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Estafeta Jacobea 72 3226.69 KB - Amigos del Camino de Santiago ...

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Experiencias<br />

que la “Sopa castellana” ocupará el primer<br />

lugar; le seguirá un segundo plato<br />

<strong>de</strong> “Huevos rotos sobre patatas fritas y<br />

magras <strong>de</strong> jamón”, todo ello regado con<br />

un buen tinto berciano.<br />

Acordado el menú, Javier marcha<br />

con la or<strong>de</strong>n hacia la cocina, y yo me<br />

<strong>de</strong>dico a contemplar pausadamente todo<br />

el entorno, mientras escucho como<br />

música ambiental, composiciones<br />

medievales que aña<strong>de</strong>n al escenario, un<br />

especial toque <strong>de</strong> acercamiento a aquellos<br />

tiempos pretéritos que todo en esta<br />

Alberguería <strong>de</strong>sea rememorar.<br />

La botella <strong>de</strong> vino y el cestillo con<br />

trozos <strong>de</strong> pan, son los primeros en ocupar<br />

su lugar sobre el blanco mantel, junto<br />

las copas, servilleta y cubiertos que en<br />

él aguardaban. “Con pan y vino se anda<br />

el <strong>Camino</strong>”, dice la sabiduría popular;<br />

pero aquí el peregrino los <strong>de</strong>gusta como<br />

aperitivo, primero; y luego más tar<strong>de</strong><br />

como acompañamiento <strong>de</strong> los platos que<br />

compondrán su cena.<br />

Llega a la mesa la Sopa castellana,<br />

en cuenco <strong>de</strong> barro, bien compuesta y<br />

recién hecha; a ella hay que <strong>de</strong>dicarle el<br />

tiempo necesario para que, totalmente<br />

mareada, pierda esos grados <strong>de</strong> calor que<br />

la hacen intocable en los momentos <strong>de</strong><br />

su aparición. Como premio a mi paciencia,<br />

ayudada por algún que otro sorbo<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> buen vino, puedo por fin <strong><strong>de</strong>l</strong>eitarme,<br />

tomándola lentamente, cucharada a<br />

cucharada, hasta <strong>de</strong>jarla casi exhausta en<br />

el fondo <strong>de</strong> la vasija.<br />

No tengo que esperar mucho para<br />

recibir al segundo <strong>de</strong> la tar<strong>de</strong>, y su aparición<br />

me reporta una doble sorpresa: por<br />

un lado el plato no es tal, sino la sartén<br />

en la que se han frito las patatas que ocupan<br />

su fondo, sobre las que se encaraman<br />

un par <strong>de</strong> huevos fritos, y a las que<br />

sirven <strong>de</strong> guarnición dos magras <strong>de</strong><br />

jamón. Reparo en que los huevos, imprevistamente,<br />

no están rotos, pero <strong>de</strong> inmediato<br />

llega mi segunda sorpresa cuando<br />

Javier, manejándolo con <strong>de</strong>streza, golpea<br />

sobre ellos con el canto <strong>de</strong> un plato<br />

(recordándome a Cándido con sus asados,<br />

o a Lucio con sus empanadas), y los<br />

hace trizas, inundando con sus amarillas<br />

yemas los crujientes prismas <strong>de</strong> las patatas<br />

fritas.<br />

-¡Buen provecho!, me dice.<br />

-¡Gracias!, le respondo, mientras,<br />

tras un instante <strong>de</strong> duda (¿estoy en la<br />

Edad Media o en el siglo XXI?), enarbolo<br />

tenedor y cuchillo, y me <strong>de</strong>dico con<br />

ímpetu a ir recogiendo los restos <strong>de</strong> la<br />

batalla, acompañándolos <strong>de</strong> trozos <strong><strong>de</strong>l</strong><br />

jamón que, como mudo espectador, ha<br />

presenciado el ataque.<br />

Cuando doy felizmente término a<br />

la emprendida labor, <strong>de</strong> la sartén ha<br />

<strong>de</strong>saparecido todo vestigio <strong>de</strong> su contenido,<br />

y mi apetito ha quedado realmente<br />

satisfecho.<br />

Como para el postre, en esta ocasión<br />

un rico pastel relleno <strong>de</strong> merengue,<br />

siempre queda un pequeño hueco, lo<br />

acepto con gusto, y lo pala<strong>de</strong>o con <strong><strong>de</strong>l</strong>eite.<br />

No tomo café, pero Javier me ofrece,<br />

y acepto, un chupito <strong>de</strong> orujo, con el<br />

que doy por terminada la cena. Javier me<br />

hace entrega <strong>de</strong> un ejemplar <strong>de</strong> la revista<br />

Mansilla en el <strong>Camino</strong> que edita su Asociación,<br />

y le prometo que, en el próximo<br />

viaje que realice por estas tierras, volveré,<br />

complacido, a visitar su singular<br />

Alberguería.<br />

Ya el día se ha <strong>de</strong>spedido cuando<br />

regreso hacia el albergue y, mientras<br />

recorro la calle <strong><strong>de</strong>l</strong> Puente, me doy cuenta<br />

<strong>de</strong> la gran satisfacción que le embarga<br />

al peregrino cuando, en cualquier curva<br />

<strong><strong>de</strong>l</strong> Surco Jacobeo, encuentra amor junto<br />

a sus gentes; esas personas sencillas<br />

como Laura, Wolf, Javier..., que se lo<br />

brindan sin medida, y le acogen como lo<br />

que realmente es: como su hermano.<br />

Ya todo es silencio en el albergue, y<br />

en silencio me dispongo a acomodarme<br />

en mi litera en busca <strong><strong>de</strong>l</strong> reparador <strong>de</strong>scanso.<br />

Mañana, peregrino, otra etapa te<br />

aguarda cuando regreses al <strong>Camino</strong>.<br />

¡Ultreia!...<br />

M. C. P.<br />

Mansilla <strong>de</strong> las Mulas, 26 <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 2002.<br />

(De mi regreso al Surco Jacobeo)<br />

ESTAFETA JACOBEA N. O <strong>72</strong> 35

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