La lucha contra el pecado - Fundación Gratis Date
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Mística d<strong>el</strong> sentido<br />
<strong>La</strong> purificación pasiva d<strong>el</strong> sentido viene producida<br />
fundamentalmente por la luz de la contemplación infusa,<br />
que comienza a incidir dolorosamente en una persona<br />
aún imperfecta para recibirla; por las penas de la vida –<br />
trabajos, enfermedades, depresiones, desengaños, «tribulaciones<br />
de la carne», esas que San Pablo anunciaba<br />
especialmente a los seglares (1 Cor 7,28)–; y también<br />
por las tentaciones d<strong>el</strong> demonio, que a estas alturas procura<br />
turbar y angustiar <strong>el</strong> alma que va escapando de su<br />
influjo.<br />
Entre los cristianos que viven de verdad su fe «es común<br />
y acaece a muchos» (1 N 8,1), pero son «muy pocos<br />
los que sufren y perseveran en entrar por esta puerta<br />
angosta» (11,4), pues la mayoría se resiste en la vida<br />
espiritual a ir más allá de lo «razonable». Es noche amarga<br />
y terrible (8,2), y su duración es variable: depende de<br />
que haya más o menos imperfección que purificar en las<br />
personas, y también depende d<strong>el</strong> grado de santidad al<br />
cual Dios las destina (14,5). En todo caso, «harto tiempo<br />
su<strong>el</strong>en durar en estas sequedades y tentaciones ordinariamente»<br />
(14,6). En la gente de vida contemplativa<br />
esta gran prueba «comúnmente acaece más en breve<br />
después que comienzan que a los demás» (8,4).<br />
Es como una gran crisis por la que necesariamente<br />
han de pasar aqu<strong>el</strong>los que, perdiendo ya todo resto de<br />
apoyo en sí mismos o en las criaturas –Dios quita estos<br />
apoyos–, van a llegar a la unión con Dios por la mística<br />
d<strong>el</strong> espíritu. «Cuando más claro a su parecer les luce <strong>el</strong><br />
sol de los divinos favores, oscuréc<strong>el</strong>es Dios toda esta<br />
luz, y así, los deja tan a oscuras, que no saben por dónde<br />
ir con <strong>el</strong> sentido de la imaginación y <strong>el</strong> discurso» (1 N<br />
8,3).<br />
Algunas señales indican <strong>el</strong> ingreso en esta noche. 1ª.–El cristiano<br />
«así como no halla gusto ni consu<strong>el</strong>o en las cosas de Dios,<br />
tampoco le halla en ninguna de las cosas creadas» (1 N 9,2). Si en<br />
éstas tuviera consu<strong>el</strong>o y en aquéllas no, sería quizá un estado de<br />
tibieza espiritual; pero <strong>el</strong> disgusto es universal. Nótese en esto que<br />
un disgusto semejante puede venir de neurosis o perturbaciones<br />
psíquicas. No basta, pues, esta señal sola. 2ª.–El cristiano «ordinariamente<br />
trae memoria en Dios con solicitud y cuidado penoso,<br />
pensando que no sirve a Dios, sino que vu<strong>el</strong>ve atrás, como se ve<br />
con aqu<strong>el</strong> sinsabor en las cosas de Dios». No se trata, pues, de<br />
tibieza, que sería sin cuidado de Dios; ni de enfermedad psíquica o<br />
física, pues en ésta «todo se va en disgusto y estrago d<strong>el</strong> natural,<br />
sin estos deseos de servir a Dios que tiene la sequedad purificativa»<br />
(9,3); ni será tentación d<strong>el</strong> demonio, pues éste no inspira solicitud<br />
por Dios. 3ª.–Tercera señal es «<strong>el</strong> no poder ya meditar ni discurrir<br />
en <strong>el</strong> sentido de la imaginación como solía, aunque más haga de su<br />
parte» (1 N 9,8; +2 S 13). Mientras imaginación y discurso son<br />
posibles, no se deben dejar (2 S 13,2), pero llega un momento en<br />
que quedan inertes, por más que <strong>el</strong> cristiano haga de su parte.<br />
Los cristianos en esta situación espiritual sufren mucho y «no<br />
tanto por las sequedades que padecen como por <strong>el</strong> rec<strong>el</strong>o que<br />
tienen de que van perdidos en <strong>el</strong> camino. Se fatigan y procuran<br />
arrimar con algún gusto las potencias a algún objeto de discurso,<br />
pensando <strong>el</strong>los que, cuando no hacen esto y se sienten obrar, no se<br />
hace nada; lo cual hacen no sin harta desgana y repugnancia interior<br />
d<strong>el</strong> alma» (1 N 10,1).<br />
Inmensos bienes trae esta purificación mística y pasiva<br />
d<strong>el</strong> sentido (1 N 12-13). El cristiano se hace mucho<br />
más humilde y comprende mejor la exc<strong>el</strong>encia inefable<br />
de Dios. Se hace más suave con Dios, consigo mismo y<br />
con <strong>el</strong> prójimo. Aprende a obedecer, ya que se ve tan<br />
perdido, y se acuerda más de Dios. Como ya no tiene<br />
modo de cebarse en gustos sensibles, ni en lo natural ni<br />
en las cosas de Dios, aprende a moverse no por gustos,<br />
sino por pura fe y caridad –incluso ya ni sabe lo que le<br />
Rivera - Iraburu – Síntesis de espiritualidad católica<br />
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agrada o le desagrada–. Va venciendo la pereza, va saliendo<br />
