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Dile adiós a tus temores - ReunidosOnLine

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24 Marcos Witt DILE ADIÓS A TUS TEMORES 25<br />

Sucedió en el aeropuerto internacional de la ciudad de Bogotá, Co­<br />

lombia. Habíamos sido parte de un multitudinario evento en el colí­<br />

seo cerrado «El Campín», por espacio de tres días. Había cantando.<br />

dado varias conferencias, asistido a muchas entrevistas y otras activi­<br />

dades. Estaba exhausto. Puede sumársele que durante esos años<br />

(1994 a 1996) estaba atravesando un momento bastante difícil en mi<br />

vida personaL ya que vivía con una especie de depresiones constan­<br />

tes que no entendía y no sabía cómo combatir. Terminaba un con­<br />

cierto o alguna conferencia y me regresaba al hotel; triste. desanimado.<br />

llorando y confundido. A pesar de que la actividad había sido espec­<br />

tacular y mucha gente había sido tocada por el mensaje y la música de<br />

Dios, yo estaba librando una de las batallas más grandes que había vi­<br />

vido hasta ese momento. Después. me vine a dar cuenta que era la<br />

conjugación de varios factores la que me había llevado a ese estado de<br />

total desánimo. El factor principal era mi horario. Tenía tanto trabajo.<br />

en tantas ciudades, sin descansos IÚ respiros entre actividad y activi­<br />

dad, que mi cuerpo se estaba resintiendo y reclamando fuertemente<br />

ese ritmo acelerado. Gracias a Dios que a través de un gran psicólogo<br />

cristiano, el Dr. Doug Weis, me enteré que lo mío no era psicológico,<br />

sino físico. El día que el Dr. Weis me abrió los ojos sobre mi condi­<br />

ción. fue un gran día en mi vida. Sin embargo. pasarían muchos años<br />

antes de saber qué fue lo que me pasó enel aeropuerto de Bogotá.<br />

Cuando estábamos a escasos minutos de abordar el avión. me<br />

entró lo que ahora entiendo fue un ataque de pánico. Mi respiración<br />

se aceleró. mis manos comenzaron a sudar, sentía que no podía respi-<br />

rar y el corazón me palpitaba a un ritmo acelerado. Desde el lugar<br />

donde estaba sentado, un poco alejado de los demás pasajeros, alcan­<br />

zaba a ver el avión a través de una pared de vidrio que nos separaba y<br />

eso me provocaba más páIÚco. Sentía que el avión se iba a estrellar,<br />

que no llegaríamos a casa y que todos terminaríamos muertos en ese<br />

vuelo. Mientras más lo pensaba, más me convencía de que eso era lo<br />

que iba suceder. Mi desesperación se aceleró más al ver que algunos<br />

de mis compañeros ya estaban abordando el avión y que no se daban<br />

cuenta de lo que me sucedía a mí. Sentía lágrimas en los ojos. La frus­<br />

tración crecía por la impotencia que me invadía en ese momento. Me<br />

sentía entre la espada y la pared. De pronto, dos de mis compañeros.<br />

Alfonzo Ortiz y Melvin Cruz. me observaron de lejos y se dieron<br />

cuenta deque deque algo estaba mal. Cuandollegaron a mi lado. yayoestaba<br />

en total caos. La sensación de sofocación era insoportable. Sentía una<br />

presión enorme en el pecho que me hacía sentir que me moría.<br />

Cuando les expliqué lo que me estaba sucediendo. los dos, con<br />

mucha paciencia. me tomaron ambos de Una mano y comenzaron a<br />

orar. Le dieron gracias a Dios por sus ángeles protectores que nos ra­<br />

dean. Le dieron gracias a Dios por el privilegio que habíamos teIÚdo<br />

de estaren estaren ese evento tan hermosoen Bogotá donde muchas vidas ha­<br />

bían sido transformadas y tocadas por el poderoso amor de Dios. Le<br />

dieron gracias a Diospor mí y empezarona orarencontra orarencontra deese temor<br />

que me estaba agobiando en ese momento. Sus voces y el conteIÚdo<br />

de las oraciones, fueron las dos cosas que me regresaron a la realidad.<br />

Fue casi milagroso. Inmediatamente. empecé a sentir unafirme pazen<br />

mi interior. De nuevo miré el avión que estaba al otro lado de ese gran<br />

vidrio y la misma escena quesólo minutos antes había provocado una

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