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La amistad espiritual - Autores Catolicos

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Experto él mismo en el amor de Dios<br />

y del prójimo,<br />

Elredo elaboró en la madurez este diálogo,<br />

para edificar sólidamente en Cristo<br />

la <strong>amistad</strong> que los monjes, bajo su<br />

paternidad,<br />

aprendían a profesarse.<br />

COMIENZA EL PROLOGO DEL LIBRO SOBRE "LA AMISTAD ESPIRITUAL", DEL<br />

VENERABLE ABAD ELREDO<br />

CUANDO todavía era un colegial y me deleitaba el encanto de mis condiscípulos, todo mi espíritu<br />

se dio al afecto y se consagró al amor entre las costumbres y los vicios a los que suele aventurarse<br />

aquella edad. Nada me parecía más dulce, nada más sabroso ni útil que ser amado y amar. 1<br />

[2.] Fluctuando entre diversos amores y <strong>amistad</strong>es, era arrastrado de un lado a otro e, ignorando la<br />

ley de la verdadera <strong>amistad</strong>, muchas veces me engañaban las apariencias. Por fin llegó a mis manos<br />

el libro que Tulio escribió sobre la <strong>amistad</strong> e inmediatamente lo juzgué útil por la seriedad de sus<br />

sentencias y dulce por la suavidad de su elocuencia."<br />

[3.] Aunque no me vi idóneo para una <strong>amistad</strong> tal, me congratulé de haber escontrado esa fórmula<br />

ségún la cual podía restablecer el curso de mis amores e inclinaciones.<br />

Cuando a mi buen Señor le plugo corregir lo desviado, levantar lo caído y, con salutífero contacto,<br />

limpiar al leproso, relegando la esperanza del siglo, entré al monasterio.<br />

[4.] De inmediato me 'entregué a la lectura de las Sagradas Escrituras, aunque al principio el ojo<br />

enfermo y acostumbrado a las tinieblas carnales no captaba ni su superficie. Pero la Sagrada<br />

Escritura se endulzó y aquel poco de ciencia que el mundo me había dado perdió su valor al<br />

comparado con ellas. Res;ordé lo que había leído sobre la <strong>amistad</strong> en aquel librito del que antes<br />

hablé y me admiré de que no tuviera ya para mí el mismo sabor de entonces.<br />

[5.] A partir de ese momento nada era capaz de arrebatar mi afecto si no llevaba en sí la miel del<br />

dulcísimo nombre de Jesús 8 y si no estaba sazonado con la sal de las Sagradas Escrituras. Sin<br />

embargo, volvía una y otra vez a lo leído para ver si podía confirmado con la autoridad de la<br />

Escritura.<br />

[6.] En los Santos Padres leí mucho sobre la <strong>amistad</strong> y queriendo amar <strong>espiritual</strong>mente, mas no<br />

pudiendo, decidí escribir sobre la <strong>amistad</strong> <strong>espiritual</strong>, proponiéndome normas de casta y santa<br />

dilección.<br />

[7.] Dividí el opúsculo en tres libritos. Traté en el primero sobre qué es la <strong>amistad</strong>, su origen y su<br />

causa. Propuse en el segundo su' excelencia y sus frutos. Y, en la medida de lo posible, expliqué en<br />

el tercero de qué modo y entre quienes puede conservarse ella íntegra hasta el Hn.<br />

[8.] Si a alguno le aprovechan estas lecciones, dé gracias a Dios e interceda por mis pecados ante la<br />

misericordia de Cristo. Si a otro le parecen superfluas e inútiles, perdone el desacierto que me llevó<br />

a sintetizar en estas meditaciones el curso de mis pensamientos.<br />

9

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