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—No… Bueno, sí, pero le hemos inmovilizado nosotros con esas bridas. Estaba sin conocimiento y no ha opuesto resistencia — contestó el que parecía más veterano de los dos vigilantes. Otro municipal estaba inspeccionando el interior de la habitación, mientras la otra pareja permanecía fuera haciendo circular a los huéspedes que paseaban curiosos por el corredor de la tercera planta del hotel. Los japoneses, que se habían acercado con sus cámaras fotográficas de última generación, intentaban inmortalizar un recuerdo desde la distancia impuesta por el agente más joven de los cuatro. —Tenemos un cadáver —dijo el municipal encargado de la inspección, y añadió—. Mujer. Acribillada a balazos. He contado al menos seis impactos de bala. Dos de ellos en la víctima. El resto repartidos por toda la cama. ¿Han visto el arma? No habrán tocado nada, ¿verdad? Los dos vigilantes se miraron inocentes e hicieron un gesto negativo con la cabeza. Yo apenas atendía a lo que sucedía a mi alrededor. Había recuperado la lucidez e intentaba sacar mis propias conclusiones. —¿Ha dicho alguna cosa? —preguntó de nuevo, rematando con la cabeza en dirección al interior del baño. —Nada, ni una palabra. Uno de los vigilantes sacó de su bolsillo mi cartera y se la cedió al policía. Éste buscó mi DNI, le echó un vistazo y asintió con la cabeza. Me ayudaron a incorporarme y sustituyeron las bridas por unas esposas reglamentarias, mientras avisaban a la Central por radio del panorama con el que se habían encontrado. El agente que parecía más avispado, el que había inspeccionado el escenario del crimen y había avisado, el que cogió las riendas de la situación desde el primer momento, se me acercó con la identificación en la mano y me preguntó: 55
—Señor Bataller, ¿se encuentra bien? ¿Conoce usted a la víctima? ¿Qué hace aquí? Le miré directamente a los ojos. Mi mente iba a mil por hora. Por fin me decidí a hablar. —Yo no la he matado. Acabo de llegar de Valencia. Es… es mi novia: Sonia Beltrán. No voy a decirle nada más porque no sé nada más. Quiero que avisen inmediatamente al inspector Martínez de Homicidios, de Valencia. 56
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