Testimonios para la Iglesia Tomo 2 - Iglesia Adventista Agape
Testimonios para la Iglesia Tomo 2 - Iglesia Adventista Agape
Testimonios para la Iglesia Tomo 2 - Iglesia Adventista Agape
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Pág. 26<br />
demente. Esto ya ha ocurrido. La nube que le ha seguido entenebreciendo su vida, crecerá y se volverá<br />
más oscura hasta que todo su cielo esté cubierto de nubes. Mirará a <strong>la</strong> derecha, y no habrá luz allí; y a<br />
<strong>la</strong> izquierda, y no descubrirá un solo rayo.<br />
Usted se crea problemas donde no existen, porque no anda bien. No es consagrada. Su actitud quejosa y<br />
mezquina <strong>la</strong> vuelve infeliz y desagrada a Dios. Durante toda su vida se ha cuidado a sí misma, tratando<br />
de ser feliz. Esa es una miserable tarea; una actividad sin provecho. Mientras más invierta en esto, mayor<br />
será <strong>la</strong> pérdida. Mientras menos acciones tenga en el negocio de servirse a sí misma, más ganará.<br />
No sabía nada del amor desinteresado y carente de egoísmo, y mientras no se dé cuenta de que hay un<br />
pecado especial en <strong>la</strong> carencia de este precioso rasgo de carácter, no manifestará diligencia <strong>para</strong> cultivarlo.<br />
Usted se casó con su esposo porque lo amaba. Sabía que al hacerlo sel<strong>la</strong>ba un pacto con él mediante el<br />
cual se convertía en <strong>la</strong> madre de sus hijos. Pero he observado que usted es deficiente en esto. Sí, <strong>la</strong>mentablemente<br />
deficiente. No ama a los hijos de su esposo, y a menos que se produzca un cambio total, una<br />
reforma completa en usted, y en <strong>la</strong> forma de administrar su casa, estas preciosas joyas se arruinarán. El<br />
amor, el manifestar afecto, no forman parte de su carácter. ¿Le diré <strong>la</strong> verdad y me convertiré en su<br />
enemiga por eso? Usted es demasiado egoísta <strong>para</strong> amar a los hijos de otra persona. Se me mostró que<br />
el fruto de su unión no prosperará, ni recibirá <strong>la</strong> bendición de <strong>la</strong> fuerza, <strong>la</strong> vida y <strong>la</strong> salud, y que el Espíritu<br />
de Dios <strong>la</strong> va a abandonar, a menos que usted se someta a un cambio total, y mejore en lo que es<br />
tan deficiente. En <strong>la</strong> misma medida en que su egoísmo agosta y marchita a los jóvenes corazones que <strong>la</strong><br />
rodean, <strong>la</strong> maldición de Dios agostará y marchitará <strong>la</strong>s promesas sobre <strong>la</strong>s cuales se basa su unión y su<br />
amor egoísta. Y si usted persiste en esa c<strong>la</strong>se de conducta, Dios se acercará más a usted, eliminará uno<br />
tras otro los ídolos que están de<strong>la</strong>nte de su rostro, hasta que humille en su presencia su corazón orgulloso,<br />
egoísta e insumiso.<br />
Vi que tendrá que rendir cuenta en el día de Dios por el incumplimiento de su cometido. Está amargando<br />
demasiado <strong>la</strong> vida (53) de esos queridos niños, especialmente de <strong>la</strong> niña. ¿Dónde están el afecto, <strong>la</strong>s<br />
amantes caricias y <strong>la</strong> paciencia? El odio reside en su corazón no santificado, y no el amor. La censura<br />
brota de sus <strong>la</strong>bios más a menudo que <strong>la</strong> a<strong>la</strong>banza y <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras de ánimo. Sus modales, su aspereza, su<br />
naturaleza antipática son <strong>para</strong> esa niña tan sensible como el granizo que cae sobre una tierna p<strong>la</strong>nta. Se<br />
doblega frente a cada arremetida suya, hasta que su vida queda oprimida, magul<strong>la</strong>da y quebrantada.<br />
Su manera de manejar <strong>la</strong> casa está secando <strong>la</strong>s corrientes del amor, <strong>la</strong> esperanza y el gozo en sus hijos.<br />
Una tristeza constante se manifiesta en el rostro de <strong>la</strong> niña, pero ese hecho, en lugar de despertar su<br />
simpatía y su ternura, <strong>la</strong> impacienta y le causa positivo disgusto. Podría cambiar esa actitud por el ánimo<br />
y <strong>la</strong> alegría si lo quisiera. "¿No ve Dios esto? ¿No lo sabe acaso?" fueron <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras del ángel.<br />
Dios <strong>la</strong> va a castigar por estas cosas. Usted asumió voluntariamente esta responsabilidad, pero Satanás<br />
se ha aprovechado de su carácter infeliz, de su falta de amor, de su amor propio, su mezquindad y su<br />
egoísmo, y ahora este carácter suyo aparece con toda su deformidad, incorrecto, insumiso, atándo<strong>la</strong><br />
como si fueran cadenas de hierro. Los niños leen en el rostro de <strong>la</strong> madre; se dan cuenta si éste expresa<br />
amor o disgusto. Usted no se da cuenta de <strong>la</strong> obra que está haciendo. ¿No despierta piedad en usted esa<br />
carita triste, ese suspiro que brota de un corazón oprimido que anhe<strong>la</strong> amor? No, en usted no. Aleja, en<br />
cambio, al niño de usted, y aumenta su disgusto.<br />
Vi que el padre no había seguido <strong>la</strong> conducta que debiera haber seguido. A Dios no le agrada su actitud.<br />
Alguien robó el corazón de ese padre de los que son sangre de su sangre y hueso de sus huesos.<br />
Hno. G: usted debería haber asumido una actitud firme, y no haber permitido que <strong>la</strong>s cosas tomaran el<br />
rumbo que han seguido. Usted se dio cuenta de que <strong>la</strong>s cosas no iban bien, y a veces se sintió preocupado,<br />
pero el temor de desagradar a su actual esposa, y producir un infeliz desacuerdo en el seno de <strong>la</strong><br />
familia, lo indujo a guardar silencio cuando debería haber hab<strong>la</strong>do. Usted no ha asumido una actitud<br />
firme en este asunto. Sus hijos no tienen una madre que los defienda, que los proteja de <strong>la</strong> censura mediante<br />
sus pa<strong>la</strong>bras juiciosas. (54)