EL ARTE DE SER FELIZ Ignacio Larrañaga - OpenDrive
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<strong>Ignacio</strong> <strong>Larrañaga</strong> <strong>EL</strong> <strong>ARTE</strong> <strong>DE</strong> <strong>SER</strong> F<strong>EL</strong>IZ<br />
inhibiciones, emulaciones, impulsos protagónicos, resentimientos...<br />
infinitas causalidades y complejidades por las cuales somos asaetados de<br />
mil formas y maneras, día y noche.<br />
Tú actúas delante de quince personas, y las quince personas tienen<br />
quince reacciones diferentes frente a tu actuación. Para algunos asistentes<br />
tu actuación fue magnífica; para otros una mediocridad; para otros una<br />
miseria. ¿Cómo puede ser una cosa de quince maneras?<br />
El problema no está en ti, está en ellos, pero ni ellos son concientes<br />
de su problema. A veces es un simple "me cae mal". Otras veces tu<br />
presencia les recuerda, sin darse cuenta, a otro tipo antipático y, por<br />
asociación, te transfieren a ti aquella antipatía que sienten contra aquél.<br />
Puede suceder también que ellos tengan sus cuadros de valores y, según la<br />
mentalidad que perciban de ti, pueden sentirse amenazados en sus intereses<br />
y reaccionen contra ti: "mecanismos de defensa". Son factores<br />
temperamentales e historias personales que, a modo de mecanismos,<br />
condicionan su actitud emocional respecto a ti. Frecuentemente los<br />
"enfermos" son los otros.<br />
En el trabajo, en la oficina, en los grupos humanos, en las<br />
comunidades, en las luchas políticas y sindicales, en el mundo de los<br />
artistas, científicos y profesionales, la envidia es la hierba más amarga y<br />
frondosa en las relaciones humanas. Probablemente la envidia es la causa<br />
principal por la que más sufre la gente.<br />
Lo que pasa es que ella se disfraza como la víbora bajo la fronda de<br />
las razones y explicaciones. Pero no son razones sino pretextos;<br />
racionalización. Nunca ataca de frente porque, en la sociedad, decir de un<br />
sujeto que es un tipo envidioso equivale a decir que es un personaje abyecto<br />
y despreciable. Por eso, la envidia se ampara bajo las "razones" y se<br />
encubre tras las explicaciones.<br />
La gente sufre mucho por la envidia pero nadie se da cuenta de su<br />
presencia, porque ella casi siempre consigue disfrazarse.<br />
Para otras personas el lugar de trabajo es un sitio de tortura.<br />
De pronto se trata de un jefe inseguro y, por eso mismo, arbitrario.<br />
Otras veces se trata de compañeros resentidos y acomplejados cuya<br />
única satisfacción es herir y molestar; o de compañeros ambiciosos que<br />
pretenden escalar puestos a costa de tus posiciones.<br />
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