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La doncella de hielo La doncella de hielo

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CAPÍTULO 6<br />

Cora se pesó en una báscula <strong>de</strong> un drugstore, en la calle 10 Este. ¡Pesaba cincuenta<br />

kilos! ¡Espantoso! ¡Había ganado un kilo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> septiembre! Harriet le advirtió sobre el tema:<br />

era nocivo atiborrarse y nutrirse al margen <strong>de</strong> la sangre, sobre todo si se trataba <strong>de</strong> alcohol.<br />

Muchas “criaturas” sentían ansias <strong>de</strong>smedidas y la avi<strong>de</strong>z por el jugo arruinaba su salud y la<br />

línea. Demasiados tragos entre las succiones, como ella <strong>de</strong>cía. Cora suspiró. Tendría que<br />

empezar a ponerse a dieta y a racionar los martinis. ¡Un fastidio más!.<br />

Dejó que un marinero la abordase en la calle <strong>La</strong>fayette. Fueron a ver una película porno<br />

y mientras la sobaba en la oscuridad, ella le mordió con firmeza. Pero se sentía malhumorada<br />

y picajosa, y a causa <strong>de</strong> ello sorbió un poquito más <strong>de</strong> lo que <strong>de</strong>bía. Lo <strong>de</strong>jó allí <strong>de</strong>splomado<br />

en el asiento, gimiendo. Sólo eran las ocho y media.<br />

Caminó por la calle 11 Oeste viendo escaparates y matando el tiempo mientras pensaba<br />

en su primera víctima. Había sido una noche estrellada <strong>de</strong> primavera, lejos <strong>de</strong> la escuela.<br />

Ambos lucían disfraces, trajes <strong>de</strong> hombre y máscaras, caretas <strong>de</strong> Halloween, cuya parte<br />

inferior estaba cortada <strong>de</strong> forma que apareciesen sus insaciables bocas.<br />

Cruzaron el río Charles en una canoa, remando en silencio, dos carontes, que reían<br />

apaciblemente en busca <strong>de</strong> almas que robar. Aún podía oír a Harriet cantando suavemente en<br />

su oído; escuchaba la canción, el chapoteo <strong>de</strong>l agua y el reloj <strong>de</strong>l campanario que daba el<br />

toque <strong>de</strong> medianoche en la al<strong>de</strong>a aletargada.<br />

Rema, rema, rema en tu bote<br />

Suavemente corriente abajo<br />

Alegre, alegre, alegre<br />

¡<strong>La</strong> vida no es más que un sueño!<br />

Luego vieron a la chica andando por el blanco camino, apresurándose probablemente<br />

por ir al encuentro <strong>de</strong> algún zagal en un establo. Cora la siguió lentamente, <strong>de</strong>slizándose justo<br />

a sus espaldas, pisando en el aire, ligera y dotada <strong>de</strong> alas con el arrebato <strong>de</strong> la caza. Y cuando<br />

la muchacha se dio la vuelta y vio aquella cosa horripilante que se abalanzaba sobre ella, se<br />

puso a gritar. ¡Ah, qué chillido! ¡Wagneriano! ¡Cora lo distinguía entre sus recuerdos como<br />

algo conmovedor, un crescendo <strong>de</strong> trompetas y címbalos, que la empapaban con su dulzura.<br />

Se apo<strong>de</strong>ró <strong>de</strong> la muchacha y la arrojó a la fría hierba; <strong>de</strong>sgarró el vestido y <strong>de</strong>voró sus<br />

hombros y pecho. No sabía cómo iba a enfrentarse a aquello, pero hasta su propia torpeza<br />

resultó sublime; le hizo incluso sentir punzadas <strong>de</strong> placer.<br />

Acto seguido, Harriet surgió <strong>de</strong> la luz <strong>de</strong> las estrellas como un espectro y tomó su<br />

cabeza entre las manos <strong>de</strong>licadamente, dirigiendo sus dientes ansiosos a la garganta <strong>de</strong> la<br />

<strong>doncella</strong>...<br />

Escribió en Narraciones sobrenaturales un relato sobre aquello, que tituló <strong>La</strong>s ninfas<br />

<strong>de</strong>l río.<br />

Compró un periódico y caminó por la avenida Grant, mirando anonadada fijamente la<br />

primera página.<br />

¡MURCIELAGOS!, <strong>de</strong>cía el titular.<br />

Entró en el Columpio. Aquel largo bar, semioscurecido en forma <strong>de</strong> media luna, y el<br />

círculo <strong>de</strong> mesas alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong>l piano se hallaba <strong>de</strong>sierto. Sally, la camarera, estaba leyendo un<br />

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