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Testimonios para la Iglesia Tomo 2 - Iglesia Adventista Agape

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Pág. 44<br />

nebreciendo cada vez más. Usted se ha sentido profundamente afligido por causa de <strong>la</strong> conducta del<br />

Hno. P, que se ha opuesto a <strong>la</strong> verdad como lo ha hecho. Ha reconocido <strong>la</strong> forma débil y sin ánimo con<br />

que <strong>la</strong> iglesia hizo frente a esa oposición. Es verdad que él ha sido un gran obstáculo <strong>para</strong> el progreso<br />

de <strong>la</strong> obra en . Pero <strong>la</strong> conducta que usted ha seguido, mientras profesaba conocer <strong>la</strong> verdad y tener<br />

experiencia en <strong>la</strong> causa de Dios, ha sido un obstáculo mayor que aquél. Si hubiera perseverado en el<br />

consejo de Dios, y hubiera sido santificado por <strong>la</strong> verdad que profesaba creer, el Hno. P no habría abrigado<br />

todas <strong>la</strong>s dudas que tenía. Su actitud de defensor de <strong>la</strong>s visiones ha sido un tropezadero <strong>para</strong> los<br />

que no creían. Se me mostró que su hermano trató de perseverar bajo <strong>la</strong> pesada carga que significó <strong>para</strong><br />

él <strong>la</strong> triste condición de <strong>la</strong> iglesia, hasta que casi sucumbió bajo el peso que estaba llevando, y se fue<br />

<strong>para</strong> salvar su vida. Vi que el cuidado de Dios reposa sobre el Hno. R y su esposa, y que si su fe permanece<br />

inconmovible verán <strong>la</strong> salvación de Dios en su casa y en su iglesia.<br />

Se me mostró el caso del querido Hno. S y de su esposa. Han estado pasando por aguas tenebrosas, y<br />

<strong>la</strong>s o<strong>la</strong>s casi les han cubierto <strong>la</strong> cabeza; pero Dios los ha amado, y si sólo le confían sus caminos, él los<br />

sacará purificados del horno de aflicción. El Hno. S ha dirigido su mirada hacia el <strong>la</strong>do tenebroso, y ha<br />

dudado si era un hijo de Dios o no; ha dudado de su salvación. Vi que no debería trabajar tanto <strong>para</strong><br />

creer, sino confiar en Dios como un niño confía en sus padres. Se preocupa demasiado, tanto, que <strong>la</strong><br />

preocupación lo aparta de los brazos de Jesús, y le da al enemigo <strong>la</strong> oportunidad de tentarlo y molestarlo.<br />

Dios conoce <strong>la</strong> debilidad del cuerpo y de <strong>la</strong> mente, y no requerirá más de él que <strong>la</strong> fuerza que le ha<br />

dado <strong>para</strong> resistir. Ha tratado de ser fiel y leal a su profesión de fe. Ha fal<strong>la</strong>do en su vida en una cantidad<br />

de cosas, pero todo por ignorancia. Con respecto a <strong>la</strong> disciplina aplicada a sus hijos, ha considerado<br />

su deber ser estricto, y ha llevado demasiado lejos su disciplina. Ha tratado pequeñas ofensas con tremenda<br />

severidad. Esta actitud ha contribuido a debilitar, en cierta medida los afectos del hijo hacia el<br />

padre. Durante su enfermedad el Hno. S ha tenido una imaginación enfermiza. Su (90) sistema nervioso<br />

se desequilibró, y llegó a pensar que sus hijos no se preocupaban por él ni lo querían como debían; pero<br />

todo esto era consecuencia de su enfermedad. Satanás quería destruirlo, y al mismo tiempo descorazonar<br />

y desanimar a sus pobres hijos. Pero Dios no ha cargado estas cosas a su cuenta. Sus hijos están llevando<br />

cargas más pesadas que muchos que son mayores que ellos, y merecen cuidadosa disciplina, y<br />

una educación juiciosa, mezc<strong>la</strong>da con simpatía, amor y gran ternura.<br />

La madre ha recibido fortaleza y sabiduría especiales de parte de Dios <strong>para</strong> animar y ayudar a su marido,<br />

y ha hecho mucho <strong>para</strong> unir a sus hijos a su corazón, y fortalecer sus afectos por sus padres y del<br />

uno por el otro. Vi que algunos ángeles de misericordia vo<strong>la</strong>ban por encima de esta familia, a pesar de<br />

que <strong>la</strong>s perspectivas parecían tan oscuras e inciertas. Los que manifestaron entrañas de misericordia en<br />

favor del Hno. S jamás tendrán que <strong>la</strong>mentarlo, porque es un hijo de Dios, amado por él. La <strong>la</strong>mentable<br />

condición de <strong>la</strong> iglesia ha sido perjudicial <strong>para</strong> su salud. Lo vi dirigiendo su mirada hacia el <strong>la</strong>do oscuro,<br />

desconfiado de sí mismo, y contemp<strong>la</strong>ndo <strong>la</strong> tumba. No debe pensar en esas cosas, sino mirar a Jesús,<br />

un Modelo sin fal<strong>la</strong>. Debe cultivar <strong>la</strong> alegría y el ánimo en el Señor: hab<strong>la</strong>r de <strong>la</strong> fe, referirse a <strong>la</strong><br />

esperanza; descansar en Dios, y no creer que se requiere de su parte un esfuerzo tremendo y cansador.<br />

Todo lo que Dios requiere es simple confianza: arrojarse en sus brazos con toda su debilidad, su quebrantamiento<br />

y su imperfección, y Jesús ayudará al desam<strong>para</strong>do, y fortalecerá y edificará a los que están<br />

convencidos de que son <strong>la</strong> debilidad misma. Dios será glorificado en su aflicción, mediante <strong>la</strong> paciencia,<br />

<strong>la</strong> fe y <strong>la</strong> sumisión ejemplificadas por él. ¡Oh! Esta será <strong>la</strong> prueba del poder de <strong>la</strong> verdad que<br />

profesamos; es consuelo cuando lo necesitamos; es sostén cuando todo apoyo de naturaleza terrenal,<br />

concreto, ha desaparecido.<br />

También se me mostró el caso del Hno. T. Se ha sometido a una condición de esc<strong>la</strong>vitud, a <strong>la</strong> cual Dios<br />

no lo l<strong>la</strong>mó. Al Señor no le agrada cuando los padres ancianos ponen <strong>la</strong> mayordomía de sus bienes en<br />

manos de hijos no consagrados, aunque profesen <strong>la</strong> verdad. Cuando los medios que Dios ha confiado a<br />

su pueblo son puestos en manos de hijos incrédulos, enemigos de Dios, se lo (91) deshonra, porque lo<br />

que se debería conservar en <strong>la</strong>s fi<strong>la</strong>s del Señor se pone en <strong>la</strong>s fi<strong>la</strong>s del enemigo.

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