Suplemento Jueves 21 de abril - La Opinión de Zamora

Aliste
Jueves, 21 de abril de 2011
La Bula de 1536 de Paulo III concede los
mismos privilegios a Bercianos que a Roma
El sacerdote Pedro García y Teófanes Egido, ex catedrático de Historia de
la Universidad de Valladolid, logran su transcripción 575 años después
Chany Sebastián
Cofrades y devotos del Santo Entierro
de Cristo en Bercianos el día de
Viernes Santo tienen desde hace casi
cinco siglos las mismas indulgencias
que los cristianos que en tan insigne
festividad peregrinan y visitan las santas
iglesias de Roma. Esta es una de
los principales grandezas históricas y
religiosas descritas en la Bula concedida
a su la Santa Cruz por el Papa
Paulo III en Roma «cerca del Campo
Marcio, en las casas de nuestra morada»
el 7 de enero del año 1536.
El documento fue emitido por
«Francisco por la divina misericordia
presbítero Cardenal en la Santa Iglesia
de Roma, del título de la Sancta
Cruz en Jerusalén. A todas y cuales
quiera personas que estas presentes
letras vieren, leyeren, oyeren, salud
perpetua en el Señor».
La hermandad estaba
compuesta por hombres
y mujeres, disciplinates,
que podían elegir
confesor
Han tenido que pasar 475 años para
que la Bula, guardada a buen recaudo
en la sacristía de la iglesia, haya
sido transcrita al latín y al castellano,
esta semana, por Teófanes Egido
López (Catedrático Jubilado de Historia
Contemporánea de la Universidad
de Valladolid y Cronista Oficial
de la ciudad) y Pedro García González
sacerdote que pronunció el Sermón
del Descendimiento en 2007,
asesorados por Pedro Ortego Gil, Catedrático
de Historia del Derecho de
la Universidad de Santiago de Compostela,
y José Alonso Zamora (Director
del Museo Arqueológico de
Segovia.
El comienzo de la Bula de Bercianos
es claro y conciso, preciso y precioso:
«Señor nuestro Señor Don
Paulo por la divina providencia Papa
tercero, a instancia nuestra, en memoria
de la pasión de Cristo y de su
preciosísima sangre que para redimir
nuestros pecados quiso derramar, a
todos y a cada uno de los cofrades de
la cofradía de disciplinantes o de la
Sancta Cruz, llamados de la Penitencia,
así hombres como mujeres, de
cualquier estado y condición que sean,
quienes el día deViernes Santo de
la semana mayor, procesionan disciplinándose,
y todos los que con cirios
u otras luces a la misma procesión se
asociasen, que estén verdaderamente
arrepentidos y confesados, o que tengan
el propósito de confesarse, se les
concedan todas y cada una de las indulgencias
plenarias y las otras que
están concedidas a quienes el Viernes
Santo devotamente visitaren las igle-
Cofrades de Bercianos en una de sus marchas procesales.
Bula concedida por el Papa Paulo III, en Roma.
sias de la ciudad de Roma o las de extramuros
para ello designadas y las
indulgencias y la remisión de los pecados»
que «Se nos concedió misericordiosamente
de viva voz» del Santo
Padre.
Otra de las ventajas concedidas
por Roma era la de poder elegir cura
para confesarse algo casi imposible
en aquellos tiempos: «Cualquiera de
los antedichos cofrades y asociados
que de esa manera se unen a la procesión
en el día predicho del Viernes
Santo puede elegir el confesor idóneo
secular o de cualquier orden regular
el cual les pueda absolver y relevar de
todas y cuales quiera excomuniones,
suspensiones o entredichos por cualquiera
sentencias eclesiásticas, censuras
y penas de derecho o personales
en cualquier ocasión o por cualquier
causa que hayan aplicadas y
FOTO CH. S.
promulgadas con las cuales a ellos y
a cualquiera de ellos y también por
cualquier autoridad apostólica que
encontrase mientras no diere causa
para la censura o para el entredicho y
que puedan absolverlos de cualquier
modo».