de ser niño que se mueve por <strong>el</strong> gusto. Le invade<br />
en este desierto una extraña paz inalterable, y logra ahora<br />
aqu<strong>el</strong>la «libertad de espíritu, en la que se van granjeando<br />
los doce frutos d<strong>el</strong> Espíritu Santo» (13,11).<br />
Algunos consejos pueden ayudar a quienes, muchas<br />
veces sin guías idóneos, han de sufrir esta oscura noche,<br />
amarga y desconcertante. 1.–«Paciencia, no teniendo<br />
pena; confíen en Dios, que no deja a los que con sencillo<br />
y recto corazón le buscan, ni les dejará de dar lo necesario<br />
para <strong>el</strong> camino» (1 N 10,3). 2.–«No se den nada por<br />
<strong>el</strong> discurso y meditación [ni en la oración ni en la vida<br />
ordinaria], pues ya no es tiempo de eso, sino que dejen<br />
estar <strong>el</strong> alma en sosiego y quietud, aunque les parezca<br />
claro que no hacen nada y que pierden <strong>el</strong> tiempo, que<br />
harto harán en tener paciencia en perseverar en la oración<br />
sin hacer <strong>el</strong>los nada» (10,4).<br />
Mística d<strong>el</strong> espíritu<br />
<strong>La</strong> santificación pasiva d<strong>el</strong> espíritu es necesaria para<br />
la consumación de la obra de la gracia, pues «la purificación<br />
[pasiva] d<strong>el</strong> sentido sólo es puerta y principio para<br />
la d<strong>el</strong> espíritu; más sirve para acomodar <strong>el</strong> sentido al<br />
espíritu que para unir <strong>el</strong> espíritu con Dios» (2 N 2,1). Sin<br />
la vida mística d<strong>el</strong> espíritu ni siquiera <strong>el</strong> sentido queda<br />
totalmente purificado, «porque todas las imperfecciones<br />
y desórdenes de la parte sensitiva tiene su fuerza y raíz<br />
en <strong>el</strong> espíritu, donde se sujetan todos los hábitos buenos<br />
y malos. De donde en esta noche (pasiva d<strong>el</strong> espíritu) se<br />
purifican entrambas partes», sentido y espíritu (3,1-2).<br />
Hecha ya la purificación pasiva d<strong>el</strong> sentido, «su<strong>el</strong>e pasar harto<br />
tiempo y años, en que, salida <strong>el</strong> alma d<strong>el</strong> estado de principiantes, se<br />
ejercita en <strong>el</strong> de los aprovechados: en <strong>el</strong> cual, así como <strong>el</strong> que salido<br />
de una estrecha cárc<strong>el</strong>, anda en las cosas de Dios con mucha más<br />
anchura y satisfacción d<strong>el</strong> alma. Aunque, como no está bien hecha<br />
la purificación d<strong>el</strong> alma –porque le falta la principal parte, que es la<br />
d<strong>el</strong> espíritu–, nunca le faltan a veces algunas necesidades, sequedades,<br />
tinieblas y aprietos, a veces mucho más intensos que los pasados,<br />
que son como presagios y mensajeros de la noche venidera d<strong>el</strong><br />
espíritu; aunque no son éstos durables, como será la noche que<br />
espera» (2 N 1,1).<br />
El cristiano sufre mucho en «esta tempestuosa y horrenda<br />
noche» pasiva d<strong>el</strong> espíritu (2 N 7,3). «Siéntese <strong>el</strong><br />
alma tan impura y miserable, que le parece estar Dios<br />
<strong>contra</strong> <strong>el</strong>la, y que <strong>el</strong>la está hecha <strong>contra</strong>ria a Dios» (5,5).<br />
Es un «sentirse sin Dios, y castigada y arrojada e indigna<br />
de él, y que está enojado» (6,2). «En esto humilla Dios<br />
mucho al alma para ensal-zarla mucho después, y, si él<br />
no ordenase que estos sentimientos, cuando se avivan en<br />
<strong>el</strong> alma, se adormeciesen pronto, moriría muy en breves<br />
días. Mas son inter-polados los ratos en que se siente su<br />
íntima viveza, la cual se siente tan a lo vivo, que le parece<br />
al alma que ve abierto <strong>el</strong> infierno y la perdición» (6,6).<br />
«No halla consu<strong>el</strong>o ni arrimo en ninguna doctrina ni maestro;<br />
puede <strong>el</strong> alma tan poco en este puesto, como <strong>el</strong> que<br />
tienen aprisionado en una oscura mazmorra atado de pies<br />
y manos» (7,3). Y si esta purificación «ha de ser algo de<br />
veras, dura algunos años, puesto que en estos medios<br />
hay interpolaciones de alivios, en que por dispensación<br />
de Dios, dejando esta contemplación oscura de embestir<br />
en forma y modo purificativo, embiste iluminativa y amorosamente»<br />
(7,4).<br />
Inmensos bienes trae consigo la mística d<strong>el</strong> espíritu: <strong>La</strong> abnegación<br />
total de la persona: «desasida de lo exterior, desposesionada de<br />
lo interior, desapropiada de las cosas de Dios, ni lo próspero la<br />
detiene ni lo adverso la impide» (Dichos 124). <strong>La</strong> lucidez espiritual:<br />
«En esta oscura luz espiritual de que está embestida <strong>el</strong> alma, cuando<br />
tiene en qué reverberar, esto es, cuando se ofrece alguna cosa que<br />
entender espiritual y de perfección o de imperfección –por mínimo