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Testimonios para la Iglesia Tomo 2 - Iglesia Adventista Agape

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Pág. 36<br />

Usted no hab<strong>la</strong> sabia y juiciosamente con su esposa y sus hijos. Debería cultivar <strong>la</strong> amabilidad y <strong>la</strong> gentileza.<br />

Sus hijos no han recibido <strong>la</strong> mejor influencia y el mejor ejemplo. Ellos no deberían dominarlo,<br />

sino usted a ellos; no ásperamente, no en forma dominante, sino con firmeza e invariabilidad de propósito.<br />

Hna. L: Tiene que librar una gran batal<strong>la</strong> que está de<strong>la</strong>nte de usted <strong>para</strong> vencer. Usted ha permitido que<br />

el yo gane <strong>la</strong> victoria. Su voluntad inflexible es el peor enemigo que usted tiene. Su carácter es insumiso,<br />

y no ejerce dominio sobre su lengua. Su falta de dominio propio le ha causado un gran perjuicio a<br />

usted y (73) a su familia. La tranquilidad, <strong>la</strong> felicidad y <strong>la</strong> paz han permanecido en su morada por muy<br />

poco tiempo. Si se <strong>la</strong> contraría, usted se irrita fácilmente y entonces hab<strong>la</strong> y obra como si un demonio<br />

<strong>la</strong> poseyera. Los ángeles se apartan de esa escena de discordia, donde se produce un intercambio de pa<strong>la</strong>bras<br />

airadas. Muchas veces ha alejado usted a los preciosos ángeles celestiales de en medio de su familia<br />

al ceder a <strong>la</strong> pasión.<br />

Lo semejante engendra lo semejante. El mismo espíritu que ha manifestado ha recaído sobre usted. Sus<br />

hijos han experimentado tan poco afecto, ternura y bondad, que no han visto nada capaz de ganarlos<br />

<strong>para</strong> <strong>la</strong> verdad o inspirarles respeto por su autoridad. Han participado por tanto tiempo de los malos frutos<br />

que usted ha producido que <strong>la</strong> disposición de ellos tiende hacia <strong>la</strong> amargura. No están<br />

completamente corrompidos; debajo de un exterior no cultivado han quedado buenos impulsos que<br />

deben ser descubiertos y traídos a <strong>la</strong> superficie. Si su vida religiosa hubiera sido más pareja, si hubiera<br />

ejemplificado <strong>la</strong> vida de Cristo, <strong>la</strong>s cosas habrían sido diferentes en el seno de su familia. "Todo lo que<br />

el hombre sembrare, eso también segará" (Gál. 6:7). La cosecha corresponderá con <strong>la</strong> c<strong>la</strong>se de semil<strong>la</strong><br />

que usted siembre. Si <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras amables estuvieran a <strong>la</strong> orden del día en su casa, recibiría los frutos<br />

correspondientes.<br />

Sobre usted reposa una pesada responsabilidad. En vista de esto, cuán cuidadosa debería ser en sus pa<strong>la</strong>bras<br />

y actos. ¿Qué c<strong>la</strong>se de semil<strong>la</strong> está usted sembrando en el corazón de sus hijos? La cosecha, ¡oh,<br />

recuerde! <strong>la</strong> cosecha no está tan distante. No siembre ma<strong>la</strong> semil<strong>la</strong>. Satanás está listo <strong>para</strong> hacer esa<br />

obra. Siembre sólo semil<strong>la</strong> pura y limpia.<br />

Usted, mi querida hermana, ha sido celosa, envidiosa y buscadora de faltas. Se le ocurrió que <strong>la</strong> dejaban<br />

a un <strong>la</strong>do y <strong>la</strong> despreciaban. La han descuidado demasiado; pero usted tiene una obra que hacer <strong>para</strong><br />

sí misma que nadie puede hacer por usted. Se necesitará esfuerzo, perseverancia y fervor <strong>para</strong> obtener<br />

<strong>la</strong> victoria sobre hábitos arraigados por tanto tiempo, que han llegado a ser una segunda naturaleza.<br />

Albergamos por usted los sentimientos más tiernos, a pesar de sus errores y faltas; y aunque nos tomemos<br />

<strong>la</strong> libertad de decirle cuáles son esas faltas, nos comprometemos a ayudar<strong>la</strong> de todas <strong>la</strong>s maneras<br />

posibles. (74)<br />

Se me mostró que usted no tiene el amor filial que debería tener. El mal en su naturaleza se manifiesta<br />

en <strong>la</strong> forma más antinatural. Usted no es tierna ni respetuosa con sus padres. No importa cuáles hayan<br />

sido sus errores, no tiene excusa <strong>para</strong> justificar <strong>la</strong> conducta que ha seguido <strong>para</strong> con ellos. Ha sido muy<br />

insensible e irrespetuosa. Los ángeles se han apartado tristes de su <strong>la</strong>do mientras repetían estas pa<strong>la</strong>bras:<br />

"Lo que sembrareis, eso también segaréis". Si el tiempo sigue, usted recibirá de sus hijos el mismo<br />

trato que sus padres han recibido de usted. No ha meditado en <strong>la</strong> mejor manera de lograr que sus<br />

padres sean felices, y no ha sacrificado después sus deseos y p<strong>la</strong>ceres <strong>para</strong> lograrlo. Sus días sobre <strong>la</strong><br />

tierra serán pocos en el mejor de los casos, y estarán llenos de cuidados y sinsabores aunque usted haga<br />

todo lo que pueda <strong>para</strong> suavizar su tránsito a <strong>la</strong> tumba. "Honra a tu padre y a tu madre, <strong>para</strong> que tus días<br />

se a<strong>la</strong>rguen en <strong>la</strong> tierra que Jehová tu Dios te da" (Éxo. 20:12). Este es el primer mandamiento con<br />

promesa. Está en vigencia <strong>para</strong> el niño y el joven, <strong>para</strong> <strong>la</strong> gente de edad madura y <strong>para</strong> los ancianos. No<br />

hay etapa de <strong>la</strong> vida cuando los hijos están exentos de honrar a sus padres. Esta solemne obligación recae<br />

sobre todo hijo e hija, y es una de <strong>la</strong>s condiciones que tienen que llenar <strong>para</strong> poder prolongar sus<br />

vidas en <strong>la</strong> tierra que el Señor va a dar a los fieles. Este no es un asunto cualquiera, sino de <strong>la</strong> mayor<br />

importancia. La promesa se cumplirá a condición de que se obedezca el mandamiento. Si usted obede-

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