Suplemento Jueves 21 de abril - La Opinión de Zamora
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12<br />
Semana Santa<br />
2011<br />
En el huerto <strong>de</strong> los Olivos<br />
El Tránsito Cenáculo-<br />
Getsemaní<br />
Terminada la Cena Pascual y hecha<br />
la institución eucarística se cumplieron<br />
los últimos ritos pascuales <strong>de</strong> reiterar<br />
los salmos prescritos, que eran la segunda<br />
parte <strong>de</strong> Jallel en acción <strong>de</strong> gracias<br />
por la liberación <strong>de</strong> Egipto, y salieron<br />
camino <strong>de</strong>l Monte <strong>de</strong> los Olivos.<br />
San Juan omite que se dirigen a Getsemaní,<br />
pero precisa mejor que los sinópticos<br />
que eran un «huerto», y lo sitúa<br />
«al otro lado <strong>de</strong>l torrente Cedrón».<br />
El Cedrón, bien conocido, era un riachuelo<br />
siempre seco excepto en los<br />
momentos <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>s lluvias.<br />
<strong>La</strong> hora en que esto sucedió era ya<br />
avanzada la noche. <strong>La</strong> Cena Pascual<br />
comenzaba algún tiempo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la<br />
puesta <strong>de</strong> sol, ya que por esta época, en<br />
Jerusalén era <strong>de</strong> noche a las seis y<br />
veintitrés. Podría pensarse que esta salida<br />
<strong>de</strong>l Cenáculo fue entre las diez y<br />
las once <strong>de</strong> la noche.<br />
Según la ley, no se <strong>de</strong>bía salir <strong>de</strong> casa<br />
en la noche <strong>de</strong> la Pascua. Pero la interpretación<br />
jurídica que se daba a este pasaje<br />
era que no se podía salir <strong>de</strong> la ciudad<br />
<strong>de</strong> Jerusalén.Y el monte <strong>de</strong> los Olivos<br />
parece que estaba consi<strong>de</strong>rando como<br />
perteneciente al mismo recinto <strong>de</strong> Jerusalén,<br />
máxime el huerto <strong>de</strong> Getsemaní,<br />
que está en la misma falda <strong>de</strong>l monte.<br />
Trugols señala los tres caminos posibles<br />
por los que podía bajarse <strong>de</strong>l Cenáculo<br />
a Getsemaní: el más septentrional<br />
por los atrios <strong>de</strong>l Templo, penetrando<br />
por una <strong>de</strong> las puertas <strong>de</strong>l lado Sur,<br />
por ejemplo, la <strong>de</strong> Hulda, y saliendo<br />
por la <strong>de</strong> oriente.<br />
Una segunda posibilidad era la meridional<br />
bajando por la escalera, conservada<br />
hasta hoy en el santuario <strong>de</strong> In<br />
Gallicantu, que lleva a la piscina <strong>de</strong> Siloé,<br />
y <strong>de</strong> aquí remontando el Cedrón.<br />
<strong>La</strong> tercera y última posibilidad era<br />
tomando el camino <strong>de</strong>l medio entre los<br />
dos citados, que serpenteaba por entre<br />
tortuosas calles que cubrían la colina<br />
<strong>de</strong>l Ofel, no lejos <strong>de</strong>l muro actual <strong>de</strong> la<br />
explanada <strong>de</strong>l Templo y paralelamente<br />
al mismo.<br />
En noche tan concurrida evitaría Jesús<br />
el paso por el Templo escogiendo,<br />
como sitio más solitario, la calle en<br />
gra<strong>de</strong>ría, y por la puerta <strong>de</strong> la Fuente<br />
saldría <strong>de</strong> la ciudad. El torrente Cedrón<br />
lo pasaría Jesús por uno <strong>de</strong> los pequeños<br />
puentes que lo franqueaban.<br />
b) <strong>La</strong> «Agonía» <strong>de</strong> Cristo en<br />
Getsemaní<br />
<strong>La</strong> «agonía» <strong>de</strong> Cristo en Getsemaní<br />
