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Poesía uruguaya<br />
Addenda<br />
ALFREDO FRESSIA<br />
Enrique Fierro y Teresa Amy<br />
1. Enrique Fierro<br />
Marcas y señales y La savia duda, dos espléndidos poemarios de Enrique<br />
Fierro (Montevideo, 1942), confirman que si el poeta ha ido fechando sus<br />
libros de poesía en ciclos de dos años o más (en algún caso, de un solo<br />
año), no es con seguridad por un mero afán documental sino por la conciencia de que<br />
cada libro constituye una perspectiva nueva hacia la obra que el poeta construye sobre<br />
la coherencia y la unidad.<br />
La organización rigurosa que Fierro otorga a su obra (extensa, ya que el autor<br />
publica regularmente desde 1964) vuelve cada item (o libro u opus) un territorio<br />
donde el lector reconoce las ondulaciones del idioma que constituye<br />
la verdadera patria de este poeta cuya biografía, ésa sí, se ha dividido<br />
entre Uruguay, México y Estados Unidos.<br />
Efectivamente, Marcas y señales recoge obras del ciclo 1972-<br />
1977, que ya habían sido editadas separadamente, en el orden<br />
siguiente: Calca (del ciclo 1974-1977), Ristra (también de 1974-<br />
1977), Fuera de lugar (de 1973-1975) y Ver para creer, causa perdida,<br />
estaba escrito: para una crítica de la razón poética (de<br />
1972-1973). La edición, de Biblioteca de Marcha, no trae ninguna<br />
información sobre el autor ni informa al lector que se<br />
trata de una reedición de textos ya publicados. El laconismo<br />
del editor, acaso querido por el poeta, autoriza al lector<br />
a leer Marcas y señales como un único libro de poesía, especie<br />
de diario del poeta en aquellos años atormentados.<br />
alforja <strong>45</strong> | verano 2008<br />
Con un detalle: los textos aparecen en el orden contrario al cronológico, lo que también<br />
es un modo de privilegiar la profunda unidad de la palabra poética sobre las contingencias<br />
biográficas. Una de las líneas que atraviesan el libro, por su tema y por sus<br />
imágenes, se construye efectivamente sobre la violencia del descalabro histórico de<br />
aquellos años y la distancia, nunca meramente elegiaca, del ausente: “allá / Montevideo<br />
/ gestos / en el aire: // súbita / de la memoria / noche: // omitamos crepúsculos<br />
/ mediodía / del miedo” (“Lienzo”).<br />
Pero también Marcas y señales presenta los grandes tópicos metafísicos de Fierro,<br />
que incluyen la reflexión sobre la palabra, la que lleva al poeta a una retórica personal,<br />
sólo suya, que surge de la crisis entre el discurso que fluye y la parquedad (de ahí<br />
el exceso de interrogaciones que marca esta poesía), entre la emoción y la voluntad<br />
cerebral de ciertas experiencias (la del poema que puede ser leído a partir del último<br />
verso, especie de palíndromo de la idea).<br />
El lector que no conozca la obra de Fierro tiene en Marcas y señales la ocasión de<br />
tener acceso a un tramo importante de esa carrera poética.Y en todos los casos, la unidad<br />
que el libro suscita otorga a cada parte una lectura nueva y acaso más rica que<br />
la de las ediciones separadas. Así, por ejemplo, el primer poema del libro,“Contrahierba”,<br />
dedicado a Cecilio Peña, funciona aquí como una especie de espléndida introducción<br />
a esta poética que, reflexionando sobre la palabra, se complace en dialogar<br />
con sus creadores, lo que, además, en el caso de Peña, constituye un homenaje a la<br />
altura del inmenso poeta de Desde Eidar.<br />
poesía uruguaya • addenda<br />
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