Continua el Papa Paulo III sobre
Bercianos: «Quel tal confesor les
pueda absolver todos y cuales quiera
votos que haya hecho, incluso el de
las peregrinaciones a las basílicas de
SanPedroySanPabloenRomayde
Santiago en Compostela, excepto solamente
los votos de religión y castidad;
así como las transgresiones de
los mandatos de la Iglesia de homicidios
causales o mentales, salvo si voluntariamente
hubiere puesto manos
violentas contra cualquiera persona
eclesiástica, ni tampoco algún obispo
u otros prelados, inferida por cual-
quier irregularidad mental y causal
como quiera que sea».
Las indulgencias eran casi infinitas:
«Todos y cada uno de los pecados
crímenes excesos y delitos incluso
de los graves y enormes, aunque
sean de tal magnitud que se requiera
consultar a la Sede Apostólica [A Su
Santidad] sobre la absolución de
ellos, excepto los contenidos y expresados
en la Bula «In Caena Domini»
que se suele leer en la Cena del
Señor y la bigamia, la cual gane una
vez en la vida y en peligro de muerte,
oídas sus confesiones en el foro de
la conciencia, que pueda absolver
plenamente y puedan por la apostólica
autoridad papal aplicar la remisión
plenaria de todos los pecados cometidos».
La Bula hace mención a aplicaciones
en Tierra Santa: «Y que puedan
valer a los presentes suspensiones, revocaciones
y limitaciones y aunque
sean semejantes o no semejantes de
las que cumplidamente se suelen dar
a favor de la Ciudad Santa de Jerusalén
y de la fábrica de la Basílica del
príncipe de los Apóstoles de Roma,
bajo cualquier tenor en manera que
ninguna bulla de cualquier manera y
forma que sea con cuales quier clausulas
y decretos de nuestro Sumo
Pontífice o de la sedeApostólica, aunque
sean dadas propio motu ahora o
en el tiempo venidero, en ninguna
manera en las dichas clausulas de suspensiones
se comprehendan estas letras,
antes sean privilegiadas y exceptuadas
y tantas veces como aquellas
emanaren. Emanadas tantas veces
luego vuelvan a su estado prístino y
antiguo estado con que ahora salen».
Semana Santa
2011
FOTO CH. S.
21
Zona oeste
El Cardenal
Francisco
■ La Santa Cruzada da
por bueno el jubileo
Chany
Sebastián
Bercianos, su cofrades
y vecinos, así como
los de los pueblos
cercanos han acompañado
en su último viaje a
Cristo, con la sencillez, humildad
y amor al prójimo que les
caracteriza, como si fuera un
paisano más, ese que ha compartido
trabajos y descansos,
alegrías y tristezas, bondades y
penitencias, la verdad y solidaridad
que nacen de la convivencia
y se cultivan con el arado de la
hermandad. Cristianos y disciplinantes,
por devoción que no
es lo mismo que por tradición,
quizás sin darse cuenta que al
subir la empinada cuesta camino
del Calvario se ganaban las mismas
indulgencias que quienes
en Viernes Santo peregrinan a
las santas iglesias de Roma o en
otras fechas a la tumba de Santiago
en Compostela o a las tierras
de las andanzas del hijo de
María y José allá por Jerusalén.
La Bula lo refrenda, era ya en
1536 la Santa Cruz de Bercianos
un hermandad integrada por
hombres y por mujeres, conocida
a la vez como una Confraternidad
de Disciplinantes y de
Penitencia cuyo principal acto
era el Sermón del Descendimiento
y la procesión del Viernes
Santo.
Se trata de un oráculo dado a
viva voz por el santo padre Paulo
III que decretó sus gracias
«para perpetuos y futuros tiempos
que valgan para las estaciones
(visitas a las iglesias) que se
hacen Roma».
La tradición oral ha transmitido
la creencia popular de que la
Bula está emitida por un tal
Francisco, un niño que emigró
del pueblo y llegó a Cardenal.
Este no habría sido otro que
Francisco de Quiñones, (nombrado
en 1527 por Clemente
VII) que fue obispo de Coria
pues aún vivía durante el pontificado
de Paulo III.
La inscripción en el ángulo
inferior izquierdo de la Bula delata
como los Jueces Comisarios
de la Santa Cruzada, el «Ministerio
del Interior de la Iglesia»
daban por bueno el 13 de octubre
de 1622 en Zamora que el
jubileo pertenecía a la cofradía
de Disciplinantes de la Santa
Cruz de la ermita de Bercianos,
ante los cuales se habían presentado
para reclamar como suyos
tales derechos los cofrades del
pueblo.