Compañera te doy que no sierva... Muchas veces me he preguntado ...

Por duro que parezca, y reconociendo que la actitud
de mi padre era del todo incivil, debo admitir que tenía
razón en una cosa, en suponer que ella no habría ido al
médico. Nunca, que yo recuerde, iba al médico si no
era para llevarnos a mi hermana o a mí. Nunca acudía
para tratar de poner fin a sus propios males, incluídos
los accidentes caseros que con tanta asiduidad le
ocurrían.
- Un resfriado con medicinas dura una semana -
decía- y sin medicinas, siete días. )Para qué voy a ir al
médico? )Para perder la maZana en la consulta?
Y claro, con razonamientos como aquel, no
podíamos luchar, y allí seguía ella vomitando cuanto
comía y con alguna que otra cicatriz de alguna que otra
herida mal sanada en su cada vez más enjuto cuerpo.
Las peleas entre ellos se hacían cada vez más
frecuentes, unas veces eran durante la comida del
mediodía, otras durante la cena. Unas veces eran
porque no había fruta para el postre, otras porque había
ido sin permiso a este o a aquel otro sitio, a menudo
tenían su origen en el dinero que no llegaba a fin de
mes, a pesar de que mi padre ya llevaba algún tiempo
trabajando de nuevo. De alguna manera se las
arreglaba mi padre para discutir por todo, aunque mi
madre no quisiera e hiciera lo imposible por evitarlo,
admitiendo las más de las veces culpas que
seguramente no tenía.
Una noche de noviembre, fría y lluviosa como casi
todas, mi madre se fue a la cama muy temprano, y se
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