Suplemento Jueves 21 de abril - La Opinión de Zamora

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6 Otra mirada Un paraguas se cuela en el Templo Mayor. Guiños a la final de Copa del Rey entre los hermanos, que no olvidaron la penitencia J. M. S. Sin querer, la final futbolística de la Copa del Rey se dejó sentir ayer en algunos detalles. Como el que muestra la imagen de la derecha, en la que un hermano de la Real Cofradía del Silencio muestra sus dos corazones. Uno, el Cristo de las Injurias en el atuendo, justo antes del Juramento del Silencio. El otro, lo deja entrever: el pañuelo con el escudo del Real Madrid. Siempre hay un hueco para cualquier tipo de sentimiento especial en una tarde de emociones. Eso para los hermanos que están puntualmente en la plaza de la Catedral, ya que siempre hay algún rezagado que intenta integrarse a última hora. Otros, por su parte, no se olvidan de la penitencia, materializada en los pies desnudos que tienen que caminar por el empedrado mojado.Y hablando de agua, un paraguas se coló en el Templo Mayor y, curiosamente, abierto. Dicen que este tipo de gestos dan mala suerte. En el caso de ayer, parece que el mal fario pasó y, aunque rápido, los cofrades pudieron evitar la carrera de terciopelo mojado del pasado año. Ahora, la espera comienza a descontar días para el próximo Miércoles Santo. Un pie desnudo sobre el suelo mojado. FOTO MIGUEL RODRÍGUEZ GÓMEZ Jueves, 21 de abril de 2011 FOTO EMILIO FRAILE Dos corazones Un hermano muestra el escudo del Real Madrid. Un joven cofrade muestra su vela. Un hermano rezagado se integra en la plaza de la Catedral. FOTO MIGUEL RODRÍGUEZ GÓMEZ Semana Santa 2011 FOTO MIGUEL RODRÍGUEZ GÓMEZ FOTO EMILIO FRAILE FOTO MIGUEL RODRÍGUEZ GÓMEZ Jaime Rapado actúa en el inicio del acto.
Procesión FÉLIX GÓMEZ Jefe de paso del Cristo del Amparo Jueves, 21 de abril de 2011 «El momento más emotivo surge cuando cogemos las andas» «La principal dificultad de llevar el Cristo del Amparo reside en la capa, muy incómoda para cargar» J. M. S. Félix Gómez sucedió hace dos décadas a su abuelo Ricardo como jefe de paso del Cristo del Amparo, que cuenta con una plantilla de doce cargadores y un par de suplentes. Personalmente, elige los lugares de mayor recogimiento y menos público como «los de mayor plasticidad» y siente una devoción especial por una imagen que conoce muy de cerca desde niño, cuando «bajaba a la iglesia con mi abuelo y montaba el paso». —¿Se mantiene el grupo de cargadores los últimos veinte años? —Más o menos. Ha habido gente que por la edad, lo ha tenido que ir dejando y ha entrado gente joven. Lo que pasa que al ser ésta una hermandad cerrada, con un número pequeño de gente, es complicado encontrar cargadores. La mayoría de los 150 hermanos tienen cierta edad y no pueden cargar y no es fácil. —¿Cuándo mide, de media, la plantilla? —Varía mucho. Pueden estar entre 1.35 y 1.40 metros de hombro hasta 1.60 o 1.70. —¿Cuáles son las dificultades de llevar el Cristo del Amparo? FOTO JAVIER DE LA FUENTE Félix Gómez, junto al Cristo del Amparo. —La principal dificultad es la capa, un atuendo que pesa mucho y es incómodo de llevar, no es como una túnica normal. Va suelta y es complicado. Los sitios más complicados del recorrido son la salida y la entrada en la iglesia porque el Cristo baja prácticamente hasta el suelo, al igual que el arco del Obispo y de San Ildefonso. —¿Qué momentos considera de mayor plasticidad? —Cualquier calle por la que desfilamos, sobre todo por Trascastillo o cualquiera en las que hay muy poca gente. —¿Cuáles son los más emotivos para los cargadores? —Cuando coges las andas, te acuerdas de gente que estaba entre nosotros. También los de mayor recogimiento del desfile, cuando apenas hay murmullos en la calle. —Las andas y su crujir hacen especial este paso, ¿verdad? —Estas andas son desmontables, todos los banzos se quitan. El crujir de la madera es un poco significativo y típico nuestro, se mueve el Cristo y se va notando que no se ajustan. —¿Tiene preferencia por alguno de los pasos que dirige? —Son diferentes. El Cristo de la Buena Muerte, al ir en plano inclinado, es distinto a los demás. La Soledad es una mesa y la forma de llevarlo es distinta. Cada uno tiene su idiosincrasia. —¿Qué despierta esta imagen en usted? —Es una devoción muy grande, le tengo mucho cariño desde niño. Me acuerdo de bajar con mi abuelo cuando lo montaba y le tengo mucha devoción. Semana Santa 2011 Los hermanos escoltan el Cristo del Amparo. J. M. S. Cita cumplida en el barrio de Olivares. Tras una jornada de debate sobre las imposiciones o no del mal tiempo durante la madrugada del Miércoles Santo, la Hermandad cumplió con la penitencia habitual desde el barrio sentado en la margen derecha del río Duero hasta el interior del casco histórico de la capital, donde la inestable jornada de ayer restó público en varios de los tramos del recorrido. Pasadas las doce de la noche, las puertas de San Claudio de Olivares se abrieron de par en par para enseñar a los zamoranos dos de los estandartes de Las Capas: el pendón y el pequeño Crucificado que guía el desfile intramuros. Las primeras calles de Olivares desde el templo románico fueron, como siempre, las de mayor afluencia 7 FOTO MIGUEL RODRÍGUEZ GÓMEZ Paz en el rostro de muerte serena En una noche desapacible, Las Capas cumplen la promesa de Olivares de fieles, los que cada año se sitúan en esa zona para contemplar el ascenso de los 150 hermanos de las Capas hacía el núcleo histórico de la ciudad. Para ver como los cargadores del Cristo del Amparo descienden las andas prácticamente al suelo de la iglesia para salvar el arco y poder enseñar el rostro de serenidad en la muerte del símbolo del templo. En la quietud de la noche, desapacible por momentos, el nuevo bombardino, Eduardo Vidal, puso una dosis de serenidad, también de tristeza, con la interpretación de las salmodias clásicas del Miércoles Santo. Los faroles recrearon su chirriar, con una música de muerte aderezada con el estruendo de la matraca. Y el último, el Cristo del Amparo, inerte en su cruz arbórea, buscando paz de nuevo en su casa, Olivares.
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