La amistad espiritual - Autores Catolicos
La amistad espiritual - Autores Catolicos
La amistad espiritual - Autores Catolicos
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
LIBRO PRIMERO<br />
[1.] Elredo. - He aquí que estamos tú y yo. Espero que el tercero entre nosotros sea Cristo!<br />
No hay quien nos moleste con ruidos ni quien interrumpa nuestro encuentro amistoso. Sincérate,<br />
querido Juan," y dime cuanto desees. No usemos inútilmente este lugar, este tiempo y este ocio.<br />
[2.] Hace un rato, cuando estaba sentado ante nuestros muchos hermanos y me aturdían por todas<br />
partes -unos preguntando, otros discutiendo, éste queriendo saber algo sobre las Escrituras, aquel<br />
sobre las costumbres, quien sobre los vicios y quien sobre las virtudes-, sólo tú callabas. Si levantabas<br />
la cabeza y te aprestabas a decir alguna cosa en voz alta, como si ella se te ahogara en la<br />
garganta, de nuevo bajabas la frente y guardabas silencio. Te apartabas y luego volvías con cara<br />
triste. Entonces, y por todo esto, me di cuenta de que preferías callar por temor a manifestar tus<br />
pensamientos a tantos. .<br />
[3.] JUAN. - Tienes razón, y me da mucha alegría comprender cuánto cuidas de tu hijo. Sólo la<br />
caridad pudo abrirte mi espíritu y manifestarte mis pensamientos. Ojalá me permitas, apartando todo<br />
lo demás, estar contigo al menos una vez cuando vienes a visitar a tus hijos, para decirte sin temor lo<br />
que me quema por dentro y compartir tu abundancia.<br />
[4.] ELREDO. - Con mucho gusto, porque constato con agrado que no te inclinas a cosas vanas u<br />
ociosas, sino que hablas siempre de lo que te es útil y necesario para progresar. Puedes decir<br />
entonces confiadamente y compartir con tu amigo todo lo que te preocupa. Así aprenderás tú o me<br />
enseñarás a mí, darás y recibirás, regarás y extraerás el agua.<br />
LA AMISTAD EN LAS FUENTES PROFANAS Y LA SAL DE LA ESCRITURA<br />
[9.] ELREDO. - Me doy por vencido. Pero, puesto que yo mismo soy un ignorante, no procuraré<br />
enseñarte ni medir mis posibilidades para ello; antes bien, conversaré contigo.<br />
Tú, en la puerta de nuestra búsqueda, abriste la marcha tomando aquella luz esplendidísima, y tal<br />
luz, no sólo nos impedirá que nos descarriemos, sino que nos llevará por camino recto a la respuesta<br />
segura de nuestro interrogante. [10.] En efecto, ¿qué se puede decir acerca de la excelencia, la<br />
verdad y el provecho de la <strong>amistad</strong>, sino lo que dijiste: que nace en Cristo, en Cristo crece y por él se<br />
plenifica?<br />
Dime, entonces, ¿qué te parece que debamos averiguar primero?<br />
[5.] JUAN. - Es verdad que estoy pronto para aprender, pero no lo estoy para enseñar; no para dar,<br />
sino para recibir, para extraer el agua, no para regar. Así me lo prescribe mi edad, me lo obliga mi<br />
inexperiencia y lo aconseja mi profesión.<br />
De modo que, para no perder en vueltas este tiempo tan precioso, te pido que me enseñes algo<br />
acerca de la <strong>amistad</strong> <strong>espiritual</strong>. Qué es, cuál es su utilidad, su principio y su fin; entre quiénes puede<br />
darse y, si no es para todos, para quiénes puede serlo y cómo puede conservarse íntegra y llegar a su<br />
santa meta sin ninguna disensión que lo impida.<br />
[6.] ELREDO. - Me admiro de que estimes que estas cosas se me deban preguntar a mí, cuando<br />
consta que de todo esto ya hablaron, mucho y bien, viejos y óptimos doctores. Con mayor razón<br />
cuando pasaste tu infancia estudiándolas y leíste el libro de Tulio Cicerón Sobre la <strong>amistad</strong>, en que<br />
habla copiosamente y con feliz estilo de cuanto se puede esperar al respecto, estableciendo, por así<br />
decir, algunas normas y preceptos.<br />
[7.] JUAN. - No desconozco del todo ese libro que en otro tiempo me gustaba tanto, pero desde que<br />
probé la dulzura de la miel de las Sagradas Escrituras y el dulcísimo nombre de Cristo vindicó para<br />
sí mi afecto, nada de lo que leo u oigo puede parecerme sabroso o claro si no está salado con la<br />
Escritura celeste y condimentado por el dulcísimo Nombre." y esto aunque esté dicho en forma sutil<br />
10