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MONOS COMO BECKY
Becky], se refiere a los psiquiatras como los salvadores de
los locos frente a los neurocirujanos.
N.: Porque él es biopsicólogo.
J.: Frente a lo duro, lo suave; el psiquiatra es más suave.
N.: Las personas presuntamente normales queremos
que los señores que están mal estén encerrados en un sitio,
o estén controlados por otros que nos dicen cuál es su mal
y lo que nos separa de ellos. O sea, nos explican que de
ellos «nos separa tal cosa» y estamos encantados.
J.: En el fondo es el horror al extraño, al que no es como
tú. En mi opinión, yo creo que la familia es el gran foco de
la locura.
N.: En la película, cuando alguno de los enfermos habla
sobre sí mismo, ya se ve cuál es el papel de la familia.
P.: Lo de Petri es espeluznante [se trata del relato que
hace una paciente sobre las humillaciones a las que le
sometía su marido].
J.: Ése fue otro caballo de batalla. Su intervención creó
problemas durante y después del rodaje. Gusi me hizo un
gesto mientras grababa y me dijo: «si vamos por ahí yo no
sigo», porque entendió el testimonio de Petri como una exhibición
de la locura. Entonces tuvimos una discusión, se cortó
el rodaje y el cámara dijo: «como siga así yo bajo la cámara
y enfoco al suelo». Yo le aseguré: «si haces eso te vas a la
mierda. Sigue, no juzgues ahora». Luego entendió por qué
había que hacerlo. Durante el montaje hubo muchas voces,
entre ellas la de Nuria y la del productor, Pérez Giner, que
querían que cortara la declaración porque les parecía brutal,
melodramática y folletinesca. Pero yo la mantuve entera.
N.: Al productor le parecía horrorosa porque es muy
larga.
J.: Le parecía horrorosa porque es una confesión larga y
sórdida. Durante el rodaje tuve que cortar antes de que
Petri finalizara, porque todo el mundo estaba muy nervioso
y yo tenía miedo de una rebelión a bordo. Todo el mundo
empezaba a temblar
···[46]···
N.: No sabíamos muy bien qué era lo que nos estaba
contando, qué juicio debíamos crearnos. Creo que también
estábamos todos muy mentalizados para intentar tratar la
locura de una manera muy ética.
J.: Entonces aquello pareció que era una indignidad.
N.: De acuerdo, pero creo que la conversación en la
comida, tras el rodaje de la escena, fue muy buena, estuvo
bien. Generó un debate interno en el equipo de rodaje.
P.: ¿En algún caso hubo enfermos que se franquearon
más con vosotros que durante la terapia?
J.: Sí, ése es el efecto que crea la cámara, que es como la
mirada perfecta, que excita y provoca.
N.: Trabajamos con los internos, les dábamos confianza y
les pedimos que describieran a su personaje en la obra que
iban a representar; empezaban con el personaje y pasaban a
explicar su caso personal. No sabíamos hasta qué punto
habíamos forzado aquella situación. Luego tuvimos la discusión
en la comida, en la que nos planteamos problemas
éticos, y reemprendimos el rodaje. Pasamos a la escena del
casting [no está montada en el documental], en la que
Marian, la actriz y maquilladora, intentó que explicaran algo
sobre sus papeles, pero de nuevo volvieron a hablar de sus
peripecias. Entonces nos dimos cuenta de que era inevitable,
de que no habíamos forzado nada, que era su discurso
personal, recurrente y reiterativo.
J.: Es que un manicomio es un lugar donde nadie te
hace caso y una cámara es la atención.
N.: Petri siempre tiene a mano el mismo discurso, pero
Marta explica escueta y por primera vez su condición de
madre soltera. Cuando les proyectamos la película, Petri
estaba encantada porque aparecía su discurso puesto en
imágenes, en cambio Marta se sintió conmovida. Tuvieron
reacciones diferentes.
J.: Ramsés también hizo uso del discurso de siempre. Él
me dijo un día: «Esto es una mierda, lo que tenemos que
hacer tú y yo es irnos a Hollywood y hacer una película de
···[47]···
EXPERIENCIA DE UN RODAJE ATÍPICO