You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
X<br />
Perdidas las esperanzas hasta la muerte<br />
No tuve necesidad <strong>de</strong> forzarme para dormir durante mi octava noche en el mar. La vieja<br />
gaviota se posó en la borda <strong>de</strong>s<strong>de</strong> ¡as nueve, y no se separó <strong>de</strong> la balsa en toda la noche. Yo<br />
estaba recostado en el único remo que me quedaba: el pedazo <strong>de</strong>strozado por el tiburón. La<br />
noche era tranquila y la balsa avanzaba en línea recta hacia <strong>un</strong> p<strong>un</strong>to <strong>de</strong>terminado. "¿A<br />
dón<strong>de</strong> llegaría?", me preg<strong>un</strong>taba, convencido por los indicios <strong>de</strong>l color <strong>de</strong>l agua y la vieja<br />
gaviota- <strong>de</strong> que al día siguiente estaría en tierra firme. No tenía la menor i<strong>de</strong>a <strong>de</strong>¡ lugar<br />
hacia don<strong>de</strong> se dirigía la balsa impulsada por la brisa.<br />
No estaba seguro <strong>de</strong> que el bote hubiera conservado la dirección inicial. Sí había seguido el<br />
rumbo <strong>de</strong> los aviones era probable que llegara a Colombia. Pero sin <strong>un</strong>a brújula era<br />
imposible saberlo. De haber estado viajando hacia el sur, en línea recta, llegaría sin duda a<br />
las costas colombianas <strong>de</strong>l Caribe. Pero también era posible que hubiera estado viajando<br />
hacía el norte. En ese caso no tenía la menor i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> mi posición.<br />
Antes <strong>de</strong> la media noche, cuando caía vencido por el sueño, la vieja gaviota se acercó a<br />
picotearme la cabeza. No me hacía daño. Me picoteaba suavemente, sin maltratarme el<br />
cuero cabelludo. Parecía como si estuviera acariciándome. Me acordé <strong>de</strong>l jefe <strong>de</strong> armas <strong>de</strong>l<br />
<strong>de</strong>structor, el que me dijo que era <strong>un</strong>a indignidad <strong>de</strong> <strong>un</strong> marino dar muerte a <strong>un</strong>a gaviota, y<br />
sentí remordimiento por la pequeña gaviota que maté inútilmente.<br />
Escruté el horizonte hasta la madrugada. Esa noche no hubo frío. Pero no pu<strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrir<br />
ning<strong>un</strong>a luz. No había señales <strong>de</strong> la costa. La balsa se <strong>de</strong>slizaba por <strong>un</strong> mar claro y<br />
tranquilo, pero no había en torno a mí <strong>un</strong>a luz diferente a la <strong>de</strong> las estrellas. Cuando<br />
permanecí perfectamente quieto la gaviota parecía dormir. Bajaba la cabeza, parado en la<br />
borda, y permanecía ella también inmóvil durante largo tiempo. Pero tan pronto como Yo<br />
me movía daba <strong>un</strong> salto y se ponía a picotearme la cabeza.<br />
En la madrugada cambié <strong>de</strong> posición. Dejé a la gaviota <strong>de</strong>l lado <strong>de</strong> los pies. La sentí<br />
picotearme los zapatos. Luego la sentí acercarse por la borda. Permanecí inmóvil. La<br />
gaviota se quedó completamente inmóvil.. Luego se posó j<strong>un</strong>to a mi cabeza, también<br />
inmóvil. Pero tan pronto como moví la cabeza empezó a picotearme el cabello, casi con<br />
ternura. Aquello se volvía <strong>un</strong> juego. Cambié varias veces <strong>de</strong> posición. Y varias veces la<br />
gaviota se movió al lado <strong>de</strong> mi cabeza. Ya al amanecer, sin necesidad <strong>de</strong> proce<strong>de</strong>r con<br />
cautela, extendí la mano y la agarré por el cuello.<br />
No pensé en darle muerte. La experiencia <strong>de</strong> la otra gaviota me indicaba que sería <strong>un</strong><br />
sacrificio inútil. Tenía hambre, pero no pensaba saciarla en aquel animal amigo, que me<br />
había acompañado durante toda la noche, sin hacerme daño. Cuando la agarré extendió las<br />
alas, se sacudió bruscamente y trató <strong>de</strong> liberarse. En <strong>un</strong> instante le crucé las alas por encima<br />
<strong>de</strong>l cuello, para prívarla <strong>de</strong> su movilidad. Entonces levantó la cabeza y a las primeras horas<br />
<strong>de</strong>l día vi sus ojos, transparentes y asustados. A<strong>un</strong>que en algún momento hubiera pensado<br />
en <strong>de</strong>scuartizarla, al ver sus enormes ojos tristes hubiera <strong>de</strong>sistido <strong>de</strong> mi propósito.