EL ARTE DE SER FELIZ Ignacio Larrañaga - OpenDrive
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<strong>Ignacio</strong> <strong>Larrañaga</strong> <strong>EL</strong> <strong>ARTE</strong> <strong>DE</strong> <strong>SER</strong> F<strong>EL</strong>IZ<br />
Aplica esta reflexión a tu vida familiar y verás que aquella terrible<br />
emergencia del mes pasado ya es un hecho olvidado. Y el susto que hoy<br />
tanto te espanta, un mes más tarde será un simple recuerdo.<br />
Despierta, pues, hermano mío, una y otra vez, y, relativizando,<br />
elimina la mayor cantidad de sufrimiento posible. Sentado frente el<br />
televisor vibras o te deprimes por los avatares políticos, los torneos<br />
atléticos; sufres y gozas por los vaivenes de tus negocios, ante la marcha de<br />
la vida familiar, mientras tus estados de ánimo suben y bajan como si en<br />
cada momento te jugaras tu destino eterno. Pero, ya lo ves, todo es tan<br />
efímero como el rocío de la mañana. ¿Porqué angustiarse tanto? Todo es<br />
tan inconsistente como la caña de bambú, tornadizo como la rosa de los<br />
vientos, pasajero como las aves, como las nubes... ¿Porqué sufrir tanto?<br />
En la historia todo aparece, resplandece y desaparece, todo nace y<br />
todo muere, viene y se va. Es la ley de la contingencia.<br />
Estamos en el último año del siglo veinte, un siglo que arrastra<br />
consigo una gigantesca carga de sangre, fuego, destrucción, pasión,<br />
ambiciones, lágrimas, gritos, muerte, guerras de millones de muertos,<br />
millones de mutilados, pueblos arrasados, ciudades incendiadas... Y con el<br />
siglo se acaba también el milenio. ¡Dios mío, qué vibración sideral en estos<br />
mil años! ¡Cuántos mundos que emergieron y se sumergieron! Muy pronto<br />
la noche todo lo cubrirá con su silencio y a todo se sumergirá en el oscuro<br />
seno de lo que ya pasó, el océano de lo contingente y de lo transitorio.<br />
Nos ilusionamos, quisiéramos retener los momentos agradables,<br />
eternizar los sucesos brillantes, pero estamos comprobando que todo se nos<br />
va y desvanece. Aquí no queda nada.<br />
Despierta, pues, hermano mío, una y otra vez, y en cada disgusto y<br />
preocupación toma conciencia de la relatividad de todo lo que te sucede y,<br />
así, ahorrarás energía para elevarte por encima de las emergencias<br />
atemorizantes e instalarte en el fondo inmutable de tu presencia, del<br />
autocontrol y de la serenidad.<br />
Y, desde esta posición, podrás balancear el peso doloroso de la<br />
existencia, las ligaduras del tiempo y el espacio, la amenaza de la muerte y<br />
los impactos que te vienen desde fuera o desde dentro. Y cuando esto<br />
sucede, el mundo se llenará de armonía y de alegría, y tus hermanos mismos<br />
se contagiarán de tu liberación.<br />
Despertar es salvarse Éste es el primer acto de liberación,<br />
despertar.<br />
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