la narran los tres sinópticos. San<br />
Juan solo alu<strong>de</strong> al hecho <strong>de</strong> que Cristo<br />
va a un «huerto» que estaba «al otro<br />
lado <strong>de</strong>l torrente Cedrón», pero al que<br />
solía ir Jesús con sud discípulos.<br />
El único que señala el «sudor <strong>de</strong><br />
sangre» es san Lucas, y esto ha planteado<br />
un serio problema <strong>de</strong> crítica textual<br />
sobre el cual el Concilio <strong>de</strong> Trento<br />
dio una <strong>de</strong>finición dogmática. Tuya<br />
discute el problema con precisión y yo<br />
no <strong>de</strong>seo repetirlo.<br />
A<strong>de</strong>lantemos que en el versículo 43<br />
<strong>de</strong>l capítulo 22 <strong>de</strong> san Lucas, en el que<br />
narra la aparición <strong>de</strong> un ángel que viene<br />
a «confortar» a Cristo en su «agonía»<br />
<strong>de</strong> Getsemaní, y en el versículo<br />
44 <strong>de</strong>l mismo capítulo, en el que se<br />
narra el «sudor <strong>de</strong> sangre», han creado<br />
un fuerte problema crítico: no aparecen<br />
estos versículos en todos los manuscritos.<br />
Insisto en que yo no por <strong>de</strong>seo, como<br />
médico, pasar tangencialmente por<br />
aquellos temas que son —y han sido—<br />
reflexiones en el campo <strong>de</strong> la medicina.<br />
El sudor <strong>de</strong> sangre en la agonía <strong>de</strong> Cristo<br />
tiene una clara connotación médica,<br />
que no es necesario asumirlos bajo la<br />
esfera <strong>de</strong> lo milagroso.<br />
Quizás resultaría más sencillo pasar<br />
a pies juntillas sobre el tema estrictamente<br />
médico, pero esta posición acomodaticia<br />
jamás me <strong>de</strong>jó tranquilo a<br />
<strong>Jueves</strong>, <strong>21</strong> <strong>de</strong> <strong>abril</strong> <strong>de</strong> 2011<br />
■ Razones médicas que explican el fenómeno <strong>de</strong> hematohidrosis o sudor <strong>de</strong> sangre<br />
Antonio López<br />
Alonso<br />
“<br />
Según la ley, no se <strong>de</strong>bía<br />
salir <strong>de</strong> casa en la noche<br />
<strong>de</strong> la Pascua. Pero la<br />
interpretación jurídica que se<br />
daba a este pasaje era que no<br />
se podía salir <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong><br />
Jerusalén. Y el monte <strong>de</strong> los<br />
Olivos parece que estaba<br />
consi<strong>de</strong>rando como<br />
perteneciente al mismo recinto<br />
lo largo <strong>de</strong> mi quehacer científico. Por<br />
eso <strong>de</strong>seo transitar por terrenos que no<br />
<strong>de</strong>sean ser sólo marginales.<br />
Como he afirmado más arriba, la<br />
soledad transmitida en lo que hace referencia<br />
al «sudor <strong>de</strong> sangre», por parte<br />
<strong>de</strong> san Lucas, ha planteado un serio<br />
problema crítico.<br />
Tuya discute este «problema crítico»<br />
en dos apartados:<br />
1. Contra la genuinidad <strong>de</strong> los mismos<br />
versículos está que falta en:<br />
1.a. Los códices nuciales mayúsculos:<br />
B («Có<strong>de</strong>x Vaticanus», siglo IV).<br />
C («Có<strong>de</strong>x Alejandrinus», siglo V).<br />
T («Có<strong>de</strong>x Borgianus», siglo V).<br />
N («Có<strong>de</strong>x Purpureus»).<br />
W («Có<strong>de</strong>x Freer», siglo V-VI).<br />
R («Có<strong>de</strong>x Nitriesis», siglo VI).<br />
1.b. Ningún padre lo rechaza, pero<br />
san Atanasio, san Ambrosio, Ssan Cirilo<br />
A., no tratan esta perícopa en sus<br />
