12.05.2013 Views

Relato de un naufrago.pdf

Relato de un naufrago.pdf

Relato de un naufrago.pdf

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Le dije que no. Pero le manifesté mis temores. Rengifo, que, como he dicho, era ingeniero,<br />

muy estudioso y buen marino, me hizo entonces <strong>un</strong>a exposición <strong>de</strong> los motivos por los<br />

cuales no había el menor peligro <strong>de</strong> que al "Caldas" le ocurriera <strong>un</strong> acci<strong>de</strong>nte en el Caribe.<br />

"Es <strong>un</strong> barco lobo", me dijo. Y me recordó que durante la guerra, en esas mismas aguas, el<br />

<strong>de</strong>structor colombiano había h<strong>un</strong>dido <strong>un</strong> submarino alemán.<br />

"Es <strong>un</strong> buque seguro", <strong>de</strong>cía Luis Rengífo. Y yo, acostado en mi litera, sin po<strong>de</strong>r dormir a<br />

causa <strong>de</strong> los movimientos <strong>de</strong> la nave, me sentía seguro con sus palabras. Pero el viento era<br />

cada vez más fuerte a babor, y yo me imaginaba cómo estaría el---Caldas" en medio <strong>de</strong><br />

aquel tremendo oleaje. En ese momento me acordé <strong>de</strong> "El Motín <strong>de</strong>l Caine".<br />

A pesar <strong>de</strong> que el tiempo no varió durante todo el día, la navegación era normal. Cuando<br />

prestaba la guardia me puse a hacer proyectos para cuando llegara a Cartagena. Le<br />

escribiría a Mary. Pensaba escribirle dos veces por semana, pues n<strong>un</strong>ca he sido perezoso<br />

para escribir. Des<strong>de</strong> cuando ingresé en la marina, le he escrito todas las semanas a mi<br />

familia <strong>de</strong> Bogotá. Les he escrito a mis amigos <strong>de</strong>l barrio Olaya cartas frecuentes y largas.<br />

De manera que le escribiría a Mary, pensé, y saqué en horas la cuenta <strong>de</strong>l tiempo que nos<br />

faltaba para llegar a Cartagena: nos faltaban exactamente 24 horas. Aquella era mi<br />

penúltima guardia.<br />

Ramón Herrera me ayudó a arrastrar al cabo Miguel Ortega hacia su litera. Estaba cada vez<br />

peor. Des<strong>de</strong> cuando salimos <strong>de</strong> Mobile, tres días antes, no había probado alimentos. Casi no<br />

podía hablar y tenía el rostro ver<strong>de</strong> y <strong>de</strong>scompuesto.<br />

Empieza el baile<br />

El baile empezó a las diez <strong>de</strong> la noche. Durante todo el día el "Caldas" se había movido,<br />

pero no tanto como en esa noche <strong>de</strong>l 27 <strong>de</strong> febrero en que yo, <strong>de</strong>svelado en mi litera,<br />

pensaba con pavor en la gente que estaba <strong>de</strong> guardia en cubierta. Yo sabía que ning<strong>un</strong>o <strong>de</strong><br />

los marineros que estaban allí, en sus literas, había podido conciliar el sueño. Un poco antes<br />

<strong>de</strong> las doce le dije a Luis Rengifo, mi vecino <strong>de</strong> abajo:<br />

-¿Todavía no te has mareado?<br />

Como lo había supuesto, Luis Rengifo tampoco podía dormir. Pero a pesar dél movimiento<br />

<strong>de</strong>l barco, no había perdido el buen humor. Dijo:<br />

-Ya te dije que el día que yo me maree, ese día se marea el mar.<br />

Era <strong>un</strong>a frase que repetía con frecuencia. Pero esa noche casi no tuvo tiempo <strong>de</strong> terminarla.<br />

He dicho que sentía inquietud. He dicho que sentía algo muy parecido al miedo. Pero no me<br />

cabe la menor duda <strong>de</strong> lo que sentí a la media noche <strong>de</strong>l 27, cuando a través <strong>de</strong> los<br />

altoparlantes se dio <strong>un</strong>a or<strong>de</strong>n general:<br />

"Todo el personal pasarse al lado <strong>de</strong> babor".. Yo sabía lo que significaba esa or<strong>de</strong>n. El<br />

barco estaba escorando peligrosamente a estribor y se trataba <strong>de</strong> equilibrarlo con nuestro<br />

peso. Por primera vez, en dos años <strong>de</strong> navegación, tuve <strong>un</strong> verda<strong>de</strong>ro miedo <strong>de</strong>¡ mar. El<br />

viento silbaba, allá arriba, don<strong>de</strong> el personal <strong>de</strong> cubierta <strong>de</strong>bía estar empapado y tiritando.<br />

Tan pronto como oí la or<strong>de</strong>n salté <strong>de</strong> la tarima. Con mucha calma, Luis Rengifo se puso en<br />

pie y se fue a <strong>un</strong>a <strong>de</strong> las tarimas <strong>de</strong> babor, que estaban <strong>de</strong>socupadas, porque pertenecían al<br />

personal <strong>de</strong> guardia. Agarrándome a las otras literas, traté <strong>de</strong> caminar, pero en ese instante<br />

me acordé <strong>de</strong> Miguel Ortega.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!