EL ANTIGUO CALENDARIO TOTONACO y SUS PROBABLES ...

18 GUY STRESSER-PÉAN
2) Datos del siglo XVII, de fray Esteban Carda
En 1627-1630, una circunstancia fortuita permitió a los religiosos agustinos
de Tutotepec, descubrir que el calendario prehispánico sobrevivía
en secreto en algunos de los pueblos otomís que dependían de su
jurisdicción eclesiástica. Estos indios, en pequeños oratorios escondidos
en la maleza, continuaban celebrando las antiguas fiestas del final de
cada uno de los "meses" de veinte días. La crónica de Esteban García
(1918, pp. 299-301) no da los nombres de los 18 meses, pero sí menciona
los cinco "días muertos" llamados dupa, que completan el año.
En ella se precisa que el primer día del año era siempre el 2 de febrero,
día de la Candelaria, fiesta católica de la Purificación de la Virgen María.
Este calendario había, pues, sido modificado, puesto que se había
fijado amoldándose al calendario católico de la época. Cabe, pues, suponer
que, entre estos otomís aculturados, cada cuatro años era preciso
contar seis "días muertos" en lugar de cinco, para tomar en cuenta
los años bisiestos. La represión ejercida por los padres agustinos en
contra de sus indios de Tutotepec debió de ser eficaz, pues actualmente
los otomís de la Sierra han olvidado por completo el antiguo calendario,
mientras que éste ha sobrevivido, al menos parcialmente, entre
los totonacos y los nahuas de los alrededores. No cabe duda que en el
siglo XVII estos tres pueblos conocían todavía tanto el calendario de
los meses como el de los días. Lo que fue descubierto entre los otomís
de los alrededores de Tutotepec, debió de escapar, en aquel entonces,
a la vigilancia de los otros padres agustinos, los de los conventos de
Huauchinango y de Xicotepec, donde los indios, que habían sido más
discretos, hablan náhuatl, totonaco o tepehua.
3) En 1985, se descubrió en Tepelzintla la supervivencia del calendario
de los lotonacos
En junio de 1985, por primera vez, nos fue posible llegar al pueblo
totonaco de Tepetzintla, por un camino de montaña recientemente
terminado, pero todavía difícil e incluso peligroso. En un pueblo vecino
llamado Cuahueyatla, nos habían hablado de una gran ceremonia
que se celebraba anualmente en Tepetzintla, y era conocida con el
nombre español de "costumbre". Una vez llegados al lugar, hicimos
preguntas a este respecto. Nos llevaron a la casa de una anciana curandera
llamada María de los Ángeles que se encargaba de organizar
este tipo de ceremonias, pero que no hablaba español. Por mediación