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Compañera te doy que no sierva... Muchas veces me he preguntado ...

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- Sí, hijo -dijo al fin-. Tu padre <strong>me</strong> ha dejado, ya <strong>no</strong><br />

se acuesta en nuestra cama. Ahora prefiere dormir solo,<br />

en el cuarto <strong>que</strong> ocupaba tu <strong>he</strong>rma<strong>no</strong> Anselmo.<br />

Anselmo. El desgraciado de Anselmo. Qué lejos<br />

<strong>que</strong>daba su recuerdo en mi <strong>me</strong>n<strong>te</strong>...<br />

- Prefiere dormir solo, sin <strong>que</strong> nadie le moles<strong>te</strong> -dijo<br />

resignada-. A lo <strong>me</strong>jor quiere estar más cerca de su<br />

hijo, y por eso se ha mudado a su cuarto.<br />

En a<strong>que</strong>lla ocasión estuvo durmiendo solo más de<br />

una semana, al cabo de la cual, según parece, hicieron<br />

las paces y volvieron a compartir lecho. Todo estaba<br />

arreglado, al fin. Se les veía incluso hablar de cosas de<br />

la casa, sin discutir, compartir secretos intrascenden<strong>te</strong>s,<br />

hacer planes... Las riZas habían desaparecido como por<br />

ensalmo, incluso salían a <strong>veces</strong> juntos a pasear o a<br />

visitar a algún familiar o amigo.<br />

Pero la bonanza <strong>no</strong> duró mucho, y volvieron a surgir<br />

conatos de peleas <strong>que</strong>, aun<strong>que</strong> al principio <strong>no</strong> llegaban<br />

a los extremos <strong>que</strong> todos en casa habíamos co<strong>no</strong>cido,<br />

con el paso de los <strong>me</strong>ses acabaron convirtiéndose en<br />

verdaderas batallas campales <strong>que</strong> superaban en<br />

virulencia a todas las an<strong>te</strong>riores. Mi padre reprochaba<br />

a mi madre <strong>que</strong> estuviera en casa sin hacer nada, <strong>que</strong><br />

gastase más de la cuenta, <strong>que</strong> saliera a la calle en<br />

demasía... todo, todo lo <strong>que</strong> hacía estaba mal. A <strong>veces</strong>,<br />

visto en la distancia, <strong>me</strong> pregunto qué puede arrastrar<br />

a un hombre <strong>que</strong> se ha unido libre<strong>me</strong>n<strong>te</strong> a una mujer a<br />

llegar a odiarla de a<strong>que</strong>lla manera. Me cuesta creer <strong>que</strong><br />

la desgracia de Anselmo desencadenase toda la<br />

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