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cient í ficas - Editora Neutrina

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Orbitando<br />

“El amor y el odio salen de la misma semilla”, afirma ‘radio bemba’,<br />

y las observaciones y estudios parecen confirmarlo. Sin embargo, si<br />

algo he aprendido en todos estos años de psicolog<strong>í</strong>a y periodismo<br />

<strong>cient</strong><strong>í</strong>fico es no pretender explicar el comportamiento de mi especie<br />

utilizando sólo una teor<strong>í</strong>a. Como organismos, nacemos con una<br />

biolog<strong>í</strong>a espec<strong>í</strong>fica proveniente de los genomas de nuestros padres y<br />

obtendremos nuestras experiencias de un medio en particular. Nuestro<br />

camino en la vida lo iremos produciendo con los resultados de esa<br />

combinación y, por supuesto, el azar.<br />

La biolog<strong>í</strong>a evolutiva explica los primeros pasos de la especie, llenando<br />

sus necesidades básicas, las más primitivas. Pero a Homo sapiens<br />

le encanta crear culturas, descubrir y aplicar innovaciones que<br />

cambien sus necesidades, le brinde más comodidad y, por supuesto,<br />

placer. Somos primates sociables y el grupo dicta nuestro com-<br />

portamiento; por otro lado, la genética y el cerebro también<br />

pautan rasgos, inclinaciones y potencial. Gradualmente pasamos<br />

por un sinnúmero de patrones que regulan caracter<strong>í</strong>sticas<br />

individuales, en algunos casos, la biolog<strong>í</strong>a se impone, evitando<br />

que la persona pueda tomar control de su vida. Un cerebro con<br />

circuitos dañados trae una variedad impresionante de eventos<br />

realmente extravagantes, en esos casos, ayuda basada en terapias<br />

y medicamentos puede contribuir a reparar el daño.<br />

Hasta las situaciones legales están ajustadas a esos términos. En esa<br />

l<strong>í</strong>nea donde se identifica a un criminal como enfermo mental, como<br />

una persona cerebralmente discapacitada que no puede ser responsabilizada<br />

por sus actos. Es la diferencia entre la cárcel y el manicomio.<br />

Una distinción que abogados y fiscales a veces manipulan ilegalmente<br />

con el propósito de ganar. Precisamente, la competencia es<br />

muchas veces la base del odio; de hecho, el psicólogo Steven Pinker<br />

argumenta que la mejor forma de reducir la delincuencia entre hombres<br />

es casándolos, eliminando as<strong>í</strong> la competencia.<br />

Aunque no estoy completamente de acuerdo con Pinker, s<strong>í</strong> pienso que<br />

8 www.editoraneutrina.com<br />

Una conducta<br />

locamente<br />

heterogénea<br />

Glenys Álvarez<br />

Psicóloga cl<strong>í</strong>nica, Universidad Fordham<br />

editoraneutrina@gmail.com<br />

existen personas a las que un consejo as<strong>í</strong> les convendr<strong>í</strong>a; a muchas<br />

otras no. La conducta humana en el siglo XXI es desquiciadamente<br />

heterogénea; el planeta aloja civilizaciones con numerosas culturas<br />

que a su vez presentan cuantiosas sociedades donde grupos y tribus<br />

crecen, se desarrollan, cambian y desaparecen. As<strong>í</strong> llevamos millones<br />

de años los hom<strong>í</strong>ninos; que hoy el rostro de un f<strong>í</strong>sico popular como<br />

Einstein y el de una extraña joven estadounidense como Snooki, aparezcan<br />

en la red, confirma que es imposible medirnos a todos con la<br />

misma vara ni explicar nuestras acciones con el br<strong>í</strong>o de un neandertal.<br />

Por ello, para comprender el odio es necesario usar todas las teor<strong>í</strong>as<br />

en el área, definirlas, distinguirlas y saber, al final, que motivos y razones<br />

particulares hay más de siete mil millones en el planeta.<br />

Una minor<strong>í</strong>a de esos siete mil millones padece una extraña enferme-<br />

La biolog<strong>í</strong>a evolutiva<br />

explica los primeros<br />

pasos de la especie<br />

dad. Estos pa<strong>cient</strong>es no sólo entran por un extraño umbral hacia un<br />

mundo donde el diagnóstico es desconocido y la investigación casi<br />

nula debido a que no hay fondos, sino que cierran el c<strong>í</strong>rculo al enterarse<br />

que el mismo hecho de que hayan tan pocos pa<strong>cient</strong>es padeciendo<br />

la enfermedad hace la investigación menos factible. El doctor<br />

José Francisco Camacho nos habla de ese temible espacio.<br />

En esta octava entrega de Órbitas Cient<strong>í</strong><strong>ficas</strong> le damos la bienvenida<br />

a César Mendez, quien estará escribiendo todos los meses sobre las<br />

nuevas tendencias en tecnolog<strong>í</strong>a.<br />

¡Mil gracias por leer!

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