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mar. Con mucha lentitud, trabajosamente, el <strong>de</strong>structor recobró su posición normal. En la<br />
guardia, Luis Rengifo estaba lívido. Dijo, nerviosamente:<br />
-¡Qué vaina! Este buque se está yendo y no quiere volver.<br />
Era la primera vez que veía nervioso a Luis Rengifo. J<strong>un</strong>to a mí, Ramón Herrera, pensativo,<br />
enteramente mojado, permanecía silencioso. Hubo <strong>un</strong> instante <strong>de</strong> silencio total. Luego,<br />
Ramón Herrera dijo:<br />
-A la hora que man<strong>de</strong>n cortar cabos para que la carga se vaya al agua, yo soy el primero en<br />
cortar.<br />
Eran las once y cincuenta minutos.<br />
Yo también pensaba que <strong>de</strong> <strong>un</strong> momento a otro or<strong>de</strong>narían cortar las amarras <strong>de</strong> la carga.<br />
Es lo que se llama "zafarrancho <strong>de</strong> aligeramiento". Radios, neveras y estufas habrían caído<br />
al agua tan pronto como hubieran dado la or<strong>de</strong>n. Pensé que en ese caso tendría que bajar al<br />
dormitorio, pues en la popa estábamos seguros porque habíamos logrado asegurarnos entre<br />
las neveras y las estufas. Sin ellas nos habría arrastrado la ola.<br />
El buque seguía <strong>de</strong>fendiéndose <strong>de</strong>l oleaje, pero cada vez escoraba más. Ramón Herrera<br />
rodó <strong>un</strong>a carpa y se cubrió con ella. Una nueva ola, más gran<strong>de</strong> que la anterior, volvió a<br />
reventar sobre nosotros, que ya estábamos protegidos por la carpa. Me sujeté la cabeza con<br />
las manos, mientras pasaba la ola, y medio minuto <strong>de</strong>spués carraspearon los altavoces.<br />
"Van a dar la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> cortar la carga", pensé. Pero la or<strong>de</strong>n fue otra, dada con <strong>un</strong>a voz<br />
segura y reposada: "-Personal que transita en cubierta, usar salvavidas".<br />
Calmadamente, Luis Rengifo sostuvo con <strong>un</strong>a mano los auriculares y se puso el salvavidas<br />
con la otra. Como <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> cada ola gran<strong>de</strong>, yo sentía primero <strong>un</strong> gran vacío y <strong>de</strong>spués<br />
<strong>un</strong> prof<strong>un</strong>do silencio. Vi a Luis Rengifo que, con el salvavidas puesto, volvió a colocarse<br />
los auriculares. Entonces cerré los ojos y oí perfectamente el tic-tac <strong>de</strong> mi reloj.<br />
Escuché el reloj durante <strong>un</strong> minuto, aproximadamente. Ramón Herrera no se movía.<br />
Calculé que <strong>de</strong>bla faltar <strong>un</strong> cuarto para las doce. Dos horas para llegar a Cartagena. El<br />
buque pareció suspendido en el aire <strong>un</strong> seg<strong>un</strong>do. Saqué la mano para mirar la hora, pero en<br />
ese instante no vi el brazo, ni la mano, ni el reloj. No vi la ola. Sentí que la nave se iba <strong>de</strong>l<br />
todo y que la carga en que me apoyaba se estaba rodando. Me puse en pie, en <strong>un</strong>a fracción<br />
<strong>de</strong> seg<strong>un</strong>do, y el agua me llegaba al cuello. Con los ojos <strong>de</strong>sorbitados, ver<strong>de</strong> y silencioso, vi<br />
a Luis Rengifo que trataba <strong>de</strong> sobresalir, sosteniendo los auriculares en alto. Entonces el<br />
agua me cubrió por completo y empecé a nadar hacia arriba.<br />
Tratando <strong>de</strong> salir a flote, nadé hacía arriba por espacio <strong>de</strong> <strong>un</strong>o, dos, tres seg<strong>un</strong>dos. Seguí<br />
nadando hacia arriba. Me faltaba aire. Me asfixiaba. Traté <strong>de</strong> amarrarme a la carga, pero ya<br />
la carga no estaba allí. Ya no había nada alre<strong>de</strong>dor. Cuando salí a flote no vi en torno mío<br />
nada distinto <strong>de</strong>l mar. Un seg<strong>un</strong>do <strong>de</strong>spués, como a cien metros <strong>de</strong> distancia, el buque<br />
surgió <strong>de</strong> entre las olas, chorreando agua por todos lados, como <strong>un</strong> submarino. Sólo<br />
entonces me di cuenta <strong>de</strong> que había caído al agua.