Testimonios para la Iglesia Tomo 2 - Iglesia Adventista Agape
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Pág. 275<br />
de hombres y mujeres responsables, sinceros, trabajadores, de los que se pudiera depender como milicianos,<br />
respondieran prontamente al l<strong>la</strong>mado de ayuda cuando se <strong>la</strong> necesite, y se tras<strong>la</strong>daran a Battle<br />
Creek, Dios sería glorificado. Dios quiere en Battle Creek a hombres de confianza, que siempre se los<br />
encuentre del <strong>la</strong>do correcto en tiempo de peligro, que con fidelidad luchen en contra del enemigo, en<br />
lugar de ponerse de parte de los que causan problemas al Israel de Dios y defiendan a los que debilitan<br />
(563) <strong>la</strong>s manos de los siervos de Dios, volviendo sus armas exactamente en contra de los que Dios les<br />
manda apoyar. Con el fin de prosperar, toda iglesia debe tener hombres en los que pueda confiar en<br />
tiempo de peligro, hombres que sean tan firmes como el acero, hombres sin egoísmo, que tengan el interés<br />
de <strong>la</strong> causa de Dios más cerca de su corazón que nada re<strong>la</strong>cionado con sus propias opiniones y sus<br />
intereses mundanales.<br />
Las iglesias no están compuestas totalmente de puros y sinceros cristianos. No todos los hombres registrados<br />
en los libros de <strong>la</strong> iglesia son dignos de estar allí. La vida y carácter de algunos, com<strong>para</strong>dos con<br />
otros, son como el oro com<strong>para</strong>do con <strong>la</strong> despreciable escoria. No es necesario que sea así. Los que son<br />
valiosos en vida e influencia han sentido <strong>la</strong> importancia de seguir de cerca a Jesús, de hacer de <strong>la</strong> vida<br />
de Cristo su estudio y su ejemplo. Esto requiere esfuerzo, meditación y sincera oración. Requiere esfuerzo<br />
<strong>para</strong> obtener <strong>la</strong> victoria sobre el egoísmo y <strong>para</strong> poner el interés de <strong>la</strong> causa de Dios en primer<br />
lugar. Algunos han hecho el esfuerzo, han practicado una estricta disciplina de sí mismos, y han ganado<br />
preciosas victorias. Los que consideran su propio interés en primer lugar, viven <strong>para</strong> sí mismos. Su carácter<br />
a <strong>la</strong> vista de Dios es como <strong>la</strong> inútil escoria.<br />
El hermano D ha tenido más tarea de lo que un hombre debiera hacer al trabajar por el interés de <strong>la</strong><br />
iglesia en su zona. Al ausentarse por poco tiempo <strong>para</strong> trabajar por otros, cargas mayores y más pesadas<br />
estuvieron listas a su regreso. El permitió que cayeran sobre sus hombros, y se doblegó gimiendo<br />
bajo el peso. Los hermanos D han estado en peligro de ser demasiado exigentes y de presentar su propia<br />
vida y ejemplo como criterio. No perdieron de vista al yo. Estos hermanos debieran decir poco<br />
acerca de sí mismos, y debieran exaltar a Cristo. Debieran esconderse detrás de Jesús y permitir que sólo<br />
él aparezca como el modelo perfecto que todos debieran procurar copiar.<br />
¿Dónde estaban los hombres de los que se podía depender en tiempo de prueba y peligro? ¿Dónde estaban<br />
los hombres temerosos de Dios que podían acudir en apoyo del estandarte cuando el enemigo intentaba<br />
tomar ventaja? Algunos que debieran haber estado en su puesto fueron infieles cuando más se<br />
necesitó su ayuda. Su conducta mostró que no tenían un interés especial en el (564) avance de <strong>la</strong> obra y<br />
de <strong>la</strong> causa de Dios. Algunos pensaban que se esperaba demasiado de ellos, y en lugar de avanzar con<br />
alegría, <strong>para</strong> hacer lo que pudieran, se sentaron cómodamente en <strong>la</strong> sil<strong>la</strong> de Satanás y se negaron a<br />
hacer algo.<br />
Algunos fueron siempre celosos. El hermano E era uno de éstos. Tiene un carácter particu<strong>la</strong>rmente obcecado<br />
que lo lleva a persistir en un proceder equivocado, porque piensa que gratificaría a sus hermanos<br />
si él cambiara y siguiera un proceder opuesto. A veces, cuando así lo desea, está dispuesto a hacer<br />
cualquier cosa a su alcance <strong>para</strong> avanzar <strong>la</strong> causa de Dios. Pero siente tanto p<strong>la</strong>cer en hacer su propia<br />
voluntad, que prefiere que <strong>la</strong> causa de Dios sufra antes que desistir de hacer su voluntad y andar en sus<br />
caminos. El hermano E no es un hombre de quien se puede depender. Está sujeto a <strong>la</strong>s tentaciones de<br />
Satanás y con frecuencia está bajo su control. Tiene un corazón egoísta e insumiso. Es precipitado, impulsivo;<br />
a veces odia, a veces ama. A veces es bondadoso, otras, celoso, envidioso y muy egoísta. No<br />
puede perfeccionar el carácter cristiano mientras no resista <strong>la</strong> tentación, sojuzgue su propia voluntad<br />
empecinada, y albergue un espíritu de humildad, una buena voluntad <strong>para</strong> ver y confesar sus errores. A<br />
veces ha sido leal y sincero. Luego una corriente lo arrastraba en dirección opuesta, y albergaba celos,<br />
envidia y desconfianza. El yo y los intereses egoístas eran supremos. Siempre estaba dispuesto a censurar<br />
a los demás y rece<strong>la</strong>ba que los demás no lo apreciaban, sino que deseaban perjudicarlo. El hermano<br />
E necesita una completa conversión. No es suficiente profesar <strong>la</strong> verdad. Una persona puede reconocer<br />
toda <strong>la</strong> verdad y sin embargo no saber nada —no tener conocimiento experimental en <strong>la</strong> vida diaria—<br />
de <strong>la</strong> influencia santificadora de <strong>la</strong> verdad en el corazón y <strong>la</strong> vida, o del poder de <strong>la</strong> verdadera piedad.