Formato PDF - Casa de la Danza

DANZA EN ESCENA
Todavía no sabía caminar. Gateaba por el reluciente y cálido
suelo de madera donde mi madre impartía clases de
Gimnasia Consciente y Expresión Corporal. Cuando crecí un
poco más y ya sabía caminar me gustaba esa sala diáfana
sin muebles ni objetos, apenas un instrumento de percusión
y una foto de una persona en movimiento que invitaban a
moverse. Cuando por fin se llenaba de personas que, guiadas
por la voz de mi madre comenzaban a realizar movimientos
casi felinos en un silencio sepulcral me contagiaba
una misteriosa sensación de intimidad. Luego, mi madre,
con su voz hacía que estas personas comenzaran a comunicarse
entre ellas, y desde aquella profunda intimidad surgía
un nuevo ambiente, como una expansión o una manifestación
ancestral. Era el lenguaje del cuerpo y del movimiento
mi lengua materna.
Desde que tengo uso de razón me dedico al trabajo con el
cuerpo dentro del campo de la Expresión Corporal y el
Teatro de Movimiento. En 1976 comenzamos a representar
dentro de un ámbito desconocido: El Teatro Gestual. A nuestra
escuela de expresión asistían bailarines, actores, pintores,
profesores y gente de todos los ámbitos. Era el boom de
la expresión corporal.
Después de más de 20 años de trabajo constante apareció
el yoga. En este caso, el yoga que me interesó, por aportarme
más elementos a todo mi trabajo anterior fue el Yoga
Iyengar. Para mí era un modo de abordar
el trabajo con el cuerpo y la respiración
con unas claves nuevas pero que en
el fondo guardaba mucha relación con
los principios básicos de una educación
corporal basada en la conciencia y el alineamiento.
Por una parte, esas diferencias
o "novedades" me llevaban a toparme
con límites corporales que no sabía
que existían; por otra, eran las similitudes
las que me atrapaban por su enfoque
diferente.
Me incomodaba bastante en el momento
porque sentía cosas nuevas que no
identificaba si me gustaban o no y a
dónde me podrían conducir. Pero nunca
olvidaré la sensación corporal que me
quedó al salir de la primera clase que
tomé. Era como si me hubieran dado un
masaje interno y me hubieran amasado
los tendones, los ligamentos y las vísceras.
Sentía que había trabajado con
mucha intensidad y en profundidad pero
sin cansarme o vaciarme, me sentía
renovada.
26 DEE
YOGA OGA IYENGAR
Por Helena Ferrari
Postura: SALAMBA SARVANGASANA
Algunas de sus similitudes consisten en articular el trabajo a
partir de las sensaciones propioceptivas con objeto de conseguir
un alto grado de conciencia corporal para llegar a
interiorizar el mundo del lenguaje corporal con el mundo
interno.
La primera diferencia era construir el cuerpo de una postura,
no de un movimiento. El trabajo físico del yoga se realiza
sobre la postura o asana, que es el nombre en Sánscrito.
La postura que surge de un gesto o movimiento es diferente
a la postura construida desde la postura. El trabajo con esas
cadenas cinéticas es distinto aunque anatómicamente sean
las mismas. En ambos mundos existe la forma y la acción
pero el yoga es de naturaleza restrictiva: se reduce el movimiento,
se reduce la actividad mental y se minimizan las
emociones como resultado de apaciguamiento del sistema
nervioso. El estado al que se llega es diferente.
Una característica singular de este yoga es que se usan
soportes muy variados para construir las asanas: sillas,
mantas, tacos de madera, cuerdas, cinturones para permitir
al practicante realizar las posturas con mayor precisión, más
intensidad y mayor soltura; al mismo tiempo que previene
posibles lesiones. Con el tiempo, ayudan a comprender
acciones que hay que realizar internamente y que son fundamentales
para crear espacios: empujes, direcciones, etc.
Entonces, ¿a quién va dirigido el
Yoga Iyengar? A todo aquel que
desee trabajar con precisión, con
intensidad y con mucha observación.
A partir de una intensa observación
de la postura que nos permite profundizar
y avanzar progresivamente,
vamos adecuándonos a las condiciones
y necesidades particulares estableciendo
un verdadero contacto con
la propia realidad, que es diferente
en cada momento y en cada etapa
de la vida; todo ello nos ayuda a
comunicarnos con nosotros mismos,
con nuestro estado físico, nuestros
sentimientos y nuestro ser más intimo.
La práctica continua del yoga puede
darnos a cambio muchas cosas.
Físicamente nos puede aportar fuerza
y flexibilidad, tonificar y alinear la
columna previniendo o eliminando