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La amistad espiritual - Autores Catolicos

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Hay momentos muy bellos en que aHora la exquisita personalidad humana y religiosa de EIredo.<br />

Su forma dialogal hoy puede resultamos tal vez algo rígida y por momentos artificiosa, sobre todo<br />

cuando decae la inspiración y predomina cierto esquematismo propio del método empleado, pero<br />

esto es pronto superado por el genio de Elredo. Lo mismo puede decirse respecto de ciertas<br />

reiteraciones de ideas, producto quizá de la redacción fragmentaria.<br />

No obstante, creemos que el contenido de <strong>La</strong> <strong>amistad</strong> <strong>espiritual</strong> debe ser comprendido a la luz de<br />

las siguientes perspectivas: la personalidad de su autor, la concepción elrediana del hombre y del<br />

amor, particularmente la doctrina del segundo sábado:" y la concepción de la vida monástica elaborada<br />

por el abad de Rieval. Doctrinalmente la obra puede considerarse como el desarrollo particular<br />

de una dimensión del amor, el amor fraterno; en este sentido <strong>La</strong> <strong>amistad</strong> <strong>espiritual</strong> es el<br />

complemento de El espejo de la caridad, obra en la cual ya se la anuncia'" Dejando de lado la<br />

personalidad de Elredo por ser mayormente conocida," veamos brevemente las demás perspectivas.<br />

1. Concepción elrediana del hombre<br />

Para Elredo el hombre es un ser creado a "imagen y semejanza" de Dios. A la luz de este dato de<br />

la revelación, él ordena su inteligencia sobre el hombre y la creación, a la vez que el mismo dato le<br />

sirve de fundamento para construir su doctrina del retorno a Dios.<br />

Esta "imagen y semejanza" se descubren en el hombre en sus tres facultades <strong>espiritual</strong>es,<br />

memoria, entendimiento y voluntad,26 las cuales se corresponden con cada una de las tres personas<br />

divinas de la Trinidad. El pecado destruye en el hombre la semejanza divina, lo hace "dessemejante",<br />

pero no logra destruir la imagen, puesto que las facultades subsisten, aunque deficientes<br />

ahora. <strong>La</strong> memoria tenderá al olvido, la inteligencia errará, la voluntad se hace "curva" por sus<br />

deseos ( cupiditas), ya que ansía cosas mezquinas. <strong>La</strong> obra salvadora del Hijo consistirá en restañar<br />

esta "desemejanza", a lo cual concurrirá la vida monástica como camino de restauración. Pero al<br />

hombre, a diferencia de los demás seres, se le otorgó el poder de ser bienaventurado; es un ser<br />

"capaz de Dios" (capax Dei). Esta cualidad, en la que brilla su grandeza y dignidad, lo capacita y<br />

hace idóneo para adherirse a Dios; ella radica en la imagen del Dios trino subsistente en él; más<br />

precisamente, en las tres facultades del alma 27 que, mediante el amor -especialmente por la<br />

caridad, en sus múltiples manifestaciones-, permiten que el hombre se perfeccione y alcance su<br />

"reposo" o felicidad. Corresponde al amor, entonces, ser el protagonista de esta aventura del hombre<br />

que consiste en responder y secundar el infinito amor de Dios -<strong>amistad</strong> con él-, para que,<br />

elevándose, por el amor santo con que se ama a un amigo, al amor por el que se ama a Cristo, goce<br />

el hombre del eterno amor del sumo Bien:.<br />

2. Concepción elrediana del amor<br />

Esta concepción del hombre se completa con la doctrina del amor. Según el abad de Rieval, el<br />

amor es una fuerza inscrita en la naturaleza del hombre que lo inclina o hace tender a su bien. Esta<br />

fuerza radica en la voluntad, pero es don y reflejo de la imagen divina en el hombre. Implica un<br />

afecto (affectus) de la voluntad hacia un objeto 29 y se caracteriza por ser natural, <strong>espiritual</strong> y bueno.<br />

Estas propiedades suyas permiten construir a partir de él el camino del amor que Elredo propone<br />

para alcanzar a Dios. <strong>La</strong> caridad es concebida entonces como el "uso recto", bajo la influencia de la<br />

gracia, de este amor natural.<br />

Pero el amor tiene tres operaciones que le son propias: Elredo las analiza en el III Libro de El<br />

espejo de la caridad y, a propósito de la <strong>amistad</strong>, en el tercer diálogo de este tratado. Ellas son: la<br />

"elección", por la que la voluntad, guiada por la razón, elige un objeto para gozar de él; el<br />

"movimiento" que comprende todas aquellas acciones externas e internas (= deseos) que realiza el

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