Compañera te doy que no sierva... Muchas veces me he preguntado ...

- )Qué puedes necesitar tú que no encuentres aquí?
A ver... tienes de todo, de todo. Además, te tienes que
ir acostumbrando a gastar menos, a mirar más por lo
poco que todavía nos queda.
Inútil era que mi madre tratara de hacerle ver que
hacía todo lo posible, que administraba la casa lo mejor
que sabía, que los niZos crecían y necesitaban ropa y
zapatos nuevos.
- (Los niZos, siempre los niZos! )Es que no puedes
pensar en otra cosa? )Es que no hay nadie más en esta
casa?
En aquella ocasión terminó allí la riZa, o por lo
menos esa pensaba yo. Luego, el tiempo me vino a
demostrar que las peleas entre ellos no terminaban
nunca, ni siquiera en el lecho.
Siempre que recuerdo aquellos aZos me viene a la
mente la imagen de mi madre cada vez más delgada,
sus continuos accidentes caseros, que una vez le
rompían un diente, otra le magullaban la cara, otra le
lastimaban un brazo y debía permanecer con él en
cabestrillo un mes.
- He tropezado con la cuna de la niZa -les decía a
cuantas curiosas la paraban en la calle para interesarse
por sus males-. Me he caído por las escaleras -
contestaba otras veces.
Confieso que durante el primer aZo de constantes
accidentes, no se me ocurrió pensar que mi madre
pudiera estar mintiendo. Nunca me había mentido,
jamás. Era algo que trató de inculcarme desde muy
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