados y seamos constructores <strong>de</strong> una sociedad nueva en que reina la justicia”.<br />
Que <strong>Santa</strong> María, mujer eucarística y ejemplo <strong>de</strong> caridad nos ayu<strong>de</strong> con su intercesión y nos<br />
estimule con su ejemplo para servir a su Hijo, “Amor <strong>de</strong> los amores” y mendigo <strong>de</strong> nuestro servicio<br />
en la persona <strong>de</strong> todos los necesitados.<br />
Tomás