comentarios. Sin embargo, san Ambrosio<br />
no comenta ordinariamente todo<br />
el texto sagrado.<br />
Por otra parte, san Hilario y san Jerónimo<br />
dicen que este pasaje falta en<br />
muchos códices griegos y latinos.<br />
San Hilario en su tratado «De Trinitate»,<br />
escribe: «Ni se ha <strong>de</strong> ignorar<br />
que en muchos códices tanto griegos<br />
como latinos, no se encuentran en el<br />
relato <strong>de</strong>l ángel ni <strong>de</strong>l sudor <strong>de</strong> sangre».<br />
San Jerónimo confirma esto al reconocer<br />
que se encuentra en algunos<br />
códices: «En algunos ejemplares tanto<br />
FOTO L. O. Z:<br />
<strong>La</strong> Oración en el Huerto,<br />
tabla <strong>de</strong> la iglesia <strong>de</strong> San<br />
Martín <strong>de</strong> Pinilla <strong>de</strong> Toro.<br />
griegos como latinos se encuentra que<br />
escribe Lucas: Se le apareció el Ángel…».<br />
2. Por la genuinidad está el que se<br />
halla:<br />
2.a. En todos los <strong>de</strong>más códices<br />
mayúsculos.<br />
2.b. En casi todos los minúsculos.<br />
2.c. En los códices <strong>de</strong> la versión latina<br />
antigua, excepto f., en la siriaca<br />
(excepto syr. sín.), en algunos manuscritos<br />
<strong>de</strong> la versión boalúrica y salúdica,<br />
en muchos códices <strong>de</strong> la versión<br />
armenia, en la Vulgata, etc…<br />
Pero entonces, ¿cómo se explica la<br />
falta <strong>de</strong> los mismos en varios códices?<br />
Se propusieron las siguientes soluciones:<br />
a) Una simple causa fortuita <strong>de</strong><br />
omisión. Pero esta hipótesis, señala<br />
Tuya, es <strong>de</strong>l todo inadmisible, pues es<br />
casi increíble su omisión. Pero <strong>de</strong> haber<br />
sido un hecho, sería <strong>de</strong>l todo imposible<br />
que hubiese tenido una repercusión<br />
tan extensa en la tradición: códices<br />
y Padres. Aparte <strong>de</strong> que se<br />
hubiese reparado fácilmente.<br />
b) El uso litúrgico. Si por razones<br />
<strong>de</strong> acoplamiento <strong>de</strong> las diversas perícopas<br />
a los tiempos litúrgicos se hubiesen<br />
<strong>de</strong>splazado estos versículos<br />
con sus pasajes correspondientes a un<br />
or<strong>de</strong>n inverso <strong>de</strong>l que tuviesen primitivamente,<br />
no justifica esto ni explica<br />
que el cambio <strong>de</strong> or<strong>de</strong>n hubiese hecho<br />
<strong>de</strong>saparecer los versículos <strong>de</strong>l texto.<br />
c) <strong>La</strong> verda<strong>de</strong>ra causa <strong>de</strong> la supresión<br />
<strong>de</strong> estos versículos en algunos<br />
códices, lo mismo que el silencio <strong>de</strong><br />
algunos Padres sobre los mismos, parece<br />
que era <strong>de</strong>bido al abuso que <strong>de</strong><br />
estos versículos hacían diversos herejes<br />
para negar o rebajar la divinidad<br />
<strong>de</strong> Jesús.<br />
Así, san Epifanio, ya <strong>de</strong>cía en su<br />
Ancoratus: «Y también lloró, como se<br />
lee en los ejemplares no corregidos<br />
<strong>de</strong>l Evangelio <strong>de</strong> san Lucas, y cuyo<br />
testimonio, san Irineo, en su libro<br />
Contra haereses, usó para rechazar el<br />
error <strong>de</strong> los que <strong>de</strong>cían que Cristo se<br />
había manifestado en apariencia. Pero<br />
los católicos (ortodoxi), llevados <strong>de</strong><br />
cierto temor, cambiaron aquella voz, y<br />
no entendieron suficientemente el fin<br />
<strong>de</strong> la misma sin su gran importancia».<br />
Otros autores antiguos piensan<br />
también que fue intencionadamente<br />
suprimido.<br />
<strong>La</strong> insistencia <strong>de</strong> los Padres —se<br />
cita solo alguno— en <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r la verdad<br />
<strong>de</strong> la tristeza y su compatibilidad<br />
con ser Dios, lleva a lo mismo. Así,<br />
verbigracia:<br />
—San Ambrosio <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>, frente a<br />
los «apolinaristas» que Cristo tuvo<br />
verda<strong>de</strong>ramente tristeza, pero les hace<br />
ver que este sentimiento no estuvo en<br />
su divinidad, sino en el alma <strong>de</strong> Cristo.<br />
—San Jerónimo insiste en <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r<br />
la verdad <strong>de</strong> la tristeza <strong>de</strong> Cristo, y al<br />
aludir a la oración <strong>de</strong> Getsemaní, dice:<br />
«Sin embargo lo que había rechazado<br />
como hombre, lo acepta como Dios e<br />
Hijo <strong>de</strong> Dios. Con todo, no se haga como<br />
yo quiero, sino como quieras tú».<br />
—San Agustín, <strong>de</strong>fien<strong>de</strong> la verdad<br />
<strong>de</strong> la tristeza <strong>de</strong> Cristo, y aña<strong>de</strong> que si<br />
se niega ésta por ser algo no conveniente,<br />
por lo mismo habría que negar<br />
toda la realidad <strong>de</strong> la humanidad <strong>de</strong><br />
Cristo.<br />
—San Juan Crisóstomo, en la Homilía<br />
83, «In Mathaeum», insiste en<br />
probar que Jesucristo quiso <strong>de</strong>mostrar<br />
la realidad <strong>de</strong> la Encarnación con su<br />
tristeza, con su oración y con el sudor<br />
<strong>de</strong> sangre en Getsemaní.<br />
Estas oscilaciones <strong>de</strong> la tradición<br />
acerca <strong>de</strong> los versículos <strong>de</strong> san Lucas<br />
sobre el sudor <strong>de</strong> sangre <strong>de</strong> Jesús en<br />
Gethesemaní, tuvo, en época posterior,<br />
sus altibajos, hasta ser <strong>de</strong>finidos<br />
como inspirados por el Concilio <strong>de</strong>l<br />
Trento.<br />
En consecuencia, los versículos 43-<br />
44 <strong>de</strong> san Lucas, en los que narra la<br />
aparición <strong>de</strong>l Ángel confortándole y el<br />
sudor <strong>de</strong> sangre, están divinamente<br />
inspirados, y la Iglesia obliga a admitir<br />
<strong>de</strong> fe la inspiración <strong>de</strong> estos versículos<br />
<strong>de</strong> san Lucas.<br />
Una vez sentado lo anterior, la escena<br />
trágica <strong>de</strong> Jesucristo en Getsemaní<br />
sucedió como se expone a continuación.<br />
Una vez terminada la última cena,<br />
salió Jesús con sus discípulos hacia el<br />
«monte <strong>de</strong> los Olivos», lugar <strong>de</strong> aceitunas<br />
o <strong>de</strong> aceite (dalman). Era, pues,<br />
este huerto un sitio en el que había un<br />
lagar para prensar aceitunas y extraer<br />
aceite. El Monte <strong>de</strong> Los Olivos está en<br />
la parte oriental <strong>de</strong> la ciudad; en su base<br />
se encuentra enclavado Getsemaní.<br />
Actualmente este lugar consta <strong>de</strong> dos<br />
partes: un huerto, en el que hay ocho<br />
olivos antiquísimos, <strong>de</strong> varios siglos, y<br />
la basílica levantada por Barluzzi y<br />
terminada en 1924. Posiblemente fuera<br />
este huerto posesión <strong>de</strong> algún discípulo<br />
o amigo <strong>de</strong> Jesús, pues fue a él<br />
«según costumbre».<br />
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