Suplemento Jueves 21 de abril - La Opinión de Zamora

FOTO L. O. Z.
PÁGINAS ESPECIALES
Jueves, 21 de abril de 2011
Misa de San Gregorio, grabado.
primera carta del apóstol San Pedro:
«Cristo padeció por vosotros y os dejó
ejemplo para que sigáis sus pasos. Él,
que no cometió pecado ni en cuya boca
se halló engaño, ultrajado, no replicaba
con injurias, y atormentado, no amenazaba,
sino que lo remitía al que juzga
con justicia». En línea aparte, a modo de
pie y en minúsculas, figuran grabador
(ya mencionado), pintor (Maarten de
Vos) y editor (Joanes Baptista Vrints).
Su escenografía es parca: unas cortinas,
como de un teatrillo, enmarcan las arma
Christi, colocadas a derecha e izquierda
de la figura del Redentor, representado
como varón de dolores, o sea, sentado
sobre el sepulcro abierto, manso, maniatado,
coronado de espinas, con la clámide
a sus pies y una vara verde en las manos
a modo de cetro. En el suelo se ve
un lebrillo y algunas piedras.
A la espalda de Cristo y centradas están
las principales armas que configuran,
como ya se dijo, lo más singular de
esta escena: la cruz con el titulus, las escaleras
que Nicodemo y Arimatea utilizaron
para bajar el cuerpo muerto de Jesús,
la lanza con la que el centurión
—Longinos— taladró su costado, y la
esponja con la que le dieron a beber vinagre.
A su derecha, siguiendo una secuencia
narrativa, vemos las antorchas
que utilizaron los alguaciles del pontífice
cuando prendieron a Jesús en el
Getsemaní, de las que pende una linterna;
detalles no apócrifos, que aparecen
en la narración del evangelista Juan. A
su lado están los bustos de san Pedro y
de la criada del pontífice que le delató.
Debajo está Judas, caracterizado con los
símbolos de su trágico destino: la bolsa,
con las treinta monedas que recibió por
traicionar a Jesús, atada al cuello con la
misma soga con la que se habría de
ahorcar. Inmediato está un puño, para
significar la bofetada que le diese un sayón
cuando compadeció en casa del su-
FOTO L. O. Z.
“
La estampa religiosa, en
tanto que objeto íntimo,
manifiesta la difusión que
alcanzó la devoción a las arma
Christi. Prueba de ello es el
grabado analizado en estas
páginas: Se trata de un
ejemplar pegado en la cubierta
de una ejecutoria de hidalguía
despachada a favor de Juan y
Hernando de la Rúa, vecinos de
Palencia y Alcalá la Real,
respectivamente, que forma
parte del Archivo del Marqués de
Villagodio, actualmente
depositado en el Archivo
Histórico Provincial de Zamora
mo sacerdote. Descendiendo, aparecen
los dados con los que los soldados echaron
a suertes la túnica de Cristo, la espada
de corte sarraceno —cimitarra— con
la que Pedro hirió, cortándole una oreja
a Malco, criado del pontífice, el martillo
y las tenazas con las que le clavaron y
desclavaron de la cruz, respectivamente,
Tabla del Museo Lázaro Galdiano.
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A examen
FOTO L. O. Z.
y el calderillo o botijo en el que empaparon
las esponja con vinagre para darle a
beber, y rechazó, como también refiere
san Juan.
En el lado opuesto aparece la columna
de la flagelación sufrida en el pretorio,
según el modelo de la antigua reliquia
de Jerusalén —lisa y alargada—,
sobre la que campea el gallo, aquel que
cantó tres veces cuando Pedro negó a
Cristo, según le había predicho en la última
cena, y trenzados en ella un haz de
mimbres y un flagelo. En la parte superior
se efigian dos bustos ataviados con
indumentaria oriental, que posiblemente
representen a Herodes, tetrarca de Galilea,
y Pilato, procurador romano de Judea,
que condenó a muerte a Jesús. Bajo
ambos están los bustos de las máximas
autoridades del sanedrín, Anás, y su suegro
Caifás, tocado este último con la mitra
que denota su dignidad: pontífice. Un
último elemento, la mano con el aguamanil
y jarro recuerdan el gesto de Pilato
de lavarse las manos, para manifestar
no tener responsabilidad en la muerte de
Cristo.
Apesar de reunir este grabado uno
de los elencos más completos de las arma
Christi, otros incluyen la túnica sin
costuras que vistió Jesús, el paño con el
que la Verónica enjugó su rostro, la calavera
de Adán, que la tradición suponía
enterrado en el lugar donde crucificaron
a Cristo, y la luna y el sol, que
simbolizan el antiguo y nuevo testamento,
es decir, la sinagoga y la iglesia.