Testimonios para la Iglesia Tomo 2 - Iglesia Adventista Agape
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Pág. 38<br />
ler vivir en esta condición miserable! Usted misma no es feliz al vivir de esa manera, y los que <strong>la</strong> rodean<br />
tampoco son felices en su compañía. Ciertamente usted se ha creado muchísima miseria; y <strong>la</strong> vida<br />
que ha vivido no vale mucho. ¿Por qué no se reconcilia con Dios, entonces? Muera al yo y conviértase,<br />
<strong>para</strong> que Jesús pueda sanar<strong>la</strong>. Quiere salvar<strong>la</strong> si usted le permite hacerlo a su manera. Quiera el Señor<br />
ayudarle a ver todos sus errores y a corregirlos, es mi oración.<br />
Hno. L: Usted debiera ser rápido <strong>para</strong> escuchar, lento <strong>para</strong> hab<strong>la</strong>r y <strong>para</strong> enojarse. Cuide sus pa<strong>la</strong>bras.<br />
No permita que Satanás haga de usted una piedra de tropiezo <strong>para</strong> los demás. Hay fal<strong>la</strong>s en sus transacciones<br />
comerciales. Usted desprecia su trabajo. (77) Lo hace tan rápidamente como puede, con <strong>la</strong> idea<br />
de que de todas maneras nadie se va a dar cuenta, en circunstancias de que no está bien hecho. Le falta<br />
exactitud. Debería cultivar el buen gusto y el orden en todo lo que hace. Si algo vale <strong>la</strong> pena que se<br />
haga, vale <strong>la</strong> pena hacerlo bien. Si le falta fidelidad en su vida comercial, también le faltará en su vida<br />
religiosa, y en el día de Dios <strong>la</strong>s ba<strong>la</strong>nzas del santuario pondrán de manifiesto que usted ha sido hal<strong>la</strong>do<br />
falto. Esta fal<strong>la</strong> arroja baldón sobre su fe. Los incrédulos <strong>la</strong> catalogan como deshonestidad y dicen: "Si<br />
éstos son los que guardan el sábado, no quiero tener nada que ver con ellos".<br />
Cuando <strong>la</strong> gente analiza su trabajo y encuentra que no es durable, sin precisión ni orden, lo consideran<br />
estafador, y muchos discursos duros se han pronunciado acerca de este asunto. Muchas pa<strong>la</strong>bras inconvenientes<br />
han sido dichas con re<strong>la</strong>ción a su trabajo, y Dios ha sido b<strong>la</strong>sfemado. Usted no tiene <strong>la</strong> intención<br />
de ser deshonesto, pero hay descuido en sus trabajos. Cree que sus patrones son demasiado<br />
exigentes; que usted sabe dar tanta satisfacción como ellos, y de allí que ese estilo desmañado,<br />
negligente, imperfecto, se manifieste en gran medida en todas sus <strong>la</strong>bores. Tiene que mejorar en esto.<br />
Debería ser honrado en todos sus trabajos, y terminarlos de tal manera que puedan soportar <strong>la</strong><br />
inspección de Dios. No se permita despreciar ningún trabajo. Sea fiel hasta en lo muy poco.<br />
Trate de ayudar a su esposa en el conflicto que el<strong>la</strong> tiene que librar. Sea cuidadoso en sus pa<strong>la</strong>bras; cultive<br />
los modales refinados, <strong>la</strong> cortesía, <strong>la</strong> amabilidad, y si lo hace, recibirá su recompensa.<br />
La Reforma en el Hogar<br />
HNO. M: De acuerdo con lo que me ha sido mostrado, se debe hacer una gran obra en su favor antes<br />
que usted sea aceptado a <strong>la</strong> vista de Dios. El yo es demasiado prominente en usted. Posee un temperamento<br />
rápido y apasionado, y es arbitrario y exigente con los miembros de su familia. La Hna. M es<br />
desaliñada y (78) descuidada en el manejo de su casa. Su administración carece de orden y limpieza.<br />
Pero puede mejorar en estas cosas. Hno. M: usted censura a su esposa y actúa dictatorialmente, y no<br />
posee el amor que debería tener. El<strong>la</strong> teme su actitud opresora, pero no hace lo que podría <strong>para</strong> corregir<br />
sus malos hábitos, por cuya causa su hogar es tan desagradable.<br />
Hno. M: usted no ha seguido una conducta juiciosa con respecto a su familia. Sus hijos no lo aman.<br />
Odian más de lo que aman. Su esposa no lo ama. Su conducta no inspira amor en nadie. Es extremista.<br />
Es severo, exigente y arbitrario con sus hijos. Hab<strong>la</strong> acerca de <strong>la</strong> verdad con ellos, pero no aplica sus<br />
principios a su vida diaria. No es paciente, tolerante y perdonador. Por tanto tiempo se ha entregado a<br />
su propia manera de ser, está tan dispuesto a explotar si se lo provoca, que resulta sumamente dudoso<br />
que vaya a hacer los esfuerzos necesarios <strong>para</strong> alcanzar <strong>la</strong> norma de Cristo. No posee ni paciencia, ni<br />
tolerancia, ni amabilidad, ni amor. Debe poseer estas gracias antes de ser verdaderamente cristiano. Usted<br />
reserva sus pa<strong>la</strong>bras de ánimo, sus actos bondadosos, <strong>para</strong> los que no lo merecen tanto como su esposa<br />
y sus hijos. Cultive <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras amables, <strong>la</strong>s miradas agradables, el encomio y <strong>la</strong> aprobación en<br />
beneficio de su propia familia, porque de ese modo estará efectivamente influyendo sobre su propia felicidad.<br />
No permita que salgan jamás de sus <strong>la</strong>bios pa<strong>la</strong>bras de censura o de reproche. Domine ese deseo<br />
de gobernar y de oprimir con ese talón de hierro. Su actitud es desagradable, estrecha. Con algunos<br />
es egoísta y mezquino; pero con otros que espera tengan una elevada opinión de usted, es capaz de sacrificarlo<br />
todo, inclusive lo que le hace falta a su propia familia. Es generoso cuando necesita <strong>la</strong> a<strong>la</strong>banza<br />
y <strong>la</strong> estima de los hombres. Si pudiera adquirir el cielo mediante un gran sacrificio realizado en<br />
favor de aquellos con quienes quiere ser generoso, ciertamente lo lograría. No tiene reparos en pasar<br />
por grandes incomodidades con el fin de beneficiar a los demás, si al hacerlo consigue exaltarse